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Rafael Cotelo, humorista “Yo no quiero ser rebaño, ni de izquierda ni de derecha”

Rafael Cotelo, humorista  “Yo no quiero ser rebaño, ni de izquierda ni de derecha”
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 Nos ha hecho reír tanto, de tantas cosas, en tantas oportunidades, que más que a una entrevista fuimos a divertirnos un rato. Y, ley de Murphy mediante, el hombre habló en serio todo el tiempo. Conocimos a un Rafa diferente al estereotipo que todos tenemos de este personaje. Atrévase a “amargarse” un rato con esta charla que transcurrió en el local de Magnolio, donde funciona Del Sol FM.

 

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

 

¿Existe un Rafa Cotelo serio?

Sí. Preguntale a mi familia y vas a ver. A mi mujer y a ms hijas. Amargado, malhumorado y cara de culo son las tres cosas que más me dicen en el día.

Eso se lo dicen todas las hijas a todos los padres.

Pero la mayoría de los padres no trabajan de payasines, como yo. Y cuando estoy en casa, soy un malhumorado.

¿Cómo se llama tu tercera hija, al final?

Juana. Ana Clara, Emma y Juana. Trece, nueve y tres.

No transaste con Manuela.

Una iba a ser Manuela, sí. Amanda le quería poner la madre. Lo de Manuela tampoco lo peleé tanto, porque yo quería Manuel.

¿Era por la perra?

Me decían eso, que entre la perra y la tortuga ya estaba vetado para la gurisa. Cerramos en Juana, que es un nombre que me gusta mucho. Juana está divina.

Aparte de lo que diga la familia, ¿hay un Rafa Cotelo serio?

Sí, sí.

¿Cómo se desdobla? ¿Es una doble personalidad? ¿Es esquizofrénico?

Capaz que sí. Ahora estoy volviendo a terapia. Fue uno de los temas que traté en otros encuentros con terapeutas. En el fuero más íntimo soy un tipo bastante serio, y como preocupado, estresado. Y me desdoblo para laburar. Será que tengo muy internalizado que para mi laburo tengo que estar de buen humor, o que disfruto mucho de mi laburo. Capaz son las dos cosas. Me gustaría tener mejor humor en mi círculo más íntimo, porque me lo reclaman.

¿Qué cosas te preocupan o te amargan?

Hace poco le hice una entrevista a Gabriel Pereyra. Le pregunté algo parecido. Y me dijo que le angustia y le quita el sueño no estar para sus hijos y no poder darles todo lo que esté a su alcance. Y no se trata solo de lo material. Y no es que no lo supiera, pero me hizo darme cuenta que, particularmente, eso es algo que me angustia. Durante muchos años llevé a terapia el problema de que el laburo que tengo desde hace un tiempo es de una inestabilidad muy grande.

Lo estás haciendo hace años.

Lo mismo me ha dicho mi terapeuta. ¿Viste cuando creés mucho en algo y todo lo que pasa son pruebas de eso en que creés? Si creés en el horóscopo y sabés que sos de tauro y por ahí escuchaste que tauro va a tener una buena semana en el amor, ante cualquier cosa linda que te pase con tu pareja vas a decir: “Viste, tenía razón el horóscopo”. Creo que mi trabajo es de una gran inseguridad. Todo lo que pasa, a mí o a mi alrededor, me lo demuestra. Y ni vos ni mi terapeuta ni nadie me van a convencer de lo contrario.

Y eso que no trabajaste en la radio pública.

Claro, por ejemplo. ¿Ves? Hace unos días cuarenta y nueve personas se quedaron sin trabajo en la radio pública. Es como dice esa frase, que se la adjudican a Brecht, de que un día vinieron por los gitanos, y como no soy gitano no me importó… Pero bueno, si ves arder las barbas de tu vecino, poné las tuyas en remojo. Eso lo vivo con preocupación y angustia, por ejemplo. Pero pura y exclusivamente por mis hijas, porque tengo ganas de disfrutarlas, de acompañarlas, de poder contenerlas, apoyarlas y ayudarlas lo más que pueda.

La angustia la podés evitar arrancando para las ocho horas.

Lo he intentado, pero soy un pésimo trabajador. Y también es cierto que son muy pocas tareas en las que podría trabajar.

¿Te faltan muchas materias para recibirte de profesor de Historia?

Así las rinda y las salve, algo que para mí está a años luz, y consiga trabajo, seguramente gane menos que haciendo estas pavadas que hago.

Pero es más permanente.

Es más seguro. Por eso otro motivo de mis angustias es que me hubiese gustado estar recibido. Capaz que no para ejercer, porque no puedo, no me da el tiempo o no me sirve. Pero estar recibido. Porque el día que la cámara apunte para otro lado o el micrófono esté apagado, arranco no ya para las ocho horas sino para las cuarenta y ocho semanales. Como mis viejos, que son docentes e hicieron eso toda su vida.

¿Cómo surgió lo de tu padre en Suecia?

Mi viejo siempre fue profesor de UTU y participó en un concurso de oposición y mérito que premiaba con diez becas de estudio en Suecia en el año 93. Mi viejo no conocía ni el shopping, nunca había salido del país.

¿Nunca salió del Cerro?

Al Paladino, al Saroldi. A esos lados. Una vuelta le dijo a mi madre para ir a pasear al Parque Durandeau. Mi madre no sabía qué era, y le dijo que sí. Era el Parque Rivera. Mi viejo y yo nos metimos al Charrúa, y mi vieja con una calentura bárbara. Ganó una beca, entonces, para terminar trayendo dos programas. Uno se llama Autocad, que está bastante extendido en el uso de la arquitectura y la ingeniería. Estos estudiantes de la educación pública fueron los que lo trajeron. El otro se llama CNC, de diseño computarizado de herramientas. Yo no entiendo nada y nunca supe bien qué es lo que hace. Para mí es chino. Él fue a estudiar a eso, y cuando volvió se dedicó a dar clases de eso. Ya no laburó más en la UTU del Cerro, sino en la Escuela Superior de Mecánica en General Flores y Propios, hasta que se jubiló hace un par de años.

Tu madre también es docente.

Sí, maestra de educación especial, como se le decía antes. Gran parte de su carrera la desarrolló en la Escuela 211 del Cerro, que queda en Chile y Berna, una escuela de educación especial, amada. Ahí laburó unos veinte años.

¿Por qué hay tan poca gente con notoriedad que reivindique el Cerro?

