Simpáticas palomitas
Es sorprendente el nivel que puede alcanzar el capricho de los políticos cuando de candidaturas se trata, a pesar de que la terca realidad aconseje que más serviría esperar un poco. Todavía debe correr mucha agua –ojalá no sea la marrón de OSE- debajo de los puentes.
Fiebre contagiosa que se está expandiendo y hace recordar el aforismo del inolvidable Negro Fontanarrosa: “Si te deleitas cuando compartes, goza de la epidemia”.
Parecen simpáticas palomitas que –luego de cagar los bancos de las plazas y las cabezas de algunos desprevenidos ciudadanos (que serán votantes y se puede tomar como una metáfora, lector)- han avistado miguitas de pan abundantes y están armando un ruidoso zangoloteo, picotazos y audaces formas de vuelo.
Pero, en realidad, hay que decir algo cierto e inquietante.
La epidemia es de prototipos de candidatos que abandonan sus siestas, no de candidatos hechos y derechos, con sobretodos largos, ponchos que bajan de cuchillas o plenarios gritones que producen inflamación testicular. Entonces, esto es más una orgía de pelafustanes olfateadores, que no piensan en un país hoy crepuscular sino en sillones, sueldos, viajes y tarjetas corporativas. Son hombres y mujeres, ya jóvenes, ya de mediana edad y hasta los clásicos representantes de la gerontocracia autóctona, todos entreverados como en la feria de los martes en Julio Herrera.
Y ajustándonos a la verdad, no hay paloma –perdón, prototipo de candidato- de la que se pueda decir “es número puesto”.
Sin embargo, un relevante pensador como uno no puede escabullir el bulto. Le guste o no, debe analizar esta realidad, comunicar lo que ve. Y mire que, desde que esto pasa, ¡hay cada cosa…!
Por ejemplo, en el partido de gobierno veo al poco atlético Bergara –que salió en punta aunque ni podrá colgarse del camión de rezagados, conducido por Mirandita-, convertido en un globo aerostático; maneja el Banco Central a control remoto y, cada tanto, lanza lastre para planchar el dólar, lo cual lo aleja más entre las nubes. Martínez va en bicicleta, parado en los pedales aunque no para agarrar más velocidad sino porque lleva el culo ardiendo de las patadas que empezaron a lanzarle desde adentro (es que nuestra imaginación choca contra nuestros límites, según dijo Kant, o el Pato Celeste, no recuerdo bien). Finalmente, entre los que manejan por la izquierda (es un decir, casi una alegoría) sigue vivo el soberbio canoso amarillento; tiene un problema que no acepta: lo votan su pareja, sus hijos y Asti y lo botan el MPP y el PCU. ¿Mujica? No creo. Tiene un par de uñas de los pies encarnadas y anda muy ocupado memorizando lecturas filosóficas chinas, mezcladas con Coelho y Benedetti, para su espacio en la Deustche Welle, después que Kusturica se le hizo humo con un par de damajuanas del quincho de Varela.
Entre los de poncho bajando de cuchillas, o montecitos, El Guapo sacó la cabeza -¿qué otra parte de su anatomía iba a sacar?-, luego de hacer, pese a su gordura, más regates que el Negro Cubilla, el más grande gambeteador uruguayo. Lo suyo pudo haber parecido travestismo político, pero no, no se equivoque, lector, sigue siendo el mismo que de tanto hablarse al espejo ahí está: razón más que suficiente para no dejarlo hablar solo (lo que, de todos modos, no sé si le arrimaría votos o compasión). Seamos veraces: un poco antes apareció una morocha, Alonso de apellido, que taconeó fuerte pero la mató la fe: se rodeó de una procesión de pastores encabezada por Márquez, que, obvio, lleva la canastita de los óbolos (donde cae un poquito más que en la antigua Grecia). Y cierra –o abre- el “de la positiva”, el Cuquito, que ha seguido creciendo, porque dicen que aprende más de la madre que del padre (¡oh, lucidez!), y ahora se enfrenta a una suerte de tembladeral. Yo le recomendaría contratar a Durán Barba. Si sacó presidente a Macri y en una de esas lo mantiene hasta el fin del mandato…
¿Y los del sobretodo largo? Sanguinetti está para conferencias, comprar algún que otra pintura famosa y acordar con Mujica, aunque más educadito, la necesidad de restaurar los duelos (uno que lo conoce contó que ha dicho que, para situarse en los tiempos modernos, él propondría duelos con “peditos de vieja”). ¿Uno con aspiraciones? Tabaré Viera; parece que tuvo una visión donde se veía en un trono, con corona, manto y un bastón de mando. Y, sí. “El rey de Rivera”. Un sueño atrasado, porque ya lo es. Pero de Rivera para el Sur no llega ni en patines.
Así el panorama, obligado a unas reflexiones, yo diría “qué pesado está, debe ser la humedad”, “claro, de repente cambia”, “yo que sé”, “¿y si esperamos al próximo carnaval?”.
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