Home Entrevista Central Silvia Nane, senadora del Frente Amplio El Frente Amplio es mucho más que la dirigencia, que la bancada, que sus votantes o los comités.  

Silvia Nane, senadora del Frente Amplio El Frente Amplio es mucho más que la dirigencia, que la bancada, que sus votantes o los comités.  

Silvia Nane, senadora del Frente Amplio  El Frente Amplio es mucho más que la dirigencia, que la bancada, que sus votantes o los comités.   
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Por muchos motivos es una figura diferente en la cámara alta y en la izquierda uruguaya. Por su condición de empresaria de software, es pragmática y planificadora. Como mujer, tiene una sensibilidad diferente que no oculta en lo más mínimo. Fue muy interesante charlar con esta desconocida que parece haber llegado a la política para quedarse.

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

¿Naciste en Colonia?

Nací en el CASMU, en Montevideo. Pero después me quedé allá. Mi mamá es de Ombúes de Lavalle y papá de Colonia del Sacramento.

¿Qué hacía tu viejo?

Era distribuidor de revistas, que compraba en los mayoristas de Buenos Aires y distribuía desde Colonia para todo el interior. Cuando nos vinimos para Montevideo, siguió más o menos con lo mismo, y tenía una librería. Fue socio de Pocho, y ahí tuve yo mi primer trabajo, después que falleció papá.

¿Una hermana?

Una hermana, Laura, que tuvo meningitis a los tres meses y tiene parálisis cerebral. Vive en el Hogar Sarandí, en Colonia Valdense, prácticamente desde que falleció papá.

Hiciste la escuela en Colonia.

Sí, la Escuela N° 1 de Colonia, la José Artigas, hasta cuarto. Ahí nos vinimos a Montevideo, donde hice quinto y sexto en la Escuela Grecia. En realidad, me tocaba la escuela de la FUNSA. Me costó bastante adaptarme a Montevideo. Tenía una prima que iba a la Escuela Grecia, entonces mis viejos, para que tuviera alguien conocido, me anotaron ahí. Me tomaba el 192, tardaba cuarenta minutos. Mi viejo me acompañó el primer día de escuela. Me mostró dónde me tenía que bajar. “Pancha, ahora ya sabés”, me dijo.

¿Por qué Pancha?

En aquella época, no sé en qué diario, había una tira cómica que se llamaba Panchita. No sé qué tenía que ver conmigo, pero de ahí vino el Pancha.

¿Te siguen llamando así?

No, me lo decía mi papá. Pancha y Ciruja, porque me gustaba usar las bermudas cortadas, con flequitos. En Colonia había un señor que me decía: “Pero Silvita, tan linda y parecés un ciruja”, y ahí me quedó.

¿Tu mamá hacía algo?

Era profesora de cocina de la Escuela Municipal del Hogar de Colonia, de la UTU. Trabajó hasta los setenta años. Se jubiló en el CECAP. Siempre dio clases de Economía Doméstica.

¿Cómo tuvo la visión para impulsarte a estudiar computación?

Fue muy circunstancial. Cuando falleció papá, mamá quedó sola con Laura y conmigo. Y hubo un tío mío, de los fundadores del liceo de Ombúes de Lavalle, Elbio Geymonat, que había sido diputado colorado en una época. Era un tipo con mucha visión y le dijo que le parecía que yo tenía que estudiar computación. Yo era muy chica, estaba entrando al liceo. Económicamente las cosas en casa estaban muy apretadas, empecé a trabajar, a los quince años, en la librería Pocho. Ahí mamá empezó a ir a Punta del Este los veranos, a trabajar durante la temporada. Mamá vino en marzo y me anotó en la ORT, en primer año de la carrera en Analista de Sistemas. Yo no había terminado cuarto todavía. Empecé en agosto y mamá me lo pagó al contado. “Ya pagué todo, así que no se te ocurra perder”, me dijo. La carrera no estaba reconocida oficialmente en el 84, éramos de los primeros.

Casi con la tarjeta perforada.

En aquel momento hacías primer año con cuarto aprobado, segundo con quinto aprobado y tercero con sexto aprobado. Yo lo fui haciendo en paralelo, la carrera y el liceo.

Y te gustó.

Se ve que sí. Cuando terminé, me anoté en Manpower y trabajé en una licitación para la central termoeléctrica de La Tablada, en la UTE, donde necesitaban gente que escribiera rápido en la computadora y la supiera usar. Después surgió una vacante en General Motors y empecé a trabajar ahí, en el departamento de compras. Justo habían cambiado el sistema a IBM, y se dio que empezara a trabajar en informática.

Seguiste estudiando y formándote.

Terminé en el 87, cuando se dio el salto en la computación. Ahí empezó Windows. Fue un cambio enorme, se empezó a popularizar, con la salida del PC. Empecé a trabajar en la Alianza Uruguay Estados Unidos, como encargada del centro de cómputos, y después en el laboratorio Roche. Luego en Infocorp. Siempre había trabajado en industrias que eran clientes de las empresas de informáticas, y ahí empecé a trabajar con quienes hacían el software para las empresas. Ahí estuve hasta el 2009, cuando empecé con mi empresa.

Te fue bien como empresaria.

Sí, siempre viví de mi trabajo. Me fue bien. Nunca tuve una experiencia de que me hiciera feliz el acumular.

Hablando de lo material.

Sí. Siempre me pareció que era la forma de hacer algo que aportara, y, sobre todo, de tener la libertad de trabajar con quien yo quería. Siempre defendí mucho esa libertad. Desde que arranqué mantuvimos una constante: que prácticamente el 80% de los gurises y gurisas que trabajan conmigo lo hicieron como primera experiencia laboral. Me encanta laburar con gurises.

Te cambia la cabeza.

Absolutamente. Y te cuestionan, desde otro lugar, pero siempre es fresco. Cuestionan desde un lugar que no es el de la imposición.

Tenés dos hijos.

Pedro y Marcos. Pedro tiene diecinueve y Marcos, dieciocho.

¿Con qué edad los adoptaste?

Marcos tenía casi dos, y Pedro casi cuatro.

¿Fue fácil el trámite de adopción o te costó?

No, no fue fácil. Creo que armar una familia tiene siempre sus bemoles. De cualquier forma en que se arme. Uno es uno y sus circunstancias. Siempre fui muy respetuosa de las circunstancias que traían mis hijos consigo. Lo soy hasta el día de hoy. Hemos hecho una familia preciosa. Son dos gurises solidarios, trabajadores. Son divinos.