No sé. Capaz lo que faltan son micrófonos para esas personas. Los que somos del Cerro todo el tiempo estamos sacando la bandera. Natalia Oreiro, por ejemplo. Si seguís sus entrevistas, siempre lo cuenta y lo dice con mucho orgullo. Todos tenemos una anécdota con Natalia, que generalmente son mentiras. Todos creemos conocerla. Con Gerardo Nieto, con Denis Elías. Con el que quieras. Es un barrio con un sentimiento de pertenencia muy fuerte.

¿Sigue ese sentimiento todavía hoy? Porque cambió mucho el Cerro.

Te puedo asegurar que sí. Cambió mucho, socialmente, demográficamente. Desde hace unas cuantas décadas. Desde que yo lo conozco, incorporó mucha gente de otros barrios, que terminaron yendo al Cerro por un montón de motivos.

Cerro Norte.

Claro. Cerro Norte fue un invento, un plan donde terminó cayendo un montón de gente del Barrio Sur y Palermo. La familia de Romario Acuña, por ejemplo. O Jota Morales. Son familias que cayeron en Cerro Norte desde esos barrios. Un montón de gente divina y también un montón de gente que, junto a un proceso de pauperización de la economía y la sociedad, fue arrastrada por otras conductas y otros hábitos, lamentablemente. Pero no es exclusivo de ellos. Es de toda la sociedad. Por eso se podría decir que la fisionomía del barrio cambió un poco, sí. Pero sigue siendo muy común, y me pasa a diario, encontrarte con otra gente del Cerro y encontrar cosas en común. Ver que fuiste a la escuela con la hermana de alguien, o que tu madre compraba en la tienda de mi tía. Esas cosas pasan todo el tiempo, y es fantástico. Los que somos del Cerro lo amamos.

Es un pueblo.

Exacto. Tiene la dinámica de un pueblo del interior. Los comercios cierran al mediodía y hay siesta.

Pero el orgullo de barrio obrero se ha perdido.

Lo que pasa es que se acabaron las fuentes laborales en el Cerro.

Los frigoríficos.

Nunca los vi abiertos o no los recuerdo. Pero mi madre me cuenta que en su familia eran tres hermanos, que terminaron siendo profesionales, y el único que laburaba era mi abuelo, en el frigorífico. Vivían en el Casabó, en una casita construida por los obreros del Frigorífico Nacional, que son todas iguales. Y así era todo el barrio, con empleo directo e indirecto alrededor del frigorífico. Eran miles y miles de puesto de trabajo. Hasta el día de hoy, aunque lamentablemente cada vez menos, ves a un montón de viejitos doblados de laburar en el frío, o contándote de las huelgas, o de aquel que tenía fama de carnero, o de la represión brutal que vivieron en los últimos años en los sindicatos. Y de que todo el mundo se movía al ritmo de la campana del frigorífico, que era el ritmo del barrio.

Pasó hace sesenta años, hay que reconstruirse.

Pero no hay que olvidarse, y saber, porque formó parte de la identidad cultural de nuestro barrio, desde los apellidos hasta las historias familiares, las historias de los obreros de los frigoríficos, de los sindicatos. Y hay que agradecer. Obvio que hay que reconstruirse, pero mejor estaría que esas fuentes de trabajo volviesen a existir. Eso sería ideal. El Cerro tiene todo para ser un pueblo, o una ciudad, si querés. Hasta geográficamente. Cruzás un puente y empieza el barrio.

El “paralelo 38”.

Exactamente.

Paradójicamente, se dio que la zona alta de la ciudad es la zona obrera.

Es una curiosidad de nuestra ciudad. Se da por cómo fue el origen del barrio y cómo fue decayendo después.

Es más linda la zona de Progreso, Belvedere, La Teja. Es más barrio.

¿Qué el Cerro? Te lo discuto a morir. Son barrios hermanos, y divinos. Belvedere, Pueblo Victoria, La Teja. Capaz que no están tan azotados por un componente más marginal de la sociedad. Pero lejos de renegar, hay que incorporar a esos sectores y de alguna manera empoderarlos. A treinta metros de mi casa tengo un asentamiento muy grande, cada vez más grande. El Caño, se llama. Muchas familias y vecinos viven hace años ahí, y en los últimos años han llegado muchos inmigrantes, mayoritariamente caribeños. Para mí está bueno incorporarlos, porque es su casa, y es la tuya. Hay que vivir y aprender.

¿En estos últimos años mejoró en algo la situación? ¿O sigue la pauperización?

Va al compás de los destinos del país.

Uno ve Pocitos y cada vez está más floreciente, aunque el país vaya para abajo.

Puede ser. En un sistema capitalista, cuando la economía cae o se estanca, no lo sufre la gente de mayor acceso. Así funcionan el capitalismo y el neoliberalismo. La gente de menor acceso sí se queda sin trabajo, o cae en la informalidad, o pierde el acceso a la vivienda, o cae en la delincuencia, cuando no le queda más remedio, o cae presa. Si el país se estanca, capaz puede sufrir el de Pocitos, que en parte verá limitadas algunas de sus comodidades. Pero te aseguro que el que vive en el asentamiento sufre mucho más, porque tiene mucho menos.

Pero el sol no brilla para todos igual, según tu compañero Sonsol.

Es una discusión que tuvimos, que tenemos y que tendremos. Zanjamos la discusión y los ánimos, y llegamos a la conclusión de que no nos vamos a poner de acuerdo. Estoy convencido de que él no me entendió, y se lo digo siempre. No entendió que lo que yo quería decir es que, aunquea nadie le hayan regalado nada, haber crecido en una casa con contención, abrigo, comida, apoyo, instrucción y motivación me hace sacar años luz de ventaja, de pique, desde el jardín de infantes, con respecto al compañerito que tengo al lado, que no tiene ni contención ni abrigo, ni casa ni padres, y al que le pegan y se muere de hambre. Años luz le saqué, desde el jardín. Es algo de lo que estoy convencido.

¿Por qué la izquierda en quince años no pudo mejorar esa situación de mucha gente?

Es una afirmación que puedo compartir o no. Creo que la situación de mucha gente se mejoró. Algunos planes fueron más o mejor aplicados. Creo que la izquierda, o el Frente Amplio, falló en las gestiones.

¿Identificás izquierda con Frente Amplio?

No toda la izquierda está en el Frente Amplio, y no todo el Frente Amplio está en la izquierda. Pero falló mucho en la gestión. Por ejemplo, la universalización del acceso a la salud pública mediante el FONASA me parece un plan fantástico. Si después se gestionó mal, es una falla en la gestión. Pero que de un día para el otro todos los gurises del asentamiento El Caño tengan acceso a la salud privada, al igual que nuestros hijos, me parece democratizar ese acceso a una salud de calidad.

