“Teníamos que darles la visibilidad que merecían”
La periodista Soledad Gago acaba de publicar el libro “Uruguayas rebeldes”, un trabajo que recoge la historia de 45 mujeres uruguayas que hicieron historia en distintas áreas.
Soledad Gago Delfino nació en 1993 en Melo, Cerro Largo. Vivió en Nueva Helvecia y actualmente vive en Montevideo. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República, donde fue colaboradora de la cátedra de Teoría de la Comunicación. Egresó en 2017. En 2014 empezó a trabajar en el diario El País; actualmente es periodista de la «Revista Domingo» de ese medio y lleva adelante el blog Postdatasoledad.
Las mujeres elegidas se definen como “rebeldes, distintas, contestatarias, revolucionarias, innovadoras, valientes, emprendedoras, creativas, desafiantes”. Son uruguayas “que cambiaron al país con su impronta y dejaron una marca que inspira y empodera a las futuras generaciones. Con textos precisos y maravillosas ilustraciones, estas páginas son una invitación a viajar por la vida de mujeres imprescindibles”.
¿Cómo surgió la idea de hacer el libro?
A finales de 2017 Penguin me llamó para que trabajara con ellos. Me propusieron que llevara ideas para escribir y entre esas ideas yo tenía la de hacer el perfil en profundidad de 10 mujeres uruguayas que estuvieran cambiando la historia. Todo mutó y terminó saliendo Relatos del 900. A mediados de 2019 me llama Clara Amengual, editora de Penguin, que tenía un proyecto para que trabajásemos juntas. La verdad es que yo estaba un poco reacia a meterme a escribir el año pasado, pero cuando vi su propuesta no pude decir que no. En Chile habían hecho algo así y el libro era absolutamente hermoso así que acepté: hay demasiadas mujeres olvidadas o reprimidas, teníamos que darles la visibilidad que merecían.
¿Qué objetivo te planteaste a priori?
El objetivo siempre fue claro: hacer un libro para que todas y todos los que quisieran pudieran leerlo, entenderlo y disfrutarlo, sin importar edades. Hacer un libro que fuese lindo, que fuese amigable, que estuviese bien escrito sin abusar del lenguaje, que quien lo leyera disfrutara de cada historia, se le quedara en la cabeza. Y fue lo que hicimos. O al menos, lo que intentamos.
¿Con qué criterio elegiste a las mujeres?
Había algunas mujeres que sí o sí tenían que estar, esas que vienen a la cabeza cada vez que hablamos de mujeres uruguayas: Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño, Delmira Agustini, Petrona Viera, Ida Vitale, y más acá quizás, Natalia Oreiro o María Riccetto. Pero después nos encontramos que además de ellas, que lograron visibilidad y trascendencia, hay una lista enorme de mujeres que hicieron algo para torcer su destino y cambiar nuestra historia. Entonces el criterio fue que hubiese mujeres de todos los ámbitos: el deporte, la ciencia, el arte, la política, la educación, la cultura, la comunicación. Está claro que hay una lista muy larga de mujeres que está en espera de otro libro.
¿Cómo fue el trabajo de reconstruir cada historia?
Fue difícil, sobre todo porque yo estoy acostumbrada a escribir largo y la síntesis me cuesta mucho. Y porque además nunca en mi vida había escrito pensando en que me tenía que poder leer mi prima de 10 o mis amigas de 26 o mi abuela de 82 y que todas lo pudieran disfrutar, aunque lo recibieran de maneras diferentes. Así que procuré leer y conocer todo lo que pude de cada una, encontrar entrevistas con las que había, leer sus textos, mirar sus pinturas, verlas hacer y ahí me quedaba con lo que para mí era su esencia.
En algún caso seguramente habría más información que en otro, ¿cómo superaste esos escollos?
Sí, sobre todo en las menos conocidas, como Irma Avegno, una apasionada por las carreras de caballos de inicios del siglo XX. Lo que hacía en esos casos era buscar muchos datos de contexto, de entorno. Por ejemplo, cómo eran las carreras de caballos en Montevideo de fines del siglo XIX y principios del XX. Eso es algo que estoy acostumbrada a hacer por mi trabajo: no pensar a las personas aisladas, entender el contexto en el que se desarrollan sus historias para poder entenderlas a ellas y además, si es posible, contarlo.
¿Te encontraste con alguna sorpresa o novedad en alguna de las historias?
Sí, muchas. A Irma, por ejemplo, no la conocía. Ni a Virginia Brindis de Salas, la primera mujer afrodescendiente en publicar un libro en Latinoamérica. Ni a Mirta Vanni, la primera piloto profesional del Uruguay. Y en otros casos sí las conocía, pero muy superficialmente y conocer a fondo su historia también fue una sorpresa: es el caso, por ejemplo, de Chris Namús o de Rosa Luna o de Amalia de la Vega.
¿Cómo fue el trabajo de las ilustraciones que acompañan cada historia?
Siempre supimos que cada texto iba a tener su ilustración. Y la verdad es que son espectaculares y el libro no sería lo mismo sin ellas. Son de Carolina Angulo, una ilustradora chilena que ya había trabajado en la versión de Chile. El trabajo fue todo en equipo: yo escribía en un drive que compartía con Clara, ella editaba, me comentaba, arreglábamos y de ahí se los pasábamos a Carolina. Cuando vi las primeras ilustraciones supe que el libro iba a ser absolutamente hermoso: nadie se puede resistir a la Idea Vilariño de Carolina.
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