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¿Cuál es el futuro en Argentina?

¿Cuál es el futuro en Argentina?
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Pasó la elección en la vecina orilla. Que se puede esperar de la situación política y social argentina a la luz de ver quien presidirá desde la Casa Rosada.

Superar el pesimismo por Marcelo Estefanell

¿Qué se puede esperar de este resultado de las elecciones en Argentina?
En verdad, es una gran incógnita. En primer lugar, porque las soluciones extremas que propuso en la campaña electoral Javier Milei, no serán fáciles de instrumentar. En segundo término, hereda una situación económica y social grave y profunda. Encima, a nivel legislativo no cuenta con mayorías que le aseguren cambios drásticos. En tercer lugar, Milei funcionó bien a nivel de discursos ultraliberales con vetas fascitoides, pero tendrá que demostrar cuán buen negociador es al momento de concretar sus propuestas.
En cuarto lugar, tanta crítica a las “casta” y a la “tira bomba” de Bullrich, no se olvida fácilmente. Las incoherencias políticas se cobrarán ni bien surjan inconvenientes. Y como no tuvo más remedio que recurrir a la “casta” para poder triunfar en la segunda vuelta, tendrá que “pagar” favores al viejo estilo de la política tradicional.
Hay que abrir un compás de espera, es lo más sensato.
Mientras tanto, trato de superar el pesimismo que me genera la memoria de los gobiernos de Trump, de Boris Johnson y de Bolsonaro, y no olvido los insultos gratuitos del presidente electo, ni su comunicación a través de médium con sus perros muertos y otros dislates que quedaron opacados ante su aplastante victoria.

Marca una tendencia por Alejandro Guedes
Partiría mi opinión en dos partes. Primero, una lectura comparada donde Milei calza a nivel internacional en el avance de las derechas radicales –no ultraderechas antisistema- es decir, derechas que ingresan al sistema democrático y compiten con una propuesta atractiva para el electorado. En ese mismo nivel destacaría la voluntad de votar un cambio en la región como un factor a tener en cuenta. En las últimas 33 elecciones presidenciales desde 2015 a la fecha en 25 ocasiones triunfó la opción de cambio. Marca una tendencia.
Segunda parte, aclarando que soy un simple observador de la política argentina, creo que hay un problema en la lectura fatalista sobre el resultado. Milei no es la causa del problema, sino la consecuencia de un sistema político que hoy tiene a un país en agonía. Me explico. Es preocupante sí que se apueste a un outsider sin experiencia, excéntrico, sin estructura política, radical, etc. Pero acaso, ¿no sería preocupante que la ciudadanía renueve el mandato a un staff que deja al país en una situación social y fiscal muy deteriorada? Y no solo eso, que hasta ahí podríamos decir que la mala gestión es parte de lo que se puede esperar del quehacer político, sino que en ese contexto se revelan tramas como los “bolsos de la corrupción”, el escándalo de Insaurralde o el escándalo de las tarjetas de débito que gestionaba un puntero. Eso también tiene que estar sobre la mesa, sino caemos en un análisis que podrá ser muy técnico, pero miope.

