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BENJAMÍN NAISHTAT: Un siglo consumiendo cultura norteamericana por Martín Imer

BENJAMÍN NAISHTAT:  Un siglo consumiendo cultura norteamericana  por Martín Imer
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Luego de su paso por el MONFIC llegó a salas nacionales Puan, cinta argentina que une en la dirección a dos de los realizadores más interesantes del cine argentino actual: Benjamín Naishtat y María Alché. Dos talentos que se unen a la perfección en una obra que tiene, a su vez, humor y reflexión, en la guerra de dos profesores por un cargo de gran importancia dentro de una facultad. Hacerle cualquier descripción a esta cinta es quedarse corto, ya que de sus matices se pueden sacar grandes y diversos puntos de debate, por lo que lo mejor es sumergirse en esta entrevista con el director en donde abordamos algunos de ellos, y luego ver la película.
Aclaración: esta entrevista fue realizada antes de la elección electoral en Argentina.
¿En qué momento surge esta colaboración con María, esta fusión de intereses de ambos? Porque son cines muy distintos los de ambos, y sin embargo en esta película funcionan muy bien.
Se dio un poco naturalmente, porque compartimos una vida con María y veníamos charlando mucho de esto. Quizás lo primero que charlamos fue las ganas de ver a Marcelo Subiotto, el actor, en un rol protagónico. Él había actuado en un rol secundario pero muy lindo en la película que hizo María, Familia sumergida, una gran película, y yo lo había querido contratar a Marcelo para Rojo en su momento, y por distintos temas no se había podido — después la película la hizo un gran actor, Darío Grandinetti, que fue un súper rol y fue súper premiado, esas cosas que las películas tienen, los accidentes fortuitos y gloriosos, pero lo que te quiero decir es que hace mucho que quería trabajar con Marcelo y los dos queríamos escribirle un protagónico, quizás desde la sensación de que él era un talento enorme que no estaba teniendo el espacio que merecía, como que había ahí una sensación de que había una injusticia con semejante actor, porque es un tremendo actor, y escribimos un rol para él a partir de un mundo familiar, conocido de los dos: María estudio en Puan, yo soy hijo de un profesor de filosofía, de sociales, de otra facultad, y eso nos motivó a meternos en este mundo, meterlo a Marcelo ahí, y se fue organizando la colaboración de una forma muy intuitiva.
Otra cosa que también me parece interesante es una cierta cruza que tiene la película entre lo que es un cine de comedia, sobre un viaje interior de un personaje, y también un cine político de cierta urgencia en la actualidad. ¿En qué momento se dispara esa chispa?
Ahí te voy a pedir que me dejes acotar algo, porque a veces me dicen o nos dicen esto de cine político y me da un poco de incomodidad, porque yo creo o más bien sé que todo cine es político, en las películas norteamericanas que consumimos (muchas yo también) de superhéroes o lo que sea son muy políticas; todas las películas reproducen formas de existencia, formas de vincularse con otros humanos, formas de ejercer el poder, todas las películas son políticas, entonces después hay películas que asumen un compromiso o una posición frente a determinada cosa pero eso no las hace más políticas, las hace en todo caso más comprometidas. Todas las películas son políticas, sino estamos en riesgo de dejarnos colonizar la cabeza sin darnos cuenta. El mundo que nos rodea también es reflejo de un siglo de consumir cultura norteamericana, básicamente, y reproducir ese mundo o intentarlo de forma patética, los shoppings donde vamos a ver hoy las películas, eso es importado, no es nuestra cosa orgánica. Me pongo ahí un poco demente quizás porque la situación en la argentina está muy candente y vengo caldeado, pero como dijiste antes y retomo, hay una comedia y ese era un punto de partida de la escritura, como una estrategia de hacer una película luminosa para un momento del mundo un poco oscuro, que nos parece bien la risa, nos encanta ver comedia, cuando una comedia te hace reír es de las mejores cosas que te pueden pasar en la sala de cine y nos propusimos dar en esa fibra, también como un vehículo para poder hacer pasar mejor la filosofía, temas densos como la muerte y cosas que pueden ser pesadas, que sin el matiz de la comedia por ahí hubieran resultado en una película solemne o más pesada que no queríamos hacer.