¿Se atienden en la salud privada, donde tienen que pagar tickets y órdenes?

Hay opciones en que no. Sí, me encantaría tener mejor salud pública para ofrecerles y que ninguno vaya a la salud privada. Creo que se mejoró, aunque sin duda que faltó pila, que se gestionó y se administró mal.

¿Faltó tiempo, profundidad o eficiencia?

Las tres cosas. Por más mal que hayas agarrado el país, después de quince años no podés decir que te faltó tiempo. ¡Quince años, papá!

¿Nunca discutiste esto con el Pepe, cuando iban ahí a alcahuetearlo?

Con el Pepe hablé un par de veces, cuando fuimos a cantar con la murga a la chacra.

Al quincho.

Al quincho no fui nunca, fui a la chacra. Ahí fui una o dos veces. El año pasado fuimos con el programa. También fui a la casa de Sanguinetti. No me animo a discutir con esos tipos. No tengo herramientas para hacerlo. La única que puedo tener es el sentido común. Pero cualquier argumento que me den me va a dejar bailando como un trompo. Escucho y aprendo. Después, cuando me voy a acostar, pienso si estoy de acuerdo.

¿Con Sanguinetti?

Sí, claro. Me apasiona escuchar a Sanguinetti. Aprendí muchísimo. No estoy descubriendo nada. Es uno de los tipos más brillantes e inteligentes de nuestro siglo XX. Seguramente no esté de acuerdo con muchas de las cosas que él piensa, o que hizo como presidente. Pero no puedo dejar de reconocer que es brillante. ¿Sabés lo que es recorrer la casa, ver las obras de arte, que te cuente, pedir una pizza y un fainá y que se ponga a hablar de la historia del fainá? Media hora hablando de la historia del fainá, más de lo que demoramos en comerlo. Y sabe. Y si le hubiésemos pedido la historia de la fugaza, nos la habría contado. O de la paella española. Es un crack, un enciclopedista. Por algo tiene esa biblioteca, esa colección de arte y ese conocimiento. Aunque eso no quita que pueda no estar de acuerdo con lo que piensa.

¿Está bien que se hayan ido?

Ah, yo creo que sí.

¿El consejo de los ancianos no es fundamental para la tribu?

Pasaba en Grecia. Lo propuso Lacalle Pou en las elecciones anteriores. Se entendió como una chicana, porque en ese consejo de ancianos estaba Tabaré Vázquez, que era su adversario.

¿Cómo ves el gobierno actual?

Entrevistando a Richard Read me dijo algo que después se viralizó. Van ocho meses, es muy poco para evaluar a cualquier gobierno. No aprobó su presupuesto, por ejemplo, que básicamente es la carta magna de cualquier gobierno. Y si encima le agregás que a los doce días de asumir le cae una pandemia mundial que le destroza la economía y la estructura, es injusto evaluar. Sin duda que hay un montón de medidas con las que no estoy de acuerdo. Hay cosas que me generan preocupación. Pero me parece que está bueno construir un pensamiento crítico y no destructivo. Decir que no estoy de acuerdo con la desarticulación de tal medida pública. Pero no barricadas ni piedras, y mucho menos con el garrón que se están comiendo. Me dirán que de esto van a sacar rédito político. Primero, si salen fortalecidos de esta, hay que sacarse el sombrero. Porque nadie está saliendo fortalecido de esta. Ni Estados Unidos, ni Argentina, ni Brasil ni nadie. Están todos sangrando. Si salen fortalecidos de esta, la verdad, la rompieron, muchachos. Y bien por el gobierno. Me imagino a Arbeleche tirándose de los rulos, viendo que se le desarticulan todos los números. Le abro una cuota de espera.

¿Cómo se vive en tu barrio el cambio de pautas?

No estoy de acuerdo con el cambio de modelo. Sí me parece que fue una de las grandes fallas de las administraciones del Frente Amplio. Pero la escalada represiva del Estado le precede a Larrañaga. Creo que los últimos años de la administración Bonomi…

Con Leal, sobre todo.

Claro. Ya se venía cortando el fainá grueso. Larrañaga, en la campaña, hablaba de apretar las tuercas y salir a reprimir. No está haciendo nada que no haya dicho.

Hay una diferencia entre la represión al delito y la represión al porte de cara.

En los últimos días se han conocido episodios que preocupan. Hay en curso una interpelación a un ministro. Hay preocupación en la sociedad civil. Que un legislador de la coalición de gobierno diga que hay que declarar medidas prontas de seguridad me aterra. Merece la mayor censura y condena, pero no solamente de la oposición sino también de la coalición de gobierno.

La represión fue porque era una comparsa, con una murga no pasaba eso.

Si hubiese sido una murga, la Policía se habría espantado de los alaridos.

¿Por qué la rivalidad tan fuerte entre Rampla y Cerro?

Es el clásico del barrio.

Hace unos años andaban a los balazos.

Sí. Y te digo más: quienes aún mantienen cruces violentos son elementos “nuevos”, entre comillas, dentro de las hinchadas. Entre los vecinos más viejos del barrio, inevitablemente, te guste o no, tenés un primo o una tía, o un padre o un abuelo, o una madre o un hermano, o un vecino o un íntimo amigo, que es hincha del otro cuadro. Obvio, le quiero ganar todos los días de mi vida. Capaz no te lo decía de adolescente, pero deseo que le vaya mejor a Rampla que a Peñarol y Nacional. Rampla será mi enemigo, pero en realidad es el cuadro más parecido a Cerro. Por el barrio, por la gente, por la tradición, por la pobreza. Alguno dirá que Cerro es más popular, o que Rampla hace más años que está en el barrio, y ahí nos pelearemos, pero Cerro es más parecido a Rampla que a Peñarol o a Nacional. ¿Cómo un hincha de Cerro, de Rampla o de cualquier cuadro chico puede querer que ganen Peñarol o Nacional? Por tirarte un ejemplo reciente: si los tipos violan una cuarentena, de vivos, solo les suspenden la fecha. Lo llegan a hacer Cerro o Rampla, no los dejan jugar. ¿Te pensás que a alguien se le mueve un pelo si no juegan Cerro y Rampla? Con Peñarol y Nacional no pasa. Eso al hincha del cuadro chico le da rabia. Por eso festejan si sale campeón Rentistas. ¿Cómo no vas a festejar? Es rebeldía contra el sistema.

¿Vas siempre al mismo asiento, es cierto eso?

Sí. Puede pasar que sea un asiento más para acá o allá, pero sí. Me soltás en el Tróccoli y busco a mi viejo, que siempre llega antes. Y no preciso llamarlo para saber dónde está. Es una tradición que tiene casi cuarenta años.