No es solo lo que hará, es lo que representa. Por Marcos Soto
La elección de Javier Milei es un hito histórico. Por primera vez desde la restauración democrática, la sociedad se ha volcado hacia una opción de extremo en el abanico ideológico. Desde ese plano, el de las ideas, el presidente electo posiblemente sea el más claro y el más audaz en cuanto a su identificación, versus todos los que lo precedieron. Por estas horas, he repasado más al detalle lo que ha sido su difusión de ideas a través de planteos teóricos y de acciones concretas. Son conocidos sus postulados sobre el rol mínimo que debe cumplir el Estado, delegando la justicia distributiva a la acción pura del mercado. Éste es el ámbito donde los particulares pactan libremente, y así se alcanza el óptimo social. El Estado allí no tiene ningún papel a jugar. Y así ha planteado sin tapujos, que bajo las reglas de mercado podría existir un mercado de órganos humanos, o un mercado libre de porte de armas, o que las normas anti contaminación son innecesarias, ya que el propio mercado regularía si fuera algo perjudicial; o el desconocimiento de las brechas salariales de género en detrimento de las mujeres, porque si existieran, el mercado se volcaría por mano de obra femenina. Podría seguir porque la lista es larga, sin embargo, apreciado lector, usted podría decir que son de algún modo postulados teóricos para marcar una posición, ubicarse con claridad y demagogia en el espectro político, pero que nada de esto ocurriría en la práctica. Lamento no estar de acuerdo. Javier Milei ha votado en el congreso en contra, por ejemplo, del proyecto de ley que prevé incluir como rutina en el cuidado del embarazo la detección precoz de cardiopatías congénitas, porque esto implicaría mayores recursos para el Estado además de intervenir de forma compulsiva en la voluntad de la futura madre. Cuando ha tenido oportunidad, ha intentado salirse del plano de las ideas y volcarlas a la realidad. ¿Cuál es el límite? Los estamentos democráticos. El congreso será clave para de algún modo calibrar y regular los márgenes de actuación. Por eso la elección del título, hoy mi preocupación esta centrada en lo que representa. En el deterioro moral generalizado en la sociedad, y sobre todo en los más jóvenes, que aceptan que este modo de planteo de organización social, con un individualismo exacerbado, los represente, mucho más allá de lo que haga o deje de hacer. Un jefe de estado, es mucho más que eso, marca pautas, con su ejemplo comportamientos, y con sus ideas una valoración moral de cómo se va construyendo el futuro de una sociedad, en este caso muy golpeada. Se podrá decir, con razón, que estos fenómenos no surgen de un “repollo”, son más de dos décadas sin encontrar un rumbo, decepciones, corrupción generalizada, y pobreza descontrolada. Como dice un amigo, a llorar a la llorería.

Solo es el presidente. Por Cristina de Armas
No sorprendió el resultado electoral en Argentina. Como ya dije antes los pueblos que tienen derecho al voto, cambian los gobiernos y se polarizan ante las crisis económicas. Es un hecho y es mundial.
Sorprendió la votación del ministro de economía oficialista; en un total del 75% de electores votó el 44%. Es una buena representación parlamentaria y con seguridad la hará pesar. Uno podía pensar que en un país arruinado como lo está Argentina; el porcentaje de votación sería mínimo y no lo fue.
El presidente electo Milei es un fenómeno social más que un candidato como hemos visto otros, simboliza un cansancio, intenta ser un mensaje de la gente que no comprende que no se termina un gobierno y comienza todo nuevamente, sino que existe una necesaria continuidad y que en la situación en que se encuentra Argentina, terminó la fantasía de la campaña, comienza la realidad y nada va a cambiar a muy corto plazo.
Por otro lado, hay votantes de Milei y unos cuantos operadores políticos que ponen su esperanza en el acuerdo con el expresidente Macri sin cuyos votos el resultado no era seguro. Es innegable la influencia que tendrá en el nuevo gobierno sobre todo porque el electo presidente no tiene estructura.
El expresidente Macri cobrará su apoyo sin dudas al igual que la ex candidata Patricia Bullrich. El acuerdo logró el resultado, ganar; ahora, hay que gobernar el páramo.
Cómo todo parece ir más rápido que los hechos se sienten en el ambiente pensamientos en voz alta que intentan adivinar el futuro. Podrá el presidente electo Milei terminar el mandato conociendo su carácter por momentos inestable. Podrá contra las campañas de desestabilización que parecen seguras y no necesariamente se esperan de la oposición. Gobernará Macri en su lugar.
En el presente, Milei necesita ayuda para armar su gobierno. Argentina necesita ayuda para lograr algo de estabilidad. Como reaccione el mundo a corto plazo será fundamental. En lo regional para nosotros parece ser buena noticia en tanto no se define proteccionista y aún en este distanciamiento con Brasil hay que entender siempre que se separa lo personal, lo político y lo comercial, lo último, se lleva todo por delante porque lo importante es lo que nos conviene y somos región, somos Mercosur. Algunos ven con recelo su simpatía con Trump. No es Bolsonaro.
Para terminar una reflexión en una frase que dicen que le dijo Perón a Evita y siempre recuerdo: Yo no mando, solo soy el presidente.

