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Fernanda Sfeir, militante blanca: Creo que no hay grieta, hay personas agrietadas

Fernanda Sfeir, militante blanca:  Creo que no hay grieta, hay personas agrietadas
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Esta no es una entrevista objetiva. Le tengo demasiado cariño a esta gurisa, a la cual hace años la veo crecer humana y políticamente día a día. Intenté llevarla contra las cuerdas varias veces, pero es muy pilla como digna representante de su partido, y fracasé con total éxito. Creo que es la típica exponente de una generación que le hace mucho bien a la política. Les recomiendo leer la charla que tuve con mi “blanca favorita”.

Por Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

PERFIL

Nació en San José, el 30 de setiembre de 1996. Su padre es abogado y su madre es analista en sistemas. Tiene una hermana mayor, que es ingeniera civil. Fue al Colegio Sagrada Familia. Terminó secundaria en el Instituto Juan XXIII. Siguiendo la tradición familiar de su abuelo y su padre, se recibió de abogada.

¿Cuándo empezás con el trabajo político?

Mi papá fue edil en San José y…

¿Con Chiruchi?

Claro.

Lindo intendente.

Pragmático. Y fue un gran intendente, Chiruchi fue un gran intendente.

Sobre todo en época de la dictadura.

Coincido contigo en que no comparto eso y de hecho fue una de las grandes contradicciones que siempre tuve y he tenido. Pero también sé cómo gestionó el departamento las cuatro veces que ganó, que fue electo democráticamente. Obviamente, me genera contradicciones.

Blanco sin contradicciones, no conozco.

Yo tampoco. Y de hecho quien se peleaba mucho con Chiruchi era mi abuelo. Yo no conozco personas sin contradicciones. ¿Sabés cuál es la diferencia? Que yo me las planteo, las pongo en la mesa, no digo que no las tenga y de hecho siempre intento solucionarlas. Pero también he aceptado que puedo ver las dos caras de una persona y que no está mal poder verlas. Puedo ver al excelente gestor que fue el tipo, que la suya realmente era una de las intendencias modelo. Y yo con el proceso ni un caramelo.

Rebobinemos, padre edil y eso te marcó.

No, no era una familia hipermilitante, pero sí muy cercana al partido. Yo me acuerdo de estar en caravanas del Partido Nacional con 8 años, me encantaba. Además, mi hermana nunca quería saber de nada.

¿Era la inteligente de la familia?

Obviamente, la inteligente de la familia es la que sufre menos, seguro. Y en las elecciones de jóvenes de 2011 yo tenía 15 años.

Iniciativa de Lacalle padre.

Y ejecutada por el Guapo Larrañaga. Fueron de las buenas cosas que se hicieron en el partido. La verdad. Fueron de las pocas cosas que sí se hicieron pensando en el partido, que esa es mi obsesión. Lograron ver más allá de los sectores. Cuando Lacalle lo plantea, piensa en un partido a veinte años. Y eso es lo que necesitamos. A mí lo que me enferma muchas veces de la dirigencia es la obsesión y el enamoramiento que tienen de sus propios sectores, que nunca me pasó. Para mí, el compromiso es con el partido. Yo soy mujer de partido. Siempre lo fui y lo voy a ser toda la vida. Entonces, esas cosas son las que determinan los mojones importantes. Había un grupo de gurises que armó una lista en San José y me invitaron si quería participar. Estaba en cuarto de liceo y me acuerdo que ahí fue la primera vez que empezamos a recorrer el departamento, localidad por localidad, e imponente estuvo.

¿Y cuántos votos consiguieron?

No me acuerdo cuántos votos metimos, pero igual fuimos la lista más votada del departamento, la lista 416. Y fuimos a la Convención, yo estaba pintada, no sabía ni cómo funcionaba. Mis primeros amigos fueron Felipe Paullier y Hernán Bonilla. Con ellos fue con quienes tuve la primera reunión. Me acuerdo que fue en un asado en Ecilda.

Ellos eran mayores.

Obvio, yo siempre fui la mascota, imaginate, tenía diez años menos que todos, para arrancar. Y bueno, en la Convención termino siendo la primera suplente de Pipe Paullier en la Comisión Nacional de Jóvenes. Gonzalo Baroni era el presidente, y yo me formé con toda esa generación de gente, que a mí me marcaron un montón. Bueno, ahí conozco a Pablo Iturralde y me voy a militar a la 430 con los jóvenes blancos acá. Pero la campaña de 2014 la hice en San José. Luego, con un sentimiento contradictorio, cambié la credencial para Montevideo.

¿Qué tipo de militancia hacían?

Esa siempre fue una lista en la que se hizo mucho hincapié en la militancia gremial estudiantil. De hecho, hay grandes cuadros de la 430 que provienen de la CGU y yo siempre he dicho que Pablo Iturralde era como un gran padre para todos nosotros. Siempre priorizó muchísimo nuestras vidas, el estudio y nuestras obligaciones. Si te veían que no estabas encarando en algo importante, te retaban. Se apostó mucho a la formación política de la militancia. Hay muchos cuadros políticos que el partido utiliza, que los formó Pablo Iturralde.

Ahora me estás hablando de cuestiones internas.

Yo creo que el objetivo de ellos no era que nosotros consiguiéramos gente, sino formarnos. O sea que fue una escuela de formación. Una cosa importante, que es propia de la generación de todos ellos, los de la salida de la dictadura, era la obsesión porque tuviéramos vínculos con la gente de los otros partidos.

¿Se motivaba eso?

Sí, obvio, toda la vida, siempre. Y, de hecho, nosotros militamos causas en conjunto como el “No a la baja”.
Estábamos algunos blancos, como Jorge Larrañaga, Pablo Iturralde, Beatriz Argimón, Besozzi, en contra de la baja.
Nosotros lo tomamos como una causa propia. Pero, ese fue un espacio recontra democrático, porque ahí nos juntamos gente de todos los pelos y creo que fue como la gran experiencia que tuvo mi generación de trabajar juntos para algo y después siento que no volvió a pasar así.

Juntaron la Interpartidaria.

Hicimos el acto de “Un río de libertad”. Estuvo buenísimo. El año pasado lo volvieron a hacer. Y para mí fue de las cosas que a nosotros nos definieron a la hora de hacer política. Vos levantás un teléfono, podés hablar con gente de cualquier lado. Nosotros teníamos dirigentes que nos fomentaban eso, que nos fomentaban hablar con gente que pensaba distinto y hoy no lo veo tanto. Y eso un poco me preocupa.

De la 430, ¿adónde pasás?

Después armamos un proyecto político llamado Generación. Fue una recontra linda experiencia en donde intentamos leer el partido desde un lugar de gente de veintipico de años, 30 años. En esa campaña de 2019, con Generación, todos estudiaban o trabajaban. Nosotros hacíamos todo. Tremenda experiencia. Siento que aprendimos un montón, pero también ahí nos dimos cuenta de que era inviable, de que, solo con las ganas y con la convicción y con todo eso, no alcanzaba. Que fue medio frustrante crecer y darte cuenta de todo eso. Pero igual las cosas que defendíamos siento que las seguimos defendiendo. Estoy lejos de sentir que ese proyecto murió, creo que, como nosotros lo habíamos proyectado e imaginado, obviamente, era inviable.

