Home Sociedad Suárez, Bielsa y una frase de Hugo Batalla por Gerardo Tagliaferro
0

Suárez, Bielsa y una frase de Hugo Batalla por Gerardo Tagliaferro

Suárez, Bielsa y una frase de Hugo Batalla por  Gerardo Tagliaferro
0

Las incendiarias declaraciones de Luis Suárez contra el técnico Marcelo Bielsa hicieron explícito un malestar que estaba latente entre los futbolistas de la selección con algunas conductas del entrenador, pero lo hicieron de la peor manera. Lo que dijo no tuvo ningún efecto positivo, al menos en lo inmediato, y muy probablemente no lo tenga tampoco a largo plazo.
Por otra parte, aunque todo lo que denunció fuera cierto, la verdad es que nada de eso había incidido en el rendimiento del equipo mientras él no estuvo citado. En el arranque de la Eliminatoria, sin Suárez, el equipo voló y jugó como quizás no habíamos visto nunca a una selección uruguaya.
No se lo puede responsabilizar, obviamente, pero el equipo decayó en el cierre de la Copa América -cuando él ya estaba en el plantel- y tocó fondo en estos últimos partidos que coincidieron con el terremoto que causaron sus declaraciones.
Suárez habló además después que tuvo su despedida con honores, pero los que tuvieron que apechugar las consecuencias de sus dichos fueron sus compañeros, que deben seguir poniendo la cara. Los futbolistas llegaron a jugar estos últimos dos partidos -derrota ante Perú y empate ante Ecuador- con un muerto que Suárez les tiró encima y eso se notó. No creo que haya habido ninguna cama al entrenador, pero es imposible ignorar que el clima que se generó dista de ser el ideal para una competencia de alta exigencia.
Los referentes del plantel que hablaron antes de estos dos últimos partidos reconocieron que Suárez no mintió pero también recordaron, con mayor o menor énfasis, una máxima de Perogrullo: estas cosas se hablan adentro. Al menos si lo que se quiere es construir, agrego yo.
¿DENUNCIA O ESCRACHE?
Las quejas de Suárez se parecen más a un escrache hacia una persona que siente lo destrató, que a un intento de mejorar algo. Sus acusaciones incluyen cuestiones que van desde el respeto debido en todo grupo humano -sobre las que, pequeño detalle, no tenemos la versión de Bielsa- hasta aspectos de la relación entrenador-deportista que pueden ser opinables y que, en todo caso, forman parte del estilo de conducción del rosarino. Lo llamativo es que es la primera vez, en una trayectoria de 30 años, que Bielsa recibe críticas de este tipo de parte de sus dirigidos.
Suárez no dijo estas cosas en un arranque de bronca; las meditó, las planificó y eligió dónde y cómo hacerlo. El resultado fue el que estamos viendo: una interna dinamitada y un camino hacia el próximo mundial que parecía en bajada pero, una vez más, empieza a ponerse cuesta arriba. Y para llegar a ese resultado fue decisiva la entusiasta participación de una parte de la prensa que vio servida en bandeja la oportunidad para serruchar pisos o para escarmentar al entrenador, según el caso.

