¡UFA, Valenti! por Hoenir Sarthou
No tengo más remedio que contestar el artículo,”Uy, Sarthou”, publicado por Estaban Valenti en anterior edición de Voces.
Algo así como dos tercios del texto son ataques personales (evidentemente, le molestó algo de lo que dije en mi nota anterior). El tercio restante son argumentos en defensa del negocio “UPM2”. Voy a empezar por allí, porque el resto no tiene tanta importancia, y después haré un par de aclaraciones sobre otros aspectos más personales.
Observo con satisfacción que Valenti dejó de defender la que fuera su tesis inicial: que yo me equivocaba, o mentía, al decir que UPM2 es un mal negocio para el Uruguay.
Mi afirmación –que sostengo a pie firme- se funda en que Uruguay no percibirá utilidades por los más de 4.200 millones de dólares que invertirá. Las utilidades, en cualquier negocio, son algo muy distinto al cobro de impuestos, o al rubro salarios. Todas las empresas en el Uruguay pagan sueldos, tarifas e impuestos, sin que el Estado invierta en ellas. Por lo tanto, en este caso, en que Uruguay pondrá a disposición de UPM el Río Negro y le entregará gratuitamente millones de litros de agua, expropiará en su beneficio campos y otros inmuebles (decenas de millones de dólares), le asignará y dragará un puerto (más de 100 millones de dólares), le construirá una vía de ferrocarril adecuada a sus necesidades (2.200 millones de dólares) y un viaducto (más de 100 millones de dólares), extenderá instalaciones de energía eléctrica de alta tensión (otros 100 millones de dólares), reformará puentes y carrreteras, le comprará a UPM toda la energía que le sobre (2.000 millones de dólares en 20 años), le asegurará un régimen laboral que no se aplica al resto de las empresas, le permitirá intervenir en la enseñanza y en el diseño de nuestras políticas de desarrollo, uno esperaría que todo ese esfuerzo, material e inmaterial, produjera algo más que (pocos) impuestos y unos cientos de puestos de trabajo permanentes.
UPM obtendrá más de 700 millones de dólares de ganancias anuales de su segunda planta. De ese dinero, en caso de instalarse la planta, a Uruguay no le tocará nada. Uruguay invertirá más de 4.000 millones de dólares y UPM, en el mejor de los casos, 2.400. Pero todas las utilidades, además de los impuestos que se ahorra, serán para UPM. ¿Puede quedar alguna duda de que es un mal negocio?
Por eso, Valenti ya no habla de ese tema. Hace un sutil cambio y me atribuye haber dicho que los 4.200 millones de dólares son “a fondo perdido”. No, Valenti, un mal negocio no significa que todo lo invertido sea a fondo perdido. Un negocio es bueno o malo según la relación entre lo que se invierte y lo que se obtiene. No necesariamente la inversión debe ser “a fondo perdido”.
Supongamos que decido comprar el Palacio Legislativo en, digamos, cien millones de dólares. Y supongamos que destino las oficinas a alquilarlas como piezas de pensión. Supongamos, además, que le doy la concesión de esa pensión gigante a una empresa, durante 50 años. Ellos cobran la renta, pagan la contribución inmobiliaria, el agua, la luz, los sueldos del personal, y a mí me dan un canon (o alquiler) de digamos 10 mil dólares anuales. No es un negocio “a fondo perdido”. Dentro de 50 años, yo habré perdido mucha plata, pero mis nietos recibirán el Palacio Legislativo, quizá muy deteriorado, pero lo recibirán. Sin embargo, ¿alguien en su sano juicio dejaría de decirme que hice un pésimo negocio?
UPM2 es mal negocio para Uruguay, y Valenti lo sabe. Por eso habla de fondos (o bueyes) perdidos. Pero no habla de utilidades, que fue el tema con el que se inició nuestro debate.
El otro punto en el que se detiene es el negocio de la electricidad. Uruguay le comprará a UPM la energía que le sobre a U$S72,5 el megavatio. Pero UPM no se compromete a venderle una cantidad fija a Uruguay. Para variar, este aspecto del negocio es también inequitativo. Uruguay debe comprar todo lo que le sobre a UPM, pero UPM no se compromete a venderle ni asegura cierta cantidad de megavatios.
Lo increíble, además, es que Uruguay se compromete a pagar ese precio de U$S72,5 durante 20 años. Cuando actualmente le hemos vendido energía a Argentina (que compra el 80% de nuestra exportación) a U$S30 el megavatio, y a Brasil a U$S70 (las cifras que maneja Valenti en su artículo son el promedio de más de tres años, no las actuales, y sólo habla de las ventas a Brasil; no menciona a Argentina, que nos compra mucho más a menor precio).
Si, como se espera, el costo y el precio de la energía tienden a bajar, la compra de energía a UPM puede convertirse en un pésimo negocio por sí solo. Eso es lo probable, y estimo que Valenti también lo sabe.
En algún lugar de su artículo, Valenti desliza lo único en lo que estoy de acuerdo con él. Dice, refiriéndose a la patética cadena nacional que el gobierno destinó a publicitar a UPM, que “en ninguna parte nos dice cómo se articula UPM II con un proyecto nacional de desarrollo”.
Eso, que Valenti confunde con un error comunicacional de la cadena, es en realidad la esencia de UPM2. Porque UPM2 no responde a ningún plan de desarrollo nacional (que por otra parte no existe). Responde a una decisión externa de convertirnos en productores de celulosa, que el Banco Mundial impulsó y financió hace más de treinta años.
Queda por señalar lo más grave. Para que el “maravilloso contrato UPM2” fuera posible, el Poder Ejecutivo se llevó por delante a la Constitución, al Parlamento, al Poder Judicial y a la ciudadanía uruguaya, que, por no haber una ley que habilite al “contrato”, no puede plantear la inconstitucionalidad ni convocar a un referéndum. Si a eso le agregamos el secreto y las mentiras que han rodeado la negociación y la firma del “contrato”, más el hecho de que UPM sigue sin comprometerse a invertir, nadie en el planeta puede negar que todo lo actuado en torno a UPM2 es, no sólo un mal negocio, sino la negación de los procedimientos democrático republicanos. Eso Valenti ni siquiera lo considera.
Dejé para el final una cantidad de agravios personales, a los que no doy mucha importancia.
Quienes me conocen, saben quien soy, cómo pienso y qué he hecho. De modo que no voy a contar mi vida para desmentir una serie de pavadas (“fanatismo”, “haber hecho muy poco más que ser abogado”, “recolectar clientes”, o “creerme infalible”).
Sólo hay dos cosas que me interesa aclarar.
La primera es que todas las personas que actuamos en el “Movimiento Ciudadano UPM2 NO”, incluido yo, y muy especialmente por el juicio contra el Estado al que se refiere Valenti, damos nuestro esfuerzo personal, profesional y militante en forma absolutamente honoraria. Es más, pagamos de nuestros bolsillos los gastos personales (pasajes, comidas) que la actividad nos demanda. A cientos o miles de personas les consta, de modo que lo insinuado por Valenti es simplemente un recurso retórico sin ningún fundamento.
La segunda cosa es que Valenti, refiriéndose a mí, afirma que “Nadie desde el oficialismo, gobernantes, parlamentarios o dirigentes, le contestará. Estén seguros.”.
Me pregunto cómo lo sabe. ¿Quién le dijo que todos los gobernantes, parlamentarios o dirigentes no me contestarán? ¿Quién tiene el poder para decidir lo que hará toda esa gente? Y, por último, ¿por qué contárselo a Valenti?
En fin…
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