¿La migración que llegó al Cerro generó choques culturales?¿Racismo?

No que yo lo sienta, al menos. Te diría que no. La presencia negra en el Cerro es muy anterior a esta oleada migratoria. Siempre hubo muchos negros. No noté episodios de racismo. Capaz hablás con ellos y te dicen que sí.

¿No fue la misma rebeldía cuando se postergó la etapa en la liguilla y la gente hinchaba para que vos no estuvieras y la murga del sistema no ganara?

No sé a qué le llamás “la murga del sistema”. La Catalina nunca tuvo representación en DAECPU.

Fue muy favorecida. Ensayaban en la Torre de ANTEL, estaban avalados por el statu quo.

¿A qué le llamás statu quo? ¿Qué injerencia tiene ANTEL dentro del carnaval?

¿Cuánta publicidad ponía ANTEL en las murgas?

Un montón en todas. Pero te pongo un ejemplo: la Intendencia tiene un canal de televisión, TV Ciudad. Preguntales si pueden entrar al Teatro de Verano en carnaval.

Los derechos están vendidos.

El carnaval lo banca la Intendencia. Presta el Teatro de Verano. Banca doce tablados municipales, tres conjuntos por noche y el desfile. Paga los jurados. Paga todo. Entonces el carnaval lo maneja DAECPU. En el carnaval de 2014 yo no pude participar en el primer mes porque mi hija estaba operada en Argentina, de la cabeza. Cuando volví, para festejar, mis amigos me dijeron si no quería subir al Teatro de Verano. Les dije que no sabía nada, que nos podían sacar puntos. Me dijeron que mi hija había salvado su vida y que teníamos que festejar. Y subí. Y los directores del carnaval llamaron al presidente del jurado para que nos bajaran puntos. O el año anterior, en que pedimos cambio de fecha cuando me agarré varicela. Y con la varicela en adultos lo único que tenés que hacer es reposo. Si no, te podés agarrar meningitis varicelosa y en dos días te moriste. La respuesta de los directores del carnaval fue que no fuera. Y fui a actuar, y no me maquillé porque tenía varicela en toda la cara. “Sáquenles puntos en maquillaje, hay un murguista sin pintarse”. Esa asociación de directores es la que maneja el carnaval. Ni ANTEL ni el statu quo ni la mar en coche. Son los directores del carnaval.

¿No existe la lucha de clases en el carnaval? ¿Por qué siguen ahí?

Ahí hay una autocrítica enorme para hacernos en todas las murgas jóvenes.

La murga joven es la que ha renovado el carnaval.

Sin duda. Estoy de acuerdo con esa crítica, que en mi caso sería autocrítica. La no participación, que elegimos todas las murgas jóvenes cuando arrancamos hace veinte años, fue una decisión de de no querer contaminarnos de eso. Como es marginal mi participación en el mercado, no entro: cocinen ustedes. El problema es que dejamos de ocupar un lugar marginal, y ahora es central. Eso te da beneficios, pero también responsabilidades. Y creo que las murgas jóvenes no asumimos esa responsabilidad. Y creo que sería bueno que digamos que esto no puede ser así. Hay un montón de cosas en las que las murgas jóvenes tienen para construir. Y estoy seguro que hay muchos directores de carnaval, incluido Cachete, que están esperando que vayamos para decirnos: “Siéntense muchachos, ¿cómo lo quieren hacer?”. Porque no todos están en plan guerra. Todos saben que hoy La Catalina, Cayó la Cabra, La Trasnochada, Queso Magro, La Mojigata, y todas esas, son las que les sostienen el negocio.

¿Y la Asociación de Trabajadores del Carnaval?

Están en una fase fermental.

¿No te dio por afiliarte?

Me afilié, pero no participo, porque hace seis años que no salgo en carnaval. Pero me parece que está mortal, porque DAECPU es la asociación de directores. No existe el PIT-CNT. Es como si estuviera solo la Cámara de Industria.

No sé si con influencia de la murga joven, pero hay cosas que se han ido puliendo.

Creo que se ha mejorado. Mi principal crítica es que es muy concursocéntrico. Todo gira alrededor del concurso. Aparte del Teatro de Verano hay veinte tablados a los que van cientos de miles de personas todos los días, y que merecen que les dediquemos un poco de atención.

¿Cómo?

Capaz que no tiene que pasar todo solo por el Teatro de Verano. Porque vas a un tablado y hay tres micrófonos y suena como el culo, y canto sin ganas, con la cara pintada con dos rayas. Pero el día del Teatro de Verano me parto la garganta, salto, bailo y me voy a maquillar a las diez de la mañana. Todos somos cómplices de ese sistema.

O de venderse a las murgas con guita.

Pero es un laburo, vo. Y no lo encuentro nada malo, de verdad y tampoco al que dice: “Esta es mi murga y no salgo en otra”. No le encuentro nada malo a las murgas como la Catalina, que son cooperativas, donde gana lo mismo el director que el utilero. Es guita y no me puedo meter en el bolsillo de nadie. Durante muchos años pude salir en una murga cooperativa, y cuando esa murga no salía, me ofrecieron una guita por un proyecto que me gustaba, y salí. Y otros años me ofrecieron mucha más guita, pero el proyecto no me gustaba, y no salí, porque pude elegir. Pero si no hubiese podido elegir, salgo de vedette en Bafo da Onça.

Bancaste a personas muy complicadas a lo largo de tu carrera. Vos mismo lo decís. Bancar a Gorzy no es fácil.

Por suerte no lo sufrí a Sergio. Al contrario. Cuando yo estaba arrancando, me dio oportunidades. Dirás que no tenía ganas de hacerlo él y me lo dio a mí. Bueno, pero me lo dio. Y me mandó una cámara para viajar a Venezuela, Colombia y Sudáfrica. Soy muy agradecido.

¿Lo de los dos calzoncillos es cierto?

Eso es por Sudáfrica, No llevé dos calzoncillos, pero jamás me imaginé que íbamos a estar cuarenta días allá. Pensé que a la semana estábamos de vuelta. Fue una experiencia divina.

Para todos los que estaban ahí.

Y para todos los que estaban acá también. La verdad que sí, inolvidable.

¿En el partido contra Ghana estabas en la cancha?

No en la cancha misma, pero sí en la tribuna, justo en la de los penales. Fue alucinante. He tenido la suerte de estar presente en momentos re lindos del fútbol y la selección, los tengo grabados. Uno es ese, sin duda.