Argentina, la histeria continúa por Leo Pintos
—»Ustedes no han tenido el problema de la superpoblación, que es el gran drama del tercer mundo. Al contrario, son cuarenta y seis millones de piojosos para una tierra inmensamente grande. Y enormemente rica, porque tampoco son un país que tiene extensiones al pedo, lleno de pantanos con mosquitos. Da la sensación que uno escupe un carozo y crece un árbol. O sea que no tiene sentido que haya una persona mal alimentada. Y uno se entera que hay gente desnutrida, es absolutamente imposible. O sea, no es un problema solamente de los gobiernos. Ahí hay un complot. Porque realmente, cagarse de hambre en la Argentina, de afuera, parece imposible. ¿Cómo se fueron a la mierda?
—De a poco. Como se va a la mierda la gente más normal y más sana. Un día te estás peinando y se quedan tres pelos en el peine, después cuatro pelos, cinco, cuando querés acordar estás pelado».
En este fragmento de Salsa Criolla, del genial Enrique Pinti, encontramos una sencilla aproximación al problema argentino. Porque no siempre se necesita un profundo análisis para entender realidades tan complejas como la Argentina. Y porque el humor permite también poner negro sobre blanco algunas cuestiones, que de otra manera serían muy difíciles de explicar.
El fenómeno Milei dejó de ser una posibilidad y es ahora una realidad. Cuarenta años de democracia les llevó a los argentinos llegar al precipicio. Es el pueblo elegido para poner al frente a un libertario. O lo que es lo mismo, a un irresponsable. Y cuando un pueblo elige a un irresponsable para que los gobierne es que ya lo han conocido todo. La hiperinflación de Alfonsín. La frivolidad de Menem. La inoperancia de De la Rúa. La patanería de Kirchner. La prepotencia de Cristina. La incapacidad de Macri. Y por último, la dejación de Alberto Fernández.
Milei, el antisistema que ganó gracias al apoyo del sistema. Milei, el anarco capitalista que deberá resucitar el capitalismo en su país. Milei, el libertario al frente de una sociedad en permanente histeria. Milei, el que captó votos en todas las clases sociales con intereses y expectativas absolutamente opuestos. No se me ocurre un escenario más complejo que el que deberá enfrentar el nuevo presidente argentino. Un gobierno sin fuerza parlamentaria para encarar los cambios que propone. Un gobierno que ganó con la suficiente luz para que no hubiera dudas de la victoria pero no tanta como para ignorar a quienes no lo votaron.
Hemos visto como seguidores de Trump tomaban por asalto el Capitolio, símbolo de la democracia por antonomasia en el mundo. Vimos como seguidores de Bolsonaro tomaban por asalto las sedes de las instituciones republicanas en Brasil. Vimos como el Reino Unido votaba el Brexit y pasados algunos años se lamentan de la decisión. De nuevo el mundo asiste al auge de los nacionalismos, a la xenofobia desembozada, a la desesperanza viralizada que predica la negación del otro. El mundo está enfermo de fascismo, de derecha y de izquierda. Y todo indica que la Argentina parece haber encontrado al Messi del neofascismo. Estados Unidos y Brasil lograron zafar -por el momento- de la crisis, pero uno tiene la sensación de que en Argentina todo exceso parece poco.
Al menos uno espera que en el amigo invisible entre la clase política uruguaya este año se ponga de moda regalar libretitas y lapiceras. Que los países se van a la mierda así, de a poco.

