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Escena no actuada: entrevista a Cecilia Caballero

Escena no actuada: entrevista a Cecilia Caballero
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Se reestrenó en la sala La Escena el espectáculo El tiempo sin libros, obra que agotó seis funciones en la Sala Delmira Agustini del Teatro Solís hace unos meses. Con esta excusa nos fuimos a conversar con la directora del espectáculo, Cecilia Caballero, hasta Rivera 2477 donde funciona mucho más que una sala teatral. La actriz y directora nos guió por espacios ocupados por partes de escenografías, tachos de luces, salas de edición y estudiantes que se acercan a estudiar distintos cursos vinculados a la actuación. 

 

Caballero nació en nuestro país pero pasó su infancia y los primeros años de la adolescencia en Noruega. Su padre estuvo preso por razones políticas y marchó al exilio junto con su familia promediando la década del 70. En los años de exilio formó un grupo musical en Oslo que recibía a los artistas latinoamericanos, exiliados también muchos de ellos, que llegaban al país nórdico. La futura actriz y directora teatral cantaba con su padre en aquellos años, y así tuvo la oportunidad de compartir escenario con gente como Mercedes Sosa o Silvio Rodríguez. Como en muchos otros exilios la presencia de la cultura uruguaya estaba muy presente en el hogar, pero el momento de volver, ya en los ochenta, fue traumático. “Se hablaba todo el tiempo de volver, pero vos vas creciendo en otro lugar, y como niño te vas metiendo en ese otro lugar. Y el día que llegué a mi casa y mi padre me dijo que se volvía a Uruguay para mi fue un shock. Pensaba que eso era algo de lo que se hablaba todo el tiempo pero que no iba a pasar. Para mi no fue “volver”, para mi fue venir. Tuve que aprender a hablar en español de nuevo. Entendía todo porque mis padres me hablaban en español, pero yo les hablaba en noruego. Fue un shock pasar de la sociedad noruega a la uruguaya del 85”.

Si bien las inquietudes artísticas de Caballero ya se habían manifestado en Noruega, es estando en Uruguay que empieza su acercamiento a las artes escénicas, aunque desde el principio el vínculo con el teatro noruego estuvo presente. “Además de muchos talleres cortos hice la escuela de Comedia Musical de (Luis) Trochón, porque me gustaban tanto la actuación como la danza y el canto y ahí tenés mucho de todo. Y una vez traje una obra infantil noruega, educativa, una obra que marcó mucho la niñez a muchos niños de allá, llamada Karius y Bactus, que son dos bacterias que viven en la boca del niño y todo el día le dicen al niño que tiene que comer cosas dulces y después les perforan los dientes y se hacen casas. Son personajes muy divertidos, vos empatizás con ellos, pero también como niño decís: ‘yo no quiero tenerlos de amigos porque hacen tremendos agujeros en tus dientes’. Ahí empecé a vincularme con el teatro de allá, a investigar qué estaba pasando, qué textos se escribían. Porque a mi me pasa que siento que soy de los dos lugares, y por momentos me siento más noruega que uruguaya, y por momentos más uruguaya que noruega, y es el eterno dilema del exiliado”

Ya en el 2010 Caballero empieza a trabajar en el montaje de Nacer, obra de la norteamericana Karen Brody que plantea un debate sobre el parto. “Es  una obra sobre parto humanizado, formé un grupo en donde había mujeres, algunas actrices y otras no, que habían tenido experiencias distintas de parto y formamos un grupo precioso de investigación, que duró como tres años. Llegamos a ir de gira a comunidades hispanas de EE.UU. Y es una obra con un costado político, porque plantea una defensa del parto humanizado y que la mujer tiene derecho a elegir como quiere que sea su parto. Y en ese interés por los temas vinculados al género unido al otro por la dramaturgia noruega me encuentro con Lene Therese Teigen a través de un texto llamado Mater Nexus, que tenía que ver justo con el vínculo madre e hija. Le escribí y me mandó un montón de textos. Empiezo a leer muchas cosas de ella y además veo que tiene una novela llamada Esto escribieron mujeres, que habla de todas las mujeres noruegas que escribieron al mismo tiempo que (Henrik) Ibsen, y que nadie sabe de ellas. Y entre los textos teatrales me encontré con Square, que habla de cuatro mujeres que se supone que el padre las encierra y ellas no saben quien es la madre de quien, o si son hermanas, fue un viaje muy oscuro.