¿Qué hacen?

Marcos estudia Comunicación Visual en la UTU, está en segundo. Y Pedro estudia Robótica, también en la UTU, en Atlántida.

¿Robótica?

Le encanta resolver circuitos. Empezó un curso nuevo en Atlántida, era la primera vez que se hacía ese curso. Anduvo dando vueltas en la UTU sin saber bien qué hacer. Terminó el ciclo básico con el FPB de la UTU, haciendo Carpintería. Después se metió en el bachillerato tecnológico de Robótica, y ahí está, encantado, resolviendo circuitos. Y Marcos tiene un programa en Esdrújula TV. Es su primera experiencia laboral en su medio.

Es por la influencia de la madre.

No, ahí sí que no tuve nada que ver. Se lo ganó solito el gurí. El programase llama Juventud apurada. Va los domingos a las nueve de la noche.

Vos te asumís como homosexual.

Soy una persona. No me pongo etiquetas.

En tu biografía ponés: “pareja de Ana”.

Soy compañera de vida de Ana, sí.

No es frecuente el caso de mujeres que admitan su homosexualidad. Me parece muy sano.

Vivir y disfrutar de la vida tiene que ser sano. Me asumo como lo que soy, como persona. De la misma manera que respeto las circunstancias de mis hijos, de mi pareja y de todo el mundo, creo que lo primero es respetar las propias. Sí, soy compañera de vida de Ana y estoy muy feliz con eso.

¿Fue difícil? La sociedad uruguaya tiene muchos prejuicios.

Nunca hice de mi vida de pareja un estandarte. Siempre lo viví como vivo cualquier otra relación de amistad. Nunca lo viví como una cosa que me provocara algo diferente. ¿Si me ocasionó algún problema en particular? Honestamente no me di cuenta. Una vez, en una entrevista que hice para algo de mujeres, me preguntaron si era difícil ser mujer en el mundo de la tecnología. Respondí que el mundo de la tecnología nos hace estar siempre pendientes del problema que vamos a resolver. Siempre estás buscando soluciones a un problema, que en términos generales siempre te supera. La satisfacción de resolver ese problema hace que ni siquiera te des cuenta de qué pasa en el medio. Mirando hacia atrás, uno dice que podría haber sido diferente, pero capaz no me di cuenta. No sabría decirte si es difícil. Podés preguntarme si sufrí por amor y te digo que sí.

Como todo el mundo.

Como todo el mundo, como cuando a tus hijos les pasa algo. ¿Viví injusticias? Sí, como todo el mundo. Forma parte de la vida. En cambio, por ser mujer sí me pasaron cosas. Tuve situaciones de abuso, de acoso, situaciones con un socio con respecto al cual estaba en inferioridad de condiciones por ser mujer. Esas son las cosas que identifico. Y que mis hijos tuvieron problemas por ser adoptados. Pero no en otras cosas.

Ellos lo saben desde el principio.

Absolutamente. Es parte del respeto de lo que un trae como persona.

Llegás a la política de forma medio atípica. Generalmente hay una carrerita militante. Caíste en paracaídas o no sé qué pasó.

Siempre milité bastante, siempre me gustó participar como delegada. Nunca tuve militancia orgánica en un grupo. Me decidí a tenerla cuando tuve ya otras situaciones personales resueltas, y a raíz de la relación que hice con Carolina, que empezó siendo de trabajo.

CUTI y ANTEL.

Sí, cuando se empezó a pensar la implementación del Programa Jacarandá. Coincidimos en un montón de cosas, en esa búsqueda de “resolver el problema”. Cuando surgió la candidatura de Carolina en las internas decidí firmemente ponerme a militar por eso y asumir las responsabilidades del comando. Empezamos antes de junio, y el 5 de noviembre, en el club que está debajo de la Facultad de Ingeniería, arrancamos la campaña de las internas y nunca paramos. Tuvimos tres elecciones, algo que generalmente se vive en más tiempo. Fue un curso acelerado de política. Ahí fui asumiendo diferentes responsabilidades en el comando.

¿No te embola el senado?

No.

¿Carolina puede delegar?

Sí, es una mujer que trabaja muchísimo en equipo. Tenemos reuniones de equipo prácticamente todas las semanas. Tengo reuniones con Carolina en las que hablamos, priorizamos, nos ordenamos. Trabajo mucho con ella, y mucho con mi equipo, con el que tenemos dos reuniones semanales, una al inicio y otra en el cierre. En una hablamos de política y de cómo vamos a encarar temas de estrategia política, y la otra es absolutamente operativa, dedicada a revisar agenda y mapa de ruta. Somos muy metódicos.

Cabeza ingenieril.

Sí. Revisamos y vamos por los resultados. Preparamos las intervenciones. Somos bastante ordenaditos.

Volviendo al tema, el senado para vos es un cambio.

Es un cambio. Hay que manejar de forma diferente los tiempos. No significa que si uno es más ejecutivo entonces no tenga nada para hacer acá. Trabajamos durante todo el receso tratando de entender dónde estaban los temas que más definían lo que eran los intereses de la banca nuestra y el aporte hacia la bancada. A partir de ahí definimos una hoja de ruta bastante exigente para este año, que nos hace trabajar todo el día, y en eso hay ejecutividad. Pasamos el día trabajando. La gente demanda mucho. Estamos muy en contacto con todo el mundo. Hablamos con un montón de gente.

En la izquierda no hay muchos empresarios. Sos una especie de mosca blanca.

Sí.

¿Cómo te recibieron los compas?

Súper bien. El otro día en Sarandí, hablando con Puglia y Jaime Clara, destaqué que mis compañeros me recibieron muy bien. Me sentí bienvenida, respetada, escuchada. Te confieso que al principio venía quietita, viéndome al lado de Andrade, de Olesker, de gente que para mí eran referentes. Siempre me escucharon y me respetaron mucho desde el principio. Tengo muy buena relación con todos mis compañeros. Más allá de la relación social o personal que se pueda tener. Siempre noté la bienvenida, el apoyo. Honestamente, siempre me sentí muy cómoda. Y no solamente con mis compañeros de bancada.

¿Con los otros también?

Sí. Me sentí bienvenida, en un buen ambiente. Nos peleamos en el plenario, es un hecho, pero…

¿Quién no se pelea con Graciela Bianchi?

