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Italia-España: dos gobiernos, dos incógnitas por Ruben Montedónico

Italia-España: dos gobiernos, dos incógnitas  por Ruben Montedónico
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En dos penínsulas del Mediterráneo europeo se instalaron nuevos gobiernos de signos políticos distintosal de sus predecesores. Tras diversas peripecias, Italia y España han formado poderes ejecutivos con aspiraciones de perdurar en el mediano plazo tras obtener el beneplácito de los respectivos jefes de Estado: una nación cuya forma de gobierno es la monarquía parlamentaria, un jefe de gobierno,  y en el otro, regido por un régimen republicano parlamentarista con democracia representativa, un primer ministro. Ambos son miembros de la Unión Europea (UE), pertenecen a la zona euro y firmaron del Acuerdo de Schengen que eliminó los controles en las fronteras interiores, estableciendo libre circulación para nacionales de países signatarios y algunos extracomunitarios.

Es así que Italia -tras idas y vueltas, intentos de alianzas partidistas, presentación de fórmulas fracazadas y pasados tres meses de las últimas elecciones, que generaron un escenario político de inusitada complejidad- desde junio cuenta con un Ejecutivo bipartidista integrado por el antisistema Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la ultraderechista Liga del Norte, asignando a un desconocido político y académico, Giuseppe Conte, la responsabilidad -más formal que real- de conducirlo, al tiempo que reservó lugares de viceprimeros ministros a los líderes políticos de cada fracción aliancista, tenidos como los verdaderos gobernantes. Observadores políticos y de sectores financieros del país, la UE y el mundo entienden a este gobierno como bicéfaloy perciben que durará el tiempo de entendimiento entre Luigi di Maio (joven líder del M5S, de 31 años, ministro del Trabajo) y Matteo Salvini (de la Liga, 45 años, ministro de Interior). Los observadores prevén que en un año habrán comicios y esperan que de los mismos surja una mayoría con reales posibilidades de gobernar sin recurrir a laensalada actual del bicefalismo al que asignan una alta cuota de incertidumbre.

Hay que decir que si Di Maio intenta cumplir los asuntos que en campaña consideró fundamentales, querrá incrementar jubilaciones, reformando su sistema, y procurará dar “renta de ciudadanía” a los desocupados, en un país que arrastra una deuda pública equivalente al 131% del PIB. De su lado, si Salvini desde Interior atiende a su discurso de campaña y al actual -como hizo en Sicilia el domingo pasado- tratará de rebajar sustancialmente los apoyos oficiales a los migrantes, intentará expulsar a todos los que pueda y diciendo a quienes lo escuchan que “gastamos 5 mil millones de euros para los inmigrantes: es demasiado”. Si pudiera hacerlo echaría a 600 mil. Los gastos de ambos líderes acrecentarían el déficit público entre un 5 y un 7%, mientras la UE y loscalculistas alemanes no dejan de pensar en un Italexit, la difícil situación de los países sureuropeos y el hecho de que mientras la deuda pública de Grecia representa 2.5% de la total de la zona euro, el Frankfurter Allgemeine Zeitung recuerda que la de Italia es 10 veces mayor: 25%.

Conte, premier del 65 gobierno de Italia, cumplió todos los protocolos y alcanzó el voto de confianza de Diputados -350 votos a favor, 236 contrarios y 35 abstenciones- y, del Senado -171 a favor, 117 en contra y 25 abstenciones-. Su primer acto público fue el desfile militar del 2 de junio que conmemora que hace 72 años decidieron abolir la monarquía y constituir la república. El bautizo internacional del primer ministro fue la 44 reunión del G-7 en la canadiense La Malbaie, del municipio de Charlevoix, en Québec, donde conoció a sus pares de grupo, escuchó pullas y bravatas de Trump, vio la ira que causaban a Trudeau, observó el disgusto de Merkel, mientras él se integró a la oposición al estadunidense.

