Turismo en Montevideo
Parece que el presidente masón agarró impulso.
Ya no soporta la demora en concretar la inversión para la nueva planta de UPM. Por eso se le ocurrió un plan estratégico inédito, original hasta los tuétanos, para generar divisas a través del turismo en Montevideo.
Destinado a incentivar la llegada de más turistas de cruceros, ideó actividades continuas durante el año con participación estelar, debidamente coordinada, de figuras relevantes del gobierno y la oposición.
Tengo mis fuentes y estoy en situación de dar algunos detalles.
Es conmovedor.
Quien recibiría a los turistas que bajen de los barcos sería Luis Lacalle Pou, munido de un balde con agua jabonosa y un tubo hueco de plástico. La cuestión es lanzar pompitas en abundancia –sólo se suspendería por lluvia- para provocar la alegría de los visitantes; el balde llevaría, además, la leyenda “Por la positiva”.
Unos metros más atrás, Raúl Sendic, todo vestido de negro y con galera y bastón de tipo marmolado, haría unos pases de magia donde todo lo que muestra, incluso agitándolo más de una vez –diplomas, tarjetas de crédito, hojas de balances y hasta dibujitos de bolsas de cemento y ductos de gas- desaparecerían para el asombro de los turistas; lo acompañarían azafatas contratadas luego de una selección en “Pícaros”.
Antes de salir a la calle, los viajeros recibirían unas indicaciones para no sufrir robos de billeteras, relojes, cadenas de oro, tarjetas, calzoncillos, pañales o tampones a cargo del Bicho Bonomi. Previendo las dificultades de entendimiento que pudieran sufrir quienes escuchen, por la intrincada murmuración del expositor, se habría previsto que el armenio Kerouglián oficie de traductor. Piadoso traductor, según parece que se le pidió: le cuesta, pero el masón cree que si le dan con el precio… Si fracasara esta negociación, siempre queda la posibilidad del Pato Celeste.
Luego aparecería un corpulento guía, el Guapo Larrañaga, vestido de gaucho y agitando una bandera que diría: “Vamo’ p’al Mercado del Puerto… ¡pero no planten nada ni entren a ninguna farmacia!” Los turistas, con seguridad, no entenderán un carajo, pero enseguida harían irrupción tres nuevas atracciones humanas causando otra explosión de sorpresa y festejo: el Pelado Novick, rodeado de cajones de verduras que regalará a los turistas junto a un folleto con la historia de su niñez en las ferias de la ciudad, y de cómo hizo la guita que tiene (este texto aún nadie lo ha visto, así que en una de esas, si le incomoda al masón, se imprimiría un libro de Mercedes Vigil, más o menos de la misma calidad), y Marita Muñoz y Kanela bailando encima de dos mesas debajo de un toldo, muy maquillados ambos, y con un pizarrón al lado que diría: “Si adivina cuál es el hombre y cuál la mujer, gana un asado en El Palenque”.
Arreados por el Guapo –que ha seguido todo atentamente y ya andaría descalzo porque las botas de potro le deshacen los juanetes-, los visitantes tomarían dirección al Centro y, al llegar a la Plaza Independencia, se les anunciaría que podrían conocer al enorme lengüita sobada nacional, Julio María Sanguinetti, del modo que nadie lo ha visto. Y justo antes del Mausoleo al Prócer, habría una suerte de tablado con un cómodo sillón de peluquería, donde estaría sentado el que te dije, con un paño colorado (el blanco se ha supuesto que lo ofendería) atado al cuello y una fila de diez aspirantes a peluquero que concursarán para ver quién es capaz de recortarle las cejas de forma que se logre advertir la verdadera personalidad del dos veces primer mandatario. Se permitirá a los turistas sacar las fotos que quieran, sobre todo si hay japoneses, así como subirlas a sus respectivas páginas de Facebook.
Concluido este atractivo, sin duda el de más extensa y recalentadora duración, la comitiva irá al frente del Mausoleo, donde Caetano y Vázquez Franco, munidos de dos guitarras acústicas, se enfrentarán en una payada hasta el último aliento –con la exigencia de lavarse los dientes antes- sobre quién fue realmente José Gervasio Artigas y el papel en su vida del negro Ansina abajo del ibirapitá.
Como esta idea es muy audaz, y ofrece riesgos de alguna incomodidad, está previsto que, antes de largar a los turistas por 18 de Julio para que los afanen formalmente en reiteración real, terminada la payada aparecerán, como estatuas, Constanza Moreira y Verónica Alonso, ofreciéndose la posibilidad de a cuál se le tira por la cabeza las verduras que regaló Novick y a cuál tratan de tocarle un seno, como hacen los que, en Verona, se acercan a la estatua de Julieta, que, ¡oh, casualidad!, exhibe precisamente una de sus tetas al aire.
¿Conmueve o no el plan?
Creo que la única macana es que el presidente ya le encargó a Amado la coordinación.
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