El cantautor Nacho Toso se presentará en Salto el 18 de Diciembre en el Teatro Larrañaga. Llega a Uruguay para presentar su espectáculo “Caleidoscopio”, luego de un largo recorrido en Europa, y contó a Voces cómo vive su presente artístico.
El músico cantautor, compositor y baterista uruguayo Nacho Toso llega de Europa, donde proyecta su carrera artística, para presentar su espectáculo “Caleidoscopio”. Se trata de un show electroacústico que repasa los tres discos de su carrera, pero deconstruidos y rearmados sobre otros ritmos, para escuchar y sentir las canciones desde otras perspectivas.
Sus inicios fueron como baterista, para luego pasar a componer e incorporar otros instrumentos como la guitarra. Tiene tres discos editados, grabados por prestigiosos productores de Argentina y España: «Cambiando el rumbo»- 2013, reconocido como Disco de Oro por la Cámara Uruguaya del Disco, y «Acuarela», ambos producidos por Matías Solana en Argentina en 2012 y 2015. Su tercer álbum, «Des-nudo», fue producido por Seba Merlín en España en 2018.
Fue premiado por el tema “Cupido” Ft Jorge Nasser, como Mejor canción de Milonga 2018 en Criollita de mi pueblo, Uruguay 2018. Tiene grabados tres DVDs en vivo: «Vivo Teatro Larrañaga 2013», «Acuarela en vivo 2017» y «Songbook ft Martín Prudenza 2016».
Ha presentado su música en Chile, Perú, Panamá, Argentina, Uruguay, España e Italia, y ha colaborado y compartido escenario con artistas como Abel Pintos, Jorge Nasser, Malena Muyala, Pablo Estramin, Larbanois & Carrero, La Triple Nelson, Buitres, Anna Luppi, Cuatro Pesos de Propina, entre otros.
¿En qué momento te encontrás hoy?
Siempre me encuentra a tope, siempre en el mejor momento. Trato todo el tiempo de superarme y de ir encontrando nuevos proyectos, nuevas cosas para hacer. Volví hace poco de Italia, estaba viviendo allá, estuve también en España, fue como volver a Uruguay y retomar las actividades y ya planificar un show para sentirme en casa nuevamente. Entonces me encuentra en un momento muy bueno, muy productivo a nivel musical. Incluso en estos momentos estoy componiendo en estos días también en los ratos que tengo libre de prensa (Risas). Estoy medio recluido ensayando en la casa de unos parientes.
¿Cómo fue el proceso – que no es muy habitual – de ser baterista y empezar a desarrollar un camino artístico propio?
En realidad, fue todo respondiendo a una necesidad personal. Yo tenía 15 años cuando me regalaron mi primera batería y empecé a tocar sin haber aprendido nada. Terminé aprendiendo y después trabajé incluso como baterista para otro grupo. Y la batería es algo que te mantiene atrás y te mantiene, incluso, atrás de una batería. En un momento sentí la necesidad de expresar por otro lado que la batería no me lo permitía. Empecé a escribir canciones, a tocar la guitarra y me fui a hacer unos talleres de composición. Empecé a sentir que me sentía más a gusto con ese tipo de cosas. Ahora hace un tiempo empecé a encontrar los otros lenguajes que envuelven a la música en un escenario, lo que uno dice, lo que uno hace, lo que expresa, lo que no hace. Es algo que me tiene muy entretenido.
El transitar de estar atrás de la batería a ponerte de frente debe haber sido un proceso de adaptación al entorno…
Y es como pasar de arquero a nueve en una cancha de fútbol. O sea, no tiene nada que ver. Por eso primero me expuse a la situación de estar adelante cantando y me parece que lo defendí bien, sin más nada. Empecé a estudiar el lenguaje del cantautor y el cantante como frontman, como alguien que lleva el show adelante. Me empecé a dar cuenta de que era todo un mundo. Estoy en ese mundo desde hace unos años.
¿Cómo definirías tus discos en unos pocos párrafos?
En el primero («Primeras canciones») era más baterista que cantautor. Son canciones potentes, variadas, pero primeras canciones. Y el segundo, ya fue un poco más poético pero con la misma potencia del disco anterior, más jugado, más propio también. El tercer disco sí, ahí era más mío, mucho más personal, más íntimo y acústico. Fue cambiar a explorar cosas diferentes, meterme en un mundo de folclore y de la música popular que a mí me gusta mucho. Que no lo podía expresar en los otros discos que eran más pop.
A nivel de composición ¿cuáles son los temas que te gusta abordar?
Yo siempre escribo desde mi punto de vista. Le escribo generalmente al amor en todas sus formas. A la vida en todas sus formas, en el aspecto más abstracto. El otro día hablaba en una nota donde me preguntaron si haría canciones políticas o cosas más comprometidas a nivel social. Pero como dijo Spinetta ¿comprometidas con qué? Porque en realidad yo tengo un compromiso conmigo de ir defendiendo cómo voy madurando a medida que pasan los años.
Has tenido oportunidad de trabajar con varios productores, tocando en muchos lados, ¿qué te ha nutrido esa interacción con esa gente?
Cuanto más conozco, más me descubro a mí. He trabajado con mucha gente, he cantado y tocado con mucha gente, con muchos artistas. Y en todos me llevo siempre cosas muy ricas, soy muy observador y trato de ser lo más callado posible. Y trato de aprender de todo. He cantado con Abel Pintos, con Jorge Nasser, con Malena Malena. Son momentos que me parten la cabeza. Tenés que absorber tanta cosa y aprender, siempre manteniendo mi autenticidad. Por ejemplo, de Abel Pintos aprendí lo que son los silencios en el escenario. Es tremendo. Y de Malena también, lo que es la personalidad arriba del escenario, lo que es el carácter. De todos me llevo algo súper bueno.
¿Qué es lo que más disfrutás del escenario?
Después de la tercera o cuarta canción empiezo a disfrutar. Al principio estoy bastante tensionado y estoy tratando de que ese margen se vaya achicando. La conexión que se genera siempre es muy buena, me llevo muy bien con el público a la hora de transmitir porque no me sale hacer otra cosa que no sea yo arriba del escenario. El vínculo con el escenario a mí me encanta, es lo que te da una dosis de adrenalina fuerte que te dura un buen tiempo. Todos los procesos dentro de la música me gustan mucho, creo que no prefiero ninguno en particular.
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