El título del último espectáculo de Angie Oña, Ser humana, ya encierra varios ángulos desde donde interpretarlo. En primer lugar lo más obvio, estamos familiarizados con la expresión “ser humano” denotando al “hombre”, a cada individuo que pertenece al conjunto “humanidad”, pero no estamos tan familiarizados a escuchar o leer que la palabra “humana” sea utilizada como atributo del “ser”, y claramente una de las motivaciones de la obra es devolverle ese atributo al ser, y a la inversa, reconocer la humanidad del género femenino. Parece una obviedad en estos tiempos, pero mientras Angie Oña presenta la biografía de Sabina Spielrein (1885-1942) no faltan las referencias a elaboraciones teóricas de pensadores que negaban la existencia del alma en el género femenino. Por otro lado la “humanidad” no parece ser un atributo esencial del “ser”, sino que es una posibilidad. Luego de ver el espectáculo uno sale pensando en otra obviedad, pero que el sentido común olvida, no se “es” humana o humano, esta es una posibilidad de algunos seres, pero hay que llegar a eso a partir de un proceso de socialización en que el lenguaje juega un rol central. Sabina Spielrein es un caso particular de “ser” que de alguna forma “perdió” su humanidad, pero logró recuperarla y convertirse en una de las figuras clave en el desarrollo del psicoanálisis. Y por último el espectáculo Ser humana es un jalón más de un proceso que a partir de 1977 devuelve la figura de Sabina Spielrein a la humanidad, luego de décadas de olvido.
En el programa de mano del espectáculo se recogen palabras de la psicoanalista brasilera Renata Udler Cromberg sobre la trayectoria vital de Spielrein y sobre su trabajo que complementan uno de los aspectos más interesantes de la obra, el hacer visible para los espectadores a una figura desconocida pero clave del psicoanálisis. Y entre las causas que destaca la especialista del olvido de Spielrein se menciona el que: “pensó, actuó y escribió como mujer, problematizando lo femenino y la femineidad en todas sus facetas (…) demoliendo por dentro la misoginia de los psicoanalistas pioneros”. Pero claro, una obra de teatro tiene que funcionar escénicamente, más allá de los aportes para rescatar una personalidad o un pensamiento que se intentó suprimir. Y en este aspecto el trabajo de Oña, bajo la dirección de Freddy González, es poderoso. El potente carisma de la actriz inunda el escenario de Tractatus y lleva al espectador a recorrer detalles de la vida de Spielrein -partiendo de su infancia y sin obviar el momento en que fue “habitada” por la locura- pero ya tamizados por los propios hallazgos teóricos de Sabina y por la sensibilidad contemporánea de Oña en tanto dramaturga. El ensayo escénico toma aspectos de la vida de Spielrein anteriores a su desarrollo como analista pero atravesados por su perspectiva teórica, y los hilvana con momentos de su ebullición intelectual, cargados de debates con Jung y Freud, a la vez que los puentea con el presente, con los propios espectadores del espectáculo. Las características de la obra hacen que a la vez que el personaje indaga sobre su inconsciente el espectador adquiera rudimentos de herramientas para hacer lo propio sobre sí mismo. El trabajo de dirección de Freddy González para encauzar la serie de datos, movimientos y emociones que la actriz pone en pié para comunicar al espectador también parece una proeza, teniendo en cuenta el caudal de información que se maneja. Queda solo una función de este primer ciclo en Tractatus, pero seguramente Ser humana siga desarrollándose por otras salas, vayan a verla.
Ser humana. Dramaturgia y actuación: Angie Oña. Dirección: Freddy González.
Funciones: sábados 21:00 (24 de marzo última función). Tractatus (Ituzaingó 1584)
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