El valor de las síntesis uruguayas de las vanguardias internacionales. por Alejandra Waltes
En las salas 3 y 4 del MNAV (Museo Nacional de Artes Visuales) se puede visitar la muestra
“Antonio Slepak (1939-2016): Una exposición antológica” hasta el 3 de setiembre. La misma, cómo otras muestras de artistas plásticos nacionales que eclosionaron en la segunda mitad del S. XX, fue curada por Manuel Neves.
Gracias al excelente trabajo que realiza el equipo del MNAV investigando, catalogando y restaurando el acervo del museo, es que hoy podemos disfrutar de la obra de Antonio Slepak, otro de los artistas desconocidos por el gran público y no porque su producción artística haya sido pequeña. Aunque podemos hacernos una idea del porque las Artes Plásticas de los 10 o 20 años anteriores a la dictadura cívico-militar y los 10 años posteriores a la misma, han sido analizadas y catalogadas de forma muy parcial como parte de la historia del arte nacional, confiamos en que la perspectiva histórica que da el tiempo, permita en el futuro, tener una visión global del rico y fermental legado. Visitar la muestra de Slepak fue reencontrarme con un paisaje plástico de mi infancia. La muestra presente rescata la producción realizada por el artista durante las décadas que van desde 1965-1985. Al igual que otros artistas nacionales contemporáneos, Antonio estaba muy atento a las corrientes artísticas que surgían tanto a nivel nacional cómo internacional y encontró un lenguaje propio y una estética identitaria en la fusión de elementos de varias corrientes que van desde el informalismo y la nueva figuración hasta el op art, el pop art y la poesía visual. La biografía más detallada de Antonio Slepak (Montevideo, 1939-2016) a la que se puede tener acceso es la publicada en la revista La Pupila (N° 60, 2021). Slepak Gómez fue el primogénito del matrimonio entre el inmigrante moldavo Simón Máximo Slepak y la hija de emigrantes españoles María Elsa Gómez Varela. En Montevideo, Slepak padre desarrolló su actividad laboral dentro del comercio de la
carne vacuna teniendo una carnicería y un reparto. Ninguno de los datos conocidos explica el interés de Antonio Slepak por las artes visuales y sólo podemos suponer que el origen del mismo se halla en la calidad de la educación pública primaria y secundaria. En su curso de preparatorio, Antonio optó por la orientación de ingeniería, cursando posteriormente el primer año en dicha facultad. El rigor y la minuciosidad que caracterizan gran parte de su trabajo creativo se pueden vincular a ese aprendizaje, esa técnica y conocimiento del dibujo. Este será el único aprendizaje formal en artes visuales que tendrá en toda su vida. La oportunidad de conocer al artista español Leopoldo Novoa (1919-2012) en su taller situado en el Mercado Central, fue decisivo en su opción artística: Novoa, referencia del informalismo ibérico, estimuló al joven creador en sus investigaciones dentro de la abstracción, aportándole además conocimientos técnicos. Las casi cien obras dan cuenta de la intensidad de la experimentación en esta corriente. Estas obras se dividen en dos grupos: las realizadas sobre papel de rápida ejecución, básicamente grandes manchas de colores terrosos, y los cuadros sobre placas de aglomerado, realizados con una combinación de manchas y texturas elaboradas con arena. Estas manchas, sumamente ambiguas en su significado, evolucionan a signos muy enigmáticos. El conjunto de esta producción anclada en lo
simbólico tiene una clara influencia de la obra producida por el artista uruguayo José Gamarra en la primera mitad de la década de los sesenta. En sus comienzos su obra contó con la atención a nivel oficial, participando en algunos eventos nacionales e internacionales y siendo aceptado en los diferentes salones oficiales. Asimismo, algunos críticos comentaron sus trabajos y lo incluyeron en relatos parciales que daban cuenta de ciertos aspectos de la cultura y las artes en Uruguay, integrando una generación de jóvenes artistas que se proyectaban como una promesa. Con la llegada de la dictadura cívico- militar, Slepak abandonó las actividades públicas oficiales, al igual que la mayoría de sus compañeros de generación y su nombre y su obra fueron olvidados. Solo algunos colegas artistas con los que mantenía un trato amistoso acompañaron su original evolución creativa producida durante las décadas siguientes. Antonio Slepak nunca dejó de producir obras hasta el día de su fallecimiento. Realizó exposiciones individuales en el Centro Uruguayo de Promoción Cultural (1965), en la Galería de arte A (1968) y una exposición retrospectiva en la Galería Cinemateca (1981), asimismo fue homenajeado en la Feria Artissima de Torino en Italia (2019). Entre 1965 y 1968 participó en los salones nacionales y municipales de artes plásticas y en el 2° Salón del Instituto General Electric. Entre 1972 y 1978, participó en todos los salones de dibujo IAVP, del Instituto de Artes Visuales Poumé. Participó en las siguientes exposiciones colectivas: Exposición Exhaustiva de la Nueva Poesía, en febrero de 1972 en la Galería U de Montevideo, organizada por Clemente Padín; El Dibujazo, en el Centro de Exposiciones del Palacio Municipal, en
enero de 1990 y Los 60 y el Pop: Política y Sensualidad, en la Galería SUR de Manantiales,
en el verano del 2011.
Las representaciones humanas desarrolladas por Slepak recuerdan a las figuras presentes las culturas
amerindias más avanzadas de México y Guatemala. En 1965 su obra cobra un carácter claramente figurativo y su producción evoluciona rápidamente hacia una figuración menos expresionista y más austera, integrando elementos geométricos y palabras. La producción realizada en 1966, básicamente tintas monocromas sobre papel, presentan elementos que definen la realidad contemporánea como la publicidad, el cine y la televisión. También realizó otro grupo de obras en las que representó diversos elementos geométricos, destacándose las espirales que producen un efecto de vibración óptica.
El artista continúa el proceso de síntesis de sus dibujos y entre 1967 y 1969 lleva al máximo el desarrollo de su proyecto creativo creando una colección de símbolos propios.
Estas síntesis artísticas creadas por los artistas nacionales, nos legaron elementos estéticos de manera inconsciente, dando así surgimiento a una corriente que nos es propia y da identidad al arte nacional.
Espirales de verano (Antonio Slepak-1967)
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