Y… hubo que volver.
El indescifrable personaje que lleva por nombre Alfredo García, y funge como director (¡) de este semanario proletario, me lo hizo saber a través de un telegrama colacionado al que, supongo, habrá otorgado estatura de decisión divina. Típico. Pero, claro, uno piensa. Y en lo primero que pensé fue en la cantidad de acepciones que tiene el verbo colacionar. Él debe haber pensado en la menos comprometida para sus intereses: “Frase figurativa y familiar que implica aducir pruebas o razones en abono de una causa”.
¿Qué causa?
Traerme de nuevo aquí, incluso contra mi voluntad…
Pero yo, con el asesoramiento de Hoenir Sarthou, que entre bolonqui y bolonqui siempre está dispuesto, estoy elaborando una demanda, estableciendo que regreso bajo protesta contra esa imposición, sosteniendo que se basa en una simplista interpretación, perjudicial para mí, agravada porque en las fiestas el señor García no fue capaz de ofrecer ni un chorizo al pan; y propondré otra acepción mucho más significativa y justa: “Refacción de dulces, pastas y a veces fiambres, con que se obsequia a un huésped o se celebra algún suceso”. Si prospera la demanda, Alfredito, vas a tener que recurrir a la bancarización y armar lo que hubiese correspondido a fin de año y sobre lo cual sufriste amnesia. ¡Así sea el próximo 28 de diciembre!
Sin perjuicio de este proceso judicial, qué sé yo… uno es solidario (¿o pelotudo?) y, de todos modos, he decidido tirarte alguna cosita que otra para llenar este espacio.
Por ejemplo, hacer preguntas de esas que surgen en las conversaciones entre jubilados que suelen orinarse alegremente en un banco de plaza.
Trump anunció con bombos y platillos que Estados Unidos volverá a enviar un cohete tripulado a la Luna. Y, claro, uno reflexiona: teniendo en cuenta la desproporción de la egolatría idiota del elefantito rosado ¿no lo llevará a querer tripularlo? ¡Magnífica la ocasión para que los servicios de inteligencia, que lo quieren menos que a Glenda Rondán, preparen el aparato para volver automáticamente y explotar en el camino, dejándolo en la superficie lunar solo, sin siquiera un consolador ni un espejo frente al cual hacer “trompitas”!
Carolina Cosse encabezó una comitiva político empresarial de varias decenas de personas a China, con la finalidad de promover acuerdos comerciales y de inversión con el gigante asiático. No se le ocurrió mejor cosa, para demostrar el cariño que tenemos por los chinitos, que regalar camisetas de la selección uruguaya de fútbol. La dejaron esperando en un cómodo sillón de pana; ¿será posible que la ministra logre que vuelvan a prestarle atención, siendo que los agasajados se fueron como locos, a los saltos, a ver cómo les quedaban las camisetas y se sabe ahora que tres o cuatro se agarraron a piñas porque todos querían la número nueve, la de Suárez?
¿El déficit fiscal permitirá, para estímulo de los nabos de siempre –nosotros-, establecer un premio digno, o una rebajita de impuestos, para quien acierte si antes de fin de año Constanza Moreira, el director de Primaria Caggiani, el intendente de Cerro Largo Botana –ya no tan corpulento sino directamente gordinflón-, el presidente del Frente Amplio Mirandita (sus simpáticos mofletes me conmueven al límite de que no lo puedo llamar de otro modo), el pelado Novick –que largó los viejos cajones del viejo y se puso a hacer caja como loco con un modernísimo supermercado- y el indefinible Amado, el más malquerido de los escasos indefinibles, podrán desinfectar sus neuronas y dejar de decir desatinos y mamarrachos a mansalva?
Cuando llegue el frío, ¿será posible que los amigos de lo ajeno dejen de desabastecer el mercado de garrafas de gas y busquen otra ingeniosa manera de hacer explotar los cajeros automáticos? Total, el resultado para ellos y para la policía del Bicho y del Perro va a ser el mismo…
Y siendo que la Justicia es lenta, que el nuevo Código Penal es más benigno y que la gente se calienta cada día más, ¿suena exageradamente disparatado que los denunciados por corrupción pasen por un único juzgado donde el magistrado, con presteza, además de requisarles todo lo embolsado indebidamente, les castigue con leer todos, ¡pero todos, eh!, los libros de Mercedes Vigil y “La gloria de don Ramiro”, de Enrique Larreta, hasta aprenderlos de memoria? Obvio, no se les facilitará servicio psicológico alguno contra la idea del suicidio.
En fin, Alfredo… ¿qué te pareció mi regreso? Ah… ¿sí? Caramba, no te conocía esas compulsiones criminales. No da para tanto. Ya te dije, lo hubieses arreglado con un chorizo al pan a fin de año.
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