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Kant cumple 300 años por Miguel Pastorino

Kant cumple 300 años por Miguel Pastorino
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Este 22 de abril de 2024, se cumplieron 300 años del nacimiento de Inmanuel Kant (1724-1804), uno de los filósofos más grandes de la historia occidental, cuya obra no deja de ser analizada y comentada, por su profundidad, su rigurosidad y su actualidad. A su vez, su obra afectó y sigue afectando a la mayoría de los ámbitos del saber filosófico: la Teoría del conocimiento, la Metafísica, la Ética, la Estética, la Antropología, la Filosofía de la Ciencia, la Filosofía del Derecho, la Filosofía Política, la Filosofía de la religión, la Filosofía de la Historia, etc. La intensidad y la amplitud de su pensamiento son motivo de estudio e investigación permanente en la filosofía contemporánea. Ocupa en la filosofía moderna el lugar que ocuparon Platón y Aristóteles en la antigua, porque está en el origen de las grandes cuestiones que ocuparán a gran parte de la filosofía que le siguió. Su pensamiento es la puerta de la filosofía moderna y contemporánea y es de los filósofos más estudiados. Escribir un breve texto divulgativo en su aniversario no es nada fácil, pero me limitaré a decir unas pocas cosas que inviten a leerlo directamente a él, o por lo menos a alguno de sus comentaristas.
El filósofo
Fue el primer gran filósofo que tuvo una enseñanza universitaria regular, con vocación universitaria. Tenía gran interés por la geografía, aunque nunca salió de su ciudad Könisberg, salvo a unos pocos kilómetros cuando trabajó como preceptor. Fue el cuarto de nueve hermanos (cuatro murieron siendo bebés), y su madre murió cuando él tenía doce años. Es un filósofo que pensó mucho y con gran rigor conceptual. En su Crítica a la razón pura, se puede leer en su apéndice final “Doctrina del método” -con un lenguaje más llano que el resto de la obra- las grandes preguntas de la filosofía, ¿qué se busca al filosofar? ¿qué puedo saber? ¿qué debo hacer? ¿Qué me es lícito esperar? Para responder a estas preguntas dedica gran parte de su obra. Las preguntas prácticas no son menos importantes que las teóricas.
Presta mucha atención al desarrollo de la física moderna y verá la caída del antiguo régimen en 1789. Su filosofía quiere ser una respuesta global a los nuevos problemas del ser humano en el siglo XVIII: ¿Cómo conciliar el escepticismo de Hume, la ciencia de Newton y la fe racionalista? ¿Qué podemos conocer y cómo? Los grandes anhelos y las grandes preguntas sobre la libertad, la conciencia humana y la religión, exigen nuevas respuestas.
A partir de 1740 ingresa en la Universidad de Könisberg donde estudia la física de Newton, matemáticas y filosofía. Luego de su doctorado presenta la tesis de habilitación: “Nueva explicación de los primeros principios del conocimiento metafísico”. Enseñó biología, geografía y pedagogía. En 1770 ocupa la cátedra de Lógica y Metafísica de la misma universidad.
Su obra más influyente, la «Crítica de la razón pura», propuso una teoría del conocimiento donde estableció las condiciones de posibilidad y limitaciones del entendimiento humano, destacando la importancia de las estructuras cognitivas a priori en la experiencia. Cuando la escribió en 1781, no se le prestó mucha atención. Pero cuando publicó su artículo “¿Qué quiere decir Ilustración?” en la Revista mensual berlinesa en 1784, se volvió una figura públicamente conocida, y en 1785 publicó la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres que también fue muy leído. Se considera a Kant el fundador de la moderna filosofía de la religión, ya que es a partir de Kant que en lugar de analizar la cuestión de Dios (Teología natural), es la religión como fenómeno humano lo que se vuelve objeto de estudio filosófico. El centro de interés deja de ser Dios y pasa a ser la religión, donde la tendencia será reducir la religión a moralidad. En 1793 publica “La religión dentro de los límites de la mera razón”, aunque acusado de tener opiniones contrarias a las Sagradas Escrituras, cambiará de tema rápidamente. En los últimos años de su vida a la filosofía política y a la filosofía de la historia.
Atrévete a saber
Es el representante por antonomasia de la Ilustración europea. Su célebre consigna “atrévete a saber” (sapere aude) se ha convertido en un bien común, animando a todos a hacer un uso público de la razón, a salir de la “minoría de edad”, de esa incapacidad de servirse del propio entendimiento. Es más cómodo “pagar” que “pensar”, obedecer que “tomar decisiones”. La Ilustración para Kant implicaba pasión por la argumentación, relativización del argumento de autoridad, confianza en la razón humana, emancipación de los prejuicios y de las supersticiones, y de toda tiranía política o religiosa.
Un nuevo comienzo
El pensamiento moderno estaba atrapado entre la impotencia escéptica del empirismo y las contradicciones del racionalismo, y es Kant quien encontrará una solución con un “giro copernicano” en la teoría del conocimiento, centrado en la conciencia al tiempo que recupera de la tradición clásica la colaboración activa en nuestro conocimiento entre el entendimiento y la sensibilidad. Retrotrajo todo a la subjetividad humana, buscando en la autoconciencia del sujeto personal la clave para responder a los problemas de la filosofía racionalista y empirista.
Aunque la tradición filosófica ha visto en Kant fundamentalmente un pensador crítico, y lo fue, él quería ser más bien un pensador ético, más todavía, un metafísico. La auténtica vocación de Kant fue poner en claro, de una vez para siempre, el estatuto interno de la metafísica (entendida como el conocimiento de lo que supera el ámbito de nuestra experiencia sensible). No fue un pensador metafísico en el sentido que le precedía (racionalista), sino un filósofo crítico cuya crítica a la metafísica no aspiraba a destruirla, sino ponerla a prueba, purificarla y fundarla de nuevo. “La crítica, el cercenamiento de las pretensiones de la razón teórica en el ámbito metafísico, abre el espacio a una nueva metafísica práctica fundada en la experiencia ética” (E. Colomer).
La filosofía de Kant es una filosofía de la finitud cognitiva vista desde dentro, desde la misma finitud. Su teoría del conocimiento es una antropología, una filosofía del hombre como sujeto que conoce y se conoce. Si podemos tenernos por seres libres, por lo tanto, responsables y éticos, es porque además del conocimiento de los fenómenos, tenemos acceso al autoconocimiento. La autonomía será así uno de los pilares de la antropología y la ética kantiana.

