“Todo el mundo actúa, no premeditadamente, sino por un tema social”
La refinada estética de los hijos de puta, espectáculo escrito y dirigido por Jimena Márquez, es el segundo estreno de su trilogía de los amores imperfectos, que tuvo su primera entrega el año pasado con La sospechosa puntualidad de la casualidad realizada con el elenco de la Comedia Nacional. Si bien es el segundo estreno, en realidad es la tercera parte de la trilogía, que se completará con La dulce nostalgia de los fenómenos olvidados. Como es característico en Márquez, la obra se empezó a escribir ya con el elenco definido, aunque el actor que representa al padre originalmente iba a ser Jorge Bolani, que no pudo participar de la propuesta y fue Coco Rivero quien terminó ocupando ese rol. Completan el cuadro Marisa Bentancur en el rol de la madre, y Jimena Vázquez junto a Pablo Colacce interpretando a los hijos de una familia que compite intensamente por ser el más hijo de puta, pero con una estética que los distinga.
El exceso es una característica central en los personajes de este espectáculo, un exceso que termina minando los vínculos intrafamiliares hasta detonarlos. El trabajo alrededor de los vínculos es el leitmotiv de la trilogía, pero también del resto de la obra de Márquez, como ella misma lo reconoce: “Creo que siempre lo que más me interesa o que más observo viene a ser eso, los distintos vectores vinculantes de los seres humanos”.
Otra característica de tu trabajo que parecería no estar acá es el juego metateatral, pero sin embargo los personajes de La refinada estética de los hijos de puta “actúan” todo el tiempo.
Me encanta que digas eso, es verdad que yo vengo hace años con el actor que sale y se muestra como actor, acá no lo uso pero sí los personajes quiebran o rompen la cuarta pared en varios momentos para dirigir los monólogos al público, o sea, cada uno de los personajes dice: “esta historia habla de mi” y le muestra al público una cara que no le está mostrando al resto de los personajes adentro de la escena, entonces igual es un actor que hace de cuenta que no actúa.
Y se manifiesta la hipocresía social de las personas que no se muestran como son sino como deciden que quieren ser para los demás.
Ese es el concepto base: “no se si yo le muestro a todo el mundo lo que soy de verdad, y por ende no se si los demás me lo muestran a mi”. A partir de esa tesis, que está en boca del personaje del hijo en algún momento, se desarrolla la obra. Todo el mundo actúa, no premeditadamente, sino por un tema social.
“Se me rompió el Pionono ¿Qué van a decir ahora?”
Es doméstico, pero también es estar pendiente de la actuación que voy a generar, como dice la madre: “la navidad es el momento en que la gente aplaude por lo que se llevó a la cena, yo digo que no me quedó tan bien, pero sé que me quedó bien y me van a decir eso”. Eso está siempre en la obra, que también es una exageración total de cuatro personalidades extremas, justamente como para patentizar eso.
La profesora de Literatura también se filtra en tu trabajo como dramaturga, en el placer por las palabras y sus variantes por ejemplo, o en las referencias literarias, en este caso al universo kafkiano.
Si, me gusta siempre tener un guiño a alguna obra o tener presente algún libro cuando escribo, en este caso hay algo de La metamorfosis, hay un personaje que se encierra en un cuarto y no quiere salir. Aunque Gregorio Samsa no puede salir al principio pero después no lo dejan. Y el personaje de la hija trabaja en una biblioteca, un poco a raíz de ella vienen esas informaciones.
Por otro lado lo del Hikikomori, que es la enfermedad que padece el muchacho que se encierra, es una enfermedad real, es una enfermedad depresiva de los japoneses que conocí en el 2005, en un taller que hacíamos con Gabriel Calderón. Ahí estaba Damián Coalla que iba a escribir una obra sobre el Hikikomori, nunca lo hizo y yo antes de hacer esta le escribí para preguntarle si podía escribir (risas), me dio para delante. Y es una enfermedad en que ante el fracaso escolar los adolescentes japoneses se encierran en una habitación de la casa y no vuelven a salir nunca más. Y es una enfermedad familiar, no solo está enfermo el que se encierra sino que la familia tiene un proceso de negación, intenta mostrar hacia afuera que no tiene un hikikomori, eso es lo que le pasa a la madre, que inventa que está de viaje. Y es muy loco pero es real. Y después las bromas que se hacen en la obra son reales también, son todas sacadas de video de Youtube subidos por la gente. Padres que en Navidad le ponen papas adentro de los regalos a los hijos hay varios, papas y cualquier otra cosa. A raíz de esas cosas armé el texto. Y si bien como vos decís los personajes son excedidos, están construidos así, también es verdad que hay gente excedida (risas)
El vestuario da la idea de una competencia, como que están compitiendo para ver quien es el más excesivo.
Bueno, fuimos y vinimos con la vestuarista en eso, hasta que empezamos a deliberar esto de que el piso de la casa es un tatami, es un espacio de competencia deportiva, quisimos simular como un ambiente de club. Viste que entrás y los actores se están duchando, hay caramañolas, toallas… Quedó abierto el si salían o entraban de la batalla. Todos tienen ropa deportiva pero como siendo parte de un mismo equipo, son como distintos deportes de un mismo club. Y si, yo creo que hay una competencia deportiva entre todos ellos de quien es el más “cagador” digamos, y también como familia hay una forma de ser equipo hacia afuera, tratando de mantener las apariencias.
En tu caso se ha dado en paralelo tu desarrollo como artista en carnaval y en teatro de forma muy natural, y sin embargo esos dos universos se siguen viviendo como paralelos.
