El tardío reconocimiento al creador Josep Collell. por Alejandra Waltes
Hoy, 4 de julio a las 19 h. en la Sala 4 del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), se inaugura la exposición «Josep Collell. Pintor, Ceramista, Maestro». En la exposición, curada por Josefina Pezzino (ceramista y directora del Museo Casa Collell) y Carme Collell Blanco (ceramista, historiadora del arte y sobrina de Josep), se exhibirán obras cerámicas , esbozos y dibujos preparatorios previos que preceden a las piezas expuestas. La muestra podrá visitarse hasta el 6 de octubre de 2024.
José Collell, (Josep) (Vic, Cataluña, España, 1920-Montevideo, Uruguay, 2011) Su primer acercamiento a la formación artística en dibujo y pintura fue en la Escola Municipal de Dibuix de Vic. En 1946 cofundo “Els Vuit”, grupo de ocho jóvenes pintores de Vic unidos por sus inquietudes artísticas. Collell, de profesión tornero mecánico, había pasado por el ejército español, trabajado en la metalurgia y había pintado, antes de llegar a Montevideo en 1950 a los 30 años. Tres años más tarde se casó por poder con Carmen Cano, quien emigró a Uruguay ese mismo año. «Dejaban atrás la precariedad y el vacío cultural de la dictadura franquista», escribió su sobrina, ceramista e historiadora del arte Carme Collell. Estuvieron casados por cerca de seis décadas. Josep ingresó al Taller Torres García como alumno de Julio Alpuy unos meses después del fallecimiento del Maestro. Si bien la cerámica estaba presente en el TTG desde mediados de los años cuarenta como un soporte pictórico más al decorarse vasijas comerciales con la técnica del óleo y en 1951 Jorge Piria regaló un horno al Taller dónde los pintores Julio Alpuy, Horacio Torres, Manuel Pailós, Antonio Pezzino, José Gurvitch, y Julio Otero horneaban unas formas todavía prefabricadas, Fueron Josep y el escultor Gonzalo Fonseca quienes, atraídos por la cerámica precolombina, empezaron a investigar sobre la preparación del barro y su cocción. Buscaron arcilla en la falda del Cerro y hornearon las primeras piezas cerámicas en un horno de pan. Carme cuenta: “Él quería conseguir una cerámica que pudiera vincularse estrechamente con la riqueza cromática de la pintura, con su posibilidad de matiz y tonalidad. Tomó como referente la cerámica griega y sobre todo precolombina, la calidez de su bruñido, que podía contemplar en la colección de Francisco Matto y fue su mirada de pintor la que dirigió de forma autodidacta la búsqueda de una técnica propia, el engobe bruñido, que le permitiera pintar y bruñir las piezas antes de hornearlas y conseguir así una extraordinaria paleta de colores”. Su invento, un tratamiento que implicaba pasar un rulemán soldado con en un clavo sobre la cerámica pintada, fue lo que lo destacó por ser más que una simple técnica, implicó poder lograr sobre la cerámica casi lo mismo que en un lienzo, algo que no se había hecho hasta el momento. Collell expresó: “A mí me gustó la técnica del engobe que era muy parecida a la pintura, se podía pintar como con la pintura, diluir el sombreado; seguramente si yo no hubiera pintado antes no se me habría ocurrido”. En 1955 Carmen y Josep crearon el Taller Collell. El azar les brindó una tipología de casa que cumpliera con las necesidades de vivienda y taller – planta baja, espacio central con luz cenital, altos ventanales laterales- que recuerda las casas populares modernistas de Cataluña. Ambos difundieron su visión de la cerámica a través de la enseñanza a la que se dedicaron con una enorme dedicación (entre 1958 y 1959 colabora en la formación del Taller de Arte Plásticas de Maldonado, e imparte clases de cerámica en la Escuela Rural de Tres Islas. En 1962 empieza a dar clases en el Taller de Artes Plásticas de Rocha y en 1966 dicta clases de cerámica en el Museo Departamental de San José). El Taller fue lugar de referencia indispensable en el panorama artístico uruguayo. En los años 60 inició con su esposa, varios viajes por España e Italia además de exponer piezas de cerámica en 1977 en la Gordon Gallery de Buenos Aires (Argentina), en 1994 pinturas en la Galería Susany de Vic (España) y en 1998 pinturas en la Galería Montcada de Barcelona (España). Se le homenajea en la Primera Bienal de Cerámica Uruguaya de 1981 en la Asociación Cristiana de Jóvenes. En 1982 se le confió a Collell la realización de tres murales cerámicos para la antigua Embajada de Uruguay en Buenos Aires (murales que quedaron en su antiguo emplazamiento). A fines de 1985, Josep abandonó la enseñanza en el Taller (que continuó hasta 1991 a cargo de Carmen Cano y Josefina Pezzino) para dedicarse de lleno a la pintura. En 2001 recibió el premio Morosoli y expone pinturas en la Sala Pedro Figari del Ministerio de Relaciones Exteriores. «En 30 años formaron a muchísimos ceramistas» explicó a El Observador Josefina Pezzino, ceramista, hija del artista Antonio Pezzino, ahijada de Collell y propietaria de lo que solía ser la casa de la pareja y que convirtió en Museo y en su taller. El Gobierno de la Generalitat de Catalunya en el Cono Sur, en colaboración con el Ayuntamiento de Vic y el Institut Ramon Llull, participa en la edición de un catálogo que se publica en español, catalán e inglés, tanto en formato impreso como digital. La muestra pretende dar a conocer a las nuevas generaciones de artistas un modo de entender la cerámica: una forma de pintura expandida que convierte el soporte cerámico en un auténtico lienzo.
“Cántaro” (Josep Collell- 1962)
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