¿Y el Frente Carlos Quijano?

El Frente Quijano fue anterior. Surge en el 2018, con un grupo de gente de distintas listas. Por eso digo que nosotros tenemos ese gen de construir con gente que piensa distinto. Y me acuerdo que se empieza a materializar con la votación de la ley trans, que en un principio parecía que nuestros legisladores no la iban a votar. Y nosotros empezamos a hablar con varios legisladores del partido que la terminan votando. Ahí se empezó a formar un grupo recontra lindo. Y hubo problema cuando se metió el tema electoral. Yo siempre soy de la idea de que, si todos los “buenos” están en el mismo lado, no terminás transformando nada. Me gusta que haya gente con la que no pienso en todo igual, pero sí en cosas importantes, en partidos distintos, en espacios políticos distintos, porque para mí es la única forma de transformar. Si vos tenés una gran mayoría que piensa una cosa y vas y le impones al otro, no está bien. Para mí, imponer no cambia nada. La imposición a la fuerza me da una alergia, no me gusta nada y la forma de ir convenciendo a la gente es de a uno y con los que piensan distinto en todos lados. Por eso yo creo que la política tiene que nutrirse de gente de afuera de la política.

Gente de afuera, no solo políticos profesionales.

Exacto. Pero también siento que no es un detalle menor haberle dedicado una vida entera a esto y, sobre todo, conocer a tus compañeros. Vos no podés venir y llevarte puesto todo. No funciona.

Tu partido es difícil de cambiar.

A mí no me parece.

Primero que es recontra machista.

Sí, como la sociedad. Igual a veces se les va un poquito más. Pero no siento que no sea hijo de su época. Es un partido machista. Me parece que todos los partidos políticos en Uruguay lo son.

¿A vos te invitan a los asados donde se definen las cosas?

A mí me invitan a los asados que van varones de mi generación. Sí, si te sirve de algo.

Que son los que no cortan ni pinchan, en definitiva.

En general, a mí siempre me integraron. Yo no soy feminista por lo que me pasó a mí. Yo siento que no es la vara con la que tengo que medir cómo se vincula el partido con las mujeres, porque si no, siempre terminás cayendo en las excepcionalidades. Tuvimos una vicepresidenta. ¿Somos unos cracks? No. Tuvimos una vicepresidenta pero ¿y el resto de las compañeras qué lugares ocupan? Yo creo que en este gobierno se apostó a formar a mucha gente joven y estuvo muy bien. Pero cuando ves a los cuadros que se apostó a formar, no hay mujeres. Estoy segura de que no fue una decisión deliberada decir no a las mujeres, no. Pero sí como un reflejo automático de cuando se apuesta a formar cuadros. Que se piense más en varones por trayectoria. Pero igual yo creo que eso está cambiando en el partido.

¿En qué sentido?

Bueno, este año asume Pilar Simón como presidenta de la Juventud del partido, es la primera mujer joven. Hay un montón de discusiones que ya no se dan. Lo que pasa es que hay una brecha entre quienes siguen tomando las decisiones y la realidad. Ahí hay un divorcio importante y creo que si no lo terminan de entender por las buenas, lo tendrán que entender de otra manera, porque las elecciones también hablaron en ese sentido. Y hay lecturas y autocríticas que hay que hacer. Estoy lejos de pensar que las responsabilidades son unipersonales. Me parece muy injusto y muy mezquino, porque el 75 por ciento del partido respaldó a Álvaro. Entonces hay cuestiones que se le achacan que realmente me parecen injustas porque la legitimidad se gana en las urnas y él ese respaldo lo tuvo. Que yo pueda compartir o no algún tipo de decisión es otro cantar. Pero achacar responsabilidades unipersonales me parece que es seguir sin ver el problema que tiene el partido, que acá perdimos todos.

Nadie quiere ser padre de la derrota.

Es un gran error, y si no asumen la responsabilidad en la derrota, los blancos se lo vamos a hacer saber. Ya está, ya no se tolera mucha cosa más. Nosotros no solemos ser muy ordenados, ni…

Son bastante quilomberos.

Somos, no nos gusta callarnos las cosas. Veníamos de un período de mucha paz. Yo creo que Luis construyó esa unidad. Y era como un momento muy fraterno del partido, pero porque también existía la responsabilidad de ser gobierno. Y yo siento que cuando vos sos gobierno hay cosas que son más importantes que decir lo que vos querés. La suerte del país está en las manos de tu partido y hay una responsabilidad institucional, así que vos, callate la boca, no es el momento. Ahora yo creo que también a las fuerzas políticas les hace bien perder.

O sea, ¿estás agradecida por haber perdido?

No, no estoy. Porque a mí lo que más me preocupa, antes que el partido, siempre es el país. Yo creo que para el país sería importante un próximo gobierno nuestro.

¿Cuáles son para vos las causas fundamentales de la derrota del partido?

Lo primero que se me viene a la cabeza: creíamos que éramos unos cracks.

¿Soberbia?

Y puede ser, ponele el nombre que quieras.

“Perdimos por soberbia”, lindo titular.

Estás buscando un titular desde hoy.

No me das nada, poca carne.

Vos no sabés preguntar (risas). Sabés que yo siento que nosotros estábamos tan cerca de la gestión y nos parecía que estaba todo tan bien en ese sentido que con eso alcanzaba. Y que con los números que se manejaban vinculados al empleo, la macroeconomía, cuestiones que tienen más que ver con la gestión, cómo eso no iba a ser suficiente para ganar la elección y con la aprobación de Luis. Y creo que la política no se puede hacer con calculadora, y obviamente yo soy de las 100 por ciento irracionales. Esto no es noticia para nadie. Soy blanca y es parte de lo que nos achacan. Pero para mí hay cosas que son importantes. Solo el convencido convence. Sí vos no estás convencido, no podés convencer a nadie.

De acuerdo.

Solo el que vibra puede hacer vibrar a la gente. Si a vos la política no te duele todos los días, es imposible representar a alguien. Si no te indignás todos los días, no sé qué estás haciendo. La realidad del otro te tiene que doler, tenés que dejar hasta lo último que tengas para darlo vuelta. Y eso te hace estar enamorado de un proyecto político. A nosotros nos faltó transmitir eso. Creo que el partido tiene que enamorarse del proyecto de país que queremos. Siento que a veces los gobiernos se pueden transformar en enamorarse de un proyecto de poder. Me consta que la gran mayoría de mis compañeros dejaron el alma y todo lo que tenían. Obviamente, es necesario ganar para seguir transformando, pero lo importante es qué querés transformar y para quién. Si no te acordás y no te duele, es difícil. Yo creo que es un poco lo que nos pasó. Hay que dejar un poco los cálculos porque es un tema de cómo concibo la política. O sea, no voy a decir lo que se supone que tengo que decir para representar. Si yo estuviera a merced de lo que la gente dice, o sea, claramente 100 por ciento opuesto a lo que entiendo que hay que hacer, si no logro convencer de que ese es el camino, y bueno, ya está, me voy para mi casa. Pero no voy a cambiar mi forma de pensar, que no significa ser una dogmática ni morirte con tu bandera. Pero si yo creo esto, no me voy a disfrazar de algo que no soy. Yo soy esto y pienso esto. Y si represento, está muy bien; y si no represento, no se me termina la vida con esto.

