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España con San Vito por Rubén Montedonico

España con San Vito  por Rubén Montedonico
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La noticia que surge de Europa es que el presidente de gobierno de España, Pedro Sánchez -junto con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), del cual es secretario general- decidió anticipar las elecciones para el 28 de abril, por lo que se disolverán las Cortes (diputados y senadores) como linde el 5 de marzo próximo.

En encuestas de opinión pública -que en tantas circunstancias se manipulan y dicen aquello que le interesa que se crea a quien las encarga, con intención de inducir el voto en parte del público- apuntan coincidentemente que el más votado será el PSOE; sin embargo, aunque todos concuerdan que se constituirá en primera minoría (con más de un ciento de representantes), difieren acerca de quién dirigirá el Ejecutivo. Una corriente mayoritaria indica que la eventual coalición de todas las derechas, encabezada por el segundo lugar en votos -el Partido Popular (PP)- estará al frente del gobierno. Otros, más prudentes, en cuyo caso está la consultora Román y Asociados, manifiestan que “los números, entre el bloque de derecha y el de izquierda, están muy nivelados y, por tanto, el resultado está abierto”.

Si tomamos en cuenta que tras casi nueve meses como gobernante, Sánchez -investido para suceder al derechista Mariano Rajoy, del PP- deja dudas sobre si quiere de verdad disputar su cargo en una elección general o si de antemano se da por vencido y deberá dejarlo, la mayoría no ignora que de ser los comicios el próximo domingo el PSOE ganaría, pero el arco político integrado por las diversas formaciones de derecha -un espectro que no trepida en incorporar a los más extremistas conservadores- serían, conjuntados, mayoría absoluta de diputados (esperan alcanzar 52%) y estarían en capacidad para designar a uno de los suyos jefe de gobierno.

Para la ocasión, sucedería en el contexto nacional algo similar a lo de Andalucía, donde el PSOE fue el más votado pero resultó superado por los conservadores agrupados; Vox -de extrema derecha- integró la coalición: ahora este partido ingresará al ámbito nacional con una determinante decena y media -por lo menos- de diputados. De acuerdo con las encuestas la sumatoria se compondría centralmente con 20,7% del PP; Ciudadanos con 18% y los ultraderechistas de Vox aportarían 10,6%.

La mejor posibilidad del PSOE radica en que las derechas de las autonomías le quiten votos al PP (por virtud o defecto del índice de D’Hondt) y luego sus diputados le resten apoyos en el Congreso: aún así la situación del PSOE en la cámara sería muy endeble y quedaría atrapado por los antojos de sus aliados y las minorías, algo peligroso que podría derivar hasta en enfrentamientos.

El fenómeno previsible del retorno conservador con apoyo de la ultraderecha no es extraño en Europa -ni para los latinoamericanos que tuvieron gobiernos progresistas- ya que de un extremo a otro del área occidental y en parte de la antigua región tenida como del socialismo real estos agrupamientos vienen creciendo. Los comicios con sus guarismos evidencian una situación alcista que propone suscribir mensajes con ideas de patriotismo basto, basado en cuestiones poco comprobables, sumado a expresiones de xenofobia, eurofobia escéptica, rechazo a la migración de todo lo que no sea comunitario, apoyo a deportaciones y recorte de derechos e incremento de la represión contra extranjeros.

La Agrupación Nacional (antes Frente), de Francia; Amanecer Dorado, de Grecia; el FPÖ, de Suecia, son ejemplo de ello y Vox, lo es en España. En lo social, las ideas de estos grupos permean las clases medias vulnerables, permisivas a los avances liberales de corrientes antidemocráticas que barajan imputaciones negativas antisistemas; esa mesocracia es de la que está dispuesta a aceptar que restrinjan, limiten o dispongan grados inferiores de libertad, prototipo de lo cual es el aumentar la rigidez de la estructura normativa penal contra menores de edad y adolescentes.

A estas alturas es imposible disociar las intenciones de la francesa Marine Le Pen y de Steve Bannon (antiguo consejero de campaña y ex funcionario de la administración de Donald Trump) del propósito de crear una internacional de coordinación ultraconservadora en la Unión Europea (UE). El aliento a sus intenciones se refuerza por el desgaste y la decadencia de las agrupaciones de la derecha centrista y de la socialdemocracia, insuficientes para ofrecer opciones de superación a las crisis de sus estados, en tanto los sectores de extrema derecha avanzan entre los votantes y penetran los legislativos. La situación española de crisis, que es en general la de múltiples países comunitarios de Europa, requiere para la amplia mayoría de sus habitantes una vía de cambio.

Por otra parte, debemos recordar que estos movimientos no son improvisaciones simples para ver qué pasa sino la consecuencia de los reacomodos a los que se somete el capitalismo en cada momento con el fin de mantener su vigencia y no hay que extrañarse de que –en ciertos casos- veamos confrontados a unos estamentos de la burguesía con otros cuyas apetencias sean diferentes.

El entorno de Trump supone que con la influencia ultraderechista, luego de que Reino Unido se separe de la UE -en aplicación del Brexit– se podría seguir desgranando su competidor atlántico, separando con más facilidad a España.

Pero volviendo a las encuestas diremos -con una expresión no exenta de estereotipos de sexismo explícito- que son algo comparable con las minifaldas: aguijonean y atizan la imaginación de muchos encubriendo lo principal. De una forma más directa, con aritmética casi elemental, me aventuro a sospechar que menos de un año después de estar en el gobierno, tras haber desplazado a la derecha, esa «izquierda» le devolverá a ésta la administración del reino: si así ocurriera deberá aludirse al hecho como símil contemporáneo de otra capitulación desde Madrid. Claro, siempre habrá politólogos y estudiosos dispuestos -quizá hasta convencidos- que definan el tema de que así es la democracia y sus alternancias.

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