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Defender la educación pública (II) Álvaro Díaz Maynard

Defender la educación pública (II)  Álvaro Díaz Maynard
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IV – A defender la educación pública y transformar la Enseñanza Secundaria.

La educación es un eje central de toda sociedad moderna.  En Uruguay, ya en 1815 crea Artigas una escuela que: “nació revestida de los atributos requeridos para un país libre: instrucción de los niños en los conocimientos elementales, en la defensa del régimen republicano democrático y en el amor a la Patria”. (140 años dela Educación del Pueblo, MEC, 2014, p.17).

En 1868, se crea la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, y en 1876, José Pedro Varela presenta su Legislación Escolar.

Hemos estado desde entonces unidos por el cariño y el apoyo a una educación pública, laica, gratuita y obligatoria, y por el sentimiento y el orgullo que somos ciudadanos de un pequeño pías con un alto nivel educativo, reconocido en la región y en el mundo, e incluso confirmado por el éxito laboral y profesional, en nuestro exilio durante la dictadura cívico-militar.

Defender la educación pública es una tarea urgente desde ya, mejorar y transformar una enseñanza media muy decaída, supone un largo proceso, requiere diálogos y acuerdos entre   colectivos diversos y complejos, partidos políticos, dirigentes del sistema, gremios de docentes y estudiantes, educadores especializados, comunidades locales, madres y padres de alumnos y alumnas.

V – Los cambios necesarios.

Enumero a continuación los temas más trascendentes, sobre los cuales, por un lado, cito opiniones de jerarquía académica, agrego luego mis ideas primarias sobre los cambios necesarios, en cada caso.

  • Objetivo histórico de la educación media y su necesaria transformación

“La educación media es el nivel que está pasando por una crisis profunda en toda la región: hay una crisis de identidad ya que la educación media tradicional fue diseñada y valorada como preparación para la Universidad” (Juan Carlos Tedesco, argentino, ex – Ministro de Educación, Brecha, 20 abril, 2011).

“Lo que el liceo o el bachillerato técnico debería “entregar” a los estudios terciarios debería ser un estudiante motivado, que sepa leer muy bien, que tenga unos niveles de matemática razonables que tenga una visión compleja del mundo y sobre todo capacidad de estudiar y motivación para hacerlo. El resto se aprende.” (Mariano Palamidessi, argentino, ex – Director de INEED, Brecha, 27 noviembre, 2015).

Agrego: la educación secundaria debe adquirir un fin en sí misma. Abandonar el criterio de preparación para la Universidad, para definir como objetivo central la formación de ciudadanos, con bases sólidas en lenguaje (español y otra lengua), matemática y ciencias, y criterios propios para el desarrollo pleno de sus capacidades y vocaciones.

  • Formación y jerarquización del personal docente.

“El primer elemento que incide en la brecha de resultados se explica por la formación y experiencia de los docentes […] los resultados por liceos en Montevideo observamos que los de la periferia tienen en sus equipos docentes más de un 80% de interinos y menos del 10% con 16 o más años de experiencia […] la rotación anual es casi del 50%.” (Martín Pasturino, ex – Consejero de Secundaria, Brecha, 22 noviembre, 2013).

“el secreto del sistema finlandés es el alto nivel que tienen los docentes, a todos se les exige un nivel de maestría para dar clase.” (Sanni  Grahn – Laasonensen, Ministra de Educación de Finlandia, La Diaria, 20 setiembre, 2018).

Agrego: es necesario crear el Instituto Universitario de Educación (IUDE), que formará docentes a todos los niveles, mediante el esfuerzo conjunto del Consejo de Formación en Educación, y de las dos Universidades públicas, Universidad de la República y Universidad Tecnológica, y destinarle prioritariamente un presupuesto adecuado.

  • El “clima de aula”.

“[…] la novedad más importante que pone en la agenda este documento (2ºinforme de INEED, 2015-2016) es precisamente el clima de aula. Hablar de estos aspectos estrictamente pedagógicos es el que está faltando en el debate educativo […] el vínculo entre docentes y educandos, entre pares, como para potenciar la relación con el saber.” (Pablo Martinis, Director de la carrera de ciencias de la educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Brecha, 7 junio, 2017).

“Los profesores deberíamos asumir un rol menos cerrado en lo disciplinar, reconstruir el rol como educadores y aportar al fortalecimiento de la identidad de los centros liceales[…] Reconfigurar los liceos en centros participativos, donde los profesores pudieran tomar decisiones en claustros pedagógicos abiertos.” (Gabriel Quiricci, Profesor de Historia, La Diaria, 17 abril, 2017).

Agrego: el objetivo es convertir los centros educativos en núcleos pedagógicos “vivos”, con un cuerpo docente estable con cierto nivel de autonomía, actividad interna entre docentes, estudiantes y comunidad local, de manera de lograr ese “clima de aula”. La escuela pública, en particular la rural, nos da el ejemplo de ese gran salto en la cultura organizacional.

  • Perfiles educativos y “ajustes locales” de acuerdo a los niveles.