Sin embargo, hay un nivel de relación cordial, la arena del plenario es otra cosa.

Hay un poco de circo.

Hay un poco. A mí no me sale mucho el circo. Soy más de ir, trabajar, hacer lo que hay que hacer, tratar de explicar. Soy bastante obsesiva en tratar de que la comunicación sea efectiva. Durante mucho tiempo di clases y me gusta mucho. La comunicación tiene que ser clara. Después hay que ver si se enoja o no, pero no buscar el enfrentamiento por sí mismo. En términos laborales, te puedo decir que me siento en un buen ambiente de trabajo.

¿Sentís que te faltó formación política?

El comienzo de mi actividad en la banca se da en un momento particular. Empecé a full cuando Carolina renunció para asumir la Intendencia, en plena discusión de presupuesto, tema que me era totalmente familiar. Yo había trabajado bastante en sistemas de presupuesto. En la parte presupuestal me sentí muy cómoda. Mirar un plan estratégico o poder analizar las líneas programáticas, o poder ver los objetivos de gestión, para mí es absolutamente natural. Más conociendo perfectamente el funcionamiento del sistema de presupuesto. En ese sentido entré en un lugar muy cómodo.

Entonces es mucho más grave, si entendés lo que es el presupuesto y ves el del Partido Nacional.

Pero mirá lo que hicimos ahí. No tomamos el presupuesto por unidad ejecutora, sino que lo analizamos por áreas programáticas. Dije que no me importaba lo que fuese a hacer cada uno sino lo que se fuese a hacer en general. Agarramos tres o cuatro áreas programáticas que para nosotros eran de gran interés, desarrollo productivo, ciencia, innovación y tecnología, educación y otra de protección social, y todo el presupuesto lo analizamos transversalmente. Eso nos dio un punto de vista bien interesante, porque lo que empezamos a hacer fue una matriz con todas las áreas programáticas y los objetivos estratégicos para cada una, y los objetivos de gestión para esas estrategias. Fuimos trazando cada una de esas líneas con los objetivos de gestión y las acciones que se proponían. Empezamos a ver que algunas de las áreas programáticas tenían objetivos estratégicos pero no de gestión, o que les faltaban acciones. Ahí íbamos viendo. Si tenía una cosa pero le faltaban dos más, marcábamos con dos cruces. Llegamos a tener un mapa del presupuesto.

Que parecía un cementerio, con tantas cruces.

Tenía varias, debo reconocerlo. En ciencia, tecnología e innovación, por ejemplo. En desarrollo productivo, también. A partir de ahí, en las comparecencias de las unidades ejecutoras, empezamos a armar nuestras preguntas, lo que nos empezó a dar pie a hacer preguntas que ahora vamos a seguir en la rendición de cuentas. Lo tomamos de esa forma. En ese sentido logramos, creo yo, hacer un buen trabajo de análisis de presupuesto.

¿Lograron modificaciones?

Sí, como la de los juzgados multimateria, que quedó a consideración en el último minuto. Ese fue un gran logro de la bicameral. En cuanto al presupuesto, se nos vino el asunto de la pandemia. Me preguntabas sobre la formación política. Honestamente, donde me tuve que poner a revisar cosas conceptualmente fue en lo que tenía que ver con cuestiones de coyuntura económica. Ahí me tuve que poner a profundizar. La política para mí está en una dinámica de construcción permanente, y mucho más ahora. Me parece bárbaro que sea así. Creo que ahora las líneas de formación, de construcción y de actividad política están cambiando porque la participación está cambiando. Ciertos anclajes ideológicos están cambiando. Me parece que está bueno ir acompañando esa construcción y de ir apostando a ir para adelante.

¿El Frente está haciendo eso?

El Frente se está acomodando, sí. Todo el mundo se está acomodando como puede. Y no está mal acomodarse, es parte de la construcción. Hay un acomodo que es natural en los cambios sociales. Tuvimos un cambio social importante con el cambio de gobierno. La pandemia fue un cambio que nadie esperaba. Como comunidad, todos vamos a salir diferentes de la pandemia.

Hay quienes pronosticaban que íbamos a salir mejor.

Creo que no vamos a salir mejor, lamentablemente. Sí. Vamos a salir distintos. Y vamos a tener que convertir eso en un salir mejores. Ese es el gran desafío. No tenemos que salir ni más productivos ni más rentables, sino mejores como comunidad, en todos los sentidos de la palabra, en ser generosos para construir futuro. Si hay algo que no nos pertenece es el futuro, que siempre va a ser de otros. El mirar para adelante se tiene que hacer con mucha generosidad y entrega, porque se sabe que va a ser para otros. Soy optimista porque siempre pienso en los gurises. Uno no está acá para cobrar un sueldo todos los meses. Hay que hacer.

¿No está muy polarizada la sociedad? Incluso a nivel político.

Está, un poco. No tiene color político lo que nos está pasando. Lo que no se puede perder es la noción de comunidad. Creo que estamos enfrentados en las formas. Si miro las formas de encarar esto como comunidad, las que más me convencen son las de la Intendencia de Montevideo, que está encarando un plan de emergencia, y que en el medio de ese plan está encarando la ayuda a las ollas, la apertura de más Comuna Mujer para encarar la violencia.

Mientras sube el boleto.

Sí, con las empresas que son absolutamente imposibles de bancar. Y el boleto no subió hacia los lugares que más se mueven para ir a trabajar. El boleto se puede subir con ciertas condiciones, que tienden a que el impacto sea menor. Se puede tener una determinada cantidad de presupuesto para apoyar a las ollas. Se puede hacer que Comuna Mujer tenga mayor tiempo de asistencia. Se pueden buscar inversiones por otro lado. El gobierno puede endeudarse para dar una renta básica de emergencia, nosotros pensamos que sí. Pero no lo hace. ¿En qué nos enfrentamos? En la idea del cómo. Es verdad que como fuerza política hemos venido reclamando más diálogo. Me parece que el diálogo es una actitud que tiene que ser planteada en forma genuina. Lo que pasa es que no colaboramos con el diálogo diciendo que el contagio está en la marcha del 8 de Marzo, desconociendo la realidad científica que eso implica. Hay lugares desde donde se puede empezar a conversar. Soy una convencida de eso y creo que el Frente Amplio está en eso.

