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PRÓLOGO por Blanca Rodríguez

PRÓLOGO por Blanca Rodríguez
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Hay personas que detentan el poder político durante muchos años y no lo logran.
Hay personas que detentan el poder económico durante muchos años y no lo logran.
Hay en Uruguay unas pocas personas que, sin detentar ninguno de los dos poderes, lo lograron.
¿Cuál es el logro? Incidir de forma definitoria en la socie¬dad uruguaya, provocando una gran transformación que solo el tiempo va permitiendo aquilatar.
Es el caso del protagonista de esta biografía, que pasará a la historia sin haber detentado ninguno de esos poderes, pero habiendo convencido a quienes sí lo hacían de apoyar sus ideas para cambiar para siempre la vida de todos.
Es el caso del ingeniero Miguel Brechner, quien, con su Plan Ceibal, idea que comenzó pareciendo un delirio, terminó posicionándonos en el mapa de la innovación educativa con apoyo en la tecnología, promoviendo la igualdad. Porque Ceibal es, ante todo, un plan de equidad, y es imposible hablar de Uruguay en términos de presente y futuro sin mencionar este modelo y lo que ha significado y significa en materia de posibilidades para todos los niños y jóvenes del país.
El proyecto de Nicholas Negroponte, One Laptop per Child, tuvo en nuestro territorio su aplicación más contundente y eso lo logró Miguel Brechner. Este libro narra esa historia de locura de hacerse oír por Negroponte para convencerlo de que Uruguay podía ser el escenario de realización de ese plan, con equipos a cien dólares, cuando una computadora personal salía más de mil.
Tal vez nunca imaginó Negroponte que, en el sur del sur, un testarudo que se había enterado de su proyecto lo iba a obligar a recibirlo en Boston de la noche a la mañana, lo iba a convencer de visitar su país y se iba a convertir en la sensa¬ción del Instituto Tecnológico de Massachusetts; porque allí todos quedaron fascinados con este hombre «al que le gus¬tan los problemas difíciles», al decir del propio Negroponte. Sumergirse en la lectura de este libro es precisamente recorrer esa historia del sueño de Brechner: una computadora para cada niño de Uruguay. Es adentrarse en los entretelones de esa foto simbólica del presidente Tabaré Vázquez entregándole la primera computadora gratuita a una niña de la escuela de Villa Cardal en Florida en el año 2007. Es conocer todas las conversaciones, reuniones, cuestionamientos, reclutamientos de socios de ese sueño, y el diseño del plan que hubo antes. Nada de esto estuvo exento de dificultades, y Brechner no esquivó ninguna, pero —para desesperación de varios— para todas tenía una solución.
Las historias fundacionales son siempre apasionantes porque son historias de entrega sin cálculo, y la fundación del Plan Ceibal no es la excepción.
Obviamente hay allí un talento único, una formación rigu¬rosa y una historia familiar que explica parte de la peripecia vital de Brechner. Este libro recorre esa peripecia riquísima en proyectos y realizaciones, pero también en ausencias y dolores. Si habrá de esto en quien viene de padres y abuelos que huyeron del nazismo, y que en ese trayecto recalaron en Bolivia, donde nació Miguel.
«La culpa del sobreviviente es enorme», dice hoy, con una gran capacidad de análisis de su historia y la de su colecti¬vidad. Y así, entre recuerdos de la patria paterna polaca y la patria materna alemana, ha ido entendiendo con dificultad por qué faltaba tanta gente en la foto.
Uruguay fascinó a sus padres en los 60, y eso explica su llegada a este país que lo adoptó como uno de sus hijos dilec¬tos. Tal vez para explicar la resiliencia de Miguel, los autores de este libro enuncian esos aspectos que lo definen: «Judío, boliviano, hijo de inmigrantes, hermano del medio de tres varones y uruguayo».
Como otro ejercicio de resistencia Miguel corre maratones en cualquier parte del mundo y oportunidad que se le pre¬sente, y practica deportes que llevan al máximo su exigencia física, lo cual le ha significado varias dolencias. Pero él sigue y sigue. Yo diría que es un gran vitalista, que exprime todo aquello de la vida que puede, sobre todo el tiempo. Tiempo que detiene en cada fotografía que toma, que es otra de las ocupaciones que lo apasionan.
Y hablando de pasiones, no hay que olvidar a la Celeste y a Peñarol, que por ambas también ha recorrido el mundo.
Con el mismo ardor abrazó en su temprana juventud su compromiso con la izquierda —que mantiene— y ayudó generosamente a quienes la pasaron muy mal en dictadura. Este libro acerca relatos menos públicos de esa faceta de Miguel, como también su entrañable vínculo con el general Líber Seregni.
Esto ya nos demuestra a un hombre que es una especie de Leonardo da Vinci del multitasking, y que en su vida ha hecho las cosas más diferentes, ya sea en Londres mientras cursaba su carrera, o en Uruguay, una vez que decidió vol¬ver a instalarse aquí. La audacia lo define y no hay riesgo que no calcule que pueda ser dominado. Por eso uno de los tantos entrevistados, su excompañero de ingeniería y editor Edmundo Canalda, dice que Brechner tiene que estar cada vez que Uruguay se proponga dar un paso en innovación.
En Cardal, la cuna del Plan Ceibal, quedó marcada para siempre una frase: «Aquí comienza el futuro».
Miguel Brechner es un hombre que vino del futuro.

