En la edición del 11 de julio, es decir dos semanas atrás, titulábamos la mirada de coyuntura intentando reflejar las incertidumbres y tensiones del momento: “Si no Biden, ¿quién? ¿Acaso Michelle o Kamala?”. En esas horas, arreciaba un temporal para derribar la candidatura de Joe Biden, quien al abrigo de la figura desafiante de Obama, había acumulado un capital político propio que le posibilitó ganar la presidencia primero y ahora haber ordenado nuevamente una fuerza capaz de repetir la victoria, cerrándole el paso a un intolerante como Donald Trump
Sin embargo, hay que admitir que este candidato ha sido un hueso difícil para los demócratas. Quizás, y así lo escribimos, una de las fortalezas de los trumpistas es la cohesión alcanzada en base a que no hay espacio para la disidencia ni la duda. A veces, muchas, quedaba la sensación que era una unidad que la producía el odio, la desconfianza inespecífica; pero muy efectiva a la hora de generar dudas, de instalar temores, recelos.
Un temporal de confianza
Casi todas las definiciones estratégicas de la campaña de Biden habían sido adoptadas en tiempo y meticulosamente. Pero había un elemento que hacía ruido, que incomodaba: la muy avanzada edad del candidato, de respetada trayectoria, íntegro, pero que algunas de sus mejores cualidades presentan un deterioro casi evidente que cuestionadas cruelmente, fueron instalando dudas, desconfianza. El derrumbe ocurrió en ocasión del debate presidencial Biden vs Trump.
La contundencia de lo que estaba a la vista llevó a que el propio Biden asintiera, “no soy joven, no debato tan bien, pero sé cómo hacer este trabajo”. La suerte estaba echada. Aún cuando Biden obtenía por respuesta a sus argumentos mentiras, que era evidente la superioridad del candidato demócrata, de la certeza argumental, la serenidad del estadista. Pero la acción devastadora de los trumpistas estaba haciendo efecto. Y Biden estaba falto de reflejos.
Este lunes amaneció con la confirmación de que Biden renunciaba a su aspiración reeleccionista, y él mismo sugería que su vice fuera el nombre que tomara la posta. Es cierto que condicionamientos legales para disponer de los fondos recaudados en la campaña financiera reforzaban esa posibilidad. Las normas suelen acotar la discrecionalidad de los administradores.
Todos detrás….
Kamala Harris, a medida que pasaron las horas, sumaba adhesiones y su nombre no despertaba resistencias. Ella supo manifestar su solidaridad con Biden, al mismo tiempo que dejaba espacio para poder ser parte de una solución. Entendió el juego de ese momento.
Desde el lunes se sumaron gestos y anuncios de apoyo de miembros de la Convención Nacional Demócrata. Trazó una línea, que podría resumirse como Trump quiere «llevar a nuestro país hacia atrás a una época anterior a que muchos de nuestros compatriotas estadounidenses tuvieran plenas libertades y derechos…Creemos en un futuro más brillante que dé cabida a todos los estadounidenses».
Sin verse en la necesidad u obligación de explicar poco o mucho la decisión de renunciar a la postulación, el lunes Biden hablaba “en condición de retirado” pero no alejado de la campaña. «El nombre ha cambiado en la parte superior del boleto (donde dice el nombre del candidato), pero la misión no ha cambiado en absoluto. Todavía tenemos que salvar esta democracia. Trump sigue siendo un peligro para la comunidad. Es un peligro para la nación».
Casi toda la prensa no partidista ha destacado la reacción anímica y el nuevo humor de la campaña. Una suerte de revitalización ahora encabezados por la exfiscal Harris, una polemista de temer. Los nombres destacados de su partido van anunciando su apoyo.
Ya el lunes por la noche, cuidando los equilibrios y con el estado de ánimo ya fortalecido, Harris tributaba su reconocimiento a Biden y sus años junto a Obama.
Los ejes del debate de esta etapa electoral cambian un poco, pero no demasiado, para los seguidores de Trump que la han tachado de “peligrosamente liberal”, a lo que Harris ha respondido con una firme defensa de las «libertades». Y un latiguillo que ha caído muy bien entre los antitrump: “fui fiscal, conozco a los tipos como él”. Recordó que por entonces enfrentó “depredadores que abusaron de mujeres, estafadores que timaron a los consumidores, tramposos que rompieron las reglas en beneficio propio”.
Existe una suerte de termómetro con el cual poder intuir la respuesta de la base: al cierre del lunes, inicio de campaña, la candidata logró recaudar fondos por 81 millones de dólares en menos de 24 horas.
Ahora, el día después es la Convención Demócrata del próximo 19 de agosto, donde ya se habla de una gran fiesta de nominación.
Recién empieza
Todas estas cuestiones van a reanimar la campaña de la primera fiscal general mujer negra de California, desde donde hizo su salto al Senado y a la vicepresidencia. Kamala al llegar a la vicepresidencia, destacó por su triple condición de mujer, negra y de ascendencia asiática. Nació en Oakland, de madre de India y padre de Jamaica, ambos académicos.
La siguiente labor, y rápida, debe ser unificar a la dirección y principales figuras de su partido. Si bien algunos interpretan que las movidas últimas de Obama, de guardar un prudente silencio, ayudaba a la candidata, lo cierto es que no se ha pronunciado hasta ahora. En esa condición, hay varias figuras destacadas que tienen una agenda similar a la de Harris, pero hasta ahora no se han pronunciado. Tampoco lo ha hecho Chuck Schumer líder de la mayoría del Senado.
Para la nominación se requiere el aval de 1.976 delegados de un total próximo a los 4 mil. Hay versiones que aseguran que hasta ayer los delegados que se manifestaron a favor suman ya 2668. Además de Biden, impulsor, Bill Clinton y Nancy Pelosi se pronunciaron a su favor. Los gobernadores de Michigan, California, Maryland, Kentucky e Illinois también adelantaron su apoyo. En el mismo sentido todos los congresistas, entre quienes destaca Alexandria Ocasio-Cortez.
Las proyecciones de opinión pública, antes de entrar en carrera, la daban en situación de paridad. Un punto de partida muy alto que ahora la vida misma pondrá a prueba.
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