¿No se volvió el partido muy centrado en la figura de Luis?

Sí, sí. Es un dato de la realidad.

Era palabra santa y todo el mundo boca abajo.

Sigue siendo. Lo estamos esperando a él.

¿Eso es bueno para un partido? Mañana desaparece, ¿y qué hacés?

Nadie es imprescindible en el Partido Nacional, pero yo creo que el liderazgo de Luis es indiscutible. Sería un gran error ponernos a proyectar y armar otro tipo. El liderazgo consolidado es de Luis. Todos sentimos que es nuestro mejor jugador por afano. Yo creo que Luis es el mejor jugador que tenemos porque está por encima de todos los sectores. Por eso me gusta mucho. Siento que es un tipo que se convirtió en un estadista. Por eso es el mejor de todos nosotros, porque es un tipo que puede soñar el mañana del Partido Nacional. Y el tipo no está para luchas de poder entre sectores y todas esas cosas que son intrascendentes para la vida del partido, y que sí está pensando en lo importante. Yo creo que su liderazgo y su legitimidad indisputada se la ganó y cuando alguien se la gana lo peor que podés hacer es pensar en, artificialmente, armar otra cosa. El partido sí tiene que proyectar cómo nos vamos a presentar en 2029, ¿qué tenemos que hacer para llegar a 2029? Nosotros somos todos soldados de la causa del partido y hay que ver qué jugador juega bien y en dónde. Me parece que es perder el tiempo pensar en las patas herreristas o wilsonistas. Habemos wilsonistas en todos lados. Hay herreristas en todos lados. De hecho, es hasta un error histórico que lo planteen como cuestiones contrapuestas. Yo siento que hay que dar un salto. Creo que Luis es quien lo representa, y armarnos en base a eso.

Ahora, este líder maravilloso que tienen ustedes en qué le erró, porque perdió las elecciones. ¿O la gente es boba?

No, la gente no es boba. Y no creo que haya sido un tema del gobierno, de la gestión, aunque sí creo que existieron errores. Obvio.

¿Qué errores cometió el gobierno?

No nombrar un Fiscal de Corte, para arrancar.

¿Otro?

Siento que, a veces, en vez de explicar sencillamente cómo pasaban las cosas, se optó por otro camino. El tema de los pasaportes, por ejemplo. Creo que la cuestión era mucho más fácil, si explicamos lo que haya pasado y listo. Ahí se cortaba el tema. Siento que a veces no comunicamos bien las cuestiones. Luis sí tomó esas acciones. O sea, cuando alguien se apartó de lo que debía hacer, voló. Pero también tiene que ver con su sensibilidad humana, que vos conocés mucho y que quizá a veces él era primero persona antes que presidente.

Y eso lo llevó a meter la pata varias veces.

Yo no sé si era meter la pata, porque realmente no sé qué hubiera hecho en su lugar. Creo que era muy difícil decir no, me aparto de una persona con la cual tenés fuertes vínculos. No sé, siento que es difícil también pararse en esos zapatos. Me parece complejo de juzgar.

A ver, ¿qué más hicieron mal?

Pasa que las cosas a las que se las identificaría como malas, también fueron lo posible. No sé, el aumento del salario real fue lo que se podía hacer. Y eso siento que pasa en un montón de cosas. El Plan Avanzar, por ejemplo, en un momento, quizá por cuestiones burocráticas, no se dio con la rapidez que nos hubiera gustado. Algo que me tocó ver fueron las ejecuciones de presupuesto por parte de los ministerios, obviamente hay cosas que hay que reasignar. Creo que la primera reasignación de recursos está dentro del Estado.

¿Cómo lo llamarías: despilfarro o inoperancia?

Yo creo que tenemos instituciones y prioridades propias de otros tiempos. No estoy planteando cerrar el Correo. Pero siento que Uruguay tiene que ordenar las prioridades. ¿Qué es prioritario para Uruguay? ¿El Correo es parte de la prioridad para Uruguay?, para mí no.

¿El portland de Ancap?

Para mí no es una prioridad. Pero si queremos realmente hacer justicia, es una papa, que el primer resorte que siempre se tenga sea la gente. Reordená tus prioridades. Hay un montón de gastos que nosotros sabemos que están mal. Hay gente que se va a quejar, obvio. Pero en este país las funciones no son para los funcionarios, y eso siempre lo tuve muy claro. Quienes ocupan funciones públicas es para servir desde su lugar. Además, falta gente en ciertos lugares y te sobra en otros. Entonces, creo que se intentó.

Pero no lo suficiente.

Bueno, ahí tenés otro problema, que es la reforma del Estado, que yo siempre creí que la iba a hacer Mujica, porque tenía la legitimidad política para hacerlo, tenía el respaldo político, tenía los votos y tenía ese halo de impunidad y de mística que se lo permitía. Y yo creo que esa es una de las cosas que siento que le son achacables. Ahí yo siento que no cumplió, porque podía haberlo cumplido.

¿Y este gobierno no podía?

Siento que no tenía las condiciones políticas para hacer una reestructura del Estado a fondo. Y menos después de la explosión de la pandemia, que fue un año y medio de gobierno. Se lo llevó una emergencia mundial y está lejos de ser una excusa. El gobierno habla de la pandemia y la recuerda y la gente dice: “Otra vez la pandemia”, es que explica mucho de lo que no se pudo. Entonces no es justificándolo, pero sí es dando una razón más que válida de por qué hay muchas cosas que no se pudieron hacer. Creo que en un próximo gobierno del Partido Nacional sí se puede hacer la reforma del Estado.

En 2049. La historia marca, queda, cada treinta años, gana.

Vamos a hacer historia.

O sea que en definitiva no estás conforme con el gobierno.

Sí, ¿cómo que no?

Porque hubo un montón de cosas que no se hicieron.

Mira tú, al final sos un amarillista manipulador de titulares. Dije que sí, que entiendo que hay cosas que no se hicieron. ¿Por qué no se hicieron? Porque no era posible. Y entiendo que la gente no es tonta. Siento que hay que hablar así de claro.

¿Por qué en el tema cárceles no se metió más el cuchillo a fondo?

Yo entré a la DINALI (Dirección Nacional de Apoyo al Liberado) en el 2023. Creo que se intentó hacer un cambio de lógica. Bueno, algo que se hizo mal o que no se hizo fue no haber sacado al Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) del Ministerio del Interior. Eso fue algo que tendríamos que haber hecho. Obviamente yo sé que no es fácil. También quiero ver bien cómo lo estructura este gobierno.

Se habla del Ministerio de Justicia.

Recién para el 2026.

¿Dónde lo hubieras puesto vos?

No estoy 100 por ciento segura de un Ministerio Justicia. Si es para las cárceles, no. No hay que hacer un ministerio para esto.

¿Pero qué hubieras hecho con el INR? ¿Dónde lo hubieras puesto?