No es fácil decir con quién dialogás en el Frente. ¿Quién es el Frente hoy?

El Frente Amplio tiene su orgánica definida. Puede gustar o no, pero la tiene. Si uno quiere hablar con el Frente Amplio, habla con la mesa política, con el secretariado, con el presidente. A nivel parlamentario se habla con los integrantes de la Comisión de Seguimiento Covid, que son doce, siete de la coalición multicolor y cinco del Frente Amplio. En esos cinco compañeros del Frente Amplio está representada la bancada del senado frenteamplista. No se olviden que ese ámbito nosotros lo habíamos propuesto en diciembre. Podríamos haber empezado a dialogar en diciembre, en cuyo caso hubiésemos analizado el informe del GACH del 7 de febrero, juntos.

¿Hay más posibilidades de acuerdo en esta instancia? No es tan monolítica la coalición como puede serlo el Poder Ejecutivo.

Sí. Entiendo que la coalición debe tener sus diálogos internos y que es a partir de ahí que surgen posiciones en común. Y las que no, se saldan cuando se levanta la mano. Eso fue lo que pasó con la coalición.

¿Tenés tres motivos claves de por qué pierde el Frente?

No. No tengo tres motivos claves. Ni siquiera sé si tengo uno. No sé si se puede cuantificar. Hay un montón de situaciones.

Puede ser cualitativo, igual. No cuantifiques todo.

Me gusta cuantificar. Creo que hubo una evaluación democrática de la gente, que en ese momento no eligió la gestión del Frente Amplio. Hubo cosas que se pudieron hacer mejor, sí. Hubo cosas que quedaron por hacer, también. Pero creo que en estos quince años el país dio un salto cualitativo en un montón de cosas. El desarrollo productivo no tuvo nada que ver con lo que agarramos. La disminución de la pobreza es un hecho sin precedentes. O todo lo que tiene que ver con el desarrollo tecnológico y las capacidades de futuro que quedaron instaladas. El cambio de la matriz energética. ¿Perdimos con todos esos logros? Sí, en el juego democrático. Ahora hay que pensar y actuar desde otro lugar. Pensar la fuerza política desde un lugar de construcción de futuro. Costará lo que tenga que costar. Cualquier precio es válido para hacer algo bueno.

¿No se apostó demasiado a lo económico y productivo dejando lo cultural de lado?

Capaz generamos un tipo de ciudadano que terminó no pensando como nosotros hubiésemos querido que pensara. No sé qué faltó, no sé si faltó cultura, o qué tipo de cultura. El área cultural se desarrolló como nunca.

Cambio cultural ideológico.

¿Cómo lo sesgás para el lado que querés? Se puede sesgar, ¿pero está bien? Me parece que las sociedades tienen sus motores propios de desarrollo. Algunos se pueden intentar enmarcar y otros quizás no. Ahí está la riqueza de una democracia, en definitiva. Ahora nos tocó ser oposición. Los lugares que a uno le van tocando en la vida son diferentes, y eso no quita que desde cada lugar uno no pueda cambiar lo que corresponde que cambie en ese momento. Siempre hablo del metro cuadrado: yo actúo en mi metro cuadrado, sea tan grande como sea. Creo que cada quien, desde el propio, y volviendo a la noción de comunidad, tiene la obligación y la responsabilidad de generar un metro cuadrado, para otro, que sea mejor. Eso es una noción de comunidad.

Si el discurso hegemónico que se fue imponiendo es el de la meritocracia y el egoísmo, algo puede haber influido no dar la batalla cultural durante esos quince años.

Quizás. El mundo está yendo hacia ahí. Estamos inmersos en un cambio social que no nos es ajeno. En estos últimos veinte años todo el mundo ha ido tendiendo hacia el consumismo, hacia el individualismo. Hoy me hablabas de mi lugar de empresaria, de madre. Desde cada uno de los lugares que uno va asumiendo, siempre he tratado de ir contra eso. Vengo del área de la tecnología, que me parece que tiene que ser una herramienta y no un objetivo en sí mismo. Siempre traté de ir para ahí, y me consta que mucha gente ha hecho lo mismo.

¿Fue suficiente?

Aparentemente, no. Pero todavía hay mucha gurisada que puede pensar diferente. Esto tampoco se termina en nosotros. Los gurises piensan distinto. ¿Cuántos colectivos culturales han empezado a aparecer ahora? Que no son esas organizaciones a las que uno estaba más acostumbrado. Mirá los colectivos culturales, las ollas. Se han ido horizontalizando. Ahora se juntaron los científicos en una asamblea de mil quinientos y pico.

Primera vez que pasa.

Primera vez. Entonces hay una modalidad. A veces empiezan como cosas fermentales e individuales, pero hay una noción de comunidad que, insisto, no se ha perdido. Lo que pasa es que capaz hay que empezar a rescatar esos valores que nos van definiendo como comunidades. Capaz uno está perdido, que está trabajando, estudiando, queriendo posicionarse, o en una competencia que está más exacerbada que antes, o porque se ha perdido el valor del trabajo, la memoria de aquellos inmigrantes que vinieron a romper terrones. Capaz que sí. La vida se ha hecho un poco más cómoda. Pero no está mal. Solo que es una cuestión de acomode.

¿El Frente Amplio no perdió el tren? ¿No se supone que el partido tiene que ser el catalizador de todo eso?

Con Carolina siempre hablamos de que el Frente Amplio es mucho más que la sede de Colonia y Ejido, mucho más que la dirigencia, que la bancada, que el conjunto de legisladores. Es mucho más que sus votantes, que los comités. Cada quien tiene su cuota parte y tiene que ir buscando su lugar en esa construcción colectiva que es el Frente Amplio, el proyecto de país de izquierda, de comunidad solidaria, progresista en sus ideas, que mira hacia el futuro desde un lugar de igualdad. Eso no está en un lugar físico. Que después tenga una expresión electoral mayoritaria o minoritaria es otra cosa. Es como la fe y la religión. Me parece que tenemos que ir logrando que esa comunidad, cuando se hace voz, logre un nivel de representatividad que nos permita determinada cuota de poder para llevar adelante el programa del Frente Amplio. Pero son muchos aspectos de una cosa mucho más grande y que nos trasciende completamente.

¿La revolución será feminista o no será?

