Idea Vilariño fue profesora, traductora, crítica literaria, intelectual, militante revolucionaria, fundadora de revistas que estimularon el medio literario rioplatense, y muchas cosas más que ella misma consideraba accidentes, cosas que pudo no ser. Lo que la propia Idea no imaginaba disociada de su ser era la práctica de la poesía. Idea era poeta, así se consideraba así misma. Pero su poesía parecía nacer de un desgarro interior, de una tensión vital que por un lado se afirma a la vida -y por eso lucha por el cambio social- pero que nunca deja de ser consciente de la posibilidad de la muerte, cual principio existencial. De la plena conciencia de la propia muerte, con la angustia que conlleva, emerge una poesía que no se resigna, que con una sensibilidad podada de adornos superfluos desnuda contradicciones íntimas con una vitalidad abrumadora.
En Si muriera esta noche Raquel Diana reúne un conjunto de textos de Idea, sean poemas o fragmentos de diarios y entrevistas, para hacer un recorrido por el trayecto vital de una mujer que además de poeta clave de nuestras letras fue una figura intelectual y política de primer orden. En el recorrido pasamos por momentos de la niñez, y los primeros ensayos literarios, hasta que con la juventud llega el descubrimiento de la necesidad de la poesía. Pero la necesidad es personal, la poesía es una forma de enfrentar la certeza de la muerte, no de comunicarse. La contradicción entre esa experiencia personal de la poesía y el hecho de que sí haya publicado varios libros es una de las primeras que Diana pone en primer plano en el escenario. Y es que Vilariño, para usar palabras de Diana, fue una mujer que no intentó alisar las “rugosidades” y contradicciones vitales. Quizá una de las contradicciones más evidentes fue la relación con Onetti, el mayor narrador uruguayo, dueño de una misoginia casi incompatible con la libertad e inteligencia de una mujer como Idea. Por supuesto, los encuentros y desencuentros con el autor de Cuando ya no importe son un momento central en la obra.
Pero Idea también escribió letras de canciones de música popular, y gracias a Diana recordamos la poderosa oscuridad de La canción y el poema, que interpretara Alfredo Zitarrosa, o el canto guerrero de Los orientales, interpretada por Los Olimareños. Uno de los momentos más significativos de la obra es justamente el evocar a Idea cantando Los orientales en el estadio Centenario, cuando Los Olimareños volvían del exilio, ya sin que nadie recordara que ella era la autora de la letra de esa canción.
Entre la oscuridad que desea la muerte de La canción y el poema, y el grito de rebelión que significa Los orientales se movió el ser de Idea Vilariño. Raquel Diana logra la hazaña de que percibamos todos los matices que pendulan entre esos dos ejes vitales de la poeta. Para eso es importante la selección de textos, el clima que genera Fernando Goicochea con un espacio sonoro milonguero-experimental-contemporáneo, y fundamentalmente un trabajo actoral de esos que van logrando que lentamente el espectador olvide que está en una representación teatral para terminar aplaudiendo a Idea Vilariño. El viernes pasado vivimos uno de esos momentos mágicos que tiene el teatro en que una actriz pareciera evocar al espíritu de su personaje y ponerlo frente a los espectadores, que emocionados, hasta el llanto en algunos casos, no podían parar de aplaudir.
El trabajo de Diana junto a la directora María Clara Vázquez es de los más sensibles y emotivos que se van a ver en esta temporada teatral montevideana, no se lo pierdan.
Si muriera esta noche. Dramaturgia de Raquel Diana a partir de Idea Vilariño. Actriz: Raquel Diana. Dirección: María Clara Vázquez.
Funciones: jueves, viernes, sábados y domingos a las 20:30. Sala Zavala Muniz del Teatro Solís.
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