“[…] para que la definición de perfiles signifique, por un lado, una revalorización de la idea de que vale la pena ser enseñado, pero al mismo tiempo que esto se piense como una trayectoria continua en términos de aprendizaje, una escalera donde cada etapa es un fin en sí misma y al mismo tiempo prepara adecuadamente (y yo diría suavemente) para la otra.” (Mariano Palamidessi, Brecha, 27 noviembre, 2015).

“El problema sustantivo es lograr un currículo básico desde Primaria hasta el noveno grado, perfiles y metas claramente definidas, actualización permanente de los docentes y una planificación estratégica del conjunto a cada nivel: a esto se debe sumar la estabilidad de los centros educativos, la descentralización y los recursos de aplicación local.” (Martín Pasturino, Brecha, 22 noviembre, 2013).

Agrego: no olvidar que los niños que transitan la escuela pública, los adolescentes que cursan la enseñanza secundaria o tecnológica y los jóvenes que ingresan al nivel terciario constituyen, cada uno de ellos, el mismo individuo. Ese proceso debe tener una orientación común, según perfiles educativos establecidos en términos generales y adaptados a cada nivel. Estimular, desde la primera infancia, el razonamiento propio y la creatividad, evaluar por competencias junto a los conocimientos y desterrar la enseñanza meramente “contenidista” y memorista.

  • Integración entre teoría y práctica, el trabajo como parte de la cultura.

“Incluso plantea (Pedro Figari) la necesidad de no pensar en forma escindida a la enseñanza secundaria la EAYO (Escuela de Artes y oficios). Planteaba la idea de la educación integral que incorporaba trabajo y cultura […] hay que replantearse como se ha concebido la división absurda ente secundaria y UTU; trabajo y cultura se conciben como términos opuestos, con una institucionalidad independiente […] hay dos modelos pedagógicos que se derivan para pensar la formación, que es la relación entre clase y taller. La clase está identificada con la enseñanza secundaria y el taller con la enseñanza técnica” (Antonio Romano, Director de Planificación Educativa de ANEP, La Diaria, 10 abril, 2017).

Tengo poco para agregar, pues estoy de completo acuerdo con Antonio Romano. Sólo destaco que en el diseño institucional de Eduy21, se integran en el Consejo de Educación Media Superior (CEMS), los hoy Consejos de Educación Secundaria (CES) y Técnico Profesional (CETP), lo cual puede iniciar el camino señalado por Figari.

  • Nuevos alumnos y contextos socioeconómicos desfavorables.

“[…] el enorme peso de las condiciones socioeconómicas y culturales de los jóvenes. Esto hace que los resultados educativos reproduzcan el mapa de la pobreza y sean los que mantengan las dificultades de movilidad social”. (Martín Pasturino, Brecha, 22 noviembre, 21013).

“Todo el sistema educativo nuestro se pensó para otra sociedad y todavía no tenemos forma de a adaptarnos a esa nueva realidad, La educación fue preuniversitaria, fue pensada para jóvenes de clase media urbana e integrada como proceso hacia la universidad.  Nunca se pensó como una cuestión terminal […] empezaron a llegar adolescentes de otras clases sociales y a exigir su lugar. Y seguimos con las mismas respuestas, lo cual tiene problemas pedagógicos muy serios”. (Ernesto Rodríguez, Sociólogo, ex – Director de INJU, Voces, 31 mayo, 2018)).

 “[…] la nueva democracia (planteó) un doble desafío: escaso presupuesto; mayores demandas sociales; se intentaba restaurar el viejo liceo, con sus programas, docentes, materias y exámenes y su sentido preuniversitario y habían ingresado nuevos estudiantes. Para los docentes tampoco era fácil lidiar con tanta diversidad cultural y social, para los que no estaban preparados ni profesional ni presupuestalmente.” (Gabriel Quiricci, La Diaria, 17 abril, 2017).

Agrego: este es el problema más importante, complejo y difícil de resolver porque, en primer lugar, se trata de un problema político, que no se puede cargar en las espaldas del sistema educativo, pues su superación no depende de sus decisiones y competencias, pero lo afecta gravemente. Debe denunciarse la extrema gravedad que señalan los índices socioeducativos, agravados en la enseñanza media, pero corresponde ir más allá, para al menos mitigar sus efectos en la educación.

Crear e implementar elementos dirigidos a esa población de jóvenes, que les permita en la mayor medida posible, cuanti y cualitativamente, alcanzar un punto de equilibro con el resto de la población, para impedir “que los resultados educativos reproduzcan el mapa de la pobreza”.

Me adelanto a mencionar las expresiones favorables a que las eventuales soluciones al problema expuesto, provengan de la creación de liceos públicos de gestión privada; solo informaré brevemente sobre las expresiones de sus partidarios y las opiniones contrarias.