 

Square la hiciste en 2015, en ese momento ya funcionaba La escena como escuela de actuación con un fuerte acento en lo audiovisual.

 

Es un proyecto que surge con Oscar Estévez (realizador audiovisual, el año pasado se estrenó su largometraje El sereno). Yo como actriz siempre sentía frustración en los rodajes, y pensaba que era algo de la dirección, que no saben dirigir actores. Oscar me decía que podía ser, que de hecho las carreras tiene muy pocas horas de dirección de actores, pero que también tenía que ver con que los actores y actrices tenían que amoldarse a otro lenguaje, y de repente en Uruguay se filma tan poco que es difícil tener experiencia, horas de rodaje. Y en esas discusiones un día dijimos “tenemos que hacer un taller en nuestra casa para hablar de estas cosas”. Lo primero que se nos ocurrió hacer fue tertulias, juntar gente de un lado y de otro, buscar películas, hacer una comida y hablar de la experiencia de trabajo. Después pensamos que había que trabajar más en laboratorio, filmar y ver y corregir y volver a filmar. Y empezamos con esta especie de taller, al que le ponemos Taller para no actuar, porque los dos teníamos como esa forma de ver la actuación, que en realidad no hay que actuar sino que hay que hacer, y a través del hacer viene la emoción. Empezamos los jueves de tarde y la hacíamos en el living de casa. Arrancamos en mayo del 2013 y ese mismo año tuvimos gente para 4 grupos. Lo que iba a ser jueves de tarde pasó a ser lunes, jueves, sábado, hasta que un día había grupos todos los días. Y cuando nos mudamos para acá (el espacio en la calle Rivera donde funciona la escuela y la sala teatral) explotó también lo del teatro.

 

En la escuela también se habla del método Meisner.

 

Sí, un verano me encontré con esa técnica, Scott Williams la trajo a San Pablo una vez, para hacer un taller con directores de una escuela de cine. Empecé a investigar, me encontré con Sanford Meisner que fue quien había inventado esto, que venía del Group Theatre. Tratamos de buscar a alguien para traer, todos eran de habla inglesa y pensamos que no iba a funcionar, entonces en principio intenté aplicar la técnica a partir de lo que yo había estudiado. Luego nos encontramos con un español que había estudiado con Scott Williams que estaba dando unos talleres en Argentina y en Ecuador. Le escribí y enseguida nos dijo que viajaba a Uruguay con mucho gusto. Y así Iñaki Moreno hace tres años que está viniendo, que aparte de docente de la escuela ahora es parte del elenco de El Rey Tuerto. Lo que trabaja el método es el aquí y ahora y que lo importante no es lo que estás diciendo sino lo que está pasando de verdad. Meisner descubrió que el problema es que los actores no oyen, no escuchan. Es el problema del ser humano en general, que mientras estamos hablando acá de repente estás pensando que tenés que ir a otro lado y que no pagaste la luz. Y el actor en escena también puede estar pensando en esas cosas o en que se diga tal cosa para entrar él. Es eso de en vez de estar en el otro estar en uno, y trabajar el estar pendiente del otro, no solo pendiente de uno mismo, te lleva a estar muy vivo en escena.

 

La escuela se instala en este lugar y empieza a funcionar la sala teatral. ¿Cenizas en el 2016 fue el primer espectáculo?

 

No, lo primero que se hizo fue una obra que se llama Bocanada que tenía una alumna de la escuela Eliana Recchia. La apertura de la sala fue un gran momento, porque además gracias a Cofonte ahora tenemos una consola de lujo, pero antes trabajábamos con esto (muestra una consola casera, armada como un alargue sobre un pedazo de madera) ¡Con esto se trabajó hasta hace un mes! Con los alumnos colgamos las cerchas para las luces, fue todo muy artesanal y nos preguntábamos ¿Vamos a hacer teatro con esto? ¿Funcionará? Y bueno, hicimos teatro con esto todo este tiempo.

 

El Rey Tuerto tenía un antecedente cinematográfico y está muy marcada por la coyuntura política española, pero ustedes la adaptaron a Montevideo de forma muy efectiva.