El hacedor
La maratón es una carrera de testarudos, un viaje largo que implica muchísima preparación tanto mental como física y al que solo unos pocos se le animan. Una odisea que asusta por lo titánica, por lo lejano de la meta y el esfuerzo para alcanzarla. Los que corren una maratón son a veces admirados por su audacia y perseverancia, y otras veces son tachados de locos. Miguel Brechner es un maratonista. Su vida es una maratón.
Su vida también es el fútbol, otra de sus pasiones. Cualquiera sea la historia personal que queramos relatar, seguro podríamos explicarla con fútbol. Algún gol en la hora, un partido bisagra, una derrota dura, una final ganada. De todo eso hay en la larga trayectoria de Brechner.
Pero tal vez no haya que empezar por metáforas deporti¬vas. A veces las vidas se pueden sintetizar en una escena. Una que al principio no diga mucho, que nos resulte confusa, pero que después cobrará sentido. Podríamos comenzar entonces por mostrar esa escena en la que una niña sostiene por primera vez entre en sus manos una ceibalita. Ese instante, congelado, como una fotografía; otra de las pasiones de Brechner. Y que esa escena resuma todo lo que va a venir después. Que actúe como símbolo del legado de Brechner y su gen de hacedor.
También podríamos empezar por el momento en que, por un error de agendas, una entrevista para este libro quedó superpuesta con un reportaje que le estaba haciendo Micaela, la misma niña que recibió la primera ceibalita y que, hoy adulta, quería conversar con Miguel para su tesis acerca del Plan Ceibal. Momento full circle, le dicen en inglés. Un cír¬culo perfecto. Podríamos describir la cara de orgullo que se le desbordaba a Miguel mientras compartía charla con una universitaria que aprendió a leer en la laptop que él luchó por conseguirle.
O podríamos, finalmente, comenzar con una palabra. Una que resuma a la persona. A Miguel le caben varios calificativos, pero el que mejor lo define es hacedor. Y es difícil explicar a los hacedores con palabras. Pero hay que intentarlo.
Quienes lean este libro tal vez sean, con emotivas excep-ciones, solo conocedores de los «grandes hits» de la maratón de Miguel Brechner. Estas páginas intentarán darle profun¬didad a su historia y están escritas para aquellos a los que les interese conocer al hombre detrás de las noticias, rescatando anécdotas y entretelones, enfocando los momentos y sensa¬ciones que hasta ahora solo habitaban en su mente. En pala¬bras del propio Brechner: el objetivo del libro es poner negro sobre blanco para «que no se pueda reescribir la historia». Los hechos que se narran no están necesariamente en orden cronológico, pero sí —esperamos— en un orden coherente.
Para disfrutar de este libro no hay que querer a Miguel Brechner, ni tampoco odiarlo. No pretende convencer a nadie de las bondades del Frente Amplio (fa), el partido político al que abrazó como militante, ni es tampoco un manual de cómo gestionar o administrar, ni una historia con ínfulas de autoayuda. Es un libro para los curiosos de los relatos detrás de los titulares, para los que les gusta resolver problemas y para los que creen que, quizá, se pueden aprender un par de lecciones prácticas o filosóficas de casos exitosos. Porque proyectos como el Plan Ceibal no son una conclusión natu¬ral del avance de una política pública, sino más bien todo lo contrario. Para que el Plan Ceibal haya existido tuvieron que suceder una cantidad de hechos a contracorriente de la burocracia estatal. Y el hombre que les puso el pecho en el país con la inercia más aplastante del mundo fue Miguel Brechner. Quizá por eso valga la pena leer su versión, más privada, de una historia conocida.
Vamos desde el principio. Esta es la largada de la maratón de Miguel Brechner.
Bernardo Wolloch y Fernanda Kosak

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