Aquellos vientos trajeron estas tempestades por Esteban Pérez

Al igual que las socialdemocracias europeas que desembarcaron en gobiernos de derecha y ultraderecha, en América Latina los progresismos tibios, timoratos, políticamente correctos, que terminan transando con el capital financiero, abrieron las puertas a los Bolsonaro, Lacalle y los Milei.
Al decir de un amigo “el peor camino es el del medio porque se termina flotando como un corcho y no se resuelve nada”.
El progresismo, asemejándose a la forma de administrar el capitalismo de los partidos burgueses, se va alejando de las angustias cotidianas de los ciudadanos más vulnerables, que ya no ven en él ni respuestas ni soluciones claras a su padecer diario.
En mi opinión no hay peor error ni miopía política que catalogar a los pueblos de “cornudos”. Cuando se les frustra la esperanza, no les queda otra en la timba electoral que apostar por el que promete un cambio, aunque no termine de convencer con su discurso.
El avance de la ultraderecha no es otro que el avance de los gobiernos burgueses más cipayos del imperialismo, ladrones de las riquezas de su país, sin ningún tipo de miramientos con el pueblo trabajador ni con los ciudadanos “excedentes” del capitalismo.
Es hora, por lo tanto, de mirar a la cara al pueblo y pedir perdón por no haber generado ni conciencia ni poder popular.
Cuando se desmovilizan las organizaciones sociales, cuando se castra la capacidad de luchar, cuando se dan señales confusas en temas como la reforma de la seguridad social o la LUC, cuando se llama a no movilizarse contra la corrupción, no es el pueblo “cornudo”, somos nosotros que nos asimilamos al sistema y dejamos al movimiento popular solito, desnudo y mirando para dónde arrancar.
A esta altura, como que dos más dos es cuatro, está claro que un mediocre gobierno progresista no genera corrimiento a la izquierda, sino que facilita el camino a gobernantes con perfiles facistoides.
El derrotado gobierno argentino seudo progresista, abrazado a la oligarquía y al capital, le soltó la mano al pueblo, bajó la cabeza ante el FMI y sumergió en la pobreza al 40% de los argentinos, desamparó a los descendientes de los pueblos originarios (como siempre históricamente) condenando al hambre a la inmensa masa de trabajadores informales que pululan por las calles de Buenos Aires y deambulan a lo largo y ancho de las provincias del hermano país.
Pudieron Massa y Fernández, pero no tuvieron las agallas o arrugaron ante los intereses de la clase dominante, asumir no pagar la deuda externa disponiendo así de una enorme cantidad de divisas que podían haber sido invertidas en gasto social, educación, vivienda, en generar genuino trabajo nacional y desarrollo con un perfil colectivo, solidario y popular.
No pasará mucho tiempo sin que los argentinos de a pie sientan el rigor del capitalismo salvaje, no porque los gobierne un esquizofrénico, sino porque así lo exige el decadente imperialismo yanqui y el sistema capitalista que ha iniciado su etapa de agotamiento, descargando su agonía sobre los pueblos del mundo.
Surgirán masivas protestas y sobre ellas, como lo prometió Milei, caerá todo el rigor de la ‘represión. Veremos por lo tanto más sufrimiento que el hoy por hoy en nuestros hermanos del otro lado del río, pero también algunos de sus males llegarán a perjudicarnos.
Debemos tener la humildad y el coraje para levantar las banderas que nos legó nuestro querido Raúl “Bebe” Sendic:
– Distribución de la tierra y mejora para el trabajador rural.
– Terminar con la banca privada en manos de extranjeros.
– Terminar con la sangría del pago de la deuda externa.
– Volcar esos recursos y lo quitado a los especuladores, para un aumento general del salario que traiga el consiguiente ensanchamiento del mercado interno.
– Que las industrias y comercios endeudados con la banca pasen a los trabajadores. Sólo así tendremos patria para todos.