Creo que el movimiento feminista es una de las grandes revoluciones de este siglo, la que en muchos aspectos ha cambiado radicalmente el modo de ver la sociedad. Y la que tiene más largo plazo.

El patriarcado viene de lejos.

Viene de lejos. Si lo proyectamos hacia adelante, hay para rato. Hay para laburar ahí.

Es el movimiento de masas más fuerte; sin embargo, los sectores de la izquierda que lo tomaron como bandera tuvieron poca representación política.

Creo que justamente porque es tan fermental es que cualquier etiqueta le queda chica. El valor está en la fermentalidad y la diversidad que ese movimiento tiene. Probablemente no haya ninguna organización política que sea tan fermental y diversa como para poder representarlo. Creo que los zapallos se van a ir acomodando en el carro.

Las berenjenas.

Porque son violetas. Yo estoy con los zapallos porque hoy coseché mi primer zapallo.

¿Tenés una chacra? ¿Sos terrateniente además de empresaria?

No, tengo un patio grande, nada más. Vivo en El Remanso de Neptunia. Me regalaron diez plantines de zapallo y los planté. Encontré zapallos enredados en el cedrón, en el limonero y la pitanga. Es muy divertido. Hoy coseché uno porque ya estaba con el tronquito maduro.

La Amplia. ¿Para qué? No des el verso de que es un Frente Amplio chiquito.

Surgió como una expresión electoral y un grupo independiente para apoyar a Carolina, y así pretendió continuar a lo largo de estas tres instancias electorales. Terminó siendo un espacio donde un montón de gente se sintió muy cómoda, en lo que fueron los ejes de ciertas formas de ver la realidad y el futuro, cuestiones que están bastante encarnadas en la gestión de Carolina. Cuestiones de índole tecnológica, de gestión ordenada, medioambientales, de ver la participación de forma horizontal. Pasó de ser una expresión electoral, seguimos juntos como colectivo y grupo, y volvimos a ir en noviembre y para las elecciones departamentales, con un grupo sólido de gente. Tenemos un grupo en Rivera y compañeros en Paysandú, en Tacuarembó y Canelones. Es un espacio en construcción y capaz termina siendo un sector político dentro del Frente Amplio. Tiene un foco clarísimo en apoyar la gestión de Carolina en la Intendencia y el senado conmigo. Trabajamos mucho.

Ser cabeza de ratón en lugar de cola de león, típico en la izquierda. Todo el mundo quiere tener su chacrita.

No sé si esta fue una cuestión de chacras, honestamente.

Cinco ex bolches que se juntan y reclutan algunos otros inocentes.

Capaz las lógicas de las organizaciones políticas han cambiado un poco. Antes de sentarse a definir cosas grandilocuentes me parece que, primero, hay que formar grupos de comodidad, donde la acción política sea viable en tanto la gente se sienta comprometida con lo que está haciendo. Te puedo decir que hoy la gente que está en La Amplia, venga de donde venga, se siente representada por la gestión de Carolina en la Intendencia, que colabora en el plan de alimentación que se está llevando adelante con Carmen, que colabora en la secretaría de diversidad con Sergio, en el área de comunicación con Ana, en el área de desarrollo ambiental con Guillermo, con la gente que está en la parte de salud, con el área de desarrollo social, y cada uno aporta desde esos lugares de una forma genuina porque se siente cómodo en ese lugar de militancia política. Colaboran conmigo en el senado. Nos juntamos todas las semanas con la dirección política, y de forma bisemanal con compañeros que trabajan conmigo en algunos temas. Hoy por hoy, es un lugar de construcción política, de militancia política, en el que la gente labura y se siente cómoda.

Militando con amigos.

Casi. O por lo menos con gente que piensa que puede aportar desde un mismo lugar.

Uno de los problemas del Frente es la diversidad de grupos.

Puede ser un problema o puede ser una oportunidad.

Así surgen las cooperativas de votos.

Lo entiendo, pero me parece que tiene un componente mucho más profundo, que es qué tan genuino es lo que une, o qué tan electoralista.

Hoy los cargos políticos son más importantes que la acción política.

Esa es una de las discusiones que tiene que dar la fuerza política para plantarse y ver cómo se construye de cara al futuro. Es una discusión que tendremos que dar.

¿Los compañeros del interior te transmiten por qué se rompió el vínculo con el Frente?

Las reuniones que estamos teniendo ahora son básicamente de trabajo y no tanto de mirar para atrás a ver qué pasó.

Pero cuando proyectás también ves qué cosas hay que hacer mejor.

Trabajo bastante con Rivera, con Paysandú, con Canelones. Con la gente de Rivera trabajo mucho en referencia a la UTEC y el Polo Tecnológico. ¿Se puede decir que hubo algo que no se hizo bien? Te diría que todo lo hecho ahí está hecho medianamente bien. Si me preguntás si alguien iba antes a escuchar a la gente de Rivera, honestamente no lo sé. Sé lo que estoy haciendo yo hoy y para dónde vamos. Tenemos una agenda bastante sistemática, donde tomamos los temas y los tratamos. Nuestra decisión es ir a hablar. Y si alguien me plantea un problema, profundizar y solucionarlo en la medida que se pueda. No sé si hoy por hoy hay que rascar mucho más o empezar a hacer. Yo soy de la idea de siempre hacer. Para adelante.

Quien no estudia su pasado está condenado a repetirlo.

Pero el que no escucha a quienes no vivieron ese pasado tampoco puede construir un futuro nuevo. Y los gurises ahí tienen un papel fundamental. No piensan igual que nosotros.

El riesgo es entrar en la maquinita de trabajo y barrer debajo de la alfombra lo que pasó.

Insisto en que uno nunca puede perder la noción de comunidad del para qué se hace. Cuando uno se ve como miembro de una comunidad, donde las relaciones de poder están repartidas y donde el poder no es un objetivo en sí mismo, ahí es donde empieza a estar esa cosa que te decía es más profunda y genuina que lo que luego termina siendo una expresión electoral. Apuesto a esa decisión genuina de hacer en tanto lo comunitario, en tanto el valor que uno aporta a la comunidad. No somos otra cosa. Yo no me veo si no es en comunidad, no sé pensarme de otra manera, o me resulta muy difícil. Hay una autora norteamericana que se llama Judith Butler, del movimiento de la no violencia. Tiene un libro que se llama La acción política de la no violencia, donde habla de lo que es la noción bien liberal de la concepción del individuo Robinson Crusoe. Esa visión individualista de un Robinson Crusoe que una vez en la isla no necesita a nadie y se vale por sí mismo.