En un organismo desconcentrado que dependa directamente de Presidencia. Uruguay sigue dando la discusión de las cárceles en torno a de qué institución dependen. Estoy de acuerdo con que no pueden depender del Ministerio del Interior, pero hasta por el Ministerio del Interior, más que por las cárceles. Y nadie habla de presupuesto. Siento que no se dimensiona de qué estamos hablando. Ahora hemos logrado dar un salto y decimos: “Bueno, cuando hablamos de cárceles hablamos de la seguridad pública”. Un problema del que todos los partidos políticos salieron a hablar en la campaña fue el de la pobreza infantil.

Y no han podido solucionarlo en ningún gobierno.

Con mayoría de madres jefas de hogar, ¿dónde están los papás de esos nenes? Presos.

Muchos de ellos.

Obviamente lejos de ser todos, pero nosotros tenemos 16.000 personas en privación de libertad. 14.000 son hombres. ¿Esos hombres no tienen hijos? Bueno, ahora se integró al censo que va a salir del Sistema Penitenciario el tema de si tienen hijos a cargo, si tienen contacto o no.
Nosotros pensamos, cuando la persona cae presa, que solo es esa persona en privación de libertad. Tenés un problema familiar importante, un problema productivo. Obviamente el problema original siempre es la persona, pero te estoy hablando de todo el círculo que tiene alrededor. Son jóvenes en sus mejores años productivos. Hay un problema de salud mental importantísimo. Bueno, ni que hablar de las adicciones, pero es un problema de la sociedad grande. No es solo de la seguridad pública.

Va mucho más allá.

Uno piensa que, en los noventa, tenías 3.000 y pocas personas. Hoy tenés 16.000 y la población en Uruguay no varió. O sea, seguimos siendo tres millones y medio. Y también cuando hablan de la educación, de la reforma educativa, que hay que formar a los gurises para el trabajo. ¿Solo es eso? Porque si yo vengo de generaciones en las cuales el trabajo no implicó una mejora en la calidad de vida… ¿Cuánta gente se ha roto el lomo toda la vida laburando y solo para sobrevivir? Hay generaciones importantes que ni siquiera han tenido enfrente una cultura del trabajo. Entonces, si el trabajo en sí mismo no es atractivo como herramienta de movilidad social…

¿Qué les estoy ofreciendo a los chiquilines?

Y es mucho más complejo que la transformación educativa. Si no es atractiva la oferta realmente, porque hoy estamos en un mundo que todo es ya, ¿cuál es la oferta atractiva en hacer una carrera universitaria? Pero para mí el divorcio de este momento, que siento a veces no se lee, es: ¿en qué es atractivo el trabajo? Salarialmente, no es atractivo. Uno abre las redes sociales y ve otra cosa, y del lado de enfrente de la calle tengo un tipo que me está ofreciendo cosas mucho más rápido. Con guita que no puede levantar ni trabajando un mes con toda la formación del mundo. Entonces, si nosotros al mercado de trabajo no lo pensamos de forma atractiva, no sé quién va a terminar realmente trabajando.

Hoy hay coincidencia en que la seguridad es un tema mucho más global.

Tenés que ver cómo serle competitivo al narcotráfico. Y la respuesta que tampoco me deja muy conforme, que está ahí arriba de la mesa es: “Hay que legalizar la droga”. Para un poco también. No estoy de acuerdo con tomar esas medidas porque no sabemos qué más hacer. Siento que este país tiene un nivel muy bajo de consciencia del riesgo del consumo de drogas, yo estaba a favor de la regularización de la marihuana. Pero realmente siento que el nivel de riesgo en la conciencia de la gente es bajísimo. Parece que es algo inocuo, y no es inocuo.

¿Vos sos consumidora de marihuana?

No, no soy consumidora. En algún momento probé, pero no soy consumidora. Para mí uno puede hacer lo que quiera con su vida, hacer lo que se te cante. Pero quiero que los gurises de 14, 15 o 16 años sean 100 por ciento conscientes de lo que te genera. Con esa información arriba de la mesa, hacé lo que quieras.

Se banalizó el tema del consumo, de cierta manera.

Pero a mí eso no me molesta. O sea, que cada uno haga lo que quiera. Lo que yo siento es que realmente no se conocen los riesgos del consumo de distintos tipos de sustancias. Entonces que la primera reacción sea: “Vamos a legalizar las drogas, y con eso terminamos con el narcotráfico”. ¡Pará! Porque el narcotráfico tiene drogas ilegales, pero tiene armas ilegales. En Uruguay nadie habla del tráfico de armas ilegales. Uruguay es de los países en el mundo con más armas per cápita, y para nosotros eso no es un problema. Pero, claro, después tenemos un homicidio y todo el mundo dice: “¡Ay, qué horror!”. Bueno, maestro, mirá que no lo mató con un cuchillo. ¿De dónde vienen esas armas? Para mí es casi igual de problemático que el tema del narcotráfico. Ni que hablar de la trata de personas, que también es un problemón, que tiene vinculaciones y que estamos lejísimos de abordarlo. Pero Uruguay tiene que pensar de verdad el tema de las armas, si quiere corregir el tema de los homicidios. Hoy el acceso a un arma ilegal es un toque.

Muy fácil.

Gurises tienen armas. Después nos escandalizamos con el homicidio, pero no nos escandalizamos con el acceso a la tenencia de armas, no nos escandalizamos con la cantidad de chiquilines que no terminan la escuela, y que están totalmente a la deriva. Ahí hay otros desafíos, pero no me animo a hablar porque no tengo tanto conocimiento. Pero, ¿cómo debería abordar el Estado a esos chiquilines? ¿Cuando no hay figura materna y paterna, o un adulto responsable que ejerza ahí una contención de ese niño? Bueno, tenemos las instituciones, ¿pero está bueno institucionalizar siempre los gurises? Para mí, no.

No necesariamente.

No tengo las respuestas de todo, pero las busco.

Hasta ahora no me has dado respuesta a nada.

No importa. Por lo menos te hago pensar.

¿Cómo ves la coalición? Vos sos muy blanca radical. No querés nada con los colorados.

¿Cómo qué no? Compartimos coalición. No hay que forzar las cosas. O sea, si las cosas no fluyen, no vale decir: “Bueno, vamos a hacer un partido político”. Aparentemente la cosa no está muy dada para hacer un partido político. A mí no me molesta que exista la coalición. Yo soy del Partido Nacional. Yo siento que si nos seguimos manejando en esta clave de acuerdos en puntos programáticos que permitan formar una coalición para gobernar, no veo ningún drama. La discusión también se da por las asignaciones de las bancas, que es verdad que no refleja electoralmente
los resultados que hubiera tenido un solo lema.

Habrían tenido mayoría parlamentaria.

Claro. Pero, ¿por qué la discusión no está en modificar la ley? Porque es una ley, y entre todos los partidos políticos pueden acordar un método de distribución de las bancas mucho más equitativo con la cantidad de votos. Cuando se negoció el balotaje se cedió en algunas cosas. Bueno, capaz que nos estamos enfrentando a un nuevo momento de las reglas electorales y ahí hay cosas para rever. Mi gran obsesión a veces en diferencia con mis compañeros es que yo, en vez de estar pensando en la coalición, siempre pienso en cómo hacer que el partido vote arriba del 35 por ciento.