Argentina: mirar y esperar por Danilo Arbilla
Pasada la segunda vuelta, la incertidumbre sobre lo que va a ocurrir en Argentina es aún mayor que la que había respecto a cuál sería el resultado del balotaje. Hace una semana la opción era uno o el otro, y además ayudado por las encuestas, que esta vez, reconozcámoslo, le pegaron bien cerca.
Y las dudas no se plantean porque haya sido electo el opositor y libertario (según él) Javier Milei. Si hubiera ganado el oficialista Sergio Massa el panorama hubiera sido similar. Argentina está a punto de explotar. Hay pocos elementos definidos, mirando a futuro, que permitan fundamentar cualquier aseveración que constituya algo más que una mera expresión de deseos.
Lo aconsejable: ver, mirar con atención y esperar.
Se han cumplido si una serie de hechos que permiten mientras tanto separar la paja del trigo.
Primero queda claro que Milei no ganó, fue el kirchnerismo el que perdió y arrastró buena parte del peronismo.
Se sabía desde hacer mucho que los argentinos estaban hastiados, que querían echarlos. Estaba podridos de que se robaran todo, de la corrupción galopante, del enriquecimiento desmedido e insultante, que violaran todo, constitución, leyes y lo que sea, sin preocuparse para nada de la gente. Si se hubiera dado aquello de que “roban, pero hacen”, no tengo dudas de que el peronismo habría vuelto a ganar. Pero ya ni eso; se han ido llevando todo y con paso “sobrador”, con suficiencia, burlándose diariamente de los argentinos.
Si estarían hartos que de nada sirvieron las trampas, los anticipos, el “dinero dulce”, el miedo que quisieron meter, los candidatos sustitutos y disimulados – ayer Alberto Fernández, hoy Massa-: casi un 56 % los repudió. Es mucho.
Ahora esos “señores”, esa “asociación”, ¿que van hacer? ¿Van a devolver todos, se van a poner a disposición, van a contribuir y a ayudar a la recuperación? ¿Van a renunciar a todos sus “curros”? Seguro que no. Es un “temita”. Menuda tarea para el nuevo gobierno.
Pero aun suponiendo que no existiera el “temita” – el que puede traducirse en toneladas de piedras-, solo arreglar y encaminar la destrozada economía argentina es una tarea para gigantes. No se arregla con consignas, escandalizando burgueses, con griterío y con ronqueras.
Y la “dolarización” ¿dónde está? Parece que en estas horas se dieron cuenta que no se podía. No sabían de qué estaban hablando y si lo sabían estaban mintiendo y haciendo demagogia aprovechando “la oportunidad”, frente a un pueblo anhelante de soluciones mágicas, y a unos opositores tradicionales como el macrismo y los radicales que no estuvieron a la altura del momento. No les dio la talla.
Sin contar, además, los votos necesarios en el congreso. No los tienen en ninguna de las dos cámaras. ¿Y los gobernadores?: estos son correligionarios y amigos si se les da plata para que atiendan a los suyos en sus respectivas provincias. Y si no hay plata, ¿cómo los arreglas?
Más un pueblo ansioso, con expectativas quizás exageradas y muy nervioso.
Milei, no supo ni hacer un buen discurso de festejo. Subió al escenario con su hermana: “la Jefa”. ¿Quién la eligió? ¿Otro títere más? No le agradeció ni al gran pueblo argentino, que sin duda dio un ejemplo de civilidad.
Los argentinos de a pie fueron los grandes ganadores. Y lo perdedores Cristina Fernández de Kirchner, la multimillonaria, y Mauricio Macri: su gente, la gente de Juntos por el cambio, se perdió la gran chance, no supieron hacerlo. Se irá viendo, por el momento.

Salto al vacío…o al abismo por Juan Pablo Grandal

No cabe ninguna duda de que la situación social y particularmente, la situación económica en la Argentina hoy, para millones de argentinos, es absolutamente crítica. Los datos relacionados a la pobreza (particularmente pobreza infantil), inflación, informalidad laboral, y muchos otros, son ampliamente conocidos por quienes siguen la realidad argentina, por lo que no creo necesario ahondar mucho en ellos. El General Perón dijo que “la víscera más sensible del hombre es el bolsillo”, por lo que, bajo esta lógica, una derrota importante del actual oficialismo en estas condiciones debió ser esperable para todos nosotros.

Probablemente este contexto explica en muy buena medida el desempeño electoral de una figura como el libertario Javier Milei. Perteneciente a una tradición filosófica proveniente principalmente de los Estados Unidos (también ampliamente influenciada por la Escuela Austríaca), pero que es políticamente marginal en el país del norte. Sus ideas de un Estado mínimo, la mercantilización absoluta de la vida social, el más extremo individualismo, su desprecio por ideas como la justicia social, no han sido históricamente apetecibles para nadie que no fuera una pequeña minoría ideologizada. En Argentina encontrarán, lamentablemente en mi opinión, su gran oportunidad histórica para poner a prueba su proyecto. Con los argentinos como conejillos de indias de un experimento conducido por quien comparte todas las características personales y filosóficas del clásico “científico loco” de varias obras de ficción.