La ética de Kant
Para Kant el ser humano pertenece simultáneamente a dos mundos: el sensible y el inteligible, uno sometido a las leyes de una causalidad externa, las pasiones y el azar; y en segundo lugar es un ser racional y libre que se rige por una voluntad buena y capaz de imponerse a sí mismo máximas y principios morales universales. Así, una acción moral consistiría en aplicar las máximas creadas por la libertad y la racionalidad.
Su ética es racionalista, formal y sistemática. Es racionalista porque la construye desde la pura razón autónoma, y formal porque proporciona un criterio abstracto para juzgar la moral, no un contenido particular y concreto de normas. Se propone descubrir el fundamento interno y permanente de nuestros juicios, decisiones y acciones morales, mediante la identificación de la dimensión a priori (independiente de la experiencia) de la razón práctica.
Uno de los puntos culminantes de la ética kantiana es la voluntad de considerar a los demás como fines en sí mismos y no como medios, porque todo ser racional en un fin en sí mismo, tiene dignidad y no precio. El fundamento actual de los derechos humanos se sostiene en esta concepción kantiana de la dignidad inherente de la condición humana: por ser humanos tenemos dignidad, y no precio, no somos bienes, sino personas, fines en sí mismos. Una de las formulaciones del imperativo moral kantiano es: “Obra de tal modo que trates a la humanidad, en tu persona y en la de los demás, siempre y al mismo tiempo como un fin y nunca como meramente un medio”. El término “meramente” es fundamental para entender que es imposible no utilizar a los demás también como medios, porque la moralidad consiste en no utilizar a los otros como “meros” medios, sino como fines en sí, con respeto ante su dignidad, atendiendo a sus derechos como persona.

Filosofía del derecho
Kant distingue con mucha claridad entre derecho y moral. El derecho “es el conjunto de condiciones bajo las cuales el arbitrio de uno puede ser conciliado con el arbitrio de los otros, según una ley general de libertad” (Metafísica de las costumbres). Tiene un profundo y marcado influjo de Rousseau, tanto en moral como en política.
El estado de derecho se encuentra sólo en el seno de la sociedad civil, que comporta una mayor seguridad jurídica. En su escrito “Proyecto de paz perpetua” de 1795 plantea una teoría de un orden jurídico universal, donde propone una liga de pueblos, de modo que los problemas, que inevitablemente han de surgir, se resuelvan mediante el diálogo pacífico sin recurso a la coacción ni a las armas. Y para que la paz sea duradera es preciso que los Estados tengan una estructura republicana (aunque compatible con formas monárquicas). En el mismo escrito sostiene que debe mantenerse vigente para que haya paz una razonable hospitalidad, donde quien se encuentre en Estado ajeno pueda vivir pacíficamente, aceptando, como es obvio, una legislación que regule su presencia y no pretendiendo convertir su situación de huésped en la de conquistador.
Opinar no es lo mismo que saber
Hacia el final de la Crítica de la razón pura, Kant distingue entre opinión, creencia y saber. Una distinción necesaria en la actualidad, donde la diferencia entre convicciones, creencias y opiniones parece diluirse en toda clase de discursos. En el pensamiento de Kant cuando algo se considera verdadero, auténtico saber, es válido para todos los seres racionales, sin excepción y le llama convicción. Cuando el juicio se basa en las certezas subjetivas, se trata de estar persuadido, pero solo tiene validez privada. Y la opinión no tiene ningún tipo de certeza, ni subjetiva ni objetiva, porque carece de toda consistencia. Hoy sin embargo en muchos ámbitos la opinión suele ser puesta al mismo nivel que el saber. En un tsunami de contenidos de todo tipo y desde las más diversas fuentes, es cada vez más dificil para la mayoría distinguir si lo que escucha es una simple opinión sin fundamento, una creencia o un saber. Es cierto que muchas personas expertas en determinados conocimientos dicen: “En mi opinión”, “tengo la convicción de que”, y a veces lo hacen para aclarar que lo que dicen no es parte de un saber objetivo, por honestidad intelectual, o a veces por humildad dicen que es su opinión, lo que en realidad es fruto de su estudio e investigación. Todo esto confunde bastante la cuestión, en el uso que hacemos también de creer y opinar como sinónimos, cuando decimos “yo creo que” y en realidad estamos opinando. Porque la creencia presupone un grado de certeza superior a la opinión.
El legado de Kant
Su filosofía tuvo grandes y originales intuiciones. Abrió un nuevo horizonte para pensar el mundo, a los demás y a uno mismo, transformando para siempre la oposición entre realidad y apariencia. Su concepción del tiempo como una estructura que es condición necesaria de la percepción está en la base de autores contemporáneos. Situó al ser humano en el centro de la reflexión filosófica y como fundamento de todas las demás cuestiones, incluso de la religión. Para Kant la filosofía no es una actividad puramente teórica y académica, sino que transforma al hombre y a su época.

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