Bueno, de hecho el espectáculo de Cyranos del año pasado era eso, un grupo de actores que venía de carnaval y no entendía nada, y lo hicimos a propósito porque el cien por ciento del grupo de Cyranos es gente de teatro. Son cosas que vivimos, y decidimos hacer humor con eso. Yo al principio lo sufría más, porque sentía un poco más el prejuicio dentro del mundo del teatro, y creo que en estos últimos años no me pasa tanto. También lo he repetido mucho en los medios y creo que ya se ha entendido, el tema de esa visión medio peyorativo de lo carnavalero, o el no ver una obra porque va a ser carnavalera. Y es un error primero por suponer que lo carnavalero es algo malo, la base está equivocada. Y segundo porque bueno, si bien por supuesto siempre uno es uno, y creo que en todas las cosas que hago se manifiesta mi personalidad, hay vínculos, no tiene nada que ver una cosa con la otra.
En prácticamente todas las categorías del carnaval 2018 estuvo presente el tema de género, la crítica feminista o antipatriarcal. Vos desde Cero Bola discutís sobre esos temas en carnaval, pero no lo hiciste de forma tan explícita el año pasado.
Hay un tema estético, a mi no me gusta mucho lo explícito, y si bien en Cyranos por supuesto que estamos en la lucha reivindicativa del feminismo, y de todos los movimientos minoritarios, nosotros lo trasladamos a la acción. El hecho de que somos un grupo totalmente paritario de mujeres y hombres, el lugar que tienen las mujeres en el espectáculo. De hecho las dos personas que escriben en Cyranos son mujeres, lo que también es raro, que la escritura sea cien por ciento femenina en un grupo mixto. Y esas son como nuestras maneras de abordar el discurso sin decir el discurso, haciéndolo carne y haciéndolo acción, y Cyranos viene por ese camino. Y este año el espectáculo viene muy por ahí. Te voy a tirar una primicia, vamos a hacer Lechuzas, una congregación de lechuzas que guardan la verdad, en el bosque de la verdad, y se reúnen de urgencia porque el discurso hegemónico está tambaleando, de eso va a tratar el espectáculo. De repente no somos como Falta y Resto, que estuvo buenísimo lo que hicieron el año pasado, con una presencia femenina impresionante y que en un momento se plantaban y decían el discurso directamente, lo cantaban. Nosotros lo trasladamos más rebuscadamente a los hechos, y me parece que la gente lo valora de la misma manera. A mi no me gusta mucho ponernos en ese lugar de hablar de algo porque no lo podes evadir, nosotros estamos hablando de eso todo el tiempo y estamos siendo eso, que es mucho más importante que hablar de eso.
¿Y lo ves genuino ese cambio de paradigma respecto al lugar que se le da a la mujer?
Me cuesta un poco manifestarme porque la sensibilidad está como a flor de piel y cualquier manifestación errada genera lo peor. Hay cosas que las veo que están recontra bien encaminadas y están generando cambios enormes, la lucha está en las calles y en todos lados y se nota la apertura paso a paso, con eso y con el tema de la diversidad y con un montón de conquistas. Sí hay cosas que a veces las siento tratando de ser puestas a fórceps, que no quiere decir que no esté de acuerdo, como con el tema del lenguaje inclusivo, sino que de repente a veces las maneras no serían las que yo considero adecuadas, que no significa que yo tenga la razón, pero me parece que a veces hasta cierta insistencia en algunas formas de las cosas termina generando un efecto contrario al efecto deseado cuando el efecto deseado no era malo.
Vos pasaste de Cero Bola a La Gran Muñeca, una murga que está en el medio entre ser un título con tradición y tener una estética más de murga joven ¿Cómo fue la experiencia del año pasado escribir para Momolandia que es un título mucho más tradicional?
Momolandia no fue una buena experiencia en muchos sentidos, no tengo problema en decirlo porque ni siquiera he cobrado un peso del trabajo que hice. Le pusimos muchísimo amor con Coco Rivero y Martín Angiolini pero bueno, muchas cosas no fueron lo que nosotros queríamos. Pero siempre me parece una experiencia interesante colocarse en lugares tan distantes, para mi siempre es como un universo a descubrir ¿Acá que puedo hacer yo? ¿Cómo puedo entrar? ¿Con qué cosas tengo que ser más maleable y con cuáles no? Y siempre trato de ponerme en el lugar en el que estoy. A un título tradicional no podes ir a querer cambiarle la cara absolutamente. Tenés que tratar de ver qué podes mover de lugar y que cosas está bueno que se conserven, cada título tiene su personalidad, pasa en todas las categorías eso en realidad.
¿Este año escribís en Cyranos y donde más?
Con Jimena Vázquez escribimos para Cyranos y para Los antiguos, los parodistas que van a dar la prueba, y después estoy escribiendo sola en la revista La compañía y ahora me sumé al equipo de Queso Magro.
Y en teatro que planes tenés
Vamos a seguir con La refinada estética este año y el que viene. Y si te digo que mi plan es no escribir ninguna obra para el 2019 yo sé que es mentira, porque ya en mi cabeza estoy craneando qué voy a hacer, pero no tengo nada definido, ningún proyecto acordado ni nada armado.
La refinada estética de los hijos de puta. Texto y dirección: Jimena Márquez. Elenco: Marisa Bentancur, Alberto Rivero, Jimena Vázquez, Pablo Colacce.
Funciones: Sábados 21:00, domingos 19:00. Teatro Victoria.
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