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En tránsito por Alejandra Waltes

En tránsito por Alejandra Waltes
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Hasta el domingo 09 de junio, en la Sala 2 del MNAV (Museo Nacional de Artes Visuales) puede visitarse la muestra curada por María Eugenia Grau y Fernando Loustaunau: «María Carmen Portela – Colección MNAV».
María Carmen Portela (Buenos Aires, 1896 – Montevideo,1984) no es quizá uno de los nombres que venga a nuestra mente en el momento de nombrar a una artista que, si bien no era uruguaya, desarrolló buena parte de su obra en nuestro país. Sin embargo, fue una de las mujeres que rompió, en su momento, el hoy llamado “techo de cristal”. Escultora y grabadora argentina (nacionalizada uruguaya en 1964), su formación como escultora se inició a fines de la década del veinte de la mano del escultor Agustín Riganelli (artista integrante de la agrupación «Artistas del Pueblo») cuya estética escultórica influyó fuertemente en la de parte de la obra de María Carmen. Él mismo realizó un retrato de Portela en mármol anunciado como la representación de un nuevo tipo de mujer, acorde al pensamiento y a los ideales anarquistas del artista. Posteriormente estudió grabado con Alfredo Guido en la Escuela Superior de Bellas Artes «Ernesto de la Cárcova». Supo cosechar reconocimientos y premios desde las primeras exhibiciones en las que se presentó. Además de distinguirse como escultora, lo hizo como ilustradora y en grabado, dónde se especializó en la técnica de punta seca. En 1930 presentó tres esculturas en el SNBA (“Amparo”, “Estudio” y “Retrato”) con las que recibió muy buenas críticas, además un premio estímulo. En 1933, en el mismo certamen, obtuvo por “Torso de mujer” el Tercer Premio Municipal. El Primer Premio en el Salón Femenino en 1932. En 1935 su “Figura para un estanque” obtuvo el Segundo Premio Nacional de Escultura provocando un quiebre en la carrera de María y en la visibilidad de las mujeres escultoras en el Salón. En 1937 fue distinguida con el Segundo Premio de Escultura por la obra “Las mujeres pobres”. En 1939 es distinguida con el segundo premio, en el marco de la Exposición Internacional de Viña del Mar (Chile). También participó en varias oportunidades en el Salón de Otoño de Rosario, donde obtuvo, en 1941, el Premio Adquisición de la Comisión Provincial de Cultura por la obra Retrato del Dr. G. A. A. Su envío de “Figura de una atleta” al Salón Nacional de 1940 mostró una nueva etapa de su producción: se trataba de un retrato de la deportista Olga Tassi. Julio E. Payró, en su reseña del Salón, definía la obra como un “andrógino pensativo y desconcertante, realizada con eficaz sencillez”. Concurrió a la Bienal de São Paulo en 1951 y 1965, año en que obtuvo el Gran Premio Nacional de Grabado en el Salón Nacional uruguayo por su obra “Pino entre abedules”. Su obra «Tránsito» es una de las primeras obras de una artista mujer expuesta en el espacio público. Nacida en el seno de una familia acomodada, se casó aún adolescente con Gustavo Caraballo, con quien tuvo tres hijos. Divorciada de este, en la década de 1930 Portela comenzó una relación con Rodolfo Aráoz Alfaro (1901-1968), abogado vinculado a la izquierda en la Argentina. Es así que se vincula con los círculos socialistas y anarquistas argentinos comenzando una intensa actividad artística y un período de inquietud política que la llevó a formar parte del grupo de mujeres que buscaron espacios en la política y el arte, así como un estilo de vida con mayor libertad y autonomía. En 1944 se radica en Montevideo tras contraer matrimonio con el educador uruguayo Jesualdo Sosa. Ya en Montevideo, su compromiso político ligado a sus manifestaciones artísticas se intensificó. A mediados de los cincuenta el matrimonio viaja por Europa y Asia en dónde Portela tiene la oportunidad de exponer en la antigua República Democrática Alemana, Rumania, China. Entre 1961 y 1962 se radican en Cuba, dado que Jesualdo Sosa había sido nombrado rector de la Facultad de Educación y asesor de la Campaña de Alfabetización del gobierno revolucionario. En aquellos años retrató varias veces a Fidel Castro, en esculturas y medallas, una de las cuales motivó una dedicatoria del propio Fidel: “A María Carmen Portela, con la emocionada gratitud de quien se considera altísimamente honrado por su cincel y no olvidará nunca la ayuda de su arte revolucionario a nuestra causa”. Los descendientes de la artista conservan con afecto un bello bosquejo que María Carmen Portela hizo del líder cubano en ocasión de la Segunda Declaración de La Habana, en el que su perfil se funde con el contorno de Latinoamérica. La sutileza del trazo de sus grabados que contrasta tanto con sus macizas esculturas, inspiraron las palabras de Rafael Alberti (gran amigo de Portela quien escribió una monografía sobre la artista): “Las sombras casi se evaporan, al tratar las figuras sobre todo, quedando éstas reducidas al canto expresivo de los contornos, intensificados, a veces, con mucha parquedad, por una suave grisura que los vuelven más penetrantes y definidos”. Esa misma sutileza y estilo depurado también fueron alabadas en las páginas de la revista “Contra” por Raúl González Tuñón quien escribió: “ “María Schizka’” en tres actitudes, estas notables puntas María Carmen Portela de Aráoz Alfaro. Hace tiempo que queríamos estampar en CONTRA el elogio de María Carmen, dibujante, escultora, siempre renovándose y siempre superándose, gran camarada y espíritu maravilloso, “Cuando María Carmen escriba un libro en latín — decimos sus amigos — no nos vamos a sorprender”. Y es que María Carmen, artista ha revelado ya tantas condiciones, que estamos acostumbrándonos a la explosión, cada día más imponente, de su extraordinario y multiforme talento. En toda la obra conocida de esta mujer artista, se siente la presencia magnífica y deslumbrante de un alma superior. En el cordial taller de su casa, entre un fárrago de libros, fotografías, colecciones, mesas, banquillos, instrumentos, lámparas, grabados, esculturas, cuadros, revistas, María Carmen trabaja cada día en algo nuevo. Siempre los ojos ardidos y las manos, las estupendas manos de María Carmen, atrapando la expresión que, en esculturas, aguafuertes y dibujos, nos emocionará por su pureza, por su relieve, por su tranquila fuerza, y porque anuncia nuevos trabajos que nosotros recibiremos luego sin mayor sorpresa. Como sin mayor sorpresa vemos todos los días como es de hermoso, el crepúsculo, como es de espléndido el cielo de los otoños apacibles, como es de sugestivo el silencio de los jardines abandonados, sin preguntarnos por qué y quién, ha inventado todo eso lindo que hay en el mundo.”
“Pino entre abedules” (María Carmen Portela- 1965)

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