¿Cuándo lo tuvo históricamente?

Arriba del 34 votó Jorge Larrañaga en el 2004. Yo pienso en el partido como mayoría. No pienso en ver cuánto me da el Partido Colorado y cuánto me da Cabildo.

Siempre es bueno tener utopías.

Bueno, pero para mí es una forma encarar la vida. O sea, yo no estoy mirando para los costados, viendo a ver qué hace el resto. Yo pienso en mi partido y en cómo hacer que mi partido sea lo más representativo posible. Cómo hacer para que mi partido enamore a mayorías. Ese es el partido que yo quiero. ¿Por qué no vamos a poder hacerlo? Creo que el Partido Nacional no se tiene que disfrazar de nada que no es. Lo que no es genuino no se cree.

Es tantas cosas al mismo tiempo el Partido Nacional, que es muy difícil.

Porque comprende multitudes. Cuando discuten la estrategia de cómo hacer, mirá, lo primero que seguramente no tenés que hacer es pasar por algo que no sos. Hay gente que dice: “Hay que ponerle menos Masoller”. Es un error.

No embromes, ese es el culto que ustedes hacen.

Yo no estoy tan convencida de eso. ¿Por qué no explicás mejor qué te pasa con Masoller? ¿Por qué no explicás mejor quién es Aparicio Saravia? Si las ideas de Artigas tienen vigencia, Aparicio Saravia fue un tipo que peleó por la coparticipación, por la división del poder.

Pero ya está, ya se logró. ¿De qué estás hablando?

¿Pero no le podés encontrar un correlato? Para mí, parte de la identidad 100 por ciento del Partido Nacional es esto de: “Naides es más que naides”. Es algo totalmente traducible a esta época. Siento que nos falta explicar qué somos. O sea, por qué sos blanco. ¿Por qué usar gorros de tiendas ajenas? Ahí está el error. No tengo que sacarle prendas que no son mías a otro.

Es tan amplio el espectro. Lo blanco incluye todo, gente muy conservadora y muy progresista.

Pero el Frente Amplio tiene lo mismo y logra enamorar con un proyecto de país.

La coalición, hoy por hoy, es blancos y colorados, lo otro es menos diez.

Yo creo que el Partido Independiente aporta mucho.

No en votos.

Yo a la gente no la mido por votos y creo que tiene talentos importantes. No pienso en la coalición como una oferta en sí misma. Ese es mi problema. Por eso ni siquiera dedico mucho tiempo a analizarla. Me dedico a pensar en cómo agrandar el partido. De la coalición que se ocupen otros.

Ahora, a nivel departamental, tienen problemas, saben que pueden perder la Intendencia por no unirse.

Yo creo que el partido estuvo muy bien en dejar a cada departamento que lo determine. De hecho, es algo que los colorados no comprenden siempre. Para nosotros cada elección departamental son 19 mundos paralelos. No voy decirle a mis compañeros de Tacuarembó, desde acá, sentada en el Honorable: “Ustedes tienen que hacer esto”.
No funciona así. Hay cosas más grandes, obviamente que nos comprenden a todos, pero cómo voy a decir yo desde Montevideo la estrategia que tiene que seguir Cerro Largo.
Y si perdemos, la dirigencia del departamento que tome la decisión se hará cargo de eso, pero nosotros creemos en la determinación de cada uno. Si nos quedamos sin eso, nos quedamos sin nada. El discurso descentralizador es descentralizar las políticas públicas, pero es la descentralización de las decisiones, que igual siento que nos falta un montonazo porque el 80 por ciento de las decisiones se toman acá. Pero si además le sacamos al compañero del interior la posibilidad de determinar su estrategia, ¿qué nos volvimos?

Algunos departamentos son feudos. Entonces, como siempre, los que ganan no quieren repartir.

¿Montevideo es un feudo?

Y, en los hechos, es un feudo frentista. ¿Lo dudás?

Para mí logran conectar con una identidad departamental. Lo mismo pasa en Cerro Largo, se logra conectar una identidad departamental que el partido la absorbe. En Montevideo le pasa algo similar al Frente Amplio. No lo veo como algo negativo. Vamos a ver ahora qué les pasa.

¿Cómo ves el tema del liderazgo interno del partido? ¿Qué hacen con el Directorio?

El liderazgo del Partido Nacional lo tiene Luis Lacalle Pou.
Entonces ahí está el poder real.

¿Qué oposición van a ser? ¿Oposición responsable o baguala, como siempre?

Responsables siempre fuimos. Somos muy institucionalistas y creo que también, en esto de la estrategia del partido, para mí no va a haber una oposición. Habrá varios tipos de oposiciones dentro del propio partido.
Con respecto al Directorio, me parece que hay un error ahí de cómo se está haciendo hoy la discusión. Si hay compañeros que están disputando la presidencia del partido porque creen que desde ahí se puede consolidar un liderazgo, están totalmente equivocados. Porque el 90 por ciento del pueblo blanco está esperando ver qué va a pasar con Luis. Y después lo que necesita es una conducción que rearme el partido para el 2029. ¿Qué partido estás diseñando para los próximos cinco o diez años? Me imagino que la oposición se va a ejercer principalmente en el Parlamento con los distintos perfiles de nuestros representantes. Obviamente, cuando se necesite una voz institucional, va a ser el Directorio, como lo es siempre, por el partido habla solo su Directorio. Pero para mí el partido se tiene que estar dedicando a construir un proyecto político atractivo que enamore a alguien. O nos vamos a pasar cinco años tirando piedras al Frente Amplio o no entendimos que eso no funciona.

¿Estuvo bien postergar la elección para después de la elección departamental?

Sí, porque siento que tiene que ver con lo que estamos viviendo todos los blancos de a pie ahora. Están peleando en cada rincón del país por la Intendencia Departamental.

¿No precisa conducción partidaria? Porque el Directorio es inexistente.

No, no es inexistente. Yo creo que Macarena agarró en un momento muy complejo y lo hizo muy bien. Pasa que ahí está el tema en la lógica nuestra. La gente de San José no necesita que el Directorio le diga lo que tiene que hacer. Las batallas internas por la designación del Directorio podían llegar a alejar a compañeros en distintos territorios que hoy tienen que pelear por lo mismo. Siento que era como totalmente a destiempo de lo que tenemos que hacer ahora, que es pelear cada una de las 19 intendencias y después se verá. Pero se ha visto que tenemos concepciones distintas de lo que tiene que ser un presidente del partido. No tiene que construir liderazgo ni tampoco liderar una oposición, porque la va a liderar Luis.
Para mí tiene que construir un proyecto.

Se supone que la dirección del partido es la que maneja el partido y su rol de oposición.

Tiene que ser mucho más que un rol de oposición, si queremos volver a ganar.

¿No sería lógico que el tipo más votado en las internas asuma la dirección del partido?

Sí, puede ser una opción. Yo lo que siento realmente es que tiene que ser alguien de consenso. Y estoy pensando en Beatriz Argimón, obviamente.

Setenta y cinco por ciento, ¿no es consenso?

