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Clásico rioplatense

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La Comedia Nacional estrenó Esperando la carroza, de Jacobo Langsner, el 12 de octubre de 1962 en la Sala Verdi. La versión, dirigida por Sergio Otermin, no contó con el apoyo del público y fue fustigada por parte de la crítica. Desde el diario El Día, por ejemplo, se afirmó: “bajo la embozada apariencia del grotesco teatral, el autor abomina de las familias cristianas uruguayas, del culto tradicional que nuestra población rinde a sus muertos, y de otros sentimientos no menos arraigados”. El juicio del crítico, que de forma no muy velada destila odio hacia el origen étnico de Langsner, no deja de poner foco correctamente en el objetivo de la pieza: cuestionar la doble moral instalada en la vida cotidiana de la clase media montevideana. Intentando defender el espectáculo, desde las páginas de Marcha Mario Trajtenberg indicará: “Una manera equivocada de juzgarla sería analizando a los personajes. Las mujeres son todas iguales, ciertamente: arpías de lengua afilada, necias, ignorantes, supersticiosas y frígidas” y agrega que los diálogos están hechos de “malos sentimientos y chismografía”. Más adelante señalará que “los personajes y las situaciones están extraídos de la nativa fauna de la baja clase media y de los episodios teatrales sin pretensión de originalidad (…) Langsner es un maestro consumado y reduce a poca cosa los intentos similares que se han hecho en este país de fustigar la hipocresía pequeñoburguesa”. Trajtenberg habla de la habilidad del autor, pero parece ser ambiguo al caracterizar a los personajes como elementos no centrales del espectáculo. Es en los personajes justamente en donde se hace carne la crítica a la clase media. Y falta señalar la holgazanería militante de los personajes masculinos en el contexto de la vida hogareña cotidiana, por ejemplo.

Pero es lógico que la obra haya generado incomodidad en su momento, quizá eso mismo hable de la perspicacia del autor. Estamos hablando de un espectáculo estrenado cuando el espejismo del Uruguay feliz de los años cincuenta comienza a resquebrajarse. Menos de diez años después se estrenará, del mismo Langsner, El tobogán, en donde con una lucidez pocas veces señalada se enfoca en la parálisis de los sectores medios de la sociedad montevideana ante la inminencia del golpe de estado. Justamente, una vez consumado el golpe, y durante los peores años de la dictadura, es que se estrena la segunda versión de esta obra en Montevideo. Fue en 1974, en el Circular y con dirección de Jorge Curi que Esperando la carroza se convirtió en un éxito que estuvo en cartel durante más de cinco años, superando las 600 funciones. En el mismo año del estreno Isabel Gilbert escribirá en Marcha: “Superficial en su pintura de la clase media de aquellos años, en la observación del ‘infierno en familia’, en su sátira de la moral y la idiosincrasia burguesas; arquetípica en su creación de personajes pero válida en su catálogo genérico de egoísmos, torpezas, frustraciones y acritudes varias”. Gilbert, que publica su nota exactamente una semana antes de que se clausure definitivamente al semanario fundado por Quijano, agregará que la dirección de Curi “parecería envolver en una discreta ternura ese mundo tan reconociblemente nuestro” y augurará: “el espectáculo tendrá sin duda muy buena y amplia acogida”. Doce años después del estreno de la Comedia, y en un contexto de censura y represión, la lectura de la doble moral de la sociedad montevideana es asimilada de otra forma. El egoísmo y el individualismo exacerbado, el salvar las apariencias más allá de cualquier situación, pasa a ser algo que la propia sociedad que lo genera está más dispuesta a aceptar como un reflejo (aunque distorsionado por el grotesco) de sí misma.

Pero Esperando la carroza se volvió un fenómeno masivo con la versión cinematográfica a cargo de Alejandro Doria (1985). Es en la película en donde China Zorrilla se lucirá con el personaje de Elvira y en la que la Mama Cora de Antonio Gasalla tendrá un rol protagónico. Lo paradojal es que esa versión cinematográfica fue rechazada por el equipo artístico de la versión del Circular. En 1993 Jorge Curi afirmaba: “la versión argentina en cine es un atentado contra la obra. Tiene groserías inútiles que no están en el original. El texto trabaja con la brutalidad pero no con lo grosero”.

Con los años, y más allá de la opinión de Curi, la versión cinematográfico se instaló como “la versión” de Esperando la carroza, y es desde allí que parte Carlos Muñoz para la versión que se encuentra en cartel en La Candela. La referencia/homenaje a China (y por ende a la película) se vuelve explícita en un momento de la versión pero también en los apellidos de los personajes y en algunas caracterizaciones. En particular las excelentes actuaciones de Carolina Taranto y Andrea Bañuls parecen remitir directamente a los personajes del filme.

Si bien en esta versión hay elementos de nuestro tiempo que potencian algunos momentos humorísticos (el uso de celulares para sacar selfies o las explícitas “amenazas” sobre el ejercicio de violencia hacia menores de edad) no hay una adaptación de la obra al presente. En realidad esas “intervenciones” desde el presente potencian el enjuiciamiento al lugar, por ejemplo, que ocupaba la mujer en la sociedad en que la obra fue escrita. Elvira y Susana son esclavas de la vida doméstica, y Nora (espléndido trabajo de Micaela Larriera) es poco más que un florero infiel en la vida de su esposo. Si esa forma de subordinación, en parte, se ha ido modificando, la forma en que se trata a Mama Cora (es un placer la actuación de Elena Brancatti) sigue cuestionando a nuestra sociedad sobre la crueldad con que tratamos a la vejez. El humor no oculta la infantilización de Mama Cora, marginada de cualquier actividad en la que se sienta útil.

En lo personal, nos gustaría ver alguna versión que traslade el cuestionamiento de la obra a nuestro presente, que generara la polémica que generó en su momento. No es lo que pretende hacer Muñoz en su versión, que más viene se atiene a refrescar algunos pasajes de la pieza original y homenajear a China Zorrilla en su centenario. El resultado, teniendo en cuenta esto, es ampliamente exitoso. El elenco disfruta de poner el cuerpo a este clásico rioplatense, y ese disfrute se transmite a la platea, que agota las localidades semana a semana.

Esperando la carroza. Autor: Jacobo Langsner.  Dirección: Carlos Alejandro Muñoz. Elenco: Darío Sellanes, Alvaro Pozzolo, Diego González Savoia, Carolina Taranto, Micaela Larriera, Andrea Bañuls, María Belén Ivanchuk, Elena Brancatti y Fernando Gallego. Diseño de escenografía: Sebastián Suárez. Diseño de vestuario: Cecilia Parra. Diseño de luces: Nicolas Ausserbauer. Fotografía: Gustavo Afeltro.

Funciones: viernes y sábados 21:00, domingos 19:00. Teatro de la Candela.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.