EL ESTILO BIELSA
El hoy técnico de la selección siempre ha pagado tributo a aspectos poco definibles de su personalidad: algunos dicen que tiene rasgos autistas, otros paranoicos. Lo seguro es que no tiene ningún máster en diplomacia ni en relaciones públicas. Su tirria con los periodistas y con muchos dirigentes allí donde ha estado le ha llevado a generalizaciones o a ataques indiscriminados a la prensa o el poder que no le ayudan en nada. Con ese libreto, es inevitable comprarse enemigos. Y enemigos poderosos.
Este año y pico que lleva al frente de la selección uruguaya dejó claro que puede compartir con el Maestro Tabárez muchas cosas, pero no es Tabárez. Vino con su mochila y su libreto a implantar un nuevo orden, basado en otra forma de liderazgo. Porque él ha sido así en todos lados. Fiel a su impronta, desechó un estilo de relacionamiento interno sustentado en la horizontalidad y la camaradería por otro con eje en la disciplina, la autoridad y la división de roles. Pisó callos y lo hizo sin anestesia. Y cuando no hay anestesia, hay dolor.
Se propuso una renovación y para procesarla quiso prescindir de Suárez, y también de Cavani, sin hablar con ellos, sin explicaciones, contrariando lo que había prometido en su primera conferencia como entrenador de la selección. Como en su relación con los periodistas o con el poder, la diplomacia brilló por su ausencia. Lo que es una manera de ser y de dirigir, algunos lo vieron como una falta de respeto. Y aunque terminó cediendo a la presión y citando a Suárez, el futbolista nunca se lo perdonó y esperó agazapado su momento de venganza.
Entre los muchos errores que Bielsa pudo haber cometido, con las cartas vistas queda claro que ese fue el mayor: claudicar ante la presión y terminar convocando a Suárez. Mientras mantuvo firme su proyecto de renovación, el rendimiento y los resultados lo acompañaron. Vimos un equipo con su sello: ganador, plantando cara ante el campeón del mundo como visitante, atropellando a Brasil. A nadie le interesaba si decía “buenos días” o si permitía que el utilero comiera con los futbolistas. No quiere decir que esas cosas, si efectivamente sucedían, estuvieran bien; pero en todo caso se limitaban a cuestiones de relacionamiento que quien estuviera en la cocina del fútbol no podía ignorar y a la que no se veía como invalidantes. El primer nivel de examen de cualquier entrenador -que su equipo rinda- estaba aprobado con luz.
A LOS GRITOS EN LA PULPERÍA
Con el diario del lunes, la vuelta de Suárez al plantel no aportó nada positivo. El entrenador, en uso de sus facultades, lo utilizó poco y el equipo no funcionó mejor porque él estuviera en el plantel. Su mayor destaque terminó siendo esta especie de puñalada que propinó al DT y, por elevación, a la propia selección que, seamos benévolos, quiso defender.
El gran ídolo celeste le erró en la forma, el momento y el lugar, y solo una obsecuencia ramplona puede justificar el hecho de violentar de esa manera no solo los famosos “códigos”, sino la propia ética. Si tenés un problema con alguien, decíselo en la cara. No calles en la comisaría y grites en la pulpería.
Pero pasó algo curioso: mientras la afición -ilusionada con el rendimiento de esta nueva selección- se alineó mayoritariamente para cuestionar la forma y oportunidad de las acusaciones, la mayoría del periodismo obvió ese detalle y se dedicó a amplificar las denuncias. Un divorcio tan marcado como extraño. O no.
Los burreros dirían que la actitud de estos periodistas pagaba 1,10, ya sea por trabajar para la empresa que quiere dinamitar a la actual AUF y para eso cualquier monedita sirve, ya por ser parte de la corporación que Bielsa ningunea o directamente desprecia.
En tanto, los compañeros de Suárez en el medio, tratando de apagar el fuego con baldecitos de playa. Se vieron obligados a hacer malabares para no ir contra su líder de vestuario pero tampoco contra su entrenador. De eso surgió la confirmación de que lo que denunciaba Suárez era cierto -cosa que nadie puso en duda, más allá de matices- pero también veladas críticas al momento, forma y lugar de sus expresiones. Lo que nadie podía esperar era que algún otro integrante del plantel hiciera con su ex compañero lo que él hizo con Bielsa: salir a matarlo públicamente.

EL BERRINCHE DEL NIÑO MIMADO
Las declaraciones de Suárez, vestidas de una defensa de valores aparentemente ultrajados por Bielsa, huelen más bien a despecho. Una reacción al desaire que el entrenador le provocó al no prodigarle los mimos a los que estaba acostumbrado. Mimos que recibió durante 15 años cuando hacía goles maravillosos, pero también cuando provocaba escándalos porque mordía a un rival -a tres en realidad- o porque le decía a otro “no te hablo porque sos negro”.
Seguramente no haya sido su intención, pero en los hechos su destemplada pataleta vino como anillo al dedo a Tenfield y sus testaferros mediáticos, en su desesperado intento por pudrir todo lo pudrible para no perder el negocio de los derechos de televisión. Nada nuevo. Pero también alentó a la mayoría de esos periodistas con cámara y micrófono que aguardaban su oportunidad para dispararle a Bielsa y lamer las heridas provocadas por quien -en el mejor de los casos- los ignora.
Amplificaron las denuncias de Suárez y buscaron más denunciantes. No encontraron muchos, pero lo que no buscaron -salvo pocas y tardías excepciones- fueron voces que contradijeran esas acusaciones, para lo que solo necesitaban googlear.
Y así, en definitiva, los compañeros de Suárez y el entrenador debieron enfrentar, en un ambiente poco respirable, un nuevo desafío por eliminatorias.