¿Cómo hacés para ser tan polifacético? Humor, fútbol, reportajes serios…

Sí. No me parece que sea tan amplio el abanico. Sí trato de adaptarme a lo que me están pidiendo si mi trabajo es conducir tal programa en el que voy a entrevistar seriamente en una charla descontracturada pero biográfica a Guido Manini Ríos, por ejemplo. Perfecto. Sé que ahí recursos humorísticos no voy a poder usar muchos, porque no corresponde.

Nosotros lo hicimos reír dos veces.

Bueno, es un récord. No corresponde y no es lo que me están pidiendo. Y en otro caso me tendré que subir a un evento de una cadena de supermercados, para hacer chistes y hacer reír. Si me preguntás, lo que más me gusta hacer es subirme a cantar con una murga.

¿Cantás realmente, aprendiste?

No, canto muy mal. Nunca aprendí. A partir del 2008 me ascendieron y no me apagaron más el micrófono. No solo me lo apagaban, me lo desconectaban por las dudas de que se prendiera. Por lo mal que canto.

¡Qué amigos bárbaros!

Pero está bien. Yo al del bombo no le decía que agarrara la guitarra, o al de la guitarra que hiciera el cuplé. Después me permitieron tener el micrófono prendido y siempre con la ventaja de tener a alguien al lado que estaba haciendo la misma voz que yo. Pero un solo, imposible. Lo hago mierda, soy un desastre.

¿Quién te enseño?

Tuve como directores a Tabaré, a Martín Duarte Y me di el gusto de ensayar con Pitufo Lombardo, que me dijo que yo cantaba bien pero de segundo, no de bajo. Me explotó la cabeza y a los dos meses dejé todo porque no pude salir ese año. Fue con Don Timoteo, en 2017.

El Pitufo es un ladilla.

Es un crack. La mitad de las cosas que decía yo no las entendía. No sabía de qué estaba hablando. “La tercera armoniza con la quinta…”. Claro, había unos cuantos músicos dentro de la cuerda. Aquello era un Dream Team. Ellos lo entendían. Pero yo nada, absolutamente. Era chino. Pero divino, aprendí.

¿Improvisan todo en La Mesa de los Galanes, no hay nada guionado?

¿Te parece que alguien puede guionar tan mal, que se puede llegar a escribir esa mierda? Es imposible. Se improvisa todo. Puede haber un guion cuando aparece un personaje, pero que más que guion es una pauta, para una columna que puede durar quince minutos en un programa de tres horas. No se precisa el cerebro para estar en ese programa.

¿Te llegaste a asustar con el bolonqui que se armó con los líos de Rivera?

Asustar, un poco; angustiar, mucho. Esa es la verdad. Porque observé con tristeza que a mucha gente le había afectado en serio.

No entendieron que era un personaje.

Capaz que no, pero eso no lo puedo achacar a esa gente. Te estoy hablando de la gente que se puso triste en serio, de la que se sintió ofendida y le dolió en serio. Por esa gente me puse triste y también porque mi entorno estaba triste por lo que me estaba pasando, y por las agresiones que estaba recibiendo. Lo que hice durante esos días fue no leer ni escuchar nada. En seguida tuve contención por parte de mis amigos, de mis compañeros y de mis jefes. Todos me dijeron que me quedara tranquilo. Y en eso estamos.

¿Cómo manejás los límites del humor?

Horrible, ¿no te das cuenta? Si no, no hubiese existido ese episodio. Me manejo horrible.

¿Te cambió los límites?

Cuando te quemás con leche, ves la vaca y llorás. Sí, me cambió los límites. O me encendió las alarmas.

¿La corrección política no está matando el humor?

Depende de qué entiendas por corrección política. Creo que hay una parte absurda y otra que está buena. Está bueno que quienes hacemos humor empecemos a revisar y aprender. Soy el peor de los ejemplos. Revisé muy poco y aprendí nada, pero está bueno que veamos si está bueno reírse de tal cosa. De si vale la pena reírse de lo que nos estamos riendo. Capaz que no. Sería divertido, pero si lo era a costa de otro, capaz es injusto. Me dirás que el humor no tiene por qué ser justo y ético. Está bien. Tenés razón, se trata de cargarle moral al humor, que no debe tenerla. Estoy de acuerdo. Pero no quiero que nadie pase mal.

¿No hay demasiada sensibilidad?

Puede ser.

¿Te limita?

Sí, pero no sé si está mal que me limite. Capaz que sí. Capaz que la ética, la moral y la justicia no deberían meterse en el humor. O el humor no debería ser medido con esas reglas. Pero capaz que está bueno que todos estamos empezando a reflexionar sobre un montón de actitudes que naturalizábamos y estaban mal.

Siempre alguien se va a ofender.

Siempre.

Cuando hicieron lo de los charrúas, salieron los descendientes a acusarlos de todo.

A veces el “no entender” tiene mala intención y manija. Diferencio a quienes se ofenden y se sienten dolidos de verdad. A esa gente le pido disculpas, y lo lamento mucho. Pero con los oportunistas y carroñeros que pretenden sacar rédito político y mediático de esto, no tengo más que pararme en pie de igualdad.

Domenech fue claro.

Esa es una de las cosas que me voy a anotar para mi epitafio: logré que en el Parlamento se diga que se dice que garchan entre hermanos cuando en realidad está extendida la endogamia y entre primos sí pero no entre hermanos. Ojalá se me hubiese ocurrido ese chiste. Fue genial y lo felicito, porque de verdad fue un hallazgo humorístico fenomenal. La única macana es que lo dijo en serio, pero humorísticamente fue maravilloso.

Te está robando letra.

Por eso te digo, ojalá se me hubiese ocurrido ese chiste. Era mucho mejor que cualquiera de los que escribí.

¿Cómo hacés el humor, te sale espontáneamente? En La Mesa de los Galanes son unos improvisados, hacen un culto de la ignorancia.

Hacemos ejercicio de la ignorancia, no un culto.

El Piñe se jacta de haber leído un solo libro.

Pero no lo dice como si fuera un crack. Es distinto. No glorificamos la ignorancia.

Lo decís porque es tu jefe.

No, es mi amigo. Aparte es mi jefe. Si no fuese mi amigo, también lo defendería por ser mi jefe. Pero en este caso es mi amigo. Cuando improvisamos, improvisamos, pero otras veces me tengo que sentar a escribir. Hoy voy a volver a casa de un evento a las doce de la noche, y me tengo que sentar a escribir para un guion que tengo que grabar mañana. Me acostaré a las tres, qué voy a hacer.

Guionás todo, entonces.

Hay cosas que sí, y otras van improvisadas.

¿Cómo te inspirás?