Lo tiene a Viernes.

Exactamente. A ese señor alguien lo cuidó. Recibió de alguien los cuidados y oportunidades para desarrollarse. Uno no se puede ver como un Robinson Crusoe en el momento en que está en la isla, porque Robinson Crusoe no nació náufrago en la isla. No se puede ver la vida desde un momento en particular. Ahí vienen un montón de concepciones que tienen que ver con el Estado presente, con la igualdad de oportunidades de hacer y soñar, porque para hacia dónde se quiere ir y para poder hacer, primero se tiene que poder soñar. Y eso no se logra en forma individual. Por eso me resulta absolutamente natural pensar y evaluar las cosas en términos de dónde vivimos, en términos de lo comunitario. Me resulta natural. Debe ser porque soy medio piamontesa, me sale la sangre por ese lado.

Ya que estás medio renuente a las autocríticas, vamos a hablar del gobierno.

No estoy medio renuente. Es que las autocríticas me resultan… En ingeniería de software le llamamos “retrospectiva”. Las hacemos todo el tiempo, como una forma más de todo lo que hacemos. Es cosa de todos los días. También hacer análisis de riesgo y de impacto. Justamente, es cosa de todos los días, no un hito en sí mismo, ni algo que me lleve toda la energía del mundo.

Decíselo a tus compañeros de bancada, que no se dieron cuenta.

No es que sea renuente, es que me resulta un proceso natural. ¿Vos querés que le dé por la cabeza al gobierno?

Queríamos hablar del futuro del trabajo. Como país, ¿cómo venimos?

La tecnología y el cambio en el futuro del trabajo es una cosa que es muy difícil no correrla de atrás, sin una acción prospectiva, inteligente y pensada en comunidad. Si no tenés pensados programas de reconversión laboral. La pandemia ha afectado al sector turístico, al sector de comercio y servicios. Muchas de esas personas quizás no vuelvan a trabajar de lo mismo cuando salgan del seguro de desempleo. Me parece que hay que pensar seriamente una política de reconversión laboral. Muy seriamente y a mediano plazo.

¿En qué áreas?

La gente dice que la tecnología es el futuro y que todos tienen que hacer cursos de programación. No. Pero es verdad que en las empresas de tecnología hay un filón de puestos de trabajo, aunque no siempre son de orden tecnológico. Hay una posibilidad bien interesante de reconversión en lo que tiene que ver con el negocio de la tecnología. Por ejemplo, yo puedo reconvertir gente que pueda analizar un negocio porque ya trabajó en ese rubro. Gente que pueda analizar una cadena de retail porque trabajó en un supermercado. ¿Tengo que reconvertir a un programador? No. Pero puedo reconvertir a un analista de negocios. Pero esto hay que pensarlo, requiere de políticas públicas, requiere que el Estado marque un plan de desarrollo estratégico en lo que son las áreas de tecnología, innovación e investigación. ¿Por qué alguien que toda su vida trabajó en una fábrica de caucho no se puede convertir en investigador en un área productiva que tenga que ver con la aplicación del caucho? Por decirte algo. ¿Por qué no podemos reconvertir electricistas comunes para empezar a trabajar en electricidad solar? ¿Por qué no podemos empezar a explorar condiciones alternativas de desarrollo de combustible? Pero todas estas ideas no nacen apretando un botón.

Cuando empezaron a venir los motores de punto los mecánicos reconvirtieron todo.

Exactamente. Pero ahora podemos empezar a pensar situaciones de políticas públicas que enmarquen el esfuerzo de la comunidad, y cómo nos vemos como país dentro de diez años. ¿Por qué no podemos salir a buscar una fábrica de Tesla y reconvertir a los mecánicos para que trabajen en autos eléctricos, y que los programadores se encarguen de los circuitos, y que los testers testeen los autos?

¿Hoy la industria le está demandando a la academia tecnología e innovación?

Hay que tener una industria fuerte que demande problemas. Como academia necesito problemas, para buscar soluciones. Y a su vez necesito desarrollar conocimiento para poder tener la capacidad de resolver esos problemas. Terminamos en cuestiones que nos transversalizan a todos. Si me sitúo como senadora que participa de la comisión de ciencia, innovación y tecnología, puedo estar viendo cómo voy a correr de atrás todas las regulaciones o puedo empezar a hablar con un montón de gente que hoy hace inteligencia artificial y preguntarle qué regulación está faltando para cuando llegue la inteligencia artificial aplicada a los trámites del Estado. ¿Nos falta algo? Bueno, vamos a pensar juntos. Yo puedo pensar en cómo estamos con las patentes, en la seguridad de datos personales. ¿Cuánto falta para cuando tengamos un implante celular? No falta nada. Podemos actuar en forma proactiva, pero no con esfuerzos individuales. La política pública tiene que ser política de Estado. En estas cosas en que se nos va el futuro no podemos seguir teniendo políticas cada cinco años.

¿Cómo hacés una política de Estado con gente que solo recorta?

Puedo decir: “En este momento no tengo”. ¿Por qué no salgo a buscar más, en otro lado? Parate en la ANII. La función de su director no es hacer más con menos. Es hacer más con más. Salir a buscar más. Juntarnos y pensar cómo buscamos más, y no cómo hacemos más con menos. Eso no es innovación, ni es investigación, ni es inversión en ciencias. No necesitamos un señor contador que nos diga cuánta plata podemos gastar. Necesitamos desarrollar ciencia, conocimiento, y eso no sale tres pesos ni acá ni en ningún otro lado. El presupuesto de ciencia, tecnología e innovación no compite con los de salud, industria o seguridad. Al contrario, es un presupuesto que potencia todo lo que se puede hacer en las demás áreas. Después podemos entrar en la discusión de si todo el aporte en ciencia, tecnología e innovación tiene que venir del presupuesto del Estado. Capaz que no. ¿Pero por qué las políticas de Estado? Porque son las que hacen que, cuando la plata no da, podamos juntarnos a ver cómo podemos hacer.

El Frente no llegó nunca al 1%.

