Sebastián Valdomir, diputado del MPP: La principal autocrítica del Frente Amplio la hizo la gente
Integrante de la barra que deja el Pepe y muy cercano al Pacha Sánchez este sociólogo de cuarenta y pocos años ocupa una banca en el parlamento desde donde realiza su militancia política actual. De bajo perfil mediático, se perfila como uno de los jóvenes tupamaros que vienen a tomar la posta.
Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López
PERFIL: Nació en el 79, en La Comercial. Sus padres son oriundos de Rivera. Fue a la Escuela Colombia. Y después, al IAVA. Tiene un hermano diez años menor y dos medias hermanas por parte de padre. En el 97 entró a Facultad de Ciencias Sociales, donde estudió Sociología. Entre tanto, se casó y se terminó recibiendo en 2004. Es diputado por el MPP.
¿La tradición política es de origen familiar?
No, mis viejos son blancos wilsonistas. Ahora votaron a Lacalle.
No los convenciste.
Lo intenté y no lo logré (risas). Es que los blancos tienen eso, son muy apegados a su bandera y por más que les digas lo que está pasando, o que les preguntes si les parece que Lacalle Pou es un buen candidato, igual votan al Partido Nacional.
Y vos te enganchaste en el MPP de una.
En el 2004. Trabajé muchos años en una ONG ambientalista, en Redes, con la cual aprendí mucho, con muchos compañeros de origen anarquista.
Sos la pata ambientalista del MPP.
En eso he perdido con total éxito (risas). Pero es importante, y tiene que estar cada vez más presente en la elaboración.
¿Es viable en los países de tercer mundo la política ambiental?
Creo que hay un ambientalismo de las sociedades adineradas y otro de los pobres, que es una perspectiva mucho más latinoamericana, que te marca. Uruguay es un país productor de alimentos, donde hay una fuerte cuota de la producción lechera, de hortalizas y frutas, que son pequeños o medianos emprendimientos. Cuando se instala al lado una gran empresa que planta miles de hectáreas de soja, o que pone un feedlot o una forestal, al que impacta directamente es al chico. De repente no tenés el modelo productivo más amigable con el medioambiente, aplicás algún agrotóxico. Con ese actor tenés que hablar, pero con la empresa trasnacional que viene con la lógica de maximizar los beneficios y comprar el paquete genéticamente modificado o la extensión forestal, por más sustentable con el medioambiente que te digan que son, tienen un impacto. No es posible tener sociedades ambientalmente justas si la población no tiene qué comer, o si no tiene soberanía alimentaria en equilibrio con los recursos naturales y con el medioambiente. Ese ambientalismo de los pobres es un poco la perspectiva que creo que la izquierda tiene que incorporar cada vez más. Con uno tenés que trabajar para tratar de generar conciencia ambiental, y al otro tenés que ponerle límites. En ese sentido nos faltó bastante en el período de los gobiernos del Frente Amplio, por más que se avanzó mucho con la ley de ordenamiento territorial.
Teóricamente, el Uruguay tiene soberanía alimentaria.
Es una discusión. Supuestamente, producís alimento para un montón de millones de habitantes, lo que debería cubrir sin problemas tu población. Pero hoy vemos que, en una situación compleja, hay mucha gente que no sé si tiene semanalmente la cantidad de proteínas, frutas y verduras necesaria para tener una alimentación sana.
Es un problema de injusticia dentro del propio país.
Podés producir esos alimentos, pero si la población no tiene la manera de acceder a ellos, tenés un problema de seguridad alimentaria, por más que produzcas para treinta millones de habitantes. En definitiva, ¿cuánto de eso se va para la exportación y los mercados extranjeros? Hay un problema de distribución y de acceso a los recursos a nivel de un montón de familias, que deberían tener carne, leche, huevos, frutas y verduras para alimentar a los gurises, o leche en polvo, por ejemplo, en este momento, cuando en realidad están viviendo con lentejas y el ensopado de pollo y fideos.
¿Y eso no es un fracaso de los gobiernos del Frente?
Es una parte de los saldos negativos que tiene el proceso del Frente Amplio. Tenías un montón de gurises naciendo por debajo de la línea de pobreza, gente sin acceso a la seguridad social, y miles de trabajadores ganando menos de quince mil pesos. Se trabajó reinstalando la negociación salarial, mejorando los salarios mínimos y las jubilaciones. Pero seguís teniendo mucha gente que trabaja en el sector privado ganando menos de veinte mil pesos. En su momento el PIT-CNT hablaba de los diez mil pesistas, y eso era en el gobierno del Frente Amplio. No lo pudimos resolver del todo. Vino la pandemia y mucha gente que estaba en el límite cayó.
¿No se pudo o no se quiso?