Me comentabas un poco que estabas en esta actualidad caldeada del país y venías un poco caldeado, y la película se estrenó hace algunas semanas en Argentina. ¿Sentís que hubo tal vez alguna reacción política o alguna reacción social fuerte hacia la cinta?
Hubo reacciones, no sé si fuertes, es muy relativo, la película no va a dar vuelta la historia del país, pero sí te puedo decir que en términos relativos y en lo que puede producir una película, gratamente Puan viene gravitando mucho entre el sistema cultural, llamémosle. Muchas notas, más allá de las notas de espectáculos, sobre las sensaciones de la película, los debates que irradia, hasta mensajes de algunos amigos profesores que me cuentan que hay alumnos a los que mandaron a ver la película y fueron a verla y dijeron que iban a cambiar su voto porque algo de la película les había hablado, entonces eso es mucho más de lo que suele pasar o de lo que uno espera de una película; gravitó mucho. Seguramente, inflamado el contexto como está, eso hizo que la película tenga una recepción más sensible de lo normal, pero tampoco hay normalidad en Argentina, nunca, entonces cada película cae en algún momento que siempre es particular por una cosa u otra.
¿Y vos como te sentís con respecto a la actualidad de tu país?
Es una actualidad difícil, porque como quizás estás al tanto, hay un regreso del fascismo intolerante, que no es nuevo en Argentina, se dice que esto es nuevo pero no tiene nada de nuevo, en Argentina hubo dictaduras fascistas: en el año 30, una dictadura fascista que masacró cientos de obreros en la ciudad de Buenos Aires con total impunidad, en la Patagonia en el año 55 una dictadura que bombardeó la Plaza de Mayo y mato 300 civiles desarmados, en el año 66 hubo una dictadura que fusiló presos en Trelew, en el año 76 la dictadura de Videla y así… quizás si hay alguna novedad es que ahora hay un fascismo que se declara fascista y no tiene ningún pudor en asumir todas las posiciones características del fascismo, que tiene la posibilidad de hacerse elegir por el voto, eso quizás es algo nuevo. Eso es lo que nos tiene un poco en alerta, nos tiene un poco degastados, porque todos los que entendemos el peligro absoluto en muchos niveles para la cultura, para la educación, también el peligro físico que puede haber para muchas personas, estamos las 24 hora viendo que más se puede hacer, donde se puede ir a hablar, hacer algo, organizar para que no prevalezca esta forma deshumanizante de ver el mundo o de lidiar con los problemas argentinos: cualesquiera sean, la solución no es deshumanizar los lados o destruir el estado, la universidad, de la cual ha salido la clase media. Me parece que es algo angustiante.
Una de las cosas que hoy están en juego en la republica argentina es también la cultura y el cine, algo que se ha demonizado en estos últimos meses. ¿Cuál es tu opinión con respecto a esa demonización que se está haciendo del cine desde ese sector político? ¿Sentís que PUAN en cierta forma hoy representa una resistencia a eso?
