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Entrando por los fondos por Hoenir Sarthou

Entrando por los fondos por Hoenir Sarthou
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Mientras aquí nos aprestamos a votar “sí” o “no” a la LUC, el mundo se desliza y nos arrastra, en nuestro caso con la cabeza metida en las urnas, hacia procesos y lugares de los que poco sabemos y de los que nuestro sistema político finge no tener noticia.

Si pensamos en la economía, por ejemplo, el mundo del que hablan nuestros políticos, la mayor parte de los economistas y la casi totalidad de la prensa, nada tiene que ver con la realidad.

Siempre se nos dijo que el sistema económico en el que vivimos, el capitalismo y su economía de mercado, es un régimen en que las empresas compiten para conquistar una porción del  mercado, y que eso nos beneficia como consumidores, porque podemos elegir libremente el producto, la marca, el comercio o la góndola que más nos convenga. Bueno, olvídense de eso. Nada más equivocado.

¿Recuerdan la parte 1 de la película “El Padrino”, o la historia de Pablo Escobar y el cartel de Medellín? ¿Recuerdan que al viejo  Vito Corleone lo presionaban otros jefes mafiosos para que compartiera su influencia sobre jueces y policías? ¿Recuerdan que el  éxito de Escobar se debió a que logró unificar a varias bandas de narcotraficantes independientes que competían y se mataban entre sí?  En fin, no es muy distinto de lo que ha pasado en las últimas décadas con la economía mundial.

Elijan la empresa (grande) que quieran: Coca Cola, Amazon, Pfizer, Microsoft, Exon, Pepsi Cola, Sudy Lever, Bayer-Monsanto, UPM, Disney…  insisto, la que quieran. Descubrirán que todas tienen entre sus accionistas principales a ciertos “Fondos de inversión”, de los que ahora vamos a hablar. Recuerden estos nombres: Vanguard, BlackRock, State Street, Blackstone, y tengan presentes a otros, como Fidelity o Wellington, menores pero muy importantes para ciertas jugadas que les voy a contar.

A las mega empresas que nombré (y miles de otras que no nombré), súmenle ahora la totalidad de los bancos, las principales cadenas de noticias, medios de comunicación y agencias de información, las fundaciones filantrópicas y las más importantes universidades del mundo. Sí, los bancos, los medios de comunicación, las fundaciones filantrópicas y las universidades también son controlados, mediante compra de acciones, donaciones, pago de pautas publicitarias o contribuciones en dinero .

A lo dicho, agréguenle grandes extensiones de tierra y propiedad inmobiliaria en todo el mundo, fuerte incidencia financiera en los organismos internacionales, tanto de crédito como políticos o técnicos (la OMS es buen ejemplo), y, por medio de Fundaciones supuestamente filantrópicas, una extensa red de financiación de partidos políticos, sindicatos, ONGs  y organizaciones sociales.

No estoy suponiendo nada. Esta información está declarada en las páginas oficiales de las mismas empresas, de las Fundaciones y de los Fondos de Inversión. Sólo hay que tomarse el trabajo de rastrear, para ver que los nombres de los Fondos, y a menudo  los de directores y administradores, se reiteran.

¿Sumaron todo? ¿Se dan cuenta de lo que significa?

Sí, los Fondos de inversión controlan económicamente la banca, la producción, el comercio, los organismos internacionales, la publicidad, la política, la investigación científica, las fundaciones benéficas y la comunicación pública. En otras palabras, quien controle a los Fondos de inversión controla al mundo. ¿Y quién controla a los Fondos de Inversión?

Eso es lo interesante. Los Fondos de inversión surgen durante el siglo pasado. Varios comenzaron siendo administradores de los ahorros jubilatorios de millones de trabajadores, sobre todo de los EEUU, pero luego, mediante la especulación financiera, la compra de acciones de miles de empresas (hoy son cientos de miles) e inversiones de todo tipo, fueron engrosando un capital monstruoso, de miles de billones de dólares, que les permite controlar realmente la economía mundial.

Ese control se ejerce y se disimula mediante una complejísima ingenieria jurídica, que hace muy difícil saber con exactitud quiénes son las personas que mandan, aunque siempre hay indicios que permiten deducirlo. Todos los mega millonarios que conocemos, Gates, Soros, Bezos, Buffett,  Zuckerberg, etc., han cedido buena parte del paquete accionario de sus empresas a los Fondos. Y son a su vez accionistas de los Fondos, a menudo conservando el control de sus empresas mediante acciónes de privilegio o pactando el derecho de veto en los directorios.