Creo que no se pudo. Los tres períodos de gobierno del Frente Amplio son bien distintos uno del otro. En 2004 se ganó y se trató de recuperar al país de la enorme crisis del 2002. Se generó el Ministerio de Desarrollo Social para la asistencia a la emergencia. Junto a eso se inició un período muy favorable desde el punto de vista macroeconómico y externo muy favorable. En el período del Pepe ya teníamos un montón de reformas realizadas, y me consta que se intentó. La principal discusión estaba en esa vieja dicotomía entre quien manejaba la macroeconomía y los preocupados por la situación micro de los hogares de pequeños ingresos a nivel urbano y rural. En definitiva, no logramos saldar esa discusión interna del Frente Amplio. Evidentemente, si hubiera habido una gran mayoría de gente que dijera que es imposible que en un país de tres millones y medio de habitantes tengamos un montón de gente que está apenas en el límite de subsistencia, o con un 20% de pobreza infantil, lo que es una trompada en el estómago, ahí se tendrían que haber generado las condiciones para avanzar con políticas redistributivas y focalizadas para atender esa situación.
A Pepe le ganó Harvard.
Y sí. Él lo ha dicho. Siendo astuto, lo que él hizo fue poner la discusión en otro lado. De repente Harvard le llena de datos la mesa, con los números y las gráficas que te dicen que, si no ampliás la canasta es imposible que se sigan destinando recursos a las políticas sociales, y Pepe lo que hace es instalar un montón de debates muy interesantes. Algunos cuajaron bien y otros no. Ahí está el problema de cómo agarra el Frente el tercer gobierno, con una situación externa distinta. Como dijo Tabaré, encontró el gobierno peor de lo que se lo había dejado Batlle. Y eso que los viejos se quieren. Pero esas cosas hablan de que hay diferencias, y nadie ocultó la diferencia de enfoque entre Danilo, Pepe y Tabaré. Estaba claro que los énfasis iban a ir para otro lado. Al buque insignia del tercer gobierno del Frente Amplio, el sistema de cuidados, lo bajaron cuando se dieron cuenta que implicaba un montón de plata y que los recursos no estaban. Creo que ahí está una parte de las explicaciones para lo que pasó después.
¿No hubo falta de coraje para distribuir la riqueza?
No sé si fue falta de coraje. Lo que faltó ahí fue convencer a todos los compañeros del Frente Amplio, del elenco de gobierno y del conjunto de los actores sociales y económicos en cuanto a que eso era necesario, que era viable hacerlo, de repente endeudándote más o generando los recursos de manera extraordinaria por un período determinado. Creo que lo que faltó fue el consenso, no sé si audacia.
Faltó decisión política.
Decisión política convencida en todo el conjunto del Frente Amplio en cuanto a que era posible hacer eso de manera rápida, y no por la vía larga, que era lo que se proponía desde el equipo económico. Esa discusión Pepe la perdió con el famoso equipo económico B. Se hizo mucha alharaca con eso, y no hubo los consensos necesarios como para ir en ese sentido. Aun así, en otras agendas sí hubo audacia. La regulación del mercado del cannabis, por ejemplo, era algo que no estaba en la pauta de nadie. Se lo metió en la agenda de la seguridad y la convivencia, como una manera de transformar un mercado negro en uno regulado por el Estado. ¿Más audacia que eso? Aunque era un tema colateral.
No cuestionaba la estructura económica básica.
Claro que no.
La agenda de derechos tiene algo de cosmético. Salvo el aborto, no cambia lo sustancial.
El statu quo cultural e ideológico, en cierto sentido, se vio removido. ¿Legalizar la marihuana? ¿De qué estamos hablando? Y bueno, lo sacaron. Ahí hubo mucha audacia.
Fue una carta que sacó el Ñato de la manga por el asesinato del pizzero de La Pasiva. Tiraron el gato arriba de la mesa y todo el mundo se enganchó.
Todos los goles valen uno, y ese valió.
Pero terminamos en este cambio regresivo.
Al Frente Amplio ya lo evaluaron, y ese es el resultado de las elecciones en las que gana Lacalle. La principal autocrítica del Frente Amplio no la hacen ni los militantes ni los dirigentes sino la gente en la calle. Y la gente en la calle decidió no renovarle el crédito al Frente, después de tres gobiernos que, para mí, vistos en su conjunto, fueron un proceso positivo para las grandes mayorías. Pero hubo cosas que no se hicieron bien y el balance es negativo.
¿La gente no esperaba otra cosa, y no es por eso que no renueva?
