Acaso, ¿la pregunta es pertinente? A la fecha, el expresidente Donald Trump debe enfrentar seis juicios, los que se deberán llevar a cabo entre lo que resta del 2023 y el 2024. Las causas, son variadas y documentadas: desde la interferencia electoral del año 2020 (algo de lo que se habla relativamente poco), la difamación contra E. Jean Carroll, el caso de Stormy Daniels, los documentos clasificados en Mar-a-Lago.
El punto es que una encuesta de CNN de principios de setiembre concluyó que DT contaría con un respaldo del orden del 52% de los votantes republicanos, un nivel de apoyo más que suficiente para alcanzar la victoria en las primarias partidarias. Quien le sigue, el gobernador DeSantis, apenas sumaría el 18% de los apoyos. Por eso, los seguidores del Trump han instalado la idea de que las primarias republicanas son para definir al candidato a vice.
Hace una semana, en Atlanta, tuvo lugar la primera audiencia en la causa de presunta interferencia electoral. En este proceso, no sólo está involucrado Donal Trump. También hay otras 18 personas acusadas. El juez Scott F. McAfee fijará las fechas para el inicio del juicio y el cronograma de audiencias.
Mientras tanto, el expresidente tuvo un fallo adverso en la demanda por difamación de E. Jean Carrol, y lo que queda por delante es la determinación del monto que Trump deberá pagarle a la demandante. Para recordar, se trata de una segunda causa por difamación debido a unas declaraciones consideradas agraviantes de DT hacia E. Jean Carrol.
Hago lo que quiero…
El caso del expresidente Trump adquiere unas dimensiones especiales. Nadie como él ha practicado con tanta decisión. La opacidad informativa, la mentira como herramienta necesaria, planificada e improvisada, incluso la descalificación socarrona y el insulto directo, fueron recursos cotidianos en la vida diaria del candidato, del presidente, del expresidente y ahora del nuevamente candidato Donald Trump.
Como si estuviera expresamente excluido de las responsabilidades que las leyes establecen a todos sus conciudadanos, Trump hizo del desconocimiento, cuando no desprecio, a las formas y obligaciones institucionales una seña de identidad. Y hoy por hoy, lo sigue intentando, pero ha encontrado los límites que los jueces le han recordado que es su obligación acatar y respetar. Por ello, pese a que intentó evitarlo, debió cumplir con los procedimientos formales de registro en cada una de las causas.
Uno de los problemas de DT, según allegados, es que no advierte cuando ha ganado, hasta donde se puede llegar, cuál es el límite. Por ello, comentan a la prensa estadounidense acordando reserva sobre su identidad, que algunos logros importantes de la administración se han esfumado en la consideración del ciudadano. Y citan, por ejemplo, un cierto auge económico, una revisión de la opinión sobre China, más crítica, instalar una sólida mayoría conservadora en la Corte Suprema que ha rendido, por ejemplo, en el caso del aborto, y su autorización bajo la modalidad de Operation Warp Speed, que permitió reducir drásticamente los tiempos para la definición y producción de la vacuna contra el COVID 19.
Pero otras decisiones y actitudes del presidente Trump significaron una inconsistencia muy grave en materia de política global, un terreno que, a la luz de su experiencia, no comprendía y dio luz verde a lobbies que reclamaban la anulación de regulaciones y restricciones, además del deseo de desentenderse de acuerdos y compromisos restrictivos, como el retiro de EE. UU. del acuerdo climático de París, por citar un ejemplo.
n un terreno más político y de seguridad estratégica, su acercamiento al presidente turco Recep Tayyip Erdogan y Jair Bolsonaro, incluso a King Jong Un, dejaron un retrogusto incómodo en la comunidad de inteligencia, aunque fue aclamado por su entorno político más íntimo.
Capítulo judicial…
Caprichoso y errático, pero no tonto, en el período de gobierno de DT se tomaron algunas decisiones que conforman esa cosa que podría denominarse “el legado de Trump”. Son decisiones que encuentran o marcan la acción política de las próximas generaciones. Al final de su mandato, la intervención en el territorio judicial fue tan intensa que, como lo destaca Mary Frances Berry, de la Universidad de Pensilvania, los tribunales están controlados por los representantes republicanos. En la mirada de esta académica, “a veces los jueces nos sorprenden, pero en su mayor parte, la evidencia histórica es que prácticamente hacen lo que su política y sus antecedentes dicen que harán”. A partir de esta realidad, es que en todas las instancias judiciales que está enfrentando, los asesores legales del expresidente buscan la impugnación del juez a cargo, para encontrar en el sustituto una mirada más próxima ideológicamente.
Trump es el primer expresidente en toda la historia de los EE. UU. que enfrente acusaciones penales y que, al mismo tiempo, aparece en carrera para ganar las primarias partidarias para las elecciones del 2024. Son muchas las causas en tribunales, y de acuerdo con fuentes judiciales, muy elaboradas, documentadas, las que ponen a prueba la consistencia del sistema judicial. Los cargos penales superan los 90. Pero para el entorno de Trump, es precisamente esta tormenta la que mejor posiciona al candidato, a su permanente obsesión por mostrarse como un elegido, una suerte de rey sin necesidad de corona.
Hoy parte de su energía está dedicada a convencer, y a los ya convencidos, a reforzar la idea (en sentido real, a los votantes republicanos) que los cargos en su contra tienen motivaciones políticas para quitarlo del medio, e impedir sus futuras sucesivas victorias, y convertirse nuevamente en presidente.
Se trata de la Big Lie Two. El reproche es “saben que gané en 2020” y “saben que volveré a ganar”, y por ello es que pretenden sacarme. Pero DT divide las aguas muy drásticamente, y sólo una fracción es receptiva a estos mensajes basados en mentiras e ilusiones futuristas, pero en el zenit de la estrategia, podría llegar a funcionar, sencillamente porque ya funcionó en el pasado.
Y, ¿qué pasará si DT gana su postulación? Lo único seguro, si es que esta presunción se cumple, es que al momento de la elección 2024 el candidato desafiante tendrá 78 años y el candidato a reelegir tendrá 81 años. Toda una señal a interpretar.
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