En junio 2024, sí claro que representa un consenso. Y hoy empecé diciéndote que me parecían muy injustas las cosas que le achacan a Álvaro. Me parece totalmente desacoplado de hacer una autocrítica seria.

Le erró con la fórmula.

Yo en todo momento no estuve de acuerdo con esa elección y tú lo sabes.

No te escuché votar en contra en la Convención.

Porque yo al partido lo voy a cuidar siempre. Y yo te dije soy una mujer de partido.

¿Cuidar implica tapar las diferencias? ¿No es que hay que ser diverso y tener muchas opiniones?

Las diferencias se plantean en los lugares que se tienen que plantear. Hay tiempo para todo. Yo estoy separando siempre lo político de lo personal. Políticamente no estaba de acuerdo con la decisión, lo manifesté a quien se lo tenía que manifestar y punto. La política también es saber perder.

Y acomodar el cuerpo.

Siempre dije que soy un soldado del partido y si veo que al partido lo puede lastimar, yo nunca lo voy a hacer.

Perdón, ¿pero la diferencia de opiniones lastima?

No. Estamos hablando de cosas distintas, para mí la Convención no era el lugar.

Y cuál es el lugar: ¿el Directorio? ¿la reunión entre cuatro paredes o un asado de noche?

No importa.

Como blanca orejana, pifiaste.

Yo, antes que orejana, soy blanca. Cualquier cosa que pueda lastimar a mi partido nunca la voy a hacer. Listo. Y que me manifestara en la Convención era un poco lo que le pasa siempre a los radicales, a los intransigentes: “Yo digo esto ahora porque se me canta y no mido ningún tipo de responsabilidad”. ¿Y qué hiciste por el otro? Porque para mí la vida no es para una. Yo capaz que podría haber dormido mucho más tranquila esa noche, diciendo: “Qué campeona, dije todo lo que pensaba”. ¿Para qué?

Por ser coherente.

Pero yo coherente fui igual.

No, si votás algo con lo que no estás de acuerdo, mucha coherencia no es.

Yo acompañé la decisión del candidato que acompañé en la interna y que acompañé en octubre. Y sentía que tenía la legitimidad para tomar esa decisión que yo no compartía. No he compartido un montón de decisiones de un montón de gente a la que he acompañado en muchas ocasiones, pero para mí también es ser responsable y de alguna manera no entender que tú le diste la legitimidad para que tomara esa decisión. Quizá el momento no era ese. Y con un 75 por ciento de respaldo, si lo podía hacer, que yo no lo comparto, es otra cosa, pero lo podía hacer. Tenía todo el derecho a hacerlo.

Sí, como también tenían derecho los discrepantes a manifestar su opinión.

Creo que no sumaba y lastimaba.

Fueron al matadero con los ojos abiertos.

Por lo menos algunos convencidos, otros ni eso.

¿No ningunearon a Laura?

Bueno, a mí no me gustó cómo se manejó el tema. No sé si fue ninguneo cómo se manejó. Hay mucho trasfondo en el medio que no conozco más que por versiones. No sé qué fue real y qué no. También nos embretamos mucho en la cuestión de que tenía que ser mujer. Está bueno tener una fórmula paritaria. Yo, obviamente, siempre voy a preferir una fórmula paritaria. Pero también hay que medir lo representativo siempre. No sé, igual está difícil estar en sus zapatos. Me parece que soy re injusta hablando con el diario del lunes y no teniendo que tomar en ese momento ningún tipo de decisión. Ahora, lo que siento es que empieza una nueva etapa del partido. Y que hay cosas que mi generación tiene legitimidad para decir y que hoy nos podemos sentar a la mesa a la par después de todo lo que pasó en la elección anterior. No porque nadie sea mejor que nadie, ni que a las generaciones hay que enfrentarlas, se tienen que nutrir entre ellas. Yo, siendo wilsonista, me quedé sin sector, sin liderazgo.

¿No decís que está todo mezclado hoy por hoy, herreristas y wilsonistas?

Todo eso lo mezclaron. Todo eso se disolvió.

¿Eso es bueno o es malo?

Yo dije que soy pragmática. Me adapto a la realidad que tengo. Lo que sí sé es que de victorias electorales ya no pueden hablar y no es atacando, pero siento que tienen un montón de responsabilidades esa camada de dirigentes.
Para mí la actitud tiene que ser construir juntos lo que se viene. Pero si va a haber una actitud de una superioridad moral de una conducción que para mí está un poco debilitada, bueno, siento que ahí vamos a tener que hablar un poco distinto. Y no es creyéndose mejor que nadie ni mucho menos. O sea, la actitud, 100 por ciento la opuesta.
Pero tampoco quiero que del otro lado sea: nosotros sabemos lo que hay que hacer y lo que es bueno para el partido. Bueno, maestro, en muchas cosas le embocaste y en otras tantas, no. O sea, capaz que no tenés tan claro cuáles son los tiempos del partido hoy y nosotros tampoco seguramente lo tengamos. No es contrapuesta, pero no me cierres la puerta porque si me la cerrás, el tono de la conversación creo que va a empezar a cambiar. Paciencia, por suerte, tengo un montón. Es algo que aprendí a ejercitar, pero también tengo claras otras cosas ahora.

¿Cuáles son los puntos básicos del proyecto país del Partido Nacional?

Me tendría que poner a escribirlo.

¿Por qué el Partido Nacional no milita en organizaciones sociales?

No lo creo como la única herramienta. Existió una apuesta importante con Wilson. Para mí no alcanza con militar en las organizaciones sociales; es en cómo conectás con esas organizaciones sociales. En el tema sindical, el PIT-CNT no lo hace fácil. Siento que el PIT-CNT tranca un poco en la vinculación del Partido Nacional. Yo tengo clarísimo que los sindicatos no son el PIT-CNT, pero no sé si todos mis compañeros lo tienen claro. Quizá esa es una de las cosas que hay que empezar a hablar. Que no está mal militar a nivel sindical. De hecho, el partido tuvo una apuesta, vino Patricia Rodríguez y vino Valeria. Creo que se intentó dar un mensaje de apertura y de participación en organizaciones sociales. Pero creo que precisa de trayectorias.

Si no empiezan…

En síntesis, lo que tengas para nutrirte de la sociedad civil y de cuadros políticos que se formen ahí tiene que ser con coherencia. Tiene que ser una trayectoria de vida ahí adentro. Porque estés un rato ahí no te va a legitimar. Para mí la construcción no es que la gente esté ahí adentro, es qué tienen para volcarme del movimiento social. No quiero blancos convenciendo a gente en esos ámbitos, ¿entendés? Quiero a blancos que traigan un punto de vista de la organización, de cómo funciona, de qué perspectivas tiene y que eso lo vuelquen en el partido. Eso pasa. El problema es que nosotros no lo tenemos institucionalizado, no es algo que se fomente. Me parece que el mundo está pegando una vuelta medio rara con las organizaciones sociales, no sé bien para dónde van.

Algunas son fundamentales, ¿no?

Todas creo que son importantísimas, pero te digo que cuando miro un poco lo que está pasando, yo no sé si esa lectura no es de hace cuarenta años.

Que la gente se organice en lo que sea.