Es posible. También es la primera elección en la que no estaba la delantera de Pepe, Danilo y Tabaré. También hay una cuestión de liderazgos políticos. El Frente estaba en pleno recambio. Y se empezó a restar por un gobierno que no pudo entusiasmar y hacer vibrar a la mayoría del pueblo frenteamplista. Eso, más cierto desánimo y errores que se cometieron, llevó a que se perdiera de una manera ajustada en la segunda vuelta, frente a la unión de los otros partidos para desbancar al Frente. No quiero que esto se entienda como un cuestionamiento unidireccional al equipo económico. Siempre acá en Uruguay se hablaba de la dependencia que teníamos de los ciclos económicos externos. En Uruguay la crisis global del 2008 pasó desapercibida. Eso se debe al trabajo que hicieron los compañeros del equipo económico y el conjunto del gobierno. Reperfilaron la deuda, pesificaron algunos vencimientos y tiraron para adelante otros. Se regularizó todo lo que tenía que ver con la inflación. Acá ninguno se salva solo, y los errores que se cometieron son del conjunto del gobierno del Frente Amplio.
Que fue un buen administrador del capitalismo.
Sí. Con un determinado sesgo. Creo que las reformas tributarias y de salud, y otros tipos de políticas focalizadas intentaron redistribuir hacia los sectores de menos ingresos. ¿Hay que ser tan cauto con determinadas cosas? De repente hay que ir un poquito más rápido. Es una buena pregunta para plantearse a futuro.
Desde el punto de vista sociológico, ¿cómo analizás el cambio que la gente llevó adelante?
¿Sobre las elecciones de 2019? Creo que hubo tres factores que se retroalimentaron. El primero fue un factor interno del Frente Amplio, con el recambio de liderazgos. Es relevante porque desde la reapertura democrática el Frente Amplio trabajó en torno a tres o cuatro grandes liderazgos. Primero el de Seregni, luego el de Tabaré, y sin duda Mujica, y también la relevancia de Danilo en ciertos sectores de la población. Todos sabíamos que ese recambio se iba a procesar. No sólo para Daniel Martínez, sino para cualquier otro, era imposible ponerse en un plano de comparación con quienes habían conducido al impacto electoral del Frente Amplio durante toda la década de los noventa. Me acuerdo cuando Tabaré en las elecciones del 94 dijo que el país estaba dividido en tres tercios, el Partido Colorado, el Partido Nacional y el Frente Amplio. En las elecciones del 99 Tabaré dijo que éramos la primera fuerza política de país, y nos ganaron cuando se unieron blancos y colorados y le dieron el triunfo a Jorge Batlle en el balotaje. Cuando el Frente ganó en primera vuelta en 2004, lo que dejó marcado es que la evolución electoral había respaldado el proceso político, que había sido recontra complicado en los noventa, con la ruptura del Partido Comunista, con la salida de Batalla.
Con la caída de la URSS.
Y aun así se promovía cierta esperanza de cambio político por la vía electoral, y la idea de que la izquierda iba a gobernar a nivel nacional como ya lo estaba haciendo en Montevideo desde el año 90. El segundo punto es que la gente quería algo nuevo. Y creo que los quince años de gobierno frenteamplista marcaban la necesidad de ir a más. Nuestro programa puede ser muy bueno y podemos entenderlo nosotros, pero para la sociedad no es un elemento fundamental para decidir el voto. Lo que quería era la esperanza, ver qué cosas había que hacer para mejorar una economía que no iba a todo galope. Había que ser muy removedor en la propuesta política. Y la verdad es que el sentido de lo nuevo estaba en la candidatura de Lacalle y no en la nuestra. Y aun así el resultado estuvo muy cercano. El voto castigo al Frente que se dio en octubre se revirtió en noviembre, en buena parte. Con eso no quiero quitarnos ninguna de las responsabilidades que nos caben a todos los militantes del Frente, que dimos todo en la campaña. Pero el soberano habló, y ya está. Y hay un tercer elemento, acomodarse e interactuar de una manera mucho más efectiva con respecto a las preocupaciones de la sociedad. Y había un conjunto de la sociedad que estaba diciendo que le preocupaba el medioambiente, y otro al que le preocupaba la cuestión de los animales, o…
Pequeñas minorías dispersas.
Pero si las juntás…
No alcanzó. El tema fue la seguridad.
Estamos de acuerdo. Pero esas preocupaciones que emergieron de manera tardía en la agenda política no fueron incorporadas por el Frente Amplio. La cuestión ambiental es una. No se incorporó de una manera efectiva y práctica ese sentir en la ciudadanía, donde el votante pudiera sentir que tenía un lugar para discutir si le preocupan los transgénicos, la minería, el agua potable y el cambio climático. No logramos crear esos espacios.
No podía porque había llenado de proyectos contra el agua, con Aratirí y otros.
Las plantaciones forestales, la extranjerización de la tierra. Es cierto. De repente no hicimos esa lectura y los proyectos iniciados por los gobiernos frenteamplistas se daban de bruces con muchos de estos sentires. De repente no hicimos la síntesis adecuada para que gente que terminó votando al PERI o a Salles encontrara en el Frente Amplio algo que la removiera. Me dicen que son porciones de la sociedad. Pero son treinta, veinticinco, cuarenta. Los juntás y son un montón de votos. También está el desgaste del gobierno, en materia educativa, de seguridad pública y económica. Te van desgastado, y si no incorporás nuevos enfoques y perspectivas, el enamoramiento se va atenuando.
