Cada célula de nuestra sociedad se impacta, solidariza, sufre, cuando hay un crimen bestial con un niño. Ahora es una niña de cuatro años de Rivera, pero. ¿por qué el grito llega al final, por qué no antes? ¿Nadie había escuchado, tenía conocimiento de lo que estaba sucediendo en esa vivienda, en esa familia?
Somos parte de una comunidad, colectivo, sociedad, pertenecemos a un sistema del cual nos sentimos orgullosos, somos civilizados, hemos creado una forma de gobernarnos, elegimos a nuestros representantes, tenemos ciencia y cultura, educación, podría enumerar largamente los avances que el ser humano ha desarrollado; pero hay un agujero negro con el maltrato. Enorme, podría decirse que se asocia con los agujeros negros del espacio. Nos hundimos al infinito en una maraña de incongruencias, y no resolvemos. Pateamos el problema para adelante, el asunto es de los otros: los problemas del hogar. Los que no saben controlar sus emociones, los que no tienen claro ni distinguen una cosa de otra, los que no están en la época. Ellos y ellas. Nunca nosotros. Sucede en casas que no son las nuestras. Decimos: son problemas sociales; y luego vienen una larga lista de nuevas nomenclaturas que nombran lo ya nombrado, explican lo sabido, pero nos enredamos entre el lenguaje y la ley, para quedar congelados en vacíos jurídicos, en inacciones sociales.
Navegamos en un agujero negro donde todos somos cómplices, ¿cuántas veces hemos visto que un adulto le grita o hace algo indebido con un menor?
¿Cuántas veces hemos reaccionado frente a eso? ¿Cuántas veces hemos frenado a otro cuando maltrata a otra persona? En el trabajo, la calle, o en ámbitos domésticos. Naturalizamos el maltrato, que es una de las cunas de la violencia. Permitimos a alguien” importante” que diga lo que se le cante, lo que se le ocurra porque tiene respaldo jerárquico de hacerlo, de abusar de su nombre, prestigio, cargo, poder.
¿Cuántas veces hemos tolerado a nuestra pareja, familiar o amigos que nos destrate, que se le vaya la mano? Porque bueno: son cosas que pasan, que nos pasan a los seres humanos.
¿Está bien permitir al otro que abuse de uno porque nos queremos? ¿Está bien dejar pasar?
No está bien, como tampoco está bien hacerlo, el ejercicio primeramente es para cada uno. No voy a hacer lo que no quiero que me hagan, y si no puedo solo, y bueno: pido ayuda.
Una vez un tipo, me dijo: “yo te trato mal, porque trato mal a las mujeres, no sé hacerlo de otra forma”.
Por lo menos tuvo la decencia de admitirlo, de poner en palabras lo que ya sucedía en hechos.
También tendríamos que empezar a definir maltrato, porque está claro que gritar, pegar e insultar son maltratos codificados por cada uno de nosotros. Ahora, ¿tenemos todos tan claro cuáles son los protocolos de las buenas formas de relacionarnos que tenemos las personas?
En ámbitos laborales, ¿está claro qué significa el maltrato? No en todos, no siempre cada uno de nosotros tiene identificado qué es y qué forma parte de las formas jerárquicas que han existido siempre, por ej.: El jefe está de mal humor, o las cosas no salen bien, y eso hace que pida mal las cosas.
¿Hasta cuánto estamos dispuestos a tolerar por miedo a quedar en la calle?
Y en lo afectivo, ¿hasta cuánto estamos dispuestos a soportar por miedo al abandono?
Nada está claro, nada está lo suficientemente hablado, nada lo suficientemente legislado.
Nada.
Se sigue sin denunciar, se sigue mirando para otro lado, ¿por qué?
Estoy segura que cada uno de nosotros tiene en su haber una larga lista de situaciones feas, complejas, de relacionamiento confuso, situaciones turbias, y uno hace como si nada, y sigue ensuciando en la aceptación, porque no estamos educados para denunciar. No estamos educados para denunciar. No estamos educados para reclamar, para “meternos en problemas”. No estamos educados.
Ayer hablaba con un compañero donde los dos admitíamos que fuimos golpeados de niños, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que se ha señalado como delito que los padres no pueden pegarle a los hijos?
¿Hay campañas masivas de todos los medios donde se diga que eso no está bien?
En los medios, pero también: puerta a puerta.
En esta campaña electoral la única preocupación que tienen los candidatos de todos los partidos políticos es ir puerta a puerta, estar en la calle, bajar al llano, hablar con la gente. Son todas las expresiones que usa la derecha, el centro, la centro izquierda, la izquierda, son todas iguales: casa por casa en todo el país, ¿para? Para que los voten.
Ahora, ¿por qué no hacen una campaña casa por casa donde expliquen que está mal pegar, maltratar a los niños, y personas de todas las edades? ¿Por qué no se hace eso?
Porque si el problema es que en algunos hogares no llega la educación, (como si fuera el tren de UPM) será que la vida no vale lo mismo para algunos que para otros, o será que no es redituable para conquistar votos que muera una niña en Rivera, en un hogar apartado de cualquier oportunidad.
Eso está más que claro. Tristemente claro.
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