Dumas Oroño: “una contradicción en la continuidad”por Alejandra Waltes

Con motivo de la conmemoración del centenario del nacimiento del Maestro Dumas Oroño, se inauguraron dos muestras casi simultáneas de su obra. De esta forma, actualmente se pueden visitar “Los senderos se bifurcan” en el Museo de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes” en Montevideo, y “Hoy es siempre todavía” en el Centro Cultural “Miguel Ángel Pareja” en la ciudad de Las Piedras, en Canelones.

Dumas Oroño (Tacuarembó 1921- Montevideo 2005), fue un artista de fecunda y destacada producción cómo pintor, grabador, ceramista, escultor, muralista, además de ser un destacado docente y gestor cultural. En 1939 ganó el Concurso Departamental de Artistas, obteniendo una beca para estudiar en Montevideo. Después de una breve estadía en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1943, ingresó al taller del maestro Joaquín Torres García.

En 1945 regresó a Tacuarembó donde practicó el grabado en madera. Obtuvo un cargo como profesor en el Liceo de San José, donde desarrolló una intensa labor docente y artística. Organizó el Taller Departamental de Artistas Plásticos, el Museo Departamental, la Biblioteca de Arte, el Taller de Dibujo Infantil y el Salón de Artistas Plásticos del Interior. Su obra testimonia una profunda pasión por la pintura como expresión de un sentir personal y una manifestación social. La conjugación de ambas motivaciones tal vez explique su activismo docente, testimoniado por una reflexión pedagógica materializada en varios libros (La expresión plástica infantil, El dibujo en el liceo, Cinco cuadernos pedagógicos) así como la fundación, animación y gestión de talleres infantiles y juveniles.

Se realizaron importantes muestras retrospectivas de su obra en 1991 en el Palacio Municipal, en 1995 en el Museo Blanes y en el 2003 en el Centro Municipal de Exposiciones del Subte. Fue galardonado con el Premio Figari otorgado por el Banco Central del Uruguay en el año 2004.                                                              Oroño buscó incansablemente llevar el arte a lo cotidiano. Esta inquietud se manifestó principalmente en su muralismo y en la integración de su obra a la arquitectura, mobiliario, objetos de diseño y hasta en nuevas técnicas de expresión cultural, como el grabado y coloreado de calabazas.                                                                      El muralismo fue, para Oroño, un medio para materializar la ideología subyacente en su Obra. El artista intentó llevar el arte a la calle, a lo cotidiano, y, para esto, el mural fue la expresión elegida. Dumas, creador versátil como pocos, utilizó las más variadas técnicas y los más variados materiales en sus creaciones. Trabajó con hormigón, pintura, cemento, mosaico, terracota y madera, entre otras. Fue durante las décadas que van desde los años cincuenta a a los años setenta que el muralismo se extendió como nunca antes por América Latina, como expresión de un arte esencialmente ligado a la historia y a la identidad de los pueblos.

En los años setenta y ochenta, Dumas Oroño desarrolló lo que él llamó las ‘antipinturas’, una serie de obras con un lenguaje sumamente personal, más despojado, menos estructurado a primera vista, combinando técnicas y materiales que no eran habituales, incorporando, además del óleo, elementos texturados que le dan volumen a la obra.

Las llamó así porque generalmente, cuándo uno pinta, descompone la realidad y coloca un tono con otro, recuperando una imagen que se puede llegar a ver como real en la superficie de la tela. En estos cuadros el artista rompe en forma radical con este concepto. El cuadro es un vacío, son casi todos blancos, o en algunos solo hay zonas de colores, es un vacío en que hay una línea, un horizonte o un hilo, un movimiento rítmico de una línea que sugiere una figura, una forma de un helicóptero u otra cosa. En palabras del Maestro, no son pinturas como las anteriores en las que había trabajado.                                                                                                                                               En las antipinturas, el artista elaboró un cambio formal evidente en la composición y, dada su especial sensibilidad por el color, son la expresión de su apartamiento de la ortodoxia torresgarciana. Sin embargo, cómo otros artistas que pasaron por el TTG, hizo su propia síntesis. En ese y en todos los períodos posteriores subyace una forma de ordenar que emparenta su trabajo al de esos otros artistas del taller. .Más allá de esta observación, destaco este período en especial, pues a partir de ahí el resto de su obra es totalmente identitaria.

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