Yo qué sé. Busco la materia prima. Es como una torta. ¿La querés de chocolate? Bueno, voy a buscar harina, cacao, azúcar, manteca y huevos. Así trato de construir un guion. Pero no hay fórmulas como en la cocina, ojalá las hubiera. No me puedo parar hasta tener escrito el guion, chau. Porque es mi trabajo y me pagan por hacer eso.

¿Escribís todos los días?

No. Por suerte, porque me estresa muchísimo. Pero bastante seguido.

Da la impresión de que tu laburo es una tortura.

Es bastante común que los que trabajamos con el humor como herramienta no tengamos el mejor de los humores. Capaz te imaginás que alguien que está escribiendo un guion está de joda, cagándose de la risa. Pero no.

¿Lo hacés solo? ¿No trabajás en grupo?

Generalmente escribo solo. Trabajo mucho con documentos compartidos en Google Drive, con uno, dos o tres compañeros. Muchas veces pasa que estamos escribiendo a la misma hora, cada uno en su casa, viendo lo que el otro agregó, corrigiéndole un verso o cambiándole la rima. Es divino trabajar así.

¿Con qué humorista laburás mejor?

Con muchos. El más funcional para lo que yo puedo dar creo que es Yamandú, porque establece un esquema muy básico y trillado de humor, del centro y remate. Creo que nunca logré establecer con otro una dinámica tan efectiva, o de memoria, de yo ver por dónde va a tirar el centro él, y él ver a qué palo voy a ir a cabecear yo. Después he trabajado con otros que son nueves también, y ahí te vas turnando, y es divertidísimo. Pablo Fabregat, Maxi de la Cruz, Gonzalo Camarotta.

¿Nunca con mujeres?

Sí, dirigí el primer espectáculo de stand up íntegramente realizado por mujeres, Mucha cháchara, que lo realizaban Manuela Da Silveira, Verónica Perrota, Angie Oña y Emilia Díaz. Al año siguiente, se bajó Emilia y se sumó Adriana Da Silva. Fue una experiencia alucinante. Aprendizaje puro. Otras sensibilidades. Otros intereses. Mucho más a la hora de hacer stand up comedy. Es muy distinto lo que nos pasa a los hombres y lo que les pasa a las mujeres. Entonces estuvo buenazo. Con Manu trabajamos mucho después.

Hay en el programa La culpa es de Colón dos humores diferentes.

Tanto en el de hombres como en el de mujeres hay un par que me hacen reír por sí solos. Los veo y lloro de la risa. A Jimena Vázquez, por ejemplo. Lloro de la risa con esa gurisa. Con Manu, lo mismo. Con Maxi, igual. Con Marcel, con Delgrossi. A algunos de ellos los conozco y los quiero mucho.

Fracasaste rotundamente en todo lo gastronómico.

Sí, era obvio. Después abrimos una parrillada con Maxi de la Cruz, y Diego Sorondo,  nos estafaron, nos robaron y nos fundimos. Estuvimos años para pagar la deuda, literalmente. Espero no emprender más. No es lo mío.

¿Seguís haciendo eventos empresariales y fiestas?

Este año no, pero cada vez menos.

¿Cuánto se cobra?

Dos mil pesos menos que Pablo Fabregat. Que quede registrado, así a lo que pase Pablo Fabregat, le bajo dos lucas y me llaman a mí.

Pero aquel no gasta un mango.

Y hoy me dijo que había bajado los precios, así que dos mil pesos menos que Pablo capaz es cero, porque puede ser que él esté cobrando dos mil pesos. No, depende de un montón de factores. Dónde es la fiesta, cuántos son, cuál es la empresa, si hay que estar tres horas o cuarenta minutos. Y las ganas que tenga de ir.

Son jodidas las fiestas.

Yo sufro espantoso. Ahí sí que sufro de verdad. Ir a hacer un monólogo a una fiesta, porque vos vas a invadir. El problema no es la gente, sos vos. La gente está en la despedida de fin de año y quiere comer, quiere chupar, bailar con los compañeros. Y vos vas y cortás la fiesta durante cuarenta y cinco minutos, hablando bobadas. Y el mozo que dice que tiene que sacar el postre porque se le derrite la isla flotante.

En definitiva, sos un indeseable.

Sí. Por eso pasás mal y es muy difícil. En un teatro, cuando actuás, la gente quiso ir a verte. Es más, pagó para ir a verte. Es otra cosa.

¿Volves a la murga?

Ojalá. Depende de mi laburo.

Vos hoy estás acá y en el canal.

En el canal este año lo que hice fue Vida y Obra. El año que viene se verá. Me tengo que juntar en estos días. Y acá, de tarde, con Sonsol y en La Mesa de los Galanes.

¿Va a resurgir la cultura después de que termine la pandemia?

Ojalá. Es un bien imprescindible. Y ojalá Magnolio Sala todavía tenga las puertas abiertas para la gente.

¿Percibís que se sobrevive?

Estamos en el CTI. Tengo esperanza de salir.

¡Que venga la vacuna rápido!

Sí, la vacuna en el sentido más amplio de la palabra. No solo la vacuna que nos dé inmunidad a todos, sino que esto se estabilice y podamos trabajar con más normalidad.

La murga sigue siendo la pasión.

La radio también. Pero la murga es la murga.

¿Cómo te fue con los libros de Campiglia?

En su momento, muy bien. Se vendió muchísimo. Mucho más de lo que hubiese imaginado. Pero el sistema de los libros es medio cruel. El autor recibe el 10% del valor del libro. Así que si vendés diez mil libros a trescientos pesos, te quedás con treinta por libro.

¿No vas a escribir nada más?

No creo tener la capacidad ni el tiempo para hacerlo, ojalá.

¿Si puede Tanco, por qué no vas a poder vos?

Porque es un crack. Ese es bueno de verdad, un crack de verdad. Y trabaja como nadie.

Cosa que vos no.

No. Pero además de trabajar como nadie, lo hace concentrado en eso. Capaz que estamos igual en cantidad de horas diarias de trabajo. El tema es que yo atiendo cinco quioscos, y él atiende uno, que es el mejor de la ciudad, por su capacidad, por su talento y por el laburo que le mete. Porque no es solo capacidad y talento. Labura como un animal.

¿Qué referente tenés vos en humor?

Carlos Tanco, Juceca me parece un maestro. Fontanarrosa. Y Dolina. Siempre vuelvo, siempre está el libro en la mesita de luz, siempre hay que volver a leerlo.

¿Casciari te gusta?

Sí, me gusta mucho. Casciari y Sacheri me gustan los dos. Viste que son como una dupla parecida. Los dos grandes cultores de Fontanarrosa.

