Cuando uno ocupa un lugar de dirección de una institución cultural como el SODRE, que tiene como una de las formas de acercarse al público la puesta en escena de espectáculos, existen momentos o hitos que nos ponen la piel de gallina, nos hinchan el pecho y nos llenan de orgullo al mismo tiempo que nos hacen temblar las piernas por lo que significan para el futuro. Esos momentos o hitos pueden ir desde un estreno, un lanzamiento de temporada, un anuncio, una planificación.
El sábado pasado, en el concierto inaugural de la Orquesta Sinfónica Nacional del Sodre, vivimos uno de esos momentos únicos cuando nos tocó anunciar -ya dos días antes- que las localidades estaban agotadas.
Pero, más allá de la importancia de contar con una sala llena y un gran logro en términos de venta de entradas, este hecho nos pone frente a un escenario que nos obliga a pensar y reflexionar. ¿Qué sucedió? o más bien ¿qué está sucediendo con nuestros públicos? Sobre todo ahora que pareciera que la pandemia ya es cosa del pasado. ¿Qué fibra logramos tocar en nuestra gente? ¿se trató de la programación? ¿del increíble carisma de nuestro nuevo director, el maestro Nicolas Rauss? ¿es, acaso, un voto de confianza por el cambio de rumbo? ¿Se trata de una necesidad imperante que tenemos como sociedad de encontrarnos y realizar una catarsis colectiva?
Sea cual fuere la causa, tenemos la obligación de detenernos, analizarlo y pensar en el futuro con estos datos tan valiosos sobre la mesa.
No caben dudas que estamos frente a una nueva realidad, la cual parece ser muy auspiciosa y emocionante, como lo fue esta suerte de popurrí operístico que nos regaló la orquesta de todos que suena cada día un poco mejor y que está vibrando al ritmo de la conducción del maestro Rauss que ha sabido conectar con sus músicos y con este nuevo público entusiasmado y agradecido.
Es un gran momento, vamos por un rumbo correcto, nuestra orquesta se lo merece y nuestro público aún más. Es responsabilidad de quienes estamos al frente de estas instituciones entender la nueva normalidad y trabajar profesionalmente para seguir construyendo el vínculo con la gente.
Hace casi cien años se creó esta gran institución que es el SODRE de la mano de la orquesta, debemos trabajar para mantener su vigencia, su fortaleza y su excelencia.