Home Política El péndulo sudamericano se inclina hacia la derecha por Ruben Montedonico
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El péndulo sudamericano se inclina hacia la derecha por Ruben Montedonico

El péndulo sudamericano se inclina hacia la derecha por Ruben Montedonico
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En el contexto de la disputa por la preeminencia en Latinoamérica hay que anotar que existe una clara determinación por parte de EE.UU. de seguir aplicando “su doctrina Monroe” -con formulación tardía- alentando a grupos de la oligarquía a apoyar decididamente a candidatos de la derecha y hostigar a los gobiernos que se encuentren poco dispuestos a “recostarse” en Washington.

Lo anterior no sólo viene practicándose en la zona central sobre Honduras y el futuro gobierno de Guatemala, sino en el sur caribeño y, más en general, sobre la región austral. Dejando por el momento el área central y la proyectada invasión y ocupación antillana (una vez más) de Haití (mal encubierta por los yanquis al encargarla a kenianos), me referiré -en primer término- al contencioso armado por los ingleses contra Venezuela en la desembocadura del río Orinoco y su cuenca: unos 160 mil km2.

Toda la historia de los siglos XVIII y XIX que servirían como antecedentes de este contencioso se sepultaron y se llegó al Acuerdo de Ginebra de 1966 señalando que tras aceptar el pedido venezolano se suscribe que habrá “una solución amistosa, aceptable entre ambas partes”. Tiempo después, la ex colonia de Guayana Británica obtuvo su independencia y pasó a llamarse Guyana, mientras el acuerdo nunca se cumplió.

De los momentos del siglo XVIII, en que Gran Bretaña expandía su imperio, al de la postguerra última, en que perdió gran parte de su anclaje colonial, Reino Unido pasó a ser un “socio encubridor” de la empresa petrolera estadunidense que en 2015 descubrió en la plataforma marítima esequiba -consecuentemente en litigio- una reserva de 11 mil millones de barriles.
El gobierno de Georgetown (capital guyanesa) cuenta con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, del secretario de OEA, Luis Almagro, y de la Comunidad del Caribe, formada por 15 países con relaciones históricas con Gran Bretaña y sede en la capital de Guyana. La presión y amenazas contra Venezuela ocurren en el año previo a los comicios presidenciales en ese país.
Si seguimos por la costa del Pacífico del subcontinente -de norte a sur- inicia con una nación que por primera vez es presidida en tiempos contemporáneos por alguien de intención progresista: el Presidente de Colombia, Gustavo Petro. Sin embargo, en la cadena de naciones que siguen insertas en la región cordillerana andina tenemos a Ecuador (inmerso en un proceso electoral extraordinario provocado por el presidente en ejercicio, Guillermo Lasso); Perú, que Dina Boluarte gobierna como espuria presidenta ordenada por un congreso que depuso al presidente democráticamente electo, lo encarceló y convalidó la represión contra sectores populares que desaprobaban lo hecho; y Chile, donde el mandatario Gabriel Boric debiera ser tenido como progresista (hay quienes aún lo consideran así), pero más bien no se sabe para dónde apunta.
Al considerar que una parte de lo que fue Guayana sigue siendo un territorio francés de ultramar (colonia); que en Surinam no se puede contar para el progresismo con Dési Bouterse; que otro tanto ocurre con Paraguay y que a pesar de que todo indica que la alianza uruguaya que entronizó al actual presidente dejará el Ejecutivo en unos 14 meses, quien lo sustituya (el FA) por ahora sólo cuenta con 15 años de regímenes anti neoliberales, ninguno anti sistémico y sin haber considerado medidas duraderas que presagien cambios de izquierda.
La novedad del quebrantamiento de la fuerza política hegemónica de los últimos 14 años en Bolivia abre la posibilidad de que en los siguientes comicios gane un gobierno de derecha: la moneda está en el aire. En otro, también lo están Ecuador (se define este 15 de octubre) y Argentina, con una primera vuelta el domingo 22.
Cuando vemos Ecuador se me hace imposible pronosticar el balotaje dada la paridad en las encuestas (que tantas veces se han equivocado), que indican que Daniel Noboa sería el electo, pese a que la correísta Luisa González -del Movimiento Revolucionario Ciudadano- está aritméticamente más cerca de superar el 50%. Sin embargo, la abrumadora mayoría de las encuestadoras dan como triunfador al derechista Noboa de la Alianza Democrática Nacional. Este balotaje elegirá un presidente sustituto de Lasso que finalizará cuando el 24 de mayo de 2025 asuma otro presidente y con él inicie un nuevo período de la Función Ejecutiva. Quien resulte mandatario tras la actual contienda podrá optar por la reelección.
El caso argentino es evidentemente el más complejo: el país es el tercero mayor en extensión y población; ocupa la misma posición como productor latinoamericano, al igual que su PBI, pero ocupa los primeros sitios en inflación, desempleo y pobreza porcentuales; es uno de los más endeudados con la banca extranjera y el FMI. Enfrenta elecciones para el Ejecutivo, parciales de las dos ramas del Congreso y de algunas gobernaturas y municipios. En medio de varios escándalos, los tres candidatos principales son de derecha y concitan una cifra cercana, según las estimaciones de los observadores, equivalente a cerca del 90% del electorado, figurando como una de las posibilidades que el 22 de octubre se decida dar término a la contienda con un balotaje de noviembre.
Estimo que estas tres candidaturas de gente de la derecha -Patricia Bullrich, Javier Milei y Sergio Massa- no ofrecieron al electorado soluciones factibles a mediano plazo para la crisis económico-financiera y social actual; sólo representaron un entrampamiento electoral más sin planes en campaña ni los debates. Un resultado que he vaticinado en muchas partes y en esta página es que habrá un balotaje entre Milei y Massa en el cual el ministro triunfa sobre el nostálgico de la dictadura militar.
Por lo previo, concluyo que a Sudamérica llega una época con grandes zanjas entre países, con la derecha que quisiera seguir apoyando en lo que pueda al imperio, pero la realidad de los pueblos marchará por otro lado, obligándolos a rectificar o irse y quizá ponga a pensar a quienes hoy dicen representar a la izquierda.

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