El Cardenal  Sturla ha mencionado: ”como hay un FONASA  de la salud, deberá haber uno en educación entre el Estado y privados solventes, para que se puedan brindar servicios educativos (citado en Brecha 14 febrero, 2015); el senador Pedro Bordaberry  presentó un proyecto (mayo, 2013) a efectos de “asignar recursos públicos a fin de solventar gastos de educación y alimentación a alumnos que asisten a centros educativos públicos de gestión privada, que brinden educación media en zonas de contextos desfavorables; Pablo Da Silveira manifestó que el proyecto era muy bueno y también mencionó su apoyo al modelo de las escuelas “charters” de EEUUU. (Brecha, 14 febrero, 2014). En el mismo ejemplar, Brecha informa que cada 100 pesos que dona una empresa a estos liceos, 81,25 los pone el Estado a través de la exoneración impositiva. Por su parte Daniel Corbo, Consejero del CODICEN, manifiesta su opinión contraria a Da Silveira y expresa: “la construcción de redes paralelas con una lógica de mercado, de que los padres elijan un centro público o privado, es entrar en la mercantilización de la educación, que no ayuda a nada. [ …] en lugar de cambiarlo, lo que se hace es armar un sistema paralelo, y dejo en sus circunstancias a los alumnos que concurren al sistema público, que siempre van a ser más”.  No tengo nada más que agregar: estoy de total acuerdo con Daniel Corbo.

Vuelvo pues a la necesidad de elaborar e implementar una estrategia específica para esos liceos públicos, de gestión pública, radicados en zonas de contextos socioeconómicos desfavorables y mayor pobreza. En realidad, esa estrategia supone conjuntar y profundizar varios aspectos pedagógicos e institucionales ya enumerados antes.

La inscripción de estudiantes en la educación técnica (ex – UTU) se ha incrementado año a año en relación a la enseñanza secundaria. Como lo muestra el informe de INEED de 2018, no es un hecho casual que ese alumnado inscripto en UTU, provenga de contextos desfavorables y muy desfavorables y predomine muy ampliamente, mientras que no se registra ni un solo alumno de los quintiles favorables y muy favorables. Aquellas familias y los propios estudiantes, eligen una enseñanza de base técnica y práctica para aspirar a un eventual trabajo a corto o mediano plazo y descartan una enseñanza verbalizada y fragmentada, tal vez más difícil y para ellos sin perspectiva laboral.

El acercamiento paulatino de las dos modalidades educativas debería, con los refuerzos académicos y los ajustes necesarios, culminar en la educación integral de Pedro Figari. La reunión de ambas vertientes resultaría de por sí una revolución pedagógica, y abriría nuevos caminos para esos estudiantes.

En el presente, una orientación pedagógica específica para esos centros educativos en contextos críticos, nos exige asegurar la creación del mencionado “clima de aula o del establecimiento”, transformarlos,  según la idea  original de José Pedro Varela para la enseñanza primaria, incorporando una fuerte participación de la población local y la familia y otorgando la necesaria descentralización de la gestión: “…en la tarea que es necesario realizar en nuestro país, y los medios que hay que emplear para conseguirlo, fácil es convencerse de la impotencia de una administración centralizada, por hábil y afanosa que sea…cada localidad tiene su fisonomía propia, sus exigencias particulares” (La legislación escolar, SAEP, 1876, pp. 129-130). Este modelo es aplicable en los liceos, cumplidos algunos requisitos: personal docente mejor calificado y remunerado, cada uno no solo ocupado en su asignatura, dentro de un equipo estable con horario extendido; un Director con fuerte vocación y capacidad de liderazgo, para manejar la gestión del centro y armar y orientar con sus profesores ese núcleo pedagógico, en permanente articulación con alumnos y el medio social. Desde luego, un enfoque pedagógico abierto y flexible, trabajo interdisciplinario en equipo, integración de teoría y práctica, un aula que abarque talleres, elaboración de proyectos y trabajos insertados dentro del entorno social.  Tal dinámica puede configurar una vanguardia para el conjunto de la zona de localización de cada centro, con aquel espíritu pionero de los maestros que lideraron las misiones socio pedagógicas en la enseñanza primaria y del programa APEX – Cerro, creado y dirigido bajo el impulso de Pablo Carlevaro, en la Facultad de Medicina y extendido en su momento al conjunto de la Universidad.

VI – Confluencia y trabajo.

Los cambios educativos constituyen un largo proceso, donde confluyen luchas y logros     históricos, nuevas propuestas que no siempre son “la moda” y la luz que nos brindan nuestros grandes educadores históricos, como Varela y Figari; cumplir con sus mandatos supone grandeza espiritual y mucho trabajo.

En lo previo, creo que, para lograr un clima de diálogo y acuerdos razonables, un programa de cambios en nuestra enseñanza secundaria debería entenderse como una emergencia nacional.

“Quizás sea el momento de promover un reencuentro educativo entre las diferentes voces que desde hace décadas viene participando en debates y pugnas políticas respecto de la educación. Pondría como condición sustancial para ello que todos tuviéramos una mirada crítica respecto de nuestras propias visiones. Una suerte de tregua y escucha sin creer que uno la tiene clara o que su postura es la más principista o pura.” (Gabriel Quirici, La Diaria, 17 abril, 2017).

Es hora de pensar, dialogar, proponer y acordar, para obtener resultados positivos y concretos, luego de este largo proceso, que, ahora sí, serán de urgente consideración.

 

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