Home Opinión Rusia-Ucrania: hasta ahora, con divergencias y ribetes de colisión   Ruben Montedonico
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Rusia-Ucrania: hasta ahora, con divergencias y ribetes de colisión   Ruben Montedonico

Rusia-Ucrania: hasta ahora, con divergencias y ribetes de colisión    Ruben Montedonico
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En los últimos días la frontera oriental de Ucrania concita la atención mundial y sobre sus 2 mil 467 km. se centraron informaciones y análisis. Las especulaciones se tejieron sobre la tensa divisoria entre la antigua república ex comunista -sectorailmente permeada por Occidente- y sus vecinos, con quienes comparte la linea de 861 km. (con Bielorrusia) y  mil 576 km. (con Rusia) -ambos sectores confrontados por la adhesión a EEUU expresada militarmente por la OTAN- y por oriente a dos naciones protagonistas de la primera Guerra Fría, de la que Moscú conserva un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU (con poder de veto de las resoluciones y junto a China) creciente y renovado potencial atómico, además de clara superioridad numérica y de medios castrenses sobre quien se victimiza.

Rusia ha formulado tres exigencias incumplibles, a sabiendas que EEUU y la OTAN no podrían satisfacerlas. Vladímir Putin rompió reglas diplomáticas y, además, pidió respuestas por escrito: que Ucrania jamás fuera incorporada a la OTAN; que, asimismo, Rumanía y Bulgaria salieran de esa alianza militar y que las tropas de dicha organización se retiraran de los países bálticos. Moscú siente que está siendo estratégicamente cercado por EEUU y la OTAN a partir de la implosión de la URSS y el desmembramiento del militar Pacto de Varsovia.

De manera simultánea, Putin dispuso que los militares se sumaran al esfuerzo de preocupar a Occidente y la OTAN (en particular a los estadunidenses) y promovió el tema de ejercicios y movimiento de tropas y pertrechos hacia la frontera dando comienzo a maniobras terrestres y navales de gran magnitud.

De esta forma, organizó movimientos en el territorio adyacente a Ucrania -que según fuentes occidentales involucraron a un tercio del total de sus fuerzas terrestres y extendió los mismos -con pruebas en las últimas jornadas, de varios misiles nucleares (incluidos los hipersónicos, todos sin ojivas) de corto y mediano alcance y potencia- al terreno contiguo de su aliada Bielorrusia, asignándole Occidente al conjunto combinado en sus evoluciones 190 mil integrantes y estar preparando la fuerza militar invasora.

Como se observa, hasta ahora no han pasado las partes confrontadas a ninguna acción y sólo se han hecho declaraciones (contra la ocupación rusa -2014/16- de Crimea, la promoción del separatismo promoscovita de una región ucrania y la queja de Putin acerca del intento de cerco militar y ahogamiento de la OTAN contra su país). Lo real es que aquella alianza atlántica presidida por Washington que reunió inicialmente a 12 países del hemisferio norte -tres con potencial nuclear- con asiento en dos continentes, a partir de la disolución del Pacto de Varsovia representa hoy a 30, sin contar, por ejemplo, con la solicitud de incorporación de Ucrania. Demás está decir que el crecimiento de la OTAN supuso la expansión misilístico-nuclear de corto y mediano alcance que Moscú pretende detener.

Tres cosas comparto y afirmo de este conflicto: si lo comparamos con una cuerda, de lo que se trata es de estirarla, no de romperla; todo desliz guerrerista de cualquiera de las partes puede acabar en un enfrentamiento bélico real (p. ej., el ejército ucranio insistiendo en atacar y bombardear Donbáss) y hasta hacer temer por nuestra civilización si hay una deriva con armas atómicas.

Por último, las exageradas exigencias rusas obligaron a la contraparte a intentar una solución negociada y a Joseph Biden (mal aconsejado por medios de inteligencia y el Departamento de Estado) a “meter la pata” y ponerle fecha (16 de febrero) a la hipotética “invasión rusa”: quedó en ridículo.

Mucho ganó Rusia presionando a la OTAN. De seguro valdrá la pena analizar por qué Putin tardó décadas en darse cuenta que estaban engañando a Rusia, cuando se habla -él debe saberlo- de documentos demostrando que llegaron millones a Moscú por aceptar la reunificación alemana. ¿Tampoco sabía que Borís Yeltsin, con copas encima -según su fama- le dijo a Lech Walesa en Varsovia que Rusia no se oponía al ingreso de Polonia a la OTAN? Otro capítulo merece Alemania y el canciller Olaf Scholz, al esbozar discordancia con resluciones de EEUU, con antecedentes en la trilogía socialdemócrata que compone con Brandt y Schröder.

 

En resumen, diremos que Kiev es solo un primer pretexto de EEUU para ahogar económica y comercialmente a Moscú, anulando la salida de su energético por el Báltico -vigilado desde las islas de Kronstadt- a Alemania (Nord Stream II, que distribuiría a parte de los 27), reservándose otro incidente futuro para frenar el Turk Stream (controlado por bases en Crimea), que lo llevaría a países balcánicos, Grecia e Italia.

En palabras de Putin, los hidrocarburos constituyen “una poderosa palanca política y económica de influencia sobre el resto del mundo”. Rusia es una potencia energética: posee una importante parte de reservas de gas natural (y de petróleo) liderizando Europa, ya que el que importan proviene de su territorio.

Las enormes reservas de gas y petróleo, las conexiones de los óleo y gasoductos que atraviesan fronteras de Eurasia y su poder nuclear son la base de Rusia y principal instrumento de política exterior.

Coincido con el brasileño José Luís Fiori al afirmar que “ya no existe un único ‘criterio ético’; tampoco un único juez con poder para arbitrar todos los conflictos basados en su propia ‘tabla de valores’. Esa supremacía acabó. Tal vez sea posible, necesario, que Occidente aprenda a respetar y convivir de forma pacífica con la ‘verdad’ y con ‘valores’ de otras civilizaciones. (Sobre la paz, 2021).

El ultimátum ruso a la OTAN y la declaración Xi Jinping- Putin (7 de febrero de 2022), indican: Occidente perderá, además del liderazgo económico, el papel de guardián de la democracia y del orden liberal. Pekín y Moscú formalizaron un desafío: “No hay naciones superiores”.

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El autor consigna que tuvo por delante los invaluables despachos de 

Juan Pablo Duch, corresponsal de La Jornada de México en Rusia. 

 

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