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La Franja de Gaza, estrangulada por Ruben Montedonico

La Franja de Gaza, estrangulada por Ruben Montedonico
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“… es un monstruo grande y pisa fuerte…”
El imperio expidió un cheque en blanco a Israel para arrasar con los palestinos de la Franja de Gaza: al tener una próxima elección presidencial en EE.UU. (2024), para los demócratas el cuidado del cabildeo y el voto de los judíos estadunidenses en su favor pasa -en primer lugar- por las decisiones de Casa Blanca y estas las toma Joseph Biden.

Se puede propagandear que la posición oficial ante ciertos hechos y decisiones de Israel propenden a la mesura, cordura, proporcionalidad, adecuado comportamiento y hasta evocar a la ONU junto con la teoría de dos Estados. La realidad es otra y nos dice que EE.UU., auspiciante del gobierno ultraderechista de los sionistas, dejó hacer a este lo que quisiera, aún aquello que está al margen de la legalidad internacional y se considera violatorio de los derechos humanos, aportándole apoyo político-diplomático y militar. Por ejemplo, desplazó a las costas de Gaza al portaaviones nuclear más moderno y grande de su flota, el USS Gerald R. Ford. Recordemos que desde 1948 hasta nuestros días, Israel es el mayor receptor en conjunto de la ayuda estadunidense.
El ataque de la rama armada de Hamás, sorpresivo, cruel sin atenuantes, salvaje, le ofreció la ocasión al gobierno del “premier” Benjamín Netanyahu -a punto de enfrentar una guerra civil- reafirmarse al frente del régimen, atraer el apoyo de parte de quienes lo impugnaban y pasar a un orden -quizá posterior- la intención de la reforma judicial ampliamente rechazada y cuya oposición estaba enfrentada con él.
El ataque del 7 de octubre revivificó al gobierno de Tel Aviv y lo impulsó a extremar el bloqueo sobre Gaza: ya no sólo se aplicará la conocida Doctrina Dahiya -desproporcionadamente agresiva- agravada buscando indiscriminadamente a civiles o militares de un movimiento. Los ultraconservadores de Tel Aviv, por boca del propio Bibi, tratarán de aplicar acciones que supongan el arrasamiento del territorio palestino para que no vuelvan a asentarse en la Franja.
El episodio último en el Consejo de Seguridad de la ONU no deja lugar a dudas en cuanto a la soberbia israelí dispuesta a hacer oídos sordos a la comunidad internacional que, además de demandar la liberación de los rehenes en poder de Hamás (lo que aparenta haber resultado en freno al asalto por el ejército sionista) critica un buen número de países el bloqueo de medicinas, agua, electricidad, alimentos y combustibles a los más de dos millones de habitantes de Gaza.

El secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, en su informe a los integrantes del Consejo de Seguridad condenó los ataques de Hamás, los mil 400 muertos que ocasionó y pidió la liberación de los más de doscientos rehenes en poder de los atacantes. Agregó, al final, que estas acciones “no ocurrieron de la nada”.
En la reunión, el delegado israelí demandó airadamente la inmediata rectificación del informe (lo que no ocurrió) o la renuncia de Guterres. Su gobierno, convalidó lo actuado, declaró a Guterres “persona no grata”, exigió su renuncia y anunció que no extendería visas a funcionarios de ONU.
El delegado de Tel Aviv acabó preguntando en qué mundo vive Guterres. Una contestación le llegó de Pedro Tadeu, analista lisboeta,: “¿Es un mundo en el que es legítimo y común bombardear hospitales, hogares y escuelas? ¿Es un mundo donde el salvajismo no se combate con la civilización, sino con un salvajismo aún mayor“.
Similar resolución (en el caso, no vinculante) contó el sábado 28 con decidido apoyo mayoritario de la Asamblea General y con el rechazo despectivo de Tel Aviv: según informa la BBC, el embajador israelí ante el organismo internacional, Gilad Erdan, dijo que a la ONU no le queda ya «ni una pizca de legitimidad o relevancia» y ratificó la intención de su gobierno de continuar con la operación en Gaza.
“Impedir que los palestinos en Gaza se muevan libremente dentro de su tierra natal obstaculiza la vida y subraya la cruel realidad del “apartheid” y la persecución de millones de palestinos”, según estima Human Rights Watch.
Con anterioridad a la actual situación, unos 500 camiones entraban a Gaza diariamente, de los cuales 45 portaban exclusivamente combustible. Los veinte camiones diarios de ONU (el último domingo de octubre fueron diez) que Israel permitió que ingresaran desde Egipto, por Rafah, a Gaza -siempre que después de exhaustivos exámenes se comprobara que no llevaban combustibles- no ofrecen más que un apoyo a cuentagotas de las reales necesidades del pueblo.
La entrega de la cuarta parte el agua y la prohibición sobre combustibles hace más irreal la ayuda: si el apoyo a los gazatíes es de lentejas u otros granos, arroz, harina para pan o productos amasables, no tendrán qué echarle ni con qué cocerlos.

Y, además, los bombazos, las acciones de artillería y las amenazas de incursiones de grupos terrestres. Mientras, los “colonos” aprovechan la situación para despojar de casas (a los que les queda alguna) y tierras a los palestinos; se informa desde la Franja que han asesinado a 7 mil habitantes (unos 3 mil eran menores entre recién nacidos y los 16 años); los hospitales, desbordados, levantaron tiendas para llevar pacientes; en octubre 12 hospitales y 46 clínicas, de primera atención, debieron cerrar, 14 equipos médicos internacionales han sido impedidos de acceder.
De un promedio de 13 mil diálisis mensuales se bajó a sólo atender mil personas, entre ellas 30 niños que en lugar de recibir tratamientos durante cuatro horas estos se redujeron a dos horas y media.
Más de 625 mil nuevos migrantes internos (de un total de un millón y medio o más) se alojan en 150 sitios improvisados.
En las semanas siguientes al 7 de octubre, la OMS dio testimonio de 72 ataques a los servicios de salud y profesionales en servicios que ocasionaron 16 muertes y 30 heridos de profesionales médicos y auxiliares en actos de servicio. Los ataques de la aviación israelí, sus bombardeos, destruyeron alrededor del 40% de viviendas económicas destruidas.
Tel Aviv prohíbe lo relativo a estos datos.

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