En España, entretanto, procedió la moción de censura del PSOE -respaldado por otras formaciones- que dio por finalizado el gobierno del Partido Popular (PP) encabezado por Mariano Rajoy desde diciembre de 2011: la votación en Diputados que lo depuso aprobó la iniciativa con 180 votos mientras 169 intentaban sostener el gobierno y uno se abstuvo. A Rajoy se lo involucra en un hecho público de sobornos -conocido comocaso Gürtel– descubierto en 2003 por el que la justicia condenó a 29 militantes del PP, alcanzando a quien fuera su tesorero y a una ministra.

De forma inmediata se hizo cargo del gobierno el líder del PSOE, Pedro Sánchez, quien había presentado el 31 de mayo la moción contra Rajoy y en varias declaraciones -a contrapelo de lo que se esperaba- señaló que llamará a elecciones recién dentro de dos años, cuando se suponía que lo haría este mismo año o a principios del siguiente.

El sostén de gobierno hasta el momento y del que se han valido los regímenes de la postdictadura tiene asignaturas pendientes de distinto orden e importancia: la impunidad de los delitos franquistas; el financiamiento superviviente de sus instituciones; los debidos resarcimientos a las víctimas del terrorismo de Estado; un relacionamiento con la Iglesia católica acorde con los tiempos y que revoque los poderes fácticos que la rodean; la necesaria depuración de los cuerpos represivos; los casos de las diversas naciones que integran el país y que no se resuelven con las actuales autonomías. Asimismo, de muchas partes se rechaza el centrismo castellano exigiendo una refundación sobre verdaderas instituciones democráticas.

Hay para el momento ciertos augurios alentadores, como que el nuevo presidente de Gobierno ha abierto las puertas a la pluralidad de género al nombrar en el gabinete a un número mayoritario de mujeres, auspiciando tiempos de igualdad, aunque esperando que los cambios no se detengan en ese punto.

Es claro, por ejemplo, la intención de Sánchez de calmar los mercados y pretender que las bolsas recobren cierto camino predecible, lo que entiende que pasa por asegurar que no habrán reformas bruscas en el orden económico y al declararse ferviente europeísta, dejando a España -con una deuda pública equivalente a 92% de su PIB- a resguardo ante cualquier contingente turbulencia y con posibilidad de recurrir al Banco Central Europeo (BCE), lo que equivale a declarar el acatamiento de los principios de conducción germano-francesa.

Queda claro, asimismo, que el desplazamiento de Rajoy no acaba con los males que le acaecieron. Tras su renuncia a la dirección partidaria, no sólo no ha conseguido que nadie le aplaudiera o pidiera que se quedara, sino que de inmediato generó un reposicionamiento. Y este viene de la mano del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, de quien se dice que es el mejor aprendiz de neolibrealismo del PP, dando como ejemplos de su aplicación las medidas que adoptó en esa comunidad, donde ha producido estragos inigualables a pesar de que afirma que lo peor pasó y se superó la crisis. Por si fuera poco, se lo acusa de amistad íntima con narcos, de untar a empresas de comunicación y de hacer designaciones a dedo en cargos públicos.

Como para no dejar, hasta la influyente nave insignia del Grupo Prisa, El País, cambia de dirección y de rumbo: Soledad Gallego-Díaz -antigua integrante de la plantilla y expurgada de la redacción por Antonio Caño, el director al que sustituye, pasó a dirigir el periódico. Se dice de Caño que se había volcado muy a la derecha y que con la actual presidencia de Gobierno debe volverse la orientación hacia la centroizquierda, o sea, a ponerse al servicio del PSOE.

Dos gobiernos nacidos en las mismas fechas que, al parecer, transitarán por senderos distintos, flanqueados por un Portugal -al que declaran exitoso, de moda– y una Grecia de creciente dependencia y endeudamiento, en penínsulas orientadas al sur ante un mar proceloso.

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