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“Eduardo Mateo sigue siendo vanguardia”

“Eduardo Mateo sigue siendo vanguardia”
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El espectáculo “Mateo x 6” cumple 25 años y los festeja con un gran show.
Popo Romano, Ney Peraza, Edú «Pitufo»‘ Lombardo, Martín Ibarburu, Jorge Schellemberg y Alberto «Mandrake» Wolf se juntan nuevamente para recordar al gran músico. Será el 29 de mayo a las 21 horas en el Sodre. Voces conversó con Schellemberg a propósito del recital y cómo nació ésta idea que se mantuvo vigente más de dos décadas.

“Mateo x 6” nació con el espíritu de hacer un homenaje, iba a ser algo puntual y 25 años después sigue siendo un éxito y se ha presentado más de una vez.  ¿Qué balance haces de esto que era algo puntual y sigue vigente?

Más que como un homenaje yo te diría que nació como un acto de amor hacia un amigo querido, un maestro, alguien con quien todos hemos tenido un vínculo de un modo u otro. Popo fue musico en su banda, Mandrake ensayó con él, de hecho estaban ensayando juntos cuando muere Eduardo. Yo era más compañero de copas (risas). Era un tipo entrañable con toda esa cosa diferente digamos, de él en todo. En su música, en su impronta, en eso de que te sentabas con él en un boliche y a los 10 segundos estaba tocando el tambor arriba de la mesa y cantando. Y de que de repente hacia un comentario y nadie entendía nada, y de repente hacia otro y era increíble. En general el que no entendías, después lo pensabas y entendías. Él vivía como en otra dimensión. Hay temas que eran rarísimos y otros increíbles, super experimentales que él creía que podían ser un éxito en los candombailes. Lo cierto es que cuando Eduardo murió, nos pegó muy duro. Era una barra grande de gente, y aplica la famosa frase de «¡qué sponsor la muerte!»

¿Y cómo nació la idea de este recital “Mateo x 6”?

En realidad, fue una idea de Ney Peraza, que había trabajado muy duro para hacer un cancionero de él, con guitarras de Mateo, tarea nada fácil. Y que solo un tipo que realmente tenga una oreja increíble y domine el instrumento puede hacer lo que él hizo, que fue un trabajo maravilloso. Y porque aparecieron además un montón de canciones inéditas de Mateo después de muerto, más de 70. Aparecieron todas cuando Guilherme de Alencar Pinto hizo una búsqueda para hacer su libro «Razones locas». Y con esos estímulos Ney dijo «bo, hay que cantar estas canciones…». Y nos copamos todos y ensayamos como seis meses para hacer tres fines de semana en el teatro Piccollo Stella, un teatro divino chiquitito. El primer fin de semana nos fue como el culo… (risas) No anduvo. Teníamos una producción que nos abandonó desde ese día, y yo creo que parte de a lo que también yo después me dediqué tuvo que ver con eso. Fue sentarnos en el bar La Tortuguita enfrente, y yo decir «bueno, vamos a hacer esto, a ver qué les parece». Después sí trabajamos con distintos productores, como estamos trabajando ahora, unas productoras muy jóvenes, bárbaras. Pero había sido un fracaso, y los otros dos fines de semana se llenaron las funciones y después nos empezaron a llamar para tocar. O sea, cosas no producidas por nosotros sino más bien invitaciones con contratos.

Hicimos ciclos larguísimos en boliches, por ejemplo, con mucha gente, en muchos lugares. Yo te diría como un lugar entrañable y muy especial para todos nosotros, «Guambia». Pero estuvimos en otros lugares muy lindos también. Y tocábamos todos los años, una o dos veces al año, en la carpa de la Intendencia. Hicimos algo del interior. Lo que siempre mantuvo vivo a este grupo fue, por un lado, la demanda de la gente, y por otro lado, el placer. Porque es un grupo que para nosotros nos genera 0 stress. Es una barra de hermanos.

¿El repertorio ha ido cambiando más allá del disfrute?

