Cuando el año pasado Voces realizó la mesa sobre dramaturgas uruguayas con Raquel Diana, Verónica Mato y Lucía Trentini notábamos que, a la vez que es muy reciente la aparición de mujeres que escriben para escena, el espacio “natural” para que una mujer se desarrollara en el ámbito de las letras había sido la poesía, dejando la reflexión política y la construcción de los “grandes relatos” narrativos a los varones. El hecho se graficaba incluso con que las tres actrices y dramaturgas habían interpretado a poetisas uruguayas: Delmira Agustini en el caso de Mato y Trentini e Idea Vilariño en el caso de Diana.
No parece nada extraño, entonces, que Verónica Mato decida realizar una obra sobre otra poetisa uruguaya, pero Blanca Luz Brum rompe todos los esquemas imaginables, no como poetisa, sino como militante y activista política. Y esa ruptura de cuanta norma se le apareciera adelante ha conspirado a que se la recuerde como escritora. Mato afirmaba el año pasado que Blanca Luz Brum fue: “una poetisa cuya obra ha sido invisibilizada, por distintos motivos, y es desconocida. Era de Pan de Azúcar, pero en la biblioteca municipal de Maldonado no hay un solo libro de ella. Tiene, además una historia como de mala mujer; lo que más se habla de ella en su pueblo es que estuvo con tal y cual. Si uno busca información en Internet lo que se encuentra es que fue esposa de este y amante del otro. No se habla sobre su obra. La gente lo primero que dice cuando habla de ella es que era muy hermosa, muy bonita. Se resalta más que nada su belleza física. Y nosotras con un grupo de mujeres el procedimiento que estamos realizando es justamente ver cómo hablamos de ella sin tener que nombrar a todos estos hombres, que es lo primero que se nombra. Me acuerdo el año pasado, cuando vino Laurie Anderson, que se la presentaba como la esposa de Lou Reed. Como que es tu marido el que da prestigio y no tu trabajo en sí mismo. La idea es tratar de visibilizar a esa mujer.”
Blanca Luz Brum ha quedado invisibilizada por la referencia a sus parejas, pero también, seguramente, por su derrotero político ideológico, que comenzó con una filiación comunista y terminó con una adhesión al pinochetismo, previo paso por el peronismo en su apogeo. Es interesante el hecho, porque Verónica Mato es una militante de Derechos Humanos, cercana al Partido Comunista al que pertenecía su padre desaparecido, y sin embargo los posibles prejuicios políticos fueron dejados de lado al investigar para intentar retratar las peripecias de la escritora de Pan de Azúcar.
El espectáculo comienza con un prólogo en que las actrices, desde sí mismas, delinean esa práctica mencionada arriba de describir a una mujer en función de “ser esposa de” o “ser madre de” más que por ellas mismas. Luego se ficcionaliza un encuentro, a fines de 1973 en la isla chilena Robinson Crusoe, entre Blanca Luz y una mujer que está investigando sobre su vida. Esto permitirá que naturalmente la poetisa hable en primera persona sobre su vida, y empezará contando sobre cómo colaboró en la fuga del dirigente peronista Patricio Kelly de una cárcel chilena. Así la vida aventurera de Blanca Luz aparece ya en la primera escena. Escucharemos también algunos versos de su obra, como los de Poema Rojo: “Trineos de la muerte recorren las estepas; Y hombres abandonados, sangrados por la tierra. Y te veo venir de la pocilga hedionda Donde niños exprimen pezones de miseria”. Y conoceremos aspectos de su vida en una isla del Pacífico a la que se le puso Robinson Crusoe por sugerencia de ella misma.
Cerca del final escucharemos a Adriana Do Reis, quien interpreta a Blanca Luz, decir: “Ningún amor vale una pérdida. Ni una sola. Cuando te digan lo que tenés que hacer, te pregunten cosas estúpidas, celos, vos salí corriendo lo más rápido que puedas. Ese no es un lugar para armar nido.” Y es imposible no asociar esas palabras a los distintos “me voy” de Yo cual Delmira, también de dramaturgia de Verónica Mato.
Es particularmente relevante la reflexión casi heracliteana que se pone en boca de la poetisa: “No se puede ser fiel a una misma queriendo a las mismas banderas, estancada siempre en los mismos pensamientos. No. Los veinte se viven de una manera, los treinta de otra, ¡y los cuarenta ni qué hablar! (…) Yo soy como el mar, como el agua como la corriente, como esas piedras filosas que se vuelven romas, soy pura naturaleza. Y la naturaleza se trasforma.”
En estos párrafos finales pareciera cerrar una reflexión en que Mato, junto a Adriana Do Reis y el resto del equipo, buscando a Blanca Luz se buscan a sí mismas, y encuentran preguntas que dejan abiertas para sí y para todos, como la que acompaña la reseña del espectáculo: “¿es posible ser fiel a una ideología?”
El puzzle se completa con un diseño sonoro que nos ubica cerca del mar, y proyecciones sobre un panel dividido en 4, que sin embargo no aparece completo. Parece haber una intensión explícita de enunciar la imposibilidad de armar todo el rompecabezas de la vida de Blanca Luz, y cada espectador quedará con la tarea de pensar en sus propias respuestas.
Nosotras en Brum. Dramaturgia y dirección: Verónica Mato. Elenco: Adriana Do Reis y Verónica Mato.
Funciones: viernes y sábados 20:00 hs., domingos 18:00 hs. Centro Cultural Terminal Goes.
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