La mecánica es la siguiente. Los Fondos de inversión son opacos respecto a quién realmente los maneja. Sus acciones aparecen distribuidas entre empresas financieras y otros Fondos de inversión (por ejemplo, Vanguard posee acciones de BlackRock, y BlackRock posee acciones de Vanguard). Pero, si uno investiga a esas empresas y Fondos, nota que todos tienen como accionistas a Vanguard, a BlackRock, y generalmente a State Street y Blackstone, o a otras sociedades financieras o Fondos de Inversión más pequeños, cuyas acciones son controladas por Vanguard o BlackRock. Los Fondos no son realmente independientes entre sí. Vanguard, entre cuyos accionistas aparecen entidades financieras vinculadas a apellidos como Rothschild y Rockefeller, entre otros muy célebres, parece tener cierta supremacía sobre los otros (aunque BlackRock figure como el Fondo más rico). El hecho es que, juntos, controlan en todo el mundo a cientos de miles de empresas.

A menudo Vanguard y los otros Fondos aparecen como accionistas minoritarios de las empresas, pero basta rastrear a los accionistas mayoritarios para ver que detrás, incluso a veces detrás de varias empresas “pantalla”, la influencia real de los Fondos es mucho mayor. Ni siquiera necesitan controlan el 50% de las acciones de una empresa. Se las arreglan para controlarla por varias vías, de las cuales ha hablado bastante claramente Larry Fink, el ex banquero que oficia como director del Fondo BlackRock. Una de las vías es que, por su peso accionario, los Fondos logran ser la minoría mayor en las asambleas de accionistas de la empresa que quieren controlar, y eligen así a sus directores. Otra es el chantaje, la amenaza de vender su paquete accionario derrumbando el valor de la empresa. Otra son las presiones sobre los directores adversos, a los que se somete a denuncias, acusaciones mediáticas y demandas legales, hasta que ceden o renuncian. Larry Fink se jacta de enviar cada año una carta a los “CEOs” de los miles de empresas que BlackRock controla, dándoles las instrucciones para ese año. Actúa como “El Padrino”, aunque más probablemente sea sólo un hombre de mucha confianza de los verdaderos “Padrinos” de la economía.

Ahora,  un ejemplo muy cercano. La empresa UPM tiene como principal accionista, con el 34,26 % del paquete accionario, a un banco, el “Nordea Bank ABP”. Pero el Nordea Bank tiene como accionistas a los Fondos de inversión “Vanguard” y “BlackRock”. El segundo accionista de UPM es la empresa financiera finlandesa “Sampo OYV”, pero Sampo OYV tiene también como principal accionista al Fondo “Vanguard”. Y nuestro conocido Bjorn Wahlross es a la vez administrador de Sampo OY y el número uno de UPM.  ¿Se entiende por qué UPM es el desembarco en el Uruguay de la globalización económica “en serio”?

Si algo resultaba inexplicable es que ciertas empresas, como las compañías de aviación o la gran industria turística hubiesen aguantado calladas durante la pandemia, que las destruyó. O que las empresas petroleras no protesten por las políticas de tecnologías verdes que hoy impulsan los Fondos de inversion y sus socios más conocidos.

La explicación es simple: la “cartelización” de la economía mundial, a través de los Fondos de inversion, hace que los verdaderamente “grandes” sean socios en todo. ¿Qué importa que tu petrolera o tu línea aérea pierda dinero?  Si recibiste acciones de Vanguard, de BlackRock, de State Street o de Blackstone, recibís ganancias por las tecnologías verdes,  por las vacunas de Pfizer y  por cualquier otro negocio que el capital unificado en los Fondos decida priorizar.

Claro, eso no corre si sos chico, si tenés un pequeño comercio o negocio. Pero eso no le importa al capital transnacional. Al contrario, es parte del proceso de concentración y unificación de la riqueza, que lleva como de la mano al establecimiento de un poder único global.

Así las cosas, a nadie debe sorprender que esta columna no esté dedicada al referéndum sobre la LUC.

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