¿Y LOS RESULTADOS?
En un medio que postula el resultado como único objetivo del juego, tenemos entonces a acérrimos “resultadistas” socavando la credibilidad del técnico con el que Uruguay está jugando su segunda mejor Eliminatoria desde que tiene este formato, le ganó al campeón del mundo de visitante y a Brasil después de 20 años, y llegó a semifinales de la Copa América después de 13 años. Y lo hace –con altibajos, es cierto- con un estilo de juego que es el que exige el fútbol actual y reclama desde hace mucho el grueso de la afición.
Parapetados detrás de la espalda de Suárez, a estos francotiradores no les preocupa comprender, matizar, relativizar, contrastar, dudar, explicar; verbos inseparables del verdadero periodismo. Solo sentenciar y ejecutar.
Así tenemos como defensores tardíos de algunas formas que promovió Tabárez a periodistas que censuraban al Maestro por priorizar el comportamiento por sobre el resultado en una cancha. Tenemos críticos de los malos tratos de Bielsa que entrevistan semana por medio a algún entrenador célebre por sus destratos a futbolistas y le festejan todas sus “ocurrencias”. O defienden el respeto y la horizontalidad en la selección pero llenan de elogios a un dirigente que maneja su institución como si fuera un cuartel y retiene para el club el porcentaje que corresponde a los futbolistas por sus transferencias.

LA FRASE DE “EL HUGO”
Difícil que los periodistas deportivos no supieran que Bielsa era Bielsa. Sin embargo, ninguno alertó sobre estas supuestas malas actitudes cuando se anunciaba su llegada. Incluso alguno de los que ahora se horroriza fue de los más entusiastas en celebrar su venida. ¿No lo conocían, o su lado negativo no era importante hasta que se metió con ellos?
No todo lo que BIelsa toca se convierte en oro. Seguramente tiene sus luces y sus sombras, como cualquier mortal. Pero nadie lo ha acusado jamás de deshonesto; todo lo contrario. Impresiona como un individuo raro, extremadamente introvertido, obsesivo, y quienes han analizado este conventillo de hoy desde el exterior -programas argentinos, por ejemplo- atribuyen muchas de sus dificultades de relacionamiento a esas características.
La crisis se instaló y es muy probable que cueste salir de ella sin daños irreversibles. Entre otras cosas porque el entrenador es como es, y parece difícil que pueda cambiar algo de lo que se le reprocha. Si Bielsa termina yéndose, será una decepción para los aficionados que creímos que su llegada abría la puerta al fútbol concebido como un lugar donde se reivindica la ambición bien entendida y se permite la belleza. Todo eso por lo que el técnico rosarino es reconocido desde hace 30 años en todas partes.
Tendremos que asumir que esto es Uruguay, con todo lo bueno y todo lo malo que eso dice.
No es cierto que si Suárez no hubiera hecho lo que hizo el problema habría estallado más adelante. El resultado hubiese sido siempre el mismo si se hubiesen hecho las mismas cosas. Pero podrían haberse hecho otras. Un verdadero líder habría buscado la manera de procesar las diferencias puertas adentro. Una prensa sin otro interés que la verdad habría procurado desentrañar las causas profundas de la crisis, habría contrastado, dudado, analizado.
En tiempos políticos electorales, cuando asistimos a una lucha por el poder que admite, como si fuera lo más natural, mentiras, acusaciones falsas, traiciones y zancadillas, me vino a la mente algo que me dijo Hugo Batalla hace unos cuantos años. Fue en una entrevista que le realicé cuando era vicepresidente de la República luego de ser, poco antes, presidente de la AUF. Con ese velo de pesadumbre con que “el Hugo” solía vestir sus reflexiones, dejó al pasar una sentencia que pintaba el mundo que descubrió atrás de una pelota rodando: “El fútbol -dijo- es mucho peor que la política”.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.