 

Si, hicimos Cenizas de Llàtzer García y estuvimos hablando con él de si tenía otro texto, pero no tenía ninguna otra cosa traducida, porque es catalán, y entonces empezamos a buscar otra cosa, y Gonzalo (Varzi) le dijo a su amigo de España que le había recomendado Cenizas que mirara otras cosas, y le manda El Rey Tuerto, de otro catalán (Marc Crehuet). Y cuando empezamos a leer el texto enseguida dijimos: “esto está buenísimo”. Y en principio no vimos tan claramente la idea de montevideanizarla, o uruguayizarla, pero después nos dimos cuenta que desempleo, discriminación, clases sociales, violencia e inseguridad hay en todas partes, y es de cualquier lugar esta obra. Y ahí empezamos a divertirnos mucho pensando de qué barrios podían ser los personajes, y fue muy divertido eso. De hecho hay gente que me ha preguntado si surge de algo que pasó acá.

 

Has comentado que el origen de El tiempo sin libros es el comentario que le haces a Lene sobre que en el Shopping de Punta Carretas hubo una cárcel donde estuvo preso tu padre ¿En qué momento realmente dicen vamos a convertir esto en teatro?

 

Esa anécdota es buenísima porque yo lo decía como un chiste, es un chiste que haya un Shopping sobre una cárcel, y a ella no le pareció un chiste, le sorprendió mucho. Mucho tiempo después me contó que estamos en un libro antropológico sobre esto, sobre como se ocultan algunas cosas.

 

Tiene que ver con uno de los planteos de la obra, si algo no está entonces no sucedió.

 

Exactamente. Lene vino a ver Square y tuvimos mucha afinidad. Ella vive en el barrio donde yo fui a la escuela, es mayor que yo pero usa las mismas palabras que usábamos los adolescentes de mi época, hubo muchas conexiones y nos quedamos con ganas de seguir trabajando. Cada tanto nos mandábamos un mail y ella tenía especial interés por la dictadura, por mi exilio allá. Nos conocimos por Square, pero en realidad el que nos conozcamos tenía que ver con que yo haya vivido en Noruega. Y ahí surge la idea de El tiempo sin libros. Empezamos una serie de entrevistas, tengo una charla con mi padre al que le cuento la idea y estuvo muy afín. Mi padre cuando vio uno de los últimos ensayos una de las cosas que dijo fue: “porqué no hablamos antes”. Todo lo que pasó en los ensayos abiertos acá fue hermosísimo, vimos que hace falta hablar de esto y que no está bueno esto del Shopping Center escondiendo lo que pasó.

Se cuenta el exilio desde un lugar no tan frecuente, desde los niños que no tomaron ninguna decisión por ejemplo, y que a veces tienen algún reproche para hacer.

 

Si, una cosa que tenía clarísima es que no quería hablar de la dictadura desde un lugar de victimización, lo hablé bastante con Lene. Me interesaban mucho más los vínculos, las cosas que pasaban en las familias. Y el ocultar, el callar, el no hablar, están muy presentes en los niños que crecimos en esa época. Yo tengo una amiga que se crió en Carmelo y ella siempre dice que no entendió nada cuando era niña, lo único que entendía era que no se podía hablar, que había algo oscuro, rarísimo, peligroso, pero nunca lo entendió hasta que creció. Y los recuerdos son algo que uno se cuenta a sí mismo, y la memoria se va construyendo con lo que vos te vas contando y con lo que otros te van contando, y es muy relativo. Y yo no tenía en mi mente que cuando mi papá sale de preso yo lo rechacé, no es algo que yo recuerde, es algo que me cuentan después, y es algo que me sorprende y hasta me duele. Pero claro, entendí que eso me podía haber pasado, si yo estuve cinco años con mi padre lejos en algún lugar pude haber pensado que me había abandonado.

 

 

El tiempo sin libros. Autora: Lene Therese Teigen. Dirección: Cecilia Caballero. Elenco: María Elena Pérez, Iván Solarich, María José Lage, Cecilia Martínez Carlevaro

Funciones: sábados 19:00.

 

El Rey Tuerto. Autor: Marc Crehuet. Dirección: Cecilia Caballero. Elenco: Andrea Rodríguez, Gonzalo Varzi, Miguela Giménez, Iñaki Moreno, Estela Uria, Rodolfo Seleguin.

Funciones: sábados 19:00.

 

Sala La Escena (Rivera 2477) Reservas: 099 252770.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.