¿Qué proyecto a futuro tenés? ¿Qué te gustaría hacer que no hiciste?

Capaz que algún día me gustaría hacer un programa como La Mesa de los Galanes en televisión, pero creo que es imposible.

Ya está Polémica en el Bar.

Son bastante distintos, me parece. Me gustaría algún día tener tiempo, sobre todo, mucho tiempo, para dedicárselo a Cerro. Salir a mangar, a conseguir cosas, a trabajar para el club, a meterle, a tratar de que el club abra las puertas al barrio, que el barrio se vuelque al club, que los gurises encuentren en el club no solamente un lugar donde jugar al fútbol sino también socializar. Me encantaría.

¿Tu mujer aceptó mudarse al Cerro?

Sí. Ella encontró la casa, incluso. Antes de mostrármela me dijo que lo que me iba a mostrar iba a ser su condena. Yo no sabía ni de qué me estaba hablando. Me dijo que sabía que se estaba cagando la vida.

Otra masoquista.

Pero que me amaba y sabía que para mí iba a ser algo divino. Sabía más o menos la vivienda a la que podíamos acceder según el préstamo que nos daban, y encontró esa. Nos daba justito. Pero era en el Cerro. Me mostró el anuncio por internet. A la segunda foto le dije que no tenía más nada para mirar. Teléfono de flete y mudanza, nada más.

Estabas en Malvín.

Sí, viví cuatro años fuera del Cerro, desde que me separé hasta que volví.

¿Las gurisas van ahí a la escuela?

Van a un colegio en el Prado. Viven la mitad de los días en el Cerro conmigo y la otra mitad en el Prado con la madre.

¿Qué hace tu mujer actual?

Es actriz y locutora. Ana Laura Romano. Es hija de Popo Romano. Ahora está con un emprendimiento comercial con amigas. Acá trabaja haciendo algunas locuciones en el teatro, y demás, pero más para despuntar el vicio que por laburo.

¿Valió la pena dejar Océano y venir para acá?

Sí, qué te parece. Pero no lo pienso como un abandono. Lo que hicimos fue armar un proyecto de radio, pero no abandoné Océano. Es más, si esto no hubiese surgido, yo me podría haber muerto laburando ahí, porque era divino, fantástico, perfecto. Laburábamos de novela. Lo que pasa es que surgió otra oportunidad que estaba buenísima. Muy riesgosa.

Si juntás a las cinco estrellas de la NBA, de riesgoso tiene poco.

Cuando nosotros nos fuimos, en conversaciones con las autoridades de la radio que dejábamos, hicimos ver que nos íbamos por un proyecto en el que creíamos y apostábamos, y por plata. “¿Por plata?”. “Sí, por plata. Somos trabajadores. Acá ganamos cinco y nos vamos a un lugar donde nos pagan seis, o diez, o doce”. Una de las cosas que nos dijeron es que no hay proyecto que se sostenga con esos números, y que si a nosotros nos iba bien, entonces ellos no sabían nada del medio. Mucha gente nos dijo eso. Muchísima. Gente de los medios que sabía. Imaginate que consigo plata para trabajar en Cerro y traigo a los mejores jugadores. Ta, pero si no consigo mucha plata, me voy a fundir. Si la publicidad que consigo es en el supermercado El Morro, que me tira dos pesos, me fundo, aunque haya traído a Ronaldo. El sueño, entonces, dura quince días. Acá, por el motivo que quieras, por la habilidad de un montón de gente, que no somos nosotros, sobrevivimos. Sobrevivir al 2020 no es poca cosa. Fue una apuesta.

Había espalda.

Sin duda. Y teníamos esa tranquilidad. Pero la espalda aguanta hasta que aguanta. Si los números no cierran, no cierran.

Es difícil que no cierren si te llevás a las estrellitas. Les faltó Emiliano Cotelo nada más.

Trajeron al Cotelo barato. Pero vos estás pensando en una parte de la caja. Tenés que hacer entrar plata, también. Para pagarles a las estrellitas. Es más fácil vender con esas estrellitas que sin ellas, pero tenés que vender. Y andá a vender en este 2020.

Con Karen Jawetz fue más fácil.

Es una fenómena. Ahí estamos de acuerdo. Es una reina.

¿Qué pasó con Mariano López? ¿Por qué no se subió?

No quiso. Se le abrió otro escenario que estaba buenísimo. Hacía años que tenía ganas de hacer un periodístico de mañana, y no tenía la oportunidad en Océano porque estaba No Toquen Nada. Cuando nos fuimos, lo invitamos a venir. Dijo que, como se iba No Toquen Nada, iba a tener la posibilidad de hacer el periodístico que él quería. Si no se lo ofrecían, se venía con nosotros. Era ganar-ganar.

Se lo dieron.

Se lo dieron, y disfrutó de hacerlo los años en que estuvo. Lamentablemente, hoy no está más. Pero en ese momento estuvo bárbaro. Nos pedía disculpas, con culpa, nos pedía perdón. Le dijimos que, así como nosotros estábamos buscando nuestro propio provecho, él también, y que le diera para adelante.

La única audacia que reconozco es poner al Piñe de gerente. Eso sí es audaz.

Es una audacia, pero el Piñe es tan capaz que nos hizo creer a todos que no era capaz.

Es un mentiroso, engaña a la gente.

Es un gran actor. Hace muchos años leí un cuento de Wimpi que decía que el buen ingeniero no es el que construye el edificio o el puente, sino el que sabe que frente a un plato de aceitunas con carozo vos tenés que pinchar la del medio con un escarbadientes, porque la estructura y la fuerza de la física concéntrica del conjunto que la rodea hace que esa sea inamovible. Eso lo sabe un ingeniero, que está aplicando todo lo que aprendió académicamente en un plato de aceitunas en el cumpleaños de la tía. El Piñe no aprendió nada académicamente, pero sabe que hay que pinchar la aceituna del medio. Y no leyó a Wimpi. Es un hijo de puta.

Es todo olfato.

Todo olfato, y capacidad. Es de los tipos más inteligentes que conozco. Pasa que siempre creímos que la inteligencia era la erudición de Sanguinetti. No es solo eso. Sí, eso es inteligencia, es cultura. Pero no es solo eso. Este es inteligente de verdad.

¿Cómo se vivió el rechazo a la murga por lo de las causas perdidas?