Es la única forma. Pero, ¿por qué pensás que el partido no tiene gente? Claro que tiene gente de esos lugares. No es parte de un discurso político. No sé, capaz que tendríamos que explicitarlo más. La gente que milita en el Partido Nacional es gente que habita en todos lados. Capaz que parte de nuestro propio discurso, decir que nosotros estamos lejos cuando no estamos lejos. Si me pongo a ver, en realidad, tema a tema, hay un montón de compañeros que participan en organizaciones vecinales, barriales, organizaciones sociales. No estoy tan segura de que el partido esté lejos.

Pero no lo fomenta. Parece que se paran de punta.

¿Pero contra quién te parece que se paran de punta?

Contra los sindicatos.

No, solo con el PIT-CNT, que está complicado. Tengo clarísimo que hay que ocupar los espacios si no, te representa otro. De hecho, para mí una cosa era el PIT-CNT de Fernando Pereira y otra cosa muy distinta es el PIT-CNT de Abdala, y las personas también hacen a las organizaciones y a la institucionalidad. Y realmente, aunque vos me digas: “Los sindicatos no son su dirigencia”, cosa que yo estoy de acuerdo, bueno, pero tienen muy malos dirigentes, que son su voz y no es fácil cuando me quiero acercar. Creo que es bilateral el problema, que no es que el Partido Nacional tiene problemas con el PIT-CNT, creo que también hay una decisión consciente y explícita de haber llevado al PIT-CNT en este momento para ese lado. Creo que era parte también de volver a conseguir un gobierno de izquierda. Era parte de un posicionamiento del PIT-CNT.
Porque creo que también se aferran mucho al dogma, porque existen cosas a favor de los trabajadores que hizo este gobierno. A mí los dogmas me dan alergia, estoy a kilómetros, todo el tiempo intento alejarme de cualquier dogma que no me deje pensar libremente y que no me deje cuestionarme. Por eso decía que les doy paso a mis contradicciones, porque si no, ¿qué soy?: una dogmática que no puede pensar dos cosas que se contradigan. Yo creo que el gran problema de la política muchas veces es el dogma.

¿Hay grieta en Uruguay?

No, hay agrietados. Creo que no hay grietas, hay personas agrietadas. Entrá en Twitter. Para mí, hay algunos agrietados. Son los menos.

Los blancos también.

Obvio. Agrietados todos. Además, me parece que no contribuyen en nada. No sé en qué momento la política pasa a ser algo destructivo, cuando en realidad tiene que ser todo lo contrario. Se supone que vos estás en esto para darles lo mejor que tenés a los otros. ¿Pero cómo a quien yo quiero ayudar en algún momento lo odio? Ahí se te cayó todo el proyecto de vinculación con el otro. A Uruguay y a Montevideo les falta mucha comunidad. Yo creo en el sentido de pertenencia. O sea, para mí la tierra no es tierra y ta. Por eso también soy tan nacionalista, porque para mí las costumbres, las tradiciones, los valores, los códigos que tenemos, no son los mismos que podés tener en Suiza. O sea, esto no es un cacho de tierra. Son lazos, son cosas que nos tiran, es comunidad y creo que en Uruguay lamentablemente estamos perdiendo comunidad. No sé si es el globalismo o qué. Y los agrietados contribuyen. ¿O si vos ves a un uruguayo tirado en el piso le preguntás a quién vota? ¡No seas malo! Capaz que la única diferencia que tiene con vos es que piensa distinto. Eso genera drama en la gente, genera odio. Te putean y no sabés quiénes son. Están todos locos realmente la gente que está en esa tesitura.

¿Qué expectativa tenés del gobierno de Orsi?

Realmente quiero que les vaya bien. Siento que la tienen muy difícil. La situación que va a vivir el mundo, que es recontra compleja. Económicamente va a ser complejo lo que se viene. Hablando con amigos frentistas les decía: “Yo no sé bien cómo va a manejar el Frente Amplio, que es un poco delicado, las expectativas de la gente”. Para mí en lo que van a estar complicados es en cómo manejan las expectativas de la gente. Siento que plantearon un discurso que generó expectativas, que me parecen difícilmente alcanzables todas al mismo tiempo, por la situación que se va a atravesar y por la complejidad de los temas que plantean. Por ejemplo, ¿con los veinticinco mil pesistas, qué van a hacer?

Subirles el sueldo, claro.

¿Cuánto? Pero capaz que el problema estructural de esas personas es que no tienen una vivienda. Capaz que es que con lo que ganan no pueden pagar un alquiler. Capaz que el problema es el precio de la comida, porque los que ganan 25.000 pesos, que obviamente en este país nadie debería ganar 25.000 pesos, eso lo doy por descontado, pero ponele que podemos hacer que ganen 30 y ¿eso va a solucionar sus problemas de fondo? No, no los va a solucionar porque los problemas son más grandes y son otros. Entonces para mí se llevó la discusión a un punto simplista de alguna manera: que el problema eran los 25.000 pesos. No, el problema es todo a lo que no podés acceder. Bueno, capaz lo llevan a 30, que para el Estado es mucho.

Es bastante.

Pero para la persona no es determinante. Sí, obviamente, pasar de ganar 25 a ganar 30 es importante. Obvio, no le estoy sacando mérito. Lo que digo es que en unos meses, en un año, el problema de base sigue siendo el mismo. Y por eso digo: ¿cómo va a ser el manejo de las expectativas? Siento que ahí tienen que ser extremadamente cuidadosos, porque algunas cosas sí se sintetizaron como muy claras y darle respuesta a esa claridad no sé qué tan viable es. Es por eso que parte de la izquierda piensa mal en el sentido de que siempre todo está enfocado en lo salarial y lo económico y las prestaciones. Y qué te puedo dar. Que es importante, pero no se ve lo estructural, lo que permanece. Porque no es solo salarial. Y ahí es donde no me queda claro qué van a hacer y tampoco creo que lo tengan tan claro. Una vez dijiste algo que a mí me quedó marcado a fuego, hace años. Sí, vos dijiste que uno de los problemas más grandes que había tenído el Frente Amplio era que había creado consumidores y no ciudadanos. Para mí eso es dar en la tecla. Para que las cosas funcionen, para obtener un mejor nivel de dirigentes políticos, para tener una mejor democracia, eso directamente impacta en las políticas públicas que elaborás, o sea, en la gente. Pero para eso también tenés que tener muchísimo mejor nivel de conciencia ciudadana. Mucha gente no sabe qué le corresponde. También hay un tema que para mí es parte de la ciudadanía y es la conciencia de la obligación.

Saben solo sus derechos.

Vos tenés derechos y también tenés obligaciones. Y parte de la responsabilidad es vivir en comunidad. Entonces, si no le enseñas desde chico, es muy difícil que respete al otro. Nunca me enseñaron que yo estaba obligado a nada. Sí, obvio que estaba obligado a respetar al otro, para arrancar.

¿La batalla cultural es una realidad?

