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El infierno de los nuevos ricos  

El infierno de los nuevos ricos   
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En la comunicación de prensa de Nerium Park se describe a los protagonistas de la obra, Gerardo y Victoria, como dos jóvenes de treinta y tantos años de edad que se instalan en el apartamento que acaban de comprar, en un nuevo barrio privado de las afueras. Hablamos de dos “funcionarios calificados”, que seguramente tienen salarios muy altos respecto a la media, pero que no dejan de ser asalariados, dependientes de las necesidades empresariales de terceros. Aquí estamos ante una de las primeras tensiones que se generan en la obra, la de las expectativas de los personajes sobre sí mismos en contraste con la situación real. Parece que estamos ante advenedizos con pretensiones que van más allá de su realidad, o, como se los suele llamar por aquí, un par de “nuevos ricos”. Y uno de los quiebres de la obra pasa por allí, cuando Gerardo queda sin trabajo y esa omnipotencia que parecía sentir empieza a erosionarse.

Por otro lado Victoria trabaja en Recursos Humanos de otra empresa, justamente tomando decisiones que implican dejar sin trabajo a muchas personas, cortar los ingresos de muchas familias en época de crisis económica. Por momentos Victoria pone en primer plano las historias individuales de alguna de las “víctimas” de su decisión de “prescindir de sus servicios”, y esto tensa la relación con Gerardo, que ha sido víctima de algún otro funcionario especializado en Recursos Humanos.

La decisión del autor de ubicar a esta pareja en un barrio privado recién inaugurado termina de cerrar el marco a la historia. Josep María Miró escribió esta obra en 2012, cuando España estaba pasando por uno de los picos más altos de una crisis generada, entre otras cosas, por la especulación inmobiliaria. Gerardo y Victoria pretenden vivir como algo que no son, en un marco de modelo inmobiliario que los ha comprometido por treinta años financieramente. Todo es pura ilusión, el creerse una pareja de privilegiados que pueden vivir “apartados” en un barrio privado es alimentado por una economía que crece sobre inversiones como ese mismo complejo que está vacío, porque nadie más puede vivir allí. Y todo es trasladable, como lo hacer el director Gerardo Begérez, a nuestra aldeana sociedad.

Un barrio para nuevos ricos habitado solo por una pareja que empieza a sentir que su proyecto de vida futura se resquebraja es ideal para la aparición de fantasmas. Y los fantasmas aparecen en forma de alucinaciones, de temores, de inseguridades que comienzan a deteriorar la relación de una pareja que parece a la vez simbolizar el deterioro de una sociedad. En ese cruce el comportamiento “lumpen” de estos nuevos ricos empieza a salpicar los estampados de un apartamento en que el decorado se extiende hasta el microondas.

Los roles de género han quedado trastocados, y parecen aportar nuevos elementos a las contradicciones de la pareja. Mes a mes la relación se deteriora y el suspenso, ante cada nueva aparición de un “amigo” de Gerardo- aparentemente un sin techo desocupado- crece paulatinamente hasta el desenlace final.

La tensión es hábilmente dosificada por Begérez logrando mantener expectante a la platea. Y el trabajo de los actores es excelente. Gustavo Saffores ya ha demostrado su habilidad para caminar entre la sutileza seudo-aristocrática y el exceso desalineado (recordar Algo de Ricardo), algo que parece justo para ir construyendo al Gerardo de esta historia. Y Soledad Frugone logra dotar de espesura dramática a un personaje inseguro, que se desmorona junto a su compañero sin saber qué hacer al romperse la burbuja en que estaban inmersos. En el año 2006 veíamos actuar a Frugone por primera vez, dirigida también por Gerardo Begérez, en La tercera parte del mar. Diez años después tiene una actuación consagratoria, de esas que, junto a la de Saffores, invitan al teatro por sí mismas.

Nerium Park. Autor: Josep María Miró. Versión y dirección: Gerardo Begérez. Elenco: Soledad Frugone y Gustavo Saffores. 

Funciones: sábados a las 21:00, domingos a las 20:00. Sala Atahualpa de El Galpón.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.