¿El Frente se achanchó?
No creo que se haya achanchado.
¿No hubo soberbia en la estructura cupular del Frente?
No sé si soberbia. Sí es cierto que cuando tenés doce o trece años de mayorías automáticas pensás que lo único que tenés que resolver es tu interna, y vas con el piloto automático. Pero del otro lado tenés al 50% de la población, que te dice que no se siente representado por esas discrepancias internas. Ahí se tendrían que haber abierto políticas de alcance nacional y generar acuerdos. Un poco se intentó hacer. El acuerdo por la seguridad, por la educación. Después cada uno jugó solo, también. No sé si es soberbia, pero de repente, claro, tenías un piloto automático que funcionaba y tampoco nos pusimos a pensar qué podía pasar si en algún momento se iba un diputado o se complicaba con algún sector que es frenteamplista pero que no te lleva tal tema. No sé si es que se achanchó. ¿En qué está hoy el Frente?
Es una buena pregunta.
Está juntando firmas, está buscando reacomodarse en su rol de oposición. No solamente en el Parlamento sino en un montón de lados en los que está. Está tratando de ser una oposición creíble y responsable. Está tratando de dar una mano en la crisis social. Hay compañeros nuestros en una olla, en una cooperativa. Y no está incendiando la pradera. Sería muy fácil ir a dar manija, con la situación que tenemos. Lo estamos viendo ahora, que estamos yendo a juntar firmas por la LUC, y nos dicen: “No me interesan los artículos, contra este gobierno te firmo lo que sea”. Pasa acá en Montevideo pero también en Canelones y en otros departamentos del interior. Sería muy fácil ir a dar manija, y el Frente no está haciendo eso. Está procesando nuevamente el recambio. Los recambios no se hicieron solamente en 2019 sino que se van procesando a nivel político de los sectores. Se está haciendo la autocrítica, de una manera que no se trata de ver quién le pega más al compañero.
Es muy sutil.
Por Zoom. Porque aparte no te podés reunir. Hay pila de documentos. De repente no sé cómo será la síntesis.
Las treinta y tres páginas de autocrítica de quince años de gobierno no es que tenga gusto a poco, sino que es una muestra gratis.
¿Con qué estarías conforme? ¿Con cien páginas? Creo que la autocrítica no puede ser ver quién le pega más al compañero, o quién le saca el cuero o quién se saca la culpa de arriba. Volvemos a lo anterior: quien juzga al Frente Amplio es la gente en la calle. Y estamos afrontando las consecuencias de las elecciones del 2019. La autocrítica va a salir. Estás en un contexto en el cual no te podés juntar. Para una organización como la mía el no poder tener un local con cincuenta compañeros, con el medio tanque echando humo y una música, y que vengan el viejo o Lucía a sacarse una foto y a conversar, es matador. A nuestra gente no la podés juntar por Zoom, ni siquiera una vez por semana. Y aun así nos organizamos para la LUC, para la renovación de las autoridades, para la autocrítica, y para hacer la oposición en todos los lados en que nos toca. No quiero quitarnos la mochila del peso de la autocrítica. De repente sí tiene gusto a poco. Vamos a ver cómo termina. Y reconocer que no estamos en el mejor de los contextos como para hacer una vida política normal, porque la pandemia alteró todo eso.
¿Cómo se explica la popularidad del gobierno?
Creo que hay dos elementos. Primero, en un contexto de crisis y de lo desconocido como estamos viviendo ahora, la gente tiende a abroquelarse en los que toman las decisiones. La gente te dice que la culpa de la pandemia no la tiene el gobierno, al que a los trece días de gobierno le cayó una cosa que era global, y que hay que darle un crédito. Está bien. Al principio ese crédito se vio retribuido, porque de alguna manera el gobierno la llevó bien en comparación con la región y el mundo. Las encuestas reflejan eso. La aprobación hacia la figura de Lacalle Pou es importante. Pero cuando desagregás por tema hay diferencias. En el manejo de la pandemia te dicen que está bien, pero por el manejo de la crisis social ves un poco menos de aprobación, y bastante menos si preguntás por la situación laboral. Cuando ingresamos al 2021, donde ya no éramos los mejores de la clase, ahí los propios sectores de la coalición se empiezan a mirar de reojo. Mirá lo que pasa con el Ministerio de Salud Pública. Lacalle está en la torre de cristal y no le llegan los tiros, aunque creo que ya le están empezando a llegar. Lo sacás de la zona de confort y eso no se arregla con frasecitas hechas ni con tuits. Ahora se empieza a ver cuestionado. Y algunos de sus lugartenientes del Poder Ejecutivo se vieron tocados. Por algo sacaron a Bartol. Porque se sabe que se viene un recrudecimiento de la crisis a nivel social, y que lo que precisaban era otro perfil. El propio gobierno reconoce que hay ajustes para hacer. Creo que esa primera carta de crédito a Lacalle Pou ahora está empezando a cambiar. Y lo que el Frente hizo fue no pegarle en el piso. No le dijo: “Tenés tres mil muertos en tu haber”.