Muchos países no llegan a esa cifra. El 1% no puede ser un objetivo en sí mismo. Es un instrumento. Capaz ese 1% no tiene que estar necesariamente atado al presupuesto del Estado. Capaz que podemos buscar alternativas. ¿Pero con qué objetivos? Con el objetivo de que el conocimiento quede, de empezar a encaminarnos hacia un lugar de soberanía del conocimiento y la tecnológica, a un lugar donde nos cimiente el conocimiento, donde nos haga tener más perspectiva, y no tanto, en ese modelo de meter plata en los emprendimientos a la espera de que alguno salga para poderlo vender en un montón de plata. ¿Dónde queda el conocimiento en ese caso? La política va por ahí. El papel del Estado tiene que ir por ahí, por ver hacia dónde vamos y no solamente en la reivindicación del 1% por el 1% per se.

¿Cómo visualizás el país dentro de diez años?

Es tan difícil, porque en diez años puede cambiar todo.

¿Por dónde hay que ir? Nos interesa tu cabeza empresaria, no tu cabeza política.

Hay varias cuestiones. Te podía dar la respuesta fácil, que es la tecnología aplicada al medioambiente, a formas de energía renovables, al cuidado del agua, a la conservación ambiental mediante la reducción de la huella de carbono. Todo ese discurso tiende a que podamos ir evaluándonos en algo que es fácil de evaluar, porque vamos a terminar siendo un país más productivo, o con más PBI, o más rentable. Lo cual no quiere decir que seamos un país más equitativo.

O más feliz.

O más feliz. Un país donde pueda soñar con ser algo y tener un Estado que, de alguna manera, me cuida para que yo pueda lograrlo o cambiar e ir hacia otro lado. Las formas rentables y eficientes vienen solas, pero no tienen por qué ser el objetivo en sí mismo. Hoy tenemos una seguridad social que no es del todo rentable pero que permitió que sesenta mil y pico de mujeres se jubilaran, cuando nunca se habrían podido jubilar. ¿Por qué tengo que decir que la seguridad social es poco rentable si está dando posibilidades y si disminuyó sensiblemente la brecha de pobreza entre los viejos de este país? ¿Es menos rentable? Sí, señor, pero es el precio que estoy dispuesto a pagar como país para que mi gente vieja tenga un bienestar. Va a haber costos que tenemos que pagar, en el desarrollo del futuro. Pero, de nuevo, mejor si los acordamos entre todos. Y para eso no necesitamos ponerlos en una plataforma electoral, sino que alcanza con que empiecen a ser acción, y para eso tienen que ir a la educación, y para que vayan a la educación hay que escuchar a la gente que va a vivir los próximos treinta años.

¿Cómo van a ser para vos los próximos veinte años?

No van a ser para mí, van a ser para mis hijos. Para los hijos de mis hijos. Quiero que mis hijos, cuando piensen sus próximos veinte años, no piensen que esos años van a ser para ellos. Esa es la generosidad con la que tenemos que pensar el futuro, y no en términos de si vamos a ser o no más rentables o si vamos a tener más o menos PBI. El mercado va a ir viendo su mejor forma de expandirse. Pero nosotros no podemos dejar que el mercado decida lo que queremos ser como comunidad, y ese es el meollo de la cuestión. Después tenemos cuestiones de gestión, sí, de orden presupuestal, de bienestar social, de energía y recursos naturales. ¿Y cómo hay que hacer la gestión? Hay que hacerla bien. Sin llevarse nada para la casa. Siendo eficientes. Rindiendo cuentas. Esto no nos pertenece.

Pero tampoco nos pertenece el agua, y la vamos a dejar toda contaminada y llena de cianobacterias.

Hay que ver cuáles son los desafíos para los próximos veinte años: no queremos tener el agua de esta manera, no queremos tener una huella de carbono mayor a tanto, no queremos que el campo quede desierto y queremos que la gente siga trabajando ahí. ¿Cómo hacemos? Vamos a poner determinadas cuestiones de políticas de Estado para que podamos hacer esto. En ese acuerdo macro después podrá haber elementos electorales para acá y para allá. Hay un uruguayo que vive en Israel hace mucho tiempo, que es el director de todos los polos tecnológicos de Israel. Me decía que allá las políticas de Estado se hacen “hasta que venga el profeta”, y no cada cinco años. Tenemos que poder evolucionar a que haya ciertas líneas que no se toquen. El Sistema Nacional de Cuidados no se podía tocar, porque es un sistema básico de protección social. Si no le gusta, plantee uno mejor. Pero hay que cuidar a la gente.

Había empezado, y no se le había dado toda la fuerza que había que haberle dado.

Entonces démosela, pero no lo rompamos.

Se supone que era el buque insignia del tercer gobierno, pero fue como La Amplia… Chiquito.

Hay situaciones coyunturales que hacen que uno a veces no alcance los objetivos. Pero no por eso hay que renegar de los objetivos. Tenemos un sistema de cuidados. Ese sistema tendría que haber sido la estrella de todo esto, para que la gente pudiera cuidar de los enfermos, para que pudiéramos tener las canastas donde había que tenerlas, para que los viejos estuvieran cuidados.

No es sencillo hacer políticas de Estado cuando tenés dos visiones ideológicas antagónicas sobre el Estado.

A veces es poner el tema sobre la mesa y empezar a buscar una solución. El resultado final importa, pero en el medio construimos diálogo y llegamos a hablar del tema. Eso ya es algo, nos dio un motivo de preocupación, de conversación. Son temas que a veces no podemos mirar solamente desde el logro de victorias en una lucha. Tenemos esa cosa épica de las luchas, de las batallas.

¿Pero, para vos, cuando se aprobó el aborto no fue una lucha épica?

Lo fue, pero lo que digo es que no todo lo es. No nos podemos quedar solamente con el dos a uno. Hay que elegir las batallas, y el proceso construye. Y me parece que esta es una visión bastante femenina. Y esto es parte de empezar a entender las políticas de Estado y cómo uno las pone en la mesa. Podés construir a pesar de las diferencias. Se tiene que poder. Estoy convencida.

También se puede hacer un referéndum contra la LUC.

También.

¿Se llega con las firmas?

Ojalá que sí. Estamos en una logística muy compleja.

No van a dar extensión de plazo.

No. Creo que hay que ser extremadamente creativos y de tratar que, si no se llega, hayamos construido en el proceso.

¿No fue embarcarse en una épica, otra vez? ¿Qué te dicen tus vecinos de El Remanso cuando les preguntás qué es la LUC?

Están muy informados. Creo que ahí hubo una decisión de las organizaciones sociales.