Con el convencimiento de lo que estás haciendo. Hacía diez años que veníamos diciendo lo mismo. Si mirás el cuplé de las banderas que hicimos en el año 2007, decíamos exactamente lo mismo, de otra manera. No lo escribí yo, y lo vi por primera vez arriba de un tablado. Para mí era fantástico lo que decía. No por pensar distinto sos mi enemigo, y yo no quiero ser rebaño, ni de izquierda ni de derecha. Si algo tuvimos que aprender de los pensadores de izquierda es justamente a tener una actitud y un pensamiento crítico frente a todos. Y hay que ser crítico con los pensadores, con los líderes, con las opiniones y los gobiernos, sean de izquierda o de derecha. Y no por eso me vuelvo operador o lo que sea. Unos años atrás habían hecho un cuplé con unos baldes, salían todos con baldes en la cabeza. Está todo bien, estamos todos formados en la izquierda y tenemos un discurso progresista, pero hay cosas que están mal, hay cosas que perimieron, hay cosas que ya fueron y hay cosas que se están haciendo horrible. Creo que decir eso no me vuelve menos progresista. Al contrario, me vuelve más. Porque estoy revisando y criticando. Si no, seguiría Stalin.

¿Son Stalin los que rompieron con la murga por ese mensaje?

No, hay muchos que nos quisieron correr por izquierda y son progresistas de Twitter. Está bien, cada uno milita donde quiere y puede. Pero después levantamos banderas de unidad, de la colcha de retazos, felicitando a los compañeros del Partido Comunista que cumple cien años. ¿Dónde está la unidad, la pluralidad y la amplitud del Frente? La Catalina es la única murga cooperativa que en un momento se estableció como tal, reconociéndole el derecho de trabajador a todos sus integrantes. La única. Las demás lo cantaron, pero la Catalina lo hizo. Sin embargo, te dicen que es la murga del statu quo, la murga tibia. Pero mientras todos aportábamos y teníamos derechos, porque era nuestro trabajo. Y tenemos una concepción y una formación de izquierda cooperativa. Y, como es nuestro trabajo, tenemos obligaciones y derechos. Pagamos, aportamos, accedemos a un sistema de salud, de seguridad social. ¿Y te corrían por izquierda, diciendo que se le estaba haciendo el juego a la derecha al decir que no éramos rebaño de izquierda? Por supuesto que no soy rebaño de izquierda. Por supuesto.

¿Por qué, si se había cantado antes, generó todo este bolonqui?

La verdad, no sé. Tendría que preguntarles a quienes les haya molestado. Cuando surgió, analicé mucho la letra. Analicé la canción que viene después, la canción final, donde se habla desde dónde se está cantando. En ese año no formaba parte de la murga. Después me quise sumar, porque vi cómo estaban cascoteando a mis amigos. A mí no me daría la autoridad moral para cuestionar por izquierda a la Catalina. Por las cosas que yo sé que ha hecho, en que yo sé que ha participado y formado. Está bueno cuestionar. Agredir, señalar, acusar.

Fue salvaje.

Fue salvaje. Por eso me dolió tanto. ¿Viste cuando vas a un baile y no tenés nada que ver, pero ves que a tus amigos les están pegando? Vas a que te peguen a vos también, si son tus amigos. Primero que me peguen y después preguntó por qué. Yo intenté hacer eso, pero no pude.

Ahora, la intolerancia está más grave.

Sí, salado. La violencia y la agresividad, pero sobre todo la intolerancia. Esto de que si pensás distinto a mí sos mi enemigo, mi adversario, que está todo mal, que sos un hijo de puta, que estás persiguiendo intereses extraños. Yo acá trabajo todo el día con Iñaki sentado enfrente. Somos muy amigos, y hay un montón de temas en que pensamos completamente distinto. Y tratarnos de divertirnos con eso, de cagarnos de la risa, de encontrar las coincidencias, las semejanzas. De festejar las diferencias. De saludarnos si uno está contento con algo y el otro no. Pero lamentablemente no es tan común, parece.

¿Qué tiene que hacer el Frente Amplio de ahora en más?

No tengo idea. Supongo que construir una oposición inteligente, no destructiva. Me parece que la gente que te puede salvar el caudal electoral para poder volver a ganar no va a tolerar que te plantes en pie de guerra y pares el país y compliques la cosa. Pero sí hay que marcar las diferencias y trabajar en ello.

Vos no tenés militancia política activa.

No, ahora. Siendo muy joven, estudiante, nos comimos algún palo en alguna manifestación estudiantil, pero no razias. Palo por estar haciendo una sentada, una marcha.

Te dieron más palos en Cerro que en la marcha.

Sí, claro. Me pegaron más por hincha de Cerro que por estudiante.

¿Por qué les rompiste los autos a los jugadores?

(Risas) Lo hubiera hecho si antes hubiese puesto un taller que arreglara autos enfrente. Eso es intolerancia. Y es lamentable.

Una hora y pico de charla y ni un chiste.

Un embole.

¿La presentación que hacés de cada invitado en Vida y Obra la guionás toda?

Sí. Nunca la vi. No sé ni cómo está saliendo.

Es brillante. ¿La leés?

Ahí tenía una especie de telepromter casero, con un monitor al lado de la cámara, enchufado a una computadora. Sí, pispiaba. Trataba de recordar dos o tres chistes y hacerlo con la cámara sin leer. A veces se notaba que estaba leyendo.

Tenés buena memoria.

Memoria RAM. Vos me das un texto ahora y te lo repito en cinco minutos a full, pero nos cruzamos mañana por la calle y no me acuerdo de ustedes. Se llama prosopagnosia. Lo tiene alguna gente importante, también. No retenés caras ni nombres. Y cada vez es peor.

¿Vas a seguir con el programa?

No, ya terminó. El año que viene no sé qué voy a hacer. Ni idea. Voy a reunirme en el canal para ver si hay algo.

¿Qué esperás que hagan tus hijas?

Neurocirujana, estrella de baloncesto y youtuber.

Para que te mantengan.

Para que me mantengan y sean millonarias. Pero, lamentablemente, las crié en libertad, entonces van a hacer lo que quieran. Pero me gustaría que sean millonarias.

Si te salen hinchas de Peñarol, ¿no tenés problema?

La libertad va hasta ahí. Libertad, pero con orden. Es lo único que no les pemití elegir, a ninguna de las tres.

¿Las hiciste socias?

Las hice hinchas. No pueden ser hinchas de otro cuadro.

Todo lo que hablamos hasta ahora es mentira, entonces.

No. El cuadro de fútbol no es tan importante. En realidad, es irrelevante. De hecho, no van a verlo. No le importa a nadie. No las va a volver ni mejores ni peores. Tienen libertad de credo, de culto, política, sexual y de lo que quieran, pero en esto, esta estupidez que para papá es muy importante, no. Son de Cerro.

 

 

 

 

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