Algunos lo hicieron.
El Frente no. Cuando tenés un familiar o un conocido que estuvo en el CTI o que falleció, ya el buen humor se te fue al demonio. El Frente no incendió la pradera con el tema de la pandemia. Acercó propuestas. Está bien, el que gobierna, gobierna, y puede asumir una propuesta o ninguna. Hubo diálogo en el senado. El gobierno es pie. Pero no hicimos una oposición desleal. Lo que sí decimos es que a nivel económico y social las medidas que se tomaron son insuficientes y llegaron tarde. Lo estamos viendo en la realidad. El seguro de desempleo en mayo fue de ochenta mil. Ahora vamos a una rendición de cuentas donde van a reforzar el gasto social. Veremos. Pero ya veníamos con poquitos pesos. Creo que en algún momento al gobierno se le va a terminar la luna de miel. De repente esto se extendió un poco por el momento excepcional que vivimos en la pandemia. Pero ahora la realidad te pega en la cara. No podés seguir como estabas.
El Frente no pegó en el suelo, pero sin embargo los catalogan de caranchos.
Pero ese es un problema del gobierno, de algunos actores del gobierno. Trato de entenderlos. Fueron gobierno en la década de los noventa. Pasaron veinticinco años y en muchos temas siguen pensando igual. El mundo cambió, en muchísimas cosas de teoría económica, de política pública, de buenas prácticas en diferentes ramos en la gestión del Estado. Pero en muchos temas siguen pensando igual, y ese es un tema para analizar. Hay un conjunto de representantes del gobierno que tienen una violencia hacia la oposición que es desmedida. El otro día estuve leyendo actas parlamentarias del 65, de cuando de discutían las medidas prontas de seguridad, en el último año del colegiado blanco. Alba Roballo, que era senadora del Partido Colorado, decía que estábamos viviendo bajo un régimen fascista. Lo que quiero decir es que a nivel parlamentario también antes las cosas se decían con mucha dureza. Las interpelaciones de Wilson, donde te pegaba cada guascazo que te bajaba. Ahora no hay ese nivel de confrontación. Hay barro, hay arengas de barrabrava. Fijate cómo empezamos la pandemia. Aplaudíamos a los médicos, decíamos: “Gracias al GACH”. ¿Cómo terminamos hoy en el reconocimiento político a los médicos y al GACH?
Con una pintada en lo de Radi.
Ahí tenés. Hay un nivel de virulencia hacia la oposición, que de repente es una estrategia, no lo sé. Capaz que tenés que mantener unida a tu tropa y le das palo y palo a la oposición. Esa grieta, que la reproducen y la regeneran, en algún momento les va a explotar en la cara.
Es una receta que se aplica en todo el subcontinente.
Pero supuestamente nosotros acá teníamos los elementos como para tener algún acuerdo nacional y acuerdos suprapartidarios como para tratar de que las rencillas políticas no terminaran afectando a la población. El otro día, cuando discutimos la libertad de expresión, dije que es evidente que acá no estamos en una situación como la de Colombia, Brasil u otros países que están muy complicados, pero aceptame que en este tema tenemos problemas, como cualquier país del mundo. Lo dice Naciones Unidas, no es que lo digamos nosotros o el CAinfo o la APU. Lo decía la relatora de libertad de expresión de Naciones Unidas. Se puso sobre la mesa que hay problemas con la libertad de expresión y poco menos que se escandalizaron. Bajemos la pelota al piso y tratemos de entendernos. El tema es que esa grieta, ese palo y palo, para muchos es un modo de hacer política. Una parte del gobierno decidió apostar a esa estrategia. Creo que Lacalle la ha venido llevando con esa aprobación de su figura, pero que va a tener que tomar decisiones cuando las papas quemen. Las está tomando. Está bien, ya sabemos para quién gobierna. Cada uno tiene su opción, está bárbaro. Pero de repente podés mirar un poquito para el costado y ver que hay un montón de gente representada por el Frente Amplio a la que no está bueno darle un guadañazo detrás de otro.
¿Quién representa hoy al Frente Amplio?
Independientemente de eso, si el 1º de Mayo el PIT-CNT, que es la central única, te pide una cadena, o si te la piden los familiares para el 20 de Mayo, y no la das… Si querés hablar con el Frente Amplio, podés hacerlo.
Están hablando con Orsi y con Carolina.
