Entrevistas cálidas, entusiastas y caseras

El periodista y escritor Pablo Cohen acaba de publicar el libro “Diálogos en espejo”, donde repasa una serie de charlas entre él y los historiadores Ana Ribeiro y Gerardo Caetano.

El libro se presenta como “un trabajo de una inusual potencia, escrito desde el Uruguay, pero con ecos de universalidad, protagonizado por dos brillantes historiadores que no necesitan presentación: Gerardo Caetano y Ana Ribeiro, quienes, sin rehuir sus diferencias ideológicas, nos invitan a pensar y a combatir toda grieta.
Cohen pone en juego aquí lo mejor del bagaje de su oficio periodístico para
convertirse en el catalizador perfecto de un recorrido por algunos momentos clave de la construcción de la orientalidad desde Artigas hasta la fecha; la
socialdemocracia y la democracia republicana como señas de nuestra identidad; el rol del historiador en el universo de la posverdad; la literatura como motor para una posible ética del humanismo, y el legado imperecedero de una serie de magníficos pensadores.
Esos son solo algunos de los elementos que se entrelazan en estas entrevistas profundas, dinámicas y atemporales, en las que también hay lugar para el abordaje de temas polémicos y actuales, como el debate en torno a la eutanasia, el fenómeno de lo políticamente correcto, el abuso del marketing político, los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y las presidencias de Tabaré Vázquez, José Mujica y Luis Lacalle Pou. Caetano, Ribeiro y Cohen nos invitan a redescubrir el arte de la conversación, al punto de que al leerlos nos sentimos presentes en su mesa, como silenciosos partícipes de un encuentro en el que se nos ha reservado un rol esencial: el de continuar esa conversación más allá de los márgenes de estas páginas”.

-¿Cómo nació la idea de este libro?
-De un modo bastante natural. Ya nos conocíamos los tres muy bien y, habiendo colaborado de distintas maneras profesionalmente -la última de las cuales fue la participación central de Ana en el libro «Mevir: una historia hablada»-, me pareció que era el momento de juntar a estos dos amigos que tanto se quieren, una reunión en la que pensé, antes que por una razón intelectual, cuando conocí los códigos de esa relación honda y cómplice.

-¿Por qué pensaste en estos entrevistados?
-Porque se podían complementar perfectamente tanto a nivel ideológico como narrativo. Los dos tienen una impresionante capacidad pedagógica, pero esa virtud se expresa de forma distinta en cada uno. De manera que descubrir todas las capas del riquísimo entramado que cada uno tiene en su cabeza -una cabeza que, de todos modos, es imposible terminar de conocer- me parecía importante. Pero hay algo más que esa cualidad de erudición, y es que el acto de juntar a Ana y a Gerardo garantizaba el abordaje de determinados temas que, pese a no estar en la agenda diaria, son de interés de los lectores. Temas en los que estos dos historiadores de enorme rigor pero gran masividad discrepan fuertemente sin, por ello, llegar a amagar con distanciarse.

-¿Cómo recibieron la propuesta? ¿Hubo un acuerdo previo sobre los temas a abordar ?
-Con entusiasmo progresivamente creciente, con disposición y con la generosidad que ya habían mostrado luego de que yo publicara «Habla Julio», un libro que les gustó a los dos, sobre Julio María Sanguinetti, y «Todo un país detrás», un libro sobre el GACH en el que ambos escribieron textos especiales. No hubo el menor acuerdo previo sobre qué temas tratar, y esa espontaneidad favoreció estos «Diálogos en espejo».

-¿Cómo fueron las entrevistas entre los tres?
-Cálidas, entusiastas y caseras, alrededor siempre de la misma mesa, en la que tomamos cantidades groseras de té y de Coca Cola. Y en cierto sentido, sorprendentes. Porque, si bien yo podía esperar que el público terminara conociendo el «lado B» de Ana Ribeiro, jamás pensé que Gerardo tendría la grandeza de mostrar el costado afectivo, tierno y vulnerable que también configura su personalidad y que, muchas veces por pudor, oculta con un celo casi borgeano.

-¿Qué temas de importancia abordan en ese ida y vuelta?
-Decenas y decenas, porque el libro nos llevó casi dos años. Y sobre todo variados, porque pasamos por asuntos morales de actualidad, como la eutanasia, hasta temas políticos de actualidad, como la emergencia de las extremas derechas populistas en América Latina, pasando por todas las presidencias de la democracia uruguayo, por el caso Penadés, por la mezquindad con que, en opinión de ellos, el Frente Amplio recuerda a Wilson Ferreira Aldunate, por la vigencia de las expresiones «blanco» y «batllista» en el siglo XXI, por la relación entre literatura e historia y entre historia e historiografía, por la supuesta kirchnerización que supondría la confirmación del liderazgo de Carolina Cosse, por la reforma de la enseñanza que lleva adelante este gobierno, y por algunos personajes «injustamente olvidados» de nuestra historia, como Lorenzo Batlle y Bernardo Berro.

-¿Qué te dejó a vos como periodista esta experiencia?
-Un enorme enriquecimiento intelectual pero, sobre todo, una confirmación, la de que la amistad es más importante que cualquier carrera, y una gran alegría, porque supuso el reencuentro con las raíces culturales del periodismo en el que me formé

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