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Con Marianella Morena: “Mi alianza siempre ha sido con la creación”

Con Marianella Morena: “Mi alianza siempre ha sido con la creación”
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La semana que viene se reestrena Ella sobre ella, espectáculo inspirado en Carlota Ferreira que cuenta con dramaturgia y dirección de Marianella Morena y actuación de Mané Pérez. Con esta excusa Voces conversó con la directora sobre algunas características de su trabajo.

 Más allá de la figura histórica de Carlota en Ella sobre ella parece haber interés en reflexionar sobre la libertad, no solo en aquel momento sino en el presente.

Sí, el vínculo con lo anterior, llámese clásico, personaje, biografía, es una forma de diálogo con el presente, viva, que dinamiza lo histórico, lo establecido, lo rígido, y airea naturalmente el proceso. Es un procedimiento de trabajo/creación que uso mucho porque creo en la fertilidad y el potencial que tiene como mecanismo en sí mismo. Rápidamente te interpela, genera preguntas, conflictos no resueltos. La duda se impone como aliada en el camino, desmantela lo sabido. Es algo que me obliga a salirme de una zona cómoda o de sabiduría y donde la experiencia previa es una acumulación sensible y no portadora de respuestas.

Carlota es algo/alguien, que amplifica esto que te comento, es una mujer, un personaje que trasciende por la mirada de un artista visual sobre ella. Ese punto de partida es mi punto de partida para hablar de los demás, sobre cómo nos miran, nos ven y nos retratan como auténtico/a, sin opciones a otras verdades.

La pulsión o el deseo son claves también, el deseo como móvil de las acciones.

La escena es un caudal erótico por su propia naturaleza, la fragilidad de los cuerpos, el voyeurismo del espectador, que primero fue del director/a, es un desplazamiento continuo de los sentidos. Los cuerpos se exponen, se ofrecen en el ritual de la teatralidad, como sucede con la sexualidad. Al margen del relato, hay una equivalencia explosiva que me interesa transitar y evidenciar, usando contenidos que colaboran con esa tensión, provocando no solamente desde lugares menos cotidianos como la intimidad, sino en la miseria humana, su propia debilidad ¿Habrá algo más contradictorio y pujante que el deseo, que un mismo día te puede hacer sentir poderoso o el ser más desgraciado del planeta?

Esa variable del poder me parece muy sustanciosa para hablar de lo humano, y sus máscaras. Lo social, la construcción de reglas sociales, morales, religiosas, son máscaras para sentirnos menos solos. Siempre terminamos en el mismo lugar.

La «representación» de Carlota en sí también se problematiza. La que hace Blanes, la que hace Marianella, y trascendiendo a Carlota aparece el cómo nos representamos a nosotros mismos.

¿Quién no representa? La madre que va a la escuela no es la misma que se acuesta con su amante o da un seminario o llora por su padre o va de compras. Puedo dar muchos ejemplos. Somos rehenes de un sistema que nos obliga a la representación, por eso empezó a tambalearse en la ficción teatral, hay tanta representación en el mundo real…

Y en política ni que hablar, hay más ahí que en un escenario, en los nuevos sistemas escénicos de la tele, en los debates periodísticos. La representación está absorbida por lo real. Entonces ¿qué hacemos con las teatralidades, desde dónde trabajamos?

Exponerla es un camino, dibujar los límites, ironizar con los mismos, despreciarlos, usarlos, tirarlos, reciclarlos, reírnos mucho, sobre todo eso: la risa.

Ella sobre ella parece ser un espectáculo creado a partir del trabajo concreto con Mané, hay mucho de su materialidad y de sus posibilidades creadoras en el resultado ¿Con qué ideas partiste? ¿Cómo fue el trabajo?

Sí, es un trabajo de escritura escénica, donde no hay una literatura dramática previa y luego se va montando o encontrando el lenguaje. El texto lo escribí en los ensayos y con la materialidad de la actriz y sus propias búsquedas, el caos fue parte del proceso.

Trabajé desde el inicio con los límite de Mané, previamente conversados y acordados. Los permisos de ir por más tienen que ver con una confianza absoluta entre ambas, ya nos conocemos, hemos trabajado previamente y nos podemos involucrar hasta el fondo sin que nos deteriore la racionalidad o estalle por otro lado.

Yo deseo con ahinco ese tipo de encuentro entre creadores sin quedar atrapados en las frustraciones  que afloran cuando no se logran.  Si uno trabaja y confía, en algún momento las cosas suceden, hay que saber esperar. Y saber administrar el dolor.

El rol del director teatral ha quedado muy vinculado a un ejercicio de poder patriarcal. Algunas denuncias recientes parecen evidenciar esto ¿Cómo lo interpretás vos que sos una de las directoras más relevantes de nuestro medio?

La figura del director es bastante contemporánea, y cuando aparece es una figura híbrida que se instala desde la masculinidad y el poder. Con el tiempo el director se va modificando y se empieza a convertir en artista, en creador, pero eso es de los últimos cuarenta años, más o menos. Antes ese rol, que no tiene nada que ver con lo femenino, absorbe y capitaliza todo lo que tiene que ver con el poder; el que domina, el que decide, y no con lo artístico.

Con el tiempo aparece el conflicto, que capaz tiene que ver con la aparición de las mujeres o capaz que tiene que ver con otro tipo de director que no está tan preocupado por imponer sus ideas. Este conflicto creo que lo instala Meyerhold en los años veinte en la Unión Soviética y el que lo define es Peter Brook, el director que duda, que otorga al otro una posibilidad de libertad.

Cuando yo comencé a dirigir me encontré con todo estos clichés en actores y actrices, técnicos y técnicas que me reclamaban y me pedían por favor, a veces explícitamente, que fuera más autoritaria. No autoritaria en el sentido del maltrato, pero sí estaba la necesidad de que alguien dijera lo que hay que hacer. Cuando intenté desplazarme de ese lugar hubo resistencia. Y esa forma autoritaria al día de hoy tiene residuos y resiste.

Creo que estamos en un momento de crisis respecto al rol del director. Yo me desmarqué del director de corte, de tener un séquito de gente que te elogia y te alaba, del autobombo, de las alianzas para ir financiando la carrera. Todo eso tiene que ver con ese sistema de poder asociado a la dirección, y no con la creación. Mi alianza siempre ha sido con la creación y con la intención de ejercer un dominio desde el lenguaje y no desde la autoridad previa al lenguaje.

Ella sobre ella. Texto y dirección: Marianella Morena. Actúa: Mané Pérez.

Funciones: 16 y 18 de Setiembre. Teatro Solís.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.