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Alemania diversifica sus proveedores de gas por Ernesto Kreimerman

Alemania diversifica sus proveedores de gas  por Ernesto Kreimerman
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La crisis abierta entre Rusia y Ucrania, donde toda Europa, la Unión Europea, Estados Unidos y la alianza OTAN, y también China, son de alguna manera parte de una expresión más amplia del enfrentamiento.

El conflicto bélico, de escala y costos impresionantes, impacta directamente en dos mercados: el de los alimentos y el de la energía, en particular, en las importaciones y exportaciones de combustibles fósiles globales. No sólo petróleo, en el que Rusia representa el tercer mayor productor de petróleo a escala mundial, sino y especialmente, el de gas.

Desde el inicio mismo del conflicto bélico, pero en sentido estricto aún desde antes, el entorno de Vladimir Putin dejaba trasuntar que su arma más poderosa no era el ejército y su armamento, sino la condición de proveedor de petróleo y gas al continente europeo, así como también su condición de proveedor privilegiado de trigo. Según J P Morgan, Rusia y Ucrania representan el 29% de las exportaciones globales de trigo y el 19% de las exportaciones de maíz.

Además de combustibles (que veremos en detalle) y alimentos, ambos países son actores dinámicos a nivel mundial del mercado de metales. Rusia es el cuarto mayor exportador global de aluminio, y también juega un papel fuerte como productor de acero, níquel, paladio y cobre. Por su parte, Ucrania también es un productor de volúmenes significativos de metales industriales, y

Los combustibles fósiles

Como se recordaba párrafos más arriba, el gobierno de Putin esgrimió la amenaza de la interrupción del suministro de gas a Alemania, y desde allí a otros países europeos, encendiendo las alertas no sólo de los gobiernos, si no de las sociedades vecinas. El anticipo del problema que se avecina a partir de los primeros fríos del otoño fueron los incrementos en las tarifas de los servicios públicos de gas y electricidad. El segundo elemento consecuencia directa de la crisis, comenzó con los anuncios y luego resoluciones, de planes de reducción de consumo de gas y algún caso, también, de energía eléctrica. En particular, referido al consumo de vidrieras y escaparates en horario nocturno.

Una y otra vez, desde Rusia se siguió insistiendo con el corte del suministro del gas ruso hacia Alemania y sus derivaciones a través del gasoducto Nord Stream 1. En todos los países afectados por esta posibilidad reaccionaron ante el riesgo potencial de tener que sobrellevar el invierno duro con poco o nada de gas.

Ursula Von del Leyen, presidente de la Comisión Europea, no se anduvo con vueltas: “Rusia nos está haciendo chantaje, está utilizando el gas como arma de guerra”. Ésta era la respuesta al anuncio de Gazprom de que no estaba en condiciones de garantizar el suministro en condiciones extraordinarias, y posteriormente “ensayó” un corte de gas en el principal gasoducto, el ya mencionado Nord Stream 1, pretextando trabajos de mantenimiento.

El mercado al alza

Es bueno tener presente que ya en julio Rusia restringió el envío de gas a Alemania a través del Nord Stream 1. Según algunas fuentes, esta vía transporta actualmente alrededor de una quinta parte de su capacidad. Para dimensionar la situación, Alemania hasta estas circunstancias importaba el 55% de su gas desde Rusia, y casi todo a través del referido gasoducto.

Europa enfrenta, a partir de esta decisión rusa, un doble problema, de acuerdo a sus propias características. Por un lado, volumen. Por otro, precio. Para la mayoría de Europa, el drama principal está en el abastecimiento. Ha entrado ya en fase crítica aún en condiciones climáticas no exigentes. Sin embargo, para otros países, como el caso de España, retrasado en la reconversión de generación de energías, el problema será de costos. De todos modos, España hoy presenta las reservas más altas de Europa, en buena medida por su plan de restricciones de consumo, y por la capacidad de regasificación de GNL, gas natural licuado.

Acuerdo con Canadá

En este contexto cuya resolución no parece ubicarse en el corto plazo, obliga a todas las partes involucradas directa e indirectamente a analizar y desplegar acciones en los múltiples escenarios en los que la crisis se manifiesta, y no meramente reducido a la expresión bélica.

En este sentido, los planes de contingencia comenzaron a dar sus frutos, en escenarios cada vez más tensos y de mayor costo. En el caso de Alemania, su búsqueda de nuevos proveedores de energía para enfrentar las restricciones de mediano y largo plazo parecen comenzar a dar resultados.

Al igual que otros países del viejo continente, Alemania también ha puesto en práctica esfuerzos tendentes a asegurar el mayor almacenamiento de gas posible para enfrentar un enemigo severo, como lo es el invierno. Las demandas del consumo no refieren solamente al uso residencial, sino y fundamentalmente, a las demandas energéticas de la industria, clave para mantener la economía en marcha, dinámica, sin amenazas de ampliar la crisis de energía a una crisis más amplia, incluso más allá del factor costos que impactará crecientemente en la formación de precios, y, por tanto, con sus efectos inflacionarios.

En Montreal, el canciller alemán Olaf Scholz y el primer ministro canadiense Justin Trudeau, su anfitrión, anunciaron un acuerdo de cooperación para el cual Trudeau enfatizó que “haremos cuanto podamos” para colaborar en el suministro de energía en el corto plazo. Si bien Alemania aspira a una porción del gas natural licuado, GNL, y no solamente al hidrógeno verde comprometido en este acuerdo, ello es imposible de satisfacer para Canadá por la sencilla razón de que no dispone terminales para la exportación y su construcción demanda, por lo menos, unos 30 a 36 meses. Lo importante, para Trudeau, es que este acuerdo es un primer paso y deja ya el camino abierto para estudiar, a la brevedad posible, vías de exportación de GNL directamente a Europa.

La apuesta, que dependerá de la escala y la tecnología, podría significar un cambio radical del mapa energético, y abrir espacio y sentido a nuevas alianzas.

Pero Alemania, como consecuencia de la crisis, ha ampliado sus aspiraciones hacia socios nuevos. Tal la posibilidad de proveerse de gas licuado qatarí para lo que se construirán dos terminales de recepción, y también con hidrógeno verde de Emiratos Árabes Unidos. Ello sin olvidar el gas licuado estadounidense y el hidrógeno verde noruego.

En lo inmediato, el gobierno alemán se concentra en almacenar gas para el invierno. Los depósitos, ahora al 79,5%, deben al 1 de octubre llegar al 85% y al 1 de noviembre al 95%. Busca asegurar el gas para la producción y para los hogares.

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