Y que el Frente fue, otra vez, cola del tren. Hubo divisiones en el Frente con respecto a esto.

Como las ha habido en otros momentos. Creo que lo importante termina siendo el para qué. Es cierto que esos ciento treinta artículos hay que tratar de derogarlos. Hay que poner todo lo que esté a nuestro alcance para tratar de hacerlo. Y hay que aceptar las dificultades que esto tiene, porque estamos en un momento horrible para juntar firmas. Ojalá lleguemos, pero hay que reconocer las dificultades. Si no se reconocen, ¿cómo nos sobreponemos? ¿Cómo pensamos alternativas?

Tu análisis prospectivo dice que no.

Dice que estamos en un partido difícil pero que hay que dejar todo en la cancha. Hablo en términos futboleros (risas).

¿Sos futbolera?

No, no soy futbolera. Pero soy de Plaza Colonia y de Villa Española. Yo nadaba en Plaza Colonia, y ahí tengo mi corazón.

Seguís cinco años en el senado.

Espero que sí.

¿Delegaste la empresa? ¿Armaste una cooperativa?

No llegamos a eso, pero no estoy en absolutamente ninguna cuestión operativa. Estoy todo el tiempo acá. Me parece que era de orden. Pero se están manejando muy bien. Los extraño, extraño un poco el software.

¿Qué es ese tatuaje?

Es un tatuaje maorí.

¿Estuviste en Nueva Zelanda?

No, me lo hice en viaje a Londres. Los tatuajes maoríes tienen la característica de que son a medida. Te hacen una entrevista sobre un montón de cosas, que dura como tres o cuatro horas. Después el tatuador te diseña un tatuaje. La cabeza de tiburón martillo representa la fortaleza, y hay una onda entera por cada uno de los integrantes de mi familia, y las líneas, que representan los lazos familiares. El tatuaje en sí mismo representa la armonía en la vida.

Llegaste a conocer a Joan Báez en su esplendor.

Tengo varias cosas de Joan. Ese cartel es original, me lo regalaron. Los discos firmados los tengo en casa. De ella fue el primer disco que escuché. Mi papá escuchaba a Julio Sosa, y mamá escuchaba música clásica, y en casa había un solo disco que no era de tango o de música clásica, un disco de Joan Báez que era de una tía que estaba en cana. Lo ponía y lo volvía a poner. Cuando estuvo en Buenos Aires, se lo llevé y me lo firmó. Hace seis o siete años la fui a ver Londres.

¿Le tomaste el gusto a la política?

Siempre me gustó mucho.

Pero ahora. Ya sé que debutaste en el Obelisco.

Ahí perdí la cédula. Mi mamá me decía que por favor tratáramos de pasar lo más desapercibidos posible, que estábamos en un momento complicado. Tenía catorce años. Al otro día Germán Araújo en la 30 dijo: “Tenemos varias cédulas”, y una era la mía. Y me sabía la proclama de Candeau de memoria.

¿Encontraste en esto una nueva actividad para tu vida?

Sí, por estos cinco años. Una herramienta de cambio, sí. Creo que se puede aportar y eso me entusiasma mucho. Me entusiasma mucho la forma de trabajo que tenemos con el equipo de Carolina, y las cosas que se pueden venir haciendo. Tenemos un grupo que nos une más allá del trabajo en sí mismo. Hemos encontrado un lugar donde hacemos cosas que nos hacen sentir bien, donde estamos aportando. La gestión que se está haciendo en el gobierno de Montevideo está muy enfocada en lo que hay que hacer en este momento y me siento muy identificada con esa forma de trabajar.

¿Cómo es la relación entre el gobierno de Montevideo y el nacional?

Es una relación institucional, antes que nada.

Las ha habido pésimas y excelentes.

Me refiero a que es una relación de institución a institución. Se ha logrado trabajar en conjunto. Los vacunatorios de la Intendencia son un ejemplo. O la articulación que se ha hecho entre las policlínicas de ASSE y las municipales. Las policlínicas de la Intendencia testearon desde el día uno, prácticamente. Los test del Ministerio de Salud Pública llegaron sin ningún inconveniente, y cuando la Intendencia ofreció vacunatorios estuvieron prontos en poco tiempo. En las cosas en que se ha podido articular, institucionalmente, se ha logrado. Otro cantar sería si la Intendencia no se hubiese tomado tan a pecho y como buque insignia el ABC. Otro gallo cantaría en Montevideo.

En la UAM hubo mucho chisporroteo.

Pero se llegó a un acuerdo. Hubo mucho chisporroteo porque pasó lo que no tendría que haber pasado, pero se solucionó. Cuando hablamos de objetivos y políticas públicas me parece que la relación institucional no tiene que ser de cariño sino de servicio a la comunidad. La UAM y los vacunatorios están funcionando. También la Comuna Mujer, que tiene más atención que la que tenía antes.

Vamos a hablar dentro de un par de añitos.

Hablamos cuando quieras, por supuesto.

Sos muy oficialista, me parece. El imaginario popular ve a Carolina en la Intendencia como en una plataforma para dar el paso a lo nacional dentro de cuatro años.

Te puedo decir que Carolina está sumamente entusiasmada con el gobierno de Montevideo. Absolutamente enfocada. En este momento nadie ha levantado la cabeza para ninguna otra cosa. No nos parece que sea el momento de pensar en las candidaturas de 2025, ni ahí.

No de exponerlo, pero las aspiraciones están.

Estamos en un momento en donde Montevideo, y capaz cada departamento, en su contexto, requiere una atención permanente. No sería responsable levantar la cabeza para mirar hacia otro lado. Me consta que el equipo de la Intendencia está mirando hacia donde tiene que mirar. Lo veo todos los días.

Pero vivís en Canelones.

Vivo en Neptunia.

¿Fue difícil sacar a Beramendi? ¿Le serruchaste el piso?

Para nada, tengo muy buena relación con Carmen. Nadie sacó a Beramendi de ningún lado. Lo que se hizo fue una evaluación sobre dónde cada uno podía aportar más. Carolina necesitaba un apoyo territorial bien fuerte en la Intendencia, y Carmen tenía esa característica. Tengo muy buena relación con Carmen, y con todos los compañeros de La Amplia que están trabajando en la Intendencia. No es mi estilo, además.

La gente es mala y comenta.

Lo sé, pero no. En absoluto.

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