Sí. Son los que están haciendo, también. Tanto Yamandú, como Lima y Carolina tienen a su cargo aparatos administrativos de gestión como lo son las intendencias, ejecutando recursos y tratando de coordinar con el gobierno nacional, sin pisarse y sin ir diametralmente opuestos. Está bueno que se dé ese grado de diálogo.
¿Hay blindaje mediático? ¿Y en qué influye para mantener esa buena opinión sobre Lacalle?
No sé si hay blindaje mediático. Lo que me parece es que en muchas de las escenografías que el gobierno instala para comunicar, en las famosas conferencias de prensa, está jugando en el patio de su casa, en un lugar tranquilo, en tensión controlada, donde si algo se sale del libreto, te lo baja. Y eso no es responsabilidad de los medios. Si el gobierno llama a una conferencia de prensa, los medios tienen que ir porque esa es la agenda. Pero cuando se sale de esa escenografía y te agarran en un mano a mano, en el interior o en una entrevista como la que le hace Blanca Rodríguez, ahí el presidente es: “yo contigo”, sin escenografía controlada. No soy quién para calificar el trabajo de los periodistas y los medios, pero creo que habría que repreguntarle y cuestionarle más cosas. Preguntarle si está seguro de que la respuesta del gobierno a la pandemia en materia económica haya sido contundente, por ejemplo, porque fijate que el Partido Colorado, el Partido Independiente y Cabildo, que son los socios de la coalición, proponen medidas alternativas. No sé si es tan contundente. Si lo fuera, ¿por qué esta gente te está tirando otras propuestas para que consideres? Cuando repreguntás, ahí se evidenciarían las dudas o las contradicciones que todo gobierno tiene. Pero bueno, mientras el gobierno siga controlando la escenografía de la salida por medio de las conferencias de prensa, o eligiendo con ojo clínico sus entrevistas, puede ser que esta situación de no cuestionamiento se mantenga por un tiempo más. Pero en algún momento le van a empezar a preguntar duro y parejo y va a tener que responder sin frasecitas ingeniosas.
La izquierda y las organizaciones sociales están enfrascadas en juntar firmas contra la LUC. ¿Dónde ves en los medios que se hable de eso?
Lo que creo es que el gobierno, o el Poder Ejecutivo, tienen una centralidad política en el sistema. Por eso la agenda que impulsan el presidente y los ministerios va a tener una cobertura preferencial en los medios de comunicación.
Siempre la tuvo.
Siempre la tuvo. Porque es el que da la baraja y es el pie en el truco, está bien. Hay otros medios que debaten sobre el tema de la LUC. Los medios de prensa escrita analizan un tema, analizan otro. No sé si es suficiente. Ustedes saben mejor que yo que la situación de los medios de prensa escrita es, como siempre, complicada. Que hagas un análisis de tal artículo de la LUC no quiere decir que eso vaya a permear en la sociedad, porque en definitiva la gente no está comprando diarios. Lo que creo es que hay algunos temas que no están entrando con la fuerza con que deberían. Y sobre todo hay situaciones complicadas a nivel social, particularmente en el interior, donde los medios son mucho más concentrados, donde son factores importantes en las vidas de esas sociedades departamentales. Y hay elementos de los cuales ni nos enteramos en Montevideo, con situaciones complicadas como las que se están viviendo en Artigas o en otros departamentos. ¿Qué pasó en Río Negro después de lo de los viejitos? ¿Qué pasó en Salto con los trabajadores que iban a las cosechas? Los medios de Montevideo, que son nacionales, tampoco le están dando mucha cabida a eso. De repente ese es un tema a revisar por parte de los directores de los medios.
¿Se acaba la luna de miel con el gobierno cuando se acabe la pandemia, vacunas mediante?
Ya se está acabando, me parece, lo que no quiere decir que de un día para el otro pasemos a tener un gobierno fuertemente cuestionado. Hay un conjunto muy fuerte de la población que está teniendo el impacto directo de la caída de los ingresos, al que se le aumentaron las tarifas, cuando se dijo que no se iban a aumentar, y al que le aumentó el gas, la nafta. Y los salarios no crecen, y los precios sí, por más que la inflación la tenés controlada en tu rango. Pero los salarios están planchados. Voy a comprar algo y cada vez pierdo más pesos, con un salario que está quieto. Una garrafa de gas cuesta ochocientos pesos. ¿Cuántas garrafas por mes podés poner ahora en invierno para calentar una casa? Creo que la luna de miel ya se está terminando. Y ahora, en el segundo semestre del año, vamos a entrar en el terreno de la rendición de cuentas, donde la disputa política va a ser más más fuerte. Se viene un proyecto como el de la reforma de las jubilaciones. Hay que ver cómo se explica eso.
Es a largo plazo. Empezará del 2025 en adelante.