Siempre cambia algo. Siempre se mantienen cosas pero además nunca es igual el show, así toquemos las mismas canciones, nunca, nunca es igual porque uno no sabe… Y además tenemos un 9 habilidoso como Mandrake que puede salir con cualquier cosa… (risas) Te morís. Estar nosotros arriba del escenario y empezar a llorar por algo que dice. Pero volviendo a lo musical, ha pasado que hay canciones, por ejemplo, que se sumaron al repertorio porque en algún show alguno empezó a cantarla sin avisarle a los demás. Y el resto nos sumamos. De todas formas, siempre nos juntamos a ensayar. Cada vez que viene un show tenemos varios ensayos porque nos divertimos mucho en los ensayos.

A vos, particularmente, ¿cuáles son las canciones que siempre peleas para que estén porque son, de alguna manera, las que te generan algún sentimiento en particular?

Varias. O sea, yo creo que por ejemplo «Canción para renacer» tiene que estar siempre; para mí es como un himno. Una canción, además, que si vos la pones en contexto, es una canción del año 76, la época más horrible de la dictadura. Que un tipo salga diciendo “cuando el verde del musgo vuelva a cubrir las paredes de sombra…” Mateo no era un tipo politizado, incluso se lo cuestionó por eso, y sin embargo desde ese lugar tenía una mirada de absolutamente conteste.

¿Mateo sigue estando presente, de alguna manera, en tu vida artística?

Absolutamente. Hay canciones de Eduardo que a mí me toca cantar. En «Canción para renacer» yo toco la guitarra y hago algún coro pero la voz líder la hace Mandrake, pero es una canción que a mí me conmueve siempre que la hacemos. Y hay canciones que hacemos juntos todos como «Tras de ti» o «Kin Tin Tan», que me toca a mí hacerla, que son canciones que me han marcado. De «Mejor me voy» hay una anécdota que está en las redes ahora, cuando hicimos el primer concierto fue poca gente y yo cantaba «Mejor me voy». En el Piccolo Stella vos tenés las butacas pegadas al escenario. Y miro y estaba Diane Denoir, a quien yo amaba y no conocía personalmente… Y me di cuenta que era ella y canté horrible…(risas) Me equivoque en todo. La presión digamos de estar frente a alguien que yo admiraba tanto y que además cantaba ese tema.  Pero la música de Eduardo yo la sigo escuchando y sigue siendo increíble, y sigue siendo vanguardia además tantísimos años después, casi 30 años después de su muerte.  Y hemos visto a lo largo de estos años, gente muy muy joven que no tiene chance de haber conocido a Eduardo, que nació después, cantando las letras de las canciones en los shows nuestros. Que lo han conocido en muchos casos a través de sus padres.  Pero yo creo que el hecho de que “Mateo x 6” exista y siga tocando es algo lindo no solo para nosotros. Es claro que a mucha gente esa idea también le copa porque van. Todos tenemos a Eduardo como un referente y hacemos con mucho respeto esas canciones.

¿Cuál es tu visión respecto a cómo somos como sociedad a la hora de reconocer los legados de algunos músicos, como Mateo, Darnauchans, Galemire, etc.?

Nos falta un poco de amor propio. Porque reconocernos a través de nuestra cultura, porque también podríamos seguir con los escritores, y otros creadores, es también de algún modo tener un sentido un de pertenencia, de autoestima. Yo estoy a favor de la libertad siempre, pero a veces nos compramos un concepto de libertad que es muy mentiroso; y que sos libre de elegir lo que ves o sos libre de comer en Mc Donald’s porque tenés uno por cuadra y cierran otros lugares. Y con la música pasa eso, yo creo que Eduardo y El Príncipe son casos en los que claramente han tenido mayor reconocimiento después de muertos que antes. Acá en la Zitarrosa se hizo un concierto homenaje a Galemire y estuvo lleno. Respecto a Eduardo, me parece muy bueno que su música siga sonando, que no quede en el olvido. El trabajo de hormiga de mantener sonando este repertorio es importante. Y en el caso nuestro es un placer.

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