La imagen del programa de mano de Ama de casa es muy sugerente. Sobre una vieja fotografía del Parque Zarnegar de Kabul (Afganistán) se ha colocado la imagen de una mujer vestida a la moda occidental, aunque con un gorro oriental. El fotomontaje hace convivir dos mundos que poco parecen tener que ver, pero hay otro hecho interesante, el rostro de la mujer ha sido borrado. Si la intención es despersonalizar la intromisión occidental en Kabul o simplemente ocultar el rostro femenino de acuerdo a tradiciones orientales no lo sabemos, será cada espectador el que sacará sus conclusiones.
Desde el inicio esa imagen del programa nos coloca en situación para pensar un espectáculo que apuesta a la tensión dialéctica entre un occidente imperialista que a su vez es penetrado por las culturas que intenta someter. Y la propia peripecia de la obra, más allá de las intenciones del autor Tony Kushner, es atravesada por esa lógica que propone. Kushner escribió esta obra en 1998, pero se estrenó en Nueva York en diciembre del 2001, meses después del atentado contra las Torres Gemelas. Ese atentado que justamente dio pie a una ofensiva norteamericana en Afganistán.
La obra original, titulada Homebody/ Kabul, se divide en dos partes, pero la versión que dirige Gabriel Calderón y protagoniza Margarita Musto se ocupa solo de la primera parte, un monólogo en que una ama de casa británica, anestesiada entre su rutina y los antidepresivos, nos cuenta sobre algunas de sus obsesiones. Entre las rutinas y manías la protagonista de la obra nos cuenta sobre su interés por libros viejos, como una guía turística que narra las peripecias de esa ciudad capital ubicada entre el imperio persa y la India. Sobre los orígenes míticos de Kabul, y sobre los diversos imperios y culturas que han atravesado esa región del planeta recibimos noticias que se intercalan entre las directamente vinculadas a las rutinas de una mujer británica de clase media de fines del siglo XX. Y entre unas noticias y otras no faltan los inmigrantes afganos que como alucinaciones llevan sus particularidades culturales a las metrópolis occidentales. En ese “viaje” parece que algo se irá transformando en el interior de la protagonista.
Los sucesos históricos contemporáneos al estreno de la obra seguramente aportaron sentidos al espectáculo, modificaron la percepción de los espectadores. En Nueva York se llegó a acusar a Kushner de hacer propaganda para el régimen talibán. En la versión montevideana, como decíamos antes, la obra pierde la segunda parte, la que quizá es más explícita respecto al conflicto bélico entre civilizaciones, pero así gana en capacidad de sugerir. Si bien en el propio programa de mano Calderón da indicios de que su decisión pasa por privilegiar el trabajo con una sola actriz, para volver a lo esencial del hecho teatral, la elección también gana en potenciar la capacidad de que el protagonista como dador de sentido de la obra sea el espectador.
Como hecho teatral en sí, el espectáculo es un deleite. La actuación de Margarita Musto es depurada de cualquier acción superflua para concentrarse en los gestos y expresiones de una mujer que confiesa sus pasiones ocultas, algunos vicios menores, y una inquietud por conocer que logra trasladar a sus interlocutores en la platea. La actuación de Musto es soberbia, de esas actuaciones que invitan al teatro por sí mismas. Si a eso agregamos las múltiples lecturas que se disparan a partir de una propuesta teatral abierta no queda más que recomendar ir a ver Ama de casa. Quedan pocas funciones.
Ama de casa. Autor: Tony Kushner. Dirección: Gabriel Calderón. Actúa: Margarita Musto.
Funciones: miércoles 21:00. Sala Dos del Teatro Circular.
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