Está bien. Todos los sistemas previsionales cristalizan y generan efectos concretos en la vida de la sociedad a los quince o veinte años. Pero te acordás que acá en los noventa todo referéndum y plebiscito que impulsaron los jubilados lo ganaron, porque eran un movimiento muy fuerte, con mucha gente. Y si acá estás toqueteando derechos adquiridos, o si se va a aumentar la edad de jubilación, eso va a generar discusión política, y en amplios sectores de la población, independientemente de que aún no sabemos qué proyecto va a venir. Y lo otro es lo que decías, que la pandemia remite un poco porque la vacunación se extiende, y se van a recuperar las actividades públicas, y la economía va a empezar a moverse de otra manera. Eso va a generar mayor circulación de fuerzas sociales, y de conflicto, evidentemente.
¿Qué rol debe jugar el Frente a partir de 2022?
Lo que quisiera es que el Frente, o los sectores, enseguida de la pandemia organizaran encuentros de militantes. Para discutir cualquier cosa, desde la reforma de la seguridad social hasta los gobiernos frenteamplistas. Pero que se reúnan, y que la gente pueda discutir con sus compañeros, y que puedan sacarse una foto. Que se reúnan como una táctica de sanación, incluso. De volvernos a encontrar. Si el Frente Amplio no puede hacer una manifestación o un acto público con alguien tocando una guitarrita o con una murga cantando arriba de un estrado, no se encuentra.
Lo que querés es joda, en definitiva.
No, volverse a encontrar. Sabés que en cualquier actividad de cualquier sector la gente termina discutiendo. Es esa liturgia frenteamplista que si no la tenés, le amputás una energía enorme al Frente Amplio y a sus organizaciones partidarias, e incluso a los movimientos sociales. Volverse a juntar. Y el Frente Amplio lo que tiene que hacer es recorrer. Lo que se hizo antes. Volver a hablar en serio con los sectores sociales, con la Comisión Nacional de Fomento Rural, con las PYMES, con las empresas, con los sectores sindicales, con los colonos, con los clubes de Leones. Lo que no puede pasar es que el Frente se encierre. Si el Frente no cae en la soberbia, si no se encierra y si no comete errores, creo que va a volver al gobierno en 2024. Pero lo importante no es lo último de la frase sino lo primero. No caer en la soberbia de decir que hicimos todo bien, o que el que se equivocó fue el pueblo, porque eso es un disparate. No encerrarse, no pensar que nos juntamos y elegimos el programa y el candidato, y ya está. Salir al encuentro de las fuerzas sociales. Y no cometer errores. Creo que con esas tres variables estamos en condiciones de disputar un nuevo relato en la sociedad. También está instalada la idea de que no podemos tener un razonamiento electoralista, donde lo único que nos importe sea ganar elecciones. No, no. El Frente Amplio desde su fundación tiene una acción política permanente. Pero hay un electoralismo bueno y otro malo. Pensar que nunca vas a llegar a la elección del 2023 y dejar eso para pensarlo después es una irresponsabilidad. En definitiva, esa táctica la tenés que incorporar a tu planificación, a tu organización. Se van a renovar autoridades del Frente. Tenés que salir al encuentro del interior del país, que tiene una dinámica totalmente diferente a la que nosotros pensamos acá en Montevideo. Si hacemos esas tres o cuatro cosas, creo que el Frente está en condiciones de volver a disputar un relato y un proyecto político de acumulación que le permita acceder al gobierno en 2024. Pero se tienen que dar todas estas condicionantes.
Se va a encerrar en el congreso a fin de año.
No, no se va a encerrar.
Y en las elecciones internas. Parece que lo más importante fuera elegir al presidente del Frente Amplio.
Miranda ha hecho lo mejor que ha podido. Pero hoy el Frente necesita liderazgo, necesita que el compañero o la compañera que tenga la responsabilidad de conducir tenga espalda y mando. Si ponés a alguien a quien la mitad de los sectores van a desconocer o no le van a dar pelota, esa es la mejor manera de enterrar el Frente. El Frente está en una situación complicada, tanto como otras que vivió en su historia. Pero si le hacés el electroshock y la crítica devastadora, de repente pasás al paciente para el otro lado. Y el Frente Amplio no es una cosa que le interese solamente a determinados sectores de la izquierda, sino que es un activo de la población en su conjunto y del sistema político todo, de la misma manera que los partidos Nacional y Colorado cumplen una función. Que se te destruya un partido tan importante, o que se te disperse, tiene luego repercusiones sobre toda la ecuación democrática republicana.
Sigue siendo la fuerza más importante del país. Pero la mayoría de los grupitos que hay en el Frente no representan más que a cuatro o cinco personas.
Tenemos un problema con eso, sí, sin duda. No hay treinta visiones ideológicas o estratégicas en el Frente, bajemos un poco. Es cierto. Esa debería ser parte de la autocrítica. El Frente está en una situación complicada pero no más que en otras circunstancias históricas que le tocó atravesar.
Es menos complicada.
