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El miedo, arma de la derecha por Ruben Montedonico

El miedo, arma de la derecha por Ruben Montedonico
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Según señalé en el pasado, al miedo se lo considera un recurso que comúnmente utiliza la derecha para intentar instalarlo en la ciudadanía. No otra cosa hace, por ejemplo, Benjamín Netanyahu cuando ataca Gaza: encubre sus propias felonías y trata de incrustar este sentimiento entre la población para   -al final- erigirse como campeón defensor de Israel -unido al expansionismo- mientras quedan atrás sus propios deslices.

Lo mismo ocurre con Narendra Mori en la India, que agita el fantasma de un conflicto con China y compra aviones cazabombarderos Dassault Rafale -abandonando un compromiso inicial del país de pertrechar su fuerza aérea con Su-57, en coordinación con los rusos, habituales proveedores de las

fuerzas armadas indias. Mori fue acusado -junto con el ministro de Defensa- de realizar una compra fraudulenta de 36 aeronaves y deshacer el acuerdo inicial de 126 con Rusia. Lo increíble es que la Fuerza Aérea india no quiere mano de obra especializada ociosa y dado su historial con los eslavos

orientales, deberá adquirir aeronaves a Moscú: 33 cazas (21 Mig-29 y 11 Su-30) que serán luego modernizados en Hindustan Aeronautics Limited (HAL) en Bangalore.

Con diversas intensidades, el recurso al miedo -con o sin involucramiento de sectores militares, según cada caso- se adecua por parte de la derecha para obtener ventajas en todos los órdenes. La intensidad de las medidas guarda relación, en ese sentido, con los resultados que busca. Se me ocurre recordar la primera presidencia del momento de restauración constitucional en el Uruguay:   tuvimos el primer periodo del presidente Julio María Sanguinetti en que se aprobó una ley que   extinguió responsabilidades militares en dictadura por violar los derechos humanos de los detenidos, fórmula mediante la cual el Estado renunciaba a su facultad punitiva. Tiempo antes de ser aprobada, como comandante en jefe, Hugo Medina avaló el desacato judicial que ordenada a tres militares   presentarse a tribunales por violaciones en tiempos dictatoriales. Medina pasó a retiro en febrero

de 1987 y fue nombrado ministro de Defensa -por el mismo Sanguinetti- en noviembre de ese año.

Se trataba de que en el regreso a la vigencia casi total de la Constitución nada cuestionara las acciones   presidenciales: se imponía el miedo a la interposición impune.

Un caso actual, el de Chile, recuerdo a Sebastián Piñera en televisión -junto al ministro de Defensa y un general -con ropa de combate- diciendo ante el inicio del levantamiento popular que “Estamos en   guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”. Tampoco se callaba él y otras autoridades de amenazar con un factible “pronunciamiento” (regreso a la dictadura) militar: el pueblo santiaguino siguió movilizado e impuso la capitulación a su represión, obligándolo a llamar a un referéndum para decidir redactar una nueva Constitución, reclamo unitario de la mayoría. Los resultados electorales que ocurrieron hace unas semanas, supusieron otra derrota del presidente y la partidocracia que maniobró para acotar el trabajo Constituyente. Habrá que esperar la campaña electoral para ver de qué recurso al   miedo se asirá la derecha y sus candidatos.

Los miedos que inoculó Iván Duque -marioneta de Álvaro Uribe- en Colombia para imponer una reforma fiscal -que la pandemia evidenció y profundizó- y la intención de acabar de sepultar la salud pública, se estrellaron con un levantamiento popular iniciado el 28 de abril, resultante en el preacuerdo del 24 de mayo, aunque la represión continuó. El saldo es lamentable: la coacción de gobierno dejó una estela de muertos, desaparecidos, presos políticos y detenidas violadas. Pero el temor no se

impuso y la movilización enterró las medidas liberticidas y provocó dimisiones en el gabinete. El miedo cambió de bando y se extiende entre las formaciones tradicionales y los sectores de la derecha si es que la ciudadanía -dentro de un año- escoge un presidente progresista, por lo menos.

Brasil, en tanto, mientras en la cuenca amazónica la sequía hace de las suyas y, sobre todo, la voracidad de la derecha agrícola y ganadera se expande -para su satisfacción y la del presidente Jair Bolsonaro- en  pocas líneas Daniel Espinosa explica ciertos “resortes” de la justicia: “(…) la cuádruple colusión entre   el juez Sergio Moro, el fiscal Deltan Dallagnol, la prensa corporativa brasileña y el Departamento de Justicia  estadunidense, quienes, utilizando la trampa, la difamación, la propaganda y el interesado mecenazgo de figuras políticas extranjeras -respectivamente-, se encargaron de encarcelar al expresidente Lula da Silva cuando se disponía a ganar la presidencia otra vez y sin despeinarse”. Las masacres en Río contra pobres,

negros y “favelados” son de pánico y de esencia similar a los piadosos deseos del peruano opusdeísta Rafael López Aliaga pretendiendo la muerte de Pedro Castillo -candidato en el balotaje del 6 de junio-. Tiene razón el dicho mexicano que “el miedo no anda en burro”: cabalga en la grupa de la represión conservadora.

Para no ser menos, el vituperable Sanguinetti, líder del tradicional Partido Colorado, recurre a la sospecha y al miedo cuando califica un recurso legal como promotor de supuesto terrorismo (ejecutado por adversarios políticos de izquierda o corrientes sociales). Este coautor de la mezcla electoral conducida por un fatuo e irresponsable, adjudica propensión a la ejecución de actos terroristas a juntar firmas solicitando un referéndum, amparado por la Constitución (de la que Sanguinetti es coautor). Junta en su afirmación:

oportunismo y respaldo a la mezcla y la declaración que marca presencia.

Guillermo Fouce -psicólogo, docente de la Complutense de Madrid, voz en la cadena Ser, manifestándose sobre la pandemia- advierte: “¡Cuidado con los que manipulan el miedo!” Imaginen qué advertir de trasplantarse al terreno político.

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