Yo no la veo. Creo saber a qué se refieren. Pero para mí Uruguay tiene varias culturas. Entonces me cuesta mucho cómo definirlo. Capaz que en Argentina o Estados Unidos está como más direccionada a lo que es el progresismo. Pero siento que hasta el Frente Amplio pegó una vuelta de eso. Que no es que no reconozcas y no reivindique las cosas importantes. Por ejemplo, yo soy feminista y creo que el feminismo tiene una deuda importante con las mujeres más vulnerables, porque está todo bien con el acceso de la mujer a la política. Yo también peleo por eso.

Pero no pasa solo por ahí.

Quiero hablar hoy de la mujer en privación de libertad. De las jefas de hogar que son la mayoría de esas mujeres de las que se habla cada vez que se habla de pobreza infantil. Bueno, ahí hay una mamá que está haciendo lo que puede con lo que no tiene. Cuando ves cómo atraviesa la cárcel a una mujer y a un hombre. Cuando ves que los días de visita a las cárceles de mujeres van un puñado de personas, y cuando ves que en la cárcel de varones la fila llega hasta la ruta y ahí te preguntas: ¿no tiene nada que ver el género?
No será de las cosas que nosotras tenemos que hablar. Y yo siento que a veces le pasó a la agenda más progresista, que nos quedamos como en discusiones mucho más académicas y no logramos acercarla a las personas que además de todo eso tienen problemas estructurales urgentes.

Y que lo woke ni les llega.

No. Y que te cansa. Porque imaginate que está viendo cómo hacer para llegar a fin de mes con sus dos nenes, con los problemas, además está embarazada y la echan del laburo, no sé, mil variables que le pasan. Y nosotros estamos peleando por cuestiones políticas que hay que hacerlas, pero nuestra agenda central de la discusión es así, si vos no comprendés los problemas de la mayoría.

¿Cómo salen los políticos de la burbuja?

Hoy, siendo gente normal.

Porque hay una elite política académica mediática.

Pero lo que yo no entiendo es que esa gente no tiene familia, no tiene amigos fuera de esto. En mi familia nadie tiene vinculación con esto. Mi cable a tierra es siempre la gente que me quiere, que está por fuera de esto, no me parece difícil. La gente que me importa afectivamente ni tiene nada que ver con esto. Obvio que tengo amigos en la política, pero para mí el problema es cuando se vuelve ese círculo de que estás todo el día solo en eso. Yo soy una persona común y corriente. Cuando te alejás de eso o no dejás que nadie te critique, tenés que habilitar a que la gente por fuera de esto te diga lo que piensa de vos. Si no, te volvés irreconocible. También, ¿cuál es tu identidad? Yo soy una persona que además hace política y obviamente me encanta. Es mi pasión, pero no soy solo eso.

¿Qué vas a hacer en los próximos años?

Ahora solo por unos días. Asumo hasta el 28 porque Pablo Abdala, que es mi titular, sigue como subsecretario. La idea es que yo pueda aportar en los temas en los que tengo mayor conocimiento, que hay cosas para meter la cuchara que habíamos pensado por si ganamos, pero bueno, las vamos a ofrecer al país perdiendo igual. ¿Y después qué haré? Es un poco incierto. Lo profesional o laboral, eso correrá por otro carril. En términos políticos yo siento que no cambia mi vínculo. Fui una militante toda la vida. Recién ahora fuimos cinco en el gobierno, antes milité desde que tenía 15 años. Voy a estar trabajando y formando como te dije, yo soy una soldado. No zafan mis pobres compañeros.
El resultado electoral no cambiaba mi participación política. He estado más en la oposición que en el gobierno. No me asusta.

Y ahora tenés varias décadas de oposición por delante.

Callate. Bueno, soy joven además, no tengo apuro.

¿Mejor ministro del gobierno de Lacalle?

Martín Lema.

¿Peor Ministro?

Irene Moreira y Bustillo.

Lo de Martín Lema suena muy alcahuete. ¿Vas a trabajar en su candidatura a la Intendencia?

Sí.

Van a perder.

Vamos a ganar. Ahí va a arrancar tu debacle, el principio del fin. No, no es de alcahueta. Yo trabajé estos dos años con Martín espalda con espalda. Y para mí la capacidad de trabajo que tiene Martín Lema es increíble. Todos los días te despertabas con un mensaje a las seis de la mañana de Martín y te dormías a las once de la noche con otro mensaje. Todo el tiempo te estaba preguntando cosas vinculadas a tu dirección. Eso fue muy intenso, pero también un compromiso con la gestión de que las cosas salieran, que todo se moviera, que no quedara en la nada y que se concretaran. Y también algo que lo pinta de cuerpo entero, que ese fue el día que yo dije: estamos 100 por ciento en sintonía. En la DINALI al principio le dije: “Sos consciente que seguramente los nuestros nos pueden llegar a matar con esto”. Y me dijo: “Mirá Fer, la dirigencia, en política, dirige. Nosotros no vamos a dejar de decir lo que pensamos porque a alguien le pueda molestar. Si estamos totalmente convencidos de que es por acá, vamos por acá.
Vamos discutir con quien sea. Con los nuestros y con los de enfrente”. Ese día me convenció, me dio mucha confianza y vi que era un loco que estaba totalmente dispuesto a jugársela en lo que pensara.

¿Aceptarías un cargo del gobierno del Frente?

Si es por intermedio de mi partido y mi partido me lo pide, puede ser. Pues yo soy representante de mi partido. No negocio a título personal. Si es algo hablado con el partido, sí. Porque yo soy política y represento a mi partido. Si mi partido entiende que es algo que está bueno y que vale la pena, sí. Y si no, no, porque sería muy incómodo institucionalmente para mí. Yo con el Frente Amplio tengo un vínculo político, no laboral. Y eso incluye todo, incluso la oposición, la fraternidad, el intercambio. Pero siempre es político.

Los amigos de fierro, ¿son blancos?

Tengo de todo. Tengo blancas y frenteamplistas. Sí. De las amigas de San José de toda la vida, estamos 3 a 4. Cuatro ustedes, son mayoría. Y las de Montevideo son blancas. Pero también creo que tiene que ver con que vos vas creciendo y tus amigos van siendo gente más similar a ti. La mayoría vienen de facultad.

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Alfredo Garcia Nació en Montevideo el 9 de agosto de 1954. Es Licenciado en Historia por la Universidad de Estocolmo, Suecia; que fue su lugar de residencia entre 1975 y 1983. Hizo un postgrado en Marketing y realizó los cursos del Master de Marketing en la Universidad Católica de Montevideo. Trabajó durante veinte años en la industria farmacéutica en el área privada. Su labor como periodista comenzó en los semanarios Opinar y Opción a principios de los ochenta. Participó en 1984 en el periódico Cinco Días clausurado por la dictadura. Miembro del grupo fundador del diario La Hora, integró luego el staff de los semanarios Las Bases y Mate Amargo. Escribió también en las revistas Mediomundo y Latitud 3035. Es el impulsor y Redactor Responsable del Semanario Voces. Publicó el libro Voces junto con Jorge Lauro en el año 2006 y el libro PEPE Coloquios en el año 2009. En el año 2012 publica con Rodolfo Ungerfeld: Ciencia.uy- Charlas con investigadores. En 2014 publica el libro Charlas con Pedro y en 2019 Once Rounds con Lacalle Pou. Todos editados por Editorial Fin de Siglo.