Y además en un montón de situaciones en las que tenías todo disciplinadito y armadito era mucho peor. ¿O vamos a darle una carta en blanco a lo que eran los viejos partidos soviéticos y estalinistas, y a decir que no hay discrepancias internas, que no se sabe lo que el otro piensa, que no hay rendición de cuentas? Esos partidos estaban cosificados, eran una momia. Hoy el Frente Amplio no tiene eso, aunque a veces desafina, cuando hablan veinticinco en el lugar en que tendrían que hablar dos o tres. Lo que hay que hacer es ampliar el foco temporal y decir que venimos de una situación en la que nos pegaron un palazo enorme, y que hay que acomodarse en la cancha. El Frente Amplio sigue representando muchos sentires e intereses dentro de la sociedad, y tendrá que encontrar la manera de salir adelante. Creo que lo va a hacer.
¿No ves la necesidad de una reestructura interna del Frente Amplio?
Creo que hay que recuperar ciertas cosas, como por ejemplo la capilaridad con la sociedad, no solamente con los comités de base.
¿Cuántos comités de base hoy funcionan con ollas populares? Muy pocos. Evidentemente no tenés capilaridad ni con la sensación de la gente.
Se perdió eso. Se perdió mucha de esa capacidad, estamos de acuerdo. Pero tenés problemas que van mucho más allá de que no funcione un comité de base. Tenés, por ejemplo, situaciones de desconexión entre una departamental o el regional interior de determinado sector con lo que pasa en el Frente Amplio central, y eso también lo tenés que resolver. Y tenés que incorporar algunas habilidades básicas que la política exige, como la buena comunicación política, con una comunicación que sea removedora, potente y que emocione a la gente, y tenés que tener la capacidad de construir el relato. Y eso va más allá del Frente Amplio, porque el relato lo construyen la cultura, la academia, los intelectuales. Esa gente también tiene que producir relato. Y asumo que la centralidad de la autocrítica, el decir en qué le erramos está en el partido político. Pero hay otros sectores que también deberían tener un rol, que también deberían expresarse sobre si están de acuerdo en que nos gobierne una coalición tan variopinta de un momento para el otro, y si era tan malo lo que hizo el Frente Amplio en sus quince años como para que ahora nos gobierne una coalición tan heterodoxa. Ahí entran la cultura, la academia, los sectores sindicales, los sectores de productores, el movimiento estudiantil.
Hacer una vaquita para contratar a Durán Barba.
Mirá que hay mejores que Durán Barba. Y que son de izquierda, además. Ese es otro tema. Cuando caés en el duranbarbismo, o en la idea de contratar al número uno en comunicación, lo que estás diciendo es: “Creo en Messi”. Y en el Frente Amplio no hay ningún Messi. El Frente Amplio es colectivo o no funciona. Un Durán Barba no te lo resuelve, por más lindo que comunique o por más que haga cosas interesantes en las redes sociales. El Frente Amplio no funciona a ordeno y mando de una persona, o al talento de uno al que se le tire la pelota para que resuelva todo. Eso ya fue.
Ya fue, y tenemos un gobierno que es producto de eso.
Bueno, su mérito tuvo. No es que quiera ni dorarle la píldora ni tampoco… Como analista de la realidad hay que ser ecuánime. Muchos de los relatos que Lacalle propuso en una parte importante de la sociedad, que terminó siendo mayoritaria, prendieron. Y con un aprendizaje, porque Lacalle Pou perdió la elección con Tabaré en 2014, y aprendieron, y desde el día uno trabajaron en una práctica sistemática que los llevó a una posición de estar en el lugar y el momento justo, con lo que terminaron ganando las elecciones en 2019. Hoy tenemos cincuenta pedidos de informes sin contestar en el MIDES, por ejemplo. No todos son responsabilidad de Lema, porque esto viene del ministro anterior. ¿Pero cómo hizo política Martín Lema acá en el Parlamento? Mandando un pedido de informe atrás del otro, con ASSE recorriendo refugios del MIDES y mandando pedidos de informes al MIDES. Y bueno, hoy vemos que tampoco responden los pedidos de informes.
Martín Lema estaba todos los días en la televisión con cada pedido que hacía, y estos otros cincuenta informes no están en la tele.
Y pasa en otros sectores además del MIDES. En otros ministerios tampoco te responden, o tenés que hacer malabares para que te respondan lo que preguntás. Esto va a pasar también en la rendición de cuentas, porque pasó también, por lo que me dijeron, en la ley de presupuesto del año pasado. Hacías diez o cinco preguntas concretas y no te respondían ninguna. O te responden lo que quieren. Está bien, es el juego de la política. Pero lo digo para entender que una cosa es la campaña y otra es gobernar realmente. Y eso lo vamos a utilizar. ¿Viste las promesas que te hicieron? Bueno, resultó que no era tan así. No hicieron lo que prometieron, nos engañaron. Y ahí, a cobrar. Eso va a pasar, porque siempre pasó.
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