Ojalá que sí, desde el sector que se ha unido, conformando una especie de nueva federación que se llama Cine argentino unido, que son muchas asociaciones o personas sueltas como es mi caso, que nos hemos unido en un montón de acciones, donde quizás una particularmente linda fue la que se hizo en San Sebastián con un banderazo con una delegación de más de cien personas con 25 proyectos que había en el festival, compitiendo en las distintas secciones, con el apoyo del festival, de su director, con figuras internacionales que vinieron al banderazo en apoyo al cine argentino. El sector está unido y alerta y Puan es una película que puedo decir con muchísimo orgullo que viene a desmentir cualquier estupidez que puedan decir sobre el cine argentino: una película que este fin de semana la van haber visto 100.000 personas en las salas comerciales, se vendió a cantidad de países, se vendió a América Latina entera, se vendió a Europa, se va estrenar en Brasil, acá, y es un trabajo argentino con mucho valor agregado que se está exportando a muchísimos lugares con nuestra cultura, con nuestro imaginario, y con el infinito orgullo que eso nos trae y también un imaginario latinoamericano. Veremos qué pasa aquí en Uruguay pero en Brasil, que tuve la oportunidad de acompañar a la película, tuvo un eco bellísimo y se va estrenar allí el 7 de diciembre en todo Brasil, y había mucha algarabía con la película, y también me parece importante decir que todos los problemas del cine argentino son los problemas del cine latinoamericano, todos los ataques al cine argentino son los ataques que se producen de forma igual en Brasil, en Chile, en cualquier lugar donde hay intolerancia y gente reaccionaria, esa gente va a ser enemiga de la cultura y sobre todo enemiga de tener un imaginario particular, nacional y latinoamericano, vuelvo a esto porque se parecen bastante las corrientes intolerantes, en general están tratando de suprimir la potencia cultural porque es una potencia que te despierta ganas de avanzar, de ser vos, de reproducir una vida autentica, genuina, soberana, y por otro lado hay esa voluntad (ya totalmente anacrónica, por otra parte) de ser una especie de colonia apática de Estados Unidos o de una especie de idea de Occidente que ya realmente no existe más. Lo que pasa es que acá tenemos una derecha muy bruta, que ni siquiera lee los diarios, no se entera de cómo el mundo se está fragmentando, que el siglo 20 terminó.
Uno de los temas de la película es esa llegada de una cultura europea, y de repente muchas personas se venden a esa cultura en pos de la latinoamericana que es igual de digna. ¿Cuál es tu postura contra esa globalización de la cultura y esa pérdida de nuestra identidad latinoamericana en pos de una unión global de otros contenidos?
Son temas complejos, porque tampoco quisiéramos caer, yo por lo menos, en un esencialismo de que ahora todos nos retrotraemos de hablar un idioma de pueblo originario, no sé, me cuesta pensar en términos esencialistas, pero sí veo evidentemente cosas muy puntuales, como la tensión que hay en la Academia Argentina (y desconozco la Uruguaya, pero intuyo que debe haber un problema parecido) que es que de 200 autores que se estudian, 190 o 195 son europeos, me refiero a filosofía, por ejemplo, y ahí viene la pregunta: ¿Por qué no estamos leyendo o pensando desde acá? Ahora, ese pensar desde acá no significa necesariamente que hay que pensar en Uruguay solamente, Uruguay puede pensar también los griegos, pero desde acá ¿entendes? Pensemos Atenas desde Montevideo, con todas las particularidades y las tensiones particulares que va tener esa relación, la idiosincrasia en tensión con Grecia, no replegarse y negarse al mundo porque del mestizaje entre pueblos hay muchísima e infinita riqueza, y el mestizaje es una realidad, América Latina es mestiza, sobre todo el Río de la Plata. Los Andes tienen quizás un paradigma distinto, pienso, porque también filmamos en Bolivia y algo de eso hay en la película, pero en cuanto al Río de la Plata son culturas mestizas pero que, como puertos, tienen esa cosa aspiracional y de estar mirando afuera con enorme complejo de inferioridad. En términos académicos, hay que haber pasado por no sé dónde para valer un mango, lo mismo pasa con el cine, hay que haber ido a no sé dónde, a Berlín o a Cannes o a San Sebastián o lo que fuera para que la película exista porque si no, no existe; eso habla de que tenemos terrible complejo de inferioridad del cual habría que empezar a sacudirse, y esas preguntas están ahí, habitando en la película.

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