Si este tiempo es entendido por algunos como el adelanto de “cambios de izquierda” en las direcciones de ambos países, puede tenerse en cuenta el argumento como tal, pero deberá pasar primero por la rigurosa criba de sendos gobiernos conservadores; es decir, quizá en unos años. De seguro nos dirán que todo se pasa muy rápido, lo cual también es compartible en ciertos casos: lo que hace mi diferencia y discrepancia es acerca de cómo dejan los regímenes electos a sus naciones -abarcando, incluso, posiciones respecto a asuntos regionales o mundiales-, en qué estado quedan las grandes mayorías locales que debieron soportar esa clase de “gobiernos democráticos”.
En torno al Egeo, el 14 de mayo significó para Turquía y Grecia un llamado a las urnas con efectos sobre sus legislativos. La norma electoral turca dispone que si tras la primera vuelta, los principales contendientes no superan 50% de los sufragios emitidos deberán enfrentarse en un balotaje. En el caso, Kemal Kılıçdaroğlu -veterano político turco, representante de la derecha empresarial y pro-yanki- fue barrido por el autócrata que gobernó el país las últimas dos décadas, Tayyip Erdogan. La renovación en el cargo del actual mandatario le asegura serlo hasta 2028 y tener mayoría parlamentaria, encarnando el nacionalismo de derecha, en un Estado supuestamente laico pero gobernado por una corriente religiosa (musulmana) no siempre respetuosa de la Constitución y los derechos humanos, a la que círculos políticos y militares de EE.UU vinculan con un acercamiento a la Rusia de Putin (compra de cuatro sistemas misilísticos de defensa S-400).ç Sinan Ogan -lejano tercer lugar el 14 de mayo- ofreció su apoyo a Erdogán desde la ultraderecha para el balotaje. Con otros grupos religiosos minoritarios, se aliaron en el Parlamento con el gobernante AKP (Justicia y Desarrollo) para componer un frente contra el feminismo y corrientes de la diversidad sexual. Al opositor Kılıçdaroğlu se lo considera cercano al ilegalizado PPK kurdo (grupo minoritario de extracción cristiana que se extiende por Turquía, Irán e Irak y últimamente se lo vincula con la CIA).
Un informe de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), criticó la situación turca, afirmando que “la competencia de las elecciones se vio limitada por la criminalización de algunas fuerzas políticas, incluida la detención de varios políticos de la oposición; impidió el pleno pluralismo político y obstaculiza el derecho de las personas a presentarse a las elecciones”. En particular se refirió a la ilegalización de la coalición de partidos pro-kurdos.
En cuanto a Grecia, el triunfo de la derecha del “premier” Kyriakos Mitsotakis se consideraba como algo inevitable. En el pasado, los griegos y quienes seguimos los asuntos de esa península fuimos objeto de engaño al creer que un partidocon amplio respaldo electoral, radical de izquierda representando a una coalición de amplio espectro (Syriza), iba a hacerlefrente a la UE, al imperialismo y a las instituciones que se habían dado estos para conculcar soberanías, independencias y cobrar deudas.
Con respecto a Grecia, es posible que cuando nuestros lectores vean este artículo los vencedores del 14 de mayo hayan resuelto no formar nuevo gobierno, llamar al cuerpo electoral en junio, arriesgar algo de lo logrado, pero de acuerdo con la legislación que rige para las segundas convocatorias- obtener el regalo de 50 diputados adicionales con los cuales obtener mayoría propia absoluta. Sin embargo, habiendo perdido únicamente una de las 59 circunscripciones a pesar de consolidar su victoria en todo el país y haber triunfado donde antes lo había hecho, consolidadamente, la izquierda, Nueva Democracia y Mitsotakis se quedaron por apenas cinco diputados sin la oportunidad de integrar gobierno solo con su presencia: necesitaba 151 curules y obtuvo 146. De todas formas, el gobierno del primer ministro Mitsotakis desestimó la convocatoria presidencial de Katerina Sakellaropoulou en espera de repetir su triunfo del 14 de mayo y que todo le vaya bien el 25 de junio próximo con su partido Nueva Democracia y, si así fuese, gobernar sin apoyos ajenos.
Yannis Varoufakis, que rompió con quien lo había nominado -Alexis Tsipras, conductor de Syriza- en el gabinete como ministro de Economía y lo había hecho negociador ante los exigentes acreedores, sostiene que Nueva Democracia se ha convertido socialmente en una hegemonía, combinando “ultra-nacionalismo, conservadurismo social, agenda pro-negocios y grandes dosis de autoritarismo”. El cambio hacia la aceptación de lo que se le imponía por parte de Syriza y el gobierno de Tsipras, conquistó el favor de la Europa comunitaria y el rechazo de los electores que se vieron frustrados por el partido que no cumplió lo que prometió en campaña.
La sombra ominosa de un Erdogán triunfante en Turquía, da para que los griegos participantes de la elección de junio piensen que las fuerzas del país están perdiendo posiciones y se sienten amenazados. Desde el pasado los griegos -durante la guerra fría- han dicho que su enemigo procedía del Este. Tal vez la mención del autócrata turco como un pro-ruso le haga ganar a las grandes empresas militares de EE.UU, prestas a venderer sus armas para defensa del “mundo libre”.
Estas elecciones en los países ribereños del Egeo, más los comicios en las autonomías y municipios españoles, no solo traerán consecuencias sobre las presidenciales de España de este año: preparan el terreno para -por lo menos un quinquenio- regímenes mediterráneos europeos den la batuta a la derecha, con proyecciones al lado sur, africano (pensar en el binomio Israel-Marruecos ocupando y explotando el usurpado territorio de la Republica Saharaui con la bendición del imperio). Con inmediatez pensemos en la relación de EE.UU +OTAN +Croacia ante una Europa dividida entre gobiernos de derecha; o más lejos, la deriva del conflicto EE.UU-China con su segunda guerra fría profundizándose.
¿A esa Europa debe acercarse asimétricamente Sudamérica?
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