Pero hay otras cosas que el contexto socio-económico por sí solo no puede explicar. El surgimiento de Javier Milei en primer lugar. No explican lo aceptable de discursos como el de Milei para amplias capas de la sociedad argentina, particularmente en la actualidad. En el 2003 la Argentina salía de una de las peores crisis de su historia, y eligió a Nestor Kirchner, que podrá gustar o no, pero presentó al electorado una esperanza basada en propuestas políticas, sociales y económicas sin duda razonables. Lo mismo Uruguay en el 2004, con Tabaré Vázquez. Y tantos otros ejemplos. Esa relación entre “crisis – triunfo electoral de una fuerza extremista” no es tan lineal como se intenta hacer ver por muchos. Hay otras fuerzas que operan.

No me interesa en este momento hacer un alegato a favor de los gobiernos “kirchneristas”, que claramente también merecen sus justas críticas, pero discursivamente el nivel de violencia discursiva y desprecio por el prójimo que habilitaron desde la entonces oposición fueron brutales. Epítetos raciales, clasistas, de todo tipo y color fueron normalizados contra quienes forman la base electoral tradicional del Peronismo: la clase obrera urbana, los marginados, migrantes e hijos de migrantes. Además de un discurso destituyente constante contra las autoridades nacionales acusándolas de las peores clases de crímenes e inmoralidades.

Lamentablemente no es nada nuevo: el anti-peronismo ha protagonizado tales hechos bisagra como el Bombardeo a Plaza de Mayo, la Revolución Fusiladora, el genocidio de la última dictadura (al cual la fórmula ganadora niega). Que no es más que la herencia del desprecio de figuras como Sarmiento hacia la población de origen indígena, mestiza y gaucha y de todos los elementos culturales propios de nuestras sociedades hispanoamericanas.

También tendemos a olvidarnos que hace solo poco más de un año ocurrió un intento de magnicidio hacia la actualmente saliente Vicepresidente de la Argentina: Cristina Fernández de Kirchner. Intento de magnicidio que salió de la discusión pública muy rápidamente y sobre el que se intentó imponer desde varios sectores que fue un “invento” o “actuado”, colaborando a generar un sentido común en parte de la población argentina. Lamentablemente lo propio sucedió en buena parte de la sociedad uruguaya también.

Todo esto no es una explicación concluyente de nada. Cada votante de Milei tendrá sus razones para haberlo acompañado, conscientes o inconscientes, y no me corresponde a mí ni a nadie explicarlas ni pontificarles. Tomaron la decisión que consideraban mejor para ellos y para su Patria. Solo me animo a intentar explicar el contexto en el que esto sucede; y a expresar que desde mi humilde opinión es una equivocación. La tradición ideológica de Milei es demasiado peligrosa para darle la posibilidad de usar a la Argentina de laboratorio para experimentarlas; y además se encuentra acompañado de muchas figuras que le han hecho ya mucho daño a la Argentina, desde el ex-Presidente Mauricio Macri al economista Domingo Cavallo.

Obviamente es muy difícil de explicar en campaña (si bien Sergio Massa y todo el movimiento peronista hicieron una campaña casi perfecta y un esfuerzo absolutamente admirable) que, si bien la situación actual es mala, siempre se puede estar peor. La aniquilación de todas las estructuras de protección social, de la regulación estatal de la economía, de empresas públicas estratégicas, de alineamiento internacional absoluto con los aliados de los actuales ocupantes ilegítimos de las Islas Malvinas, que propone Milei y quienes lo acompañan, de implementarse, tendrían consecuencias terribles para el futuro de la Argentina, y no solo a corto plazo. Y obviamente los primeros en sufrir las consecuencias serán los trabajadores, los pobres, los marginados. No queda nada más que desear que el movimiento nacional y las fuerzas vivas de la sociedad argentina ejerzan el suficiente contralor y resistencia, para que las consecuencias del gobierno que se viene sean lo menos negativas posibles. Pero no cabe duda que a partir del 2027 habrá muchísimo que reconstruir.

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