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La nueva derecha en Argentina mirada de otros modos por Eduardo Gudynas

La nueva derecha en Argentina mirada de otros modos  por Eduardo Gudynas
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Se han sucedido múltiples reacciones frente al triunfo de Javier Milei en las elecciones en Argentina. En varias de ellas predominan abordajes enfocados en el individuo, en el personaje político, como si actuara en solitario, o se lo compara con Jair Bolsonaro para confirmar una avalancha de una nueva derecha. Al contrario de esos abordajes, tal vez apresurados, se pueden compartir unas reflexiones que hurguen en otros aspectos.

La consideración de Milei como persona, como actor político, es importante, pero no es suficiente, ya que se estarían dejando de lado los contextos y antecedentes. Por un lado, Milei en sí es importante, pero también lo son, y tal vez más, quienes están por detrás, los agrupamientos sociales que lo sostuvieron como su vocero y ejecutor. Por otro lado, es indispensable analizar los procesos políticos que permitieron que esto sucediera; Milei no cayó del cielo, sino que resulta de una deriva política, en la cual el progresismo está involucrado.

Más allá del personaje

No pasa desapercibido que distintos agrupamientos ultraconservadores argentinos, sea desde la política o el empresariado, decidieron lanzarse a la arena electoral con un candidato que defienden como propio, Milei. Esos grupos siempre han estado presentes en Argentina, como en Uruguay, aunque antes operaban apoyando partidos conservadores, pero menos radicalizados (como el PRO, Propuesta Republicana, liderado por Mauricio Macri, un empresario). Posiblemente lo hacían porque entendían que sus discursos ultraconservadores serían rechazados y estigmatizados por amplios sectores ciudadanos, y porque les resultaba más ventajoso operar discretamente por esos intermediarios partidarios.

Esos grupos cambiaron su postura, asumiendo que era el momento de expresarse directamente con su propio programa y candidato. Ese es el rol de La Libertad Avanza, un partido creado recientemente y liderado por Milei. De todos modos, sigue siendo una minoría en el legislativo; por ejemplo, logró 7 senadores mientras el peronismo-kirchnerismo cuenta con 33 y la coalición del PRO y sus aliados suman 24.

Es posible que asumieran directamente esa disputa electoral al considerar insuficiente el programa conservador convencional al estilo Macri, ambicionando un giro aún más radical hacia la derecha. También podría ser que evaluaron que ahora sí disponían de condiciones sociales y culturales que les permitía actuar en público, dejando atrás el secretismo, las insinuaciones e incluso la vergüenza.

Puede apuntarse que el eje que divide entre la izquierda y derecha política se desplazó en Argentina. La izquierda tradicional se encogió, y el que fuera una de las grandes derrotadas en todo este proceso electoral muestra que buena parte de la población no encontró que le brindara opciones de cambio creíbles. Al mismo tiempo, el campo a la derecha se amplió enormemente, no sólo por la presencia del PRO y otros grupos, sino porque el kirchnerismo realmente gobernante continúo alejándose de un programa de izquierda, y al mismo tiempo fue cada vez menos progresista.

Semejanzas y diferencias en el vecindario

La insistencia en comparar a Milei con el brasileño Jair Bolsonaro también merece ser evaluada más detenidamente. En realidad, son dos actores políticos muy distintos. Milei es un recién llegado a la política partidaria, con escasísima experiencia, y es disputado desde apenas 2021. Entretanto, Bolsonaro fue diputado por más de dos décadas (1991 a 2018), su candidatura no puede ser considerada sin recordar que en el congreso la oposición impuso la destitución a la presidenta Dilma Rousseff (del Partido de los Trabajadores) en 2016, mientras que nada similar ocurrió en Argentina, ya que el gobierno de A. Fernández siguió funcionando. Milei emerge en una crisis económica brutal, arrastrada desde hace años, con inflación desatada, endeudamiento externo, pérdida de reservas, y duras consecuencias sociales. Nada de esto es comparable al contexto económico de 2018, en el cual operó el candidato Bolsonaro. Los conglomerados de apoyo también son disímiles, donde no debe dejarse de advertir la adhesión de militares y evangélicos a Bolsonaro, muy distinto a lo que se encuentra en Argentina. Se podrían señalar otras diferencias. Por ello, si bien es cierto que ambos personajes, Bolsonaro y Milei, tienen discursos de extrema derecha, responden a contextos y procesos muy distintos; insistir en que serían lo mismo en realidad dice más de la manía brasileñocéntrica en muchos analistas.

Observar las situaciones en otros países vecinos brinda aportes útiles para mejorar un análisis de coyuntura. En ese sentido debe mirarse a Ecuador, donde también se vive una muy dura crisis económica y social, teñida por una creciente violencia, que llevó a elecciones anticipadas. En éstas, como en Argentina, el progresismo perdió en el ballotage y triunfó el candidato de la derecha, que no sólo es ultraconservador sino que además proviene directamente del sector corporativo (es Daniel Noboa, hijo de un multimillonario). También debe observarse a Perú, donde los partidos políticos más conocidos se han desvanecido, se repiten las crisis políticas, se agravan los impactos sociales y económicos, y el experimento de Pedro Castillo, que se autopresentaba como progresista, se derrumbó, dándole paso a una derecha política inmersa en represión y corrupción. En esos y otros y los discursos y acciones reaccionarias de ventilan en público.

La cuestión pendiente

Estas consideraciones llevan a otra cuestión que no puede esquivarse: tanto una derecha convencional (el caso de Lacalle Pou en Uruguay), como las nuevas, más reaccionarias, germinaron y eclosionaron a continuación de gobiernos progresistas. Aunque muchos análisis esquivan esa cuestión, es necesario sopesar las condiciones sociales y políticas por las cuales los progresismos no avanzaron hacia la izquierda, no se fortalecieron, y por el contrario producen reacciones ciudadanas por las cuales unos actores de derecha salen de las penumbras e incluso cosechan los votos necesarios para alcanzar una presidencia. Desde el punto de vista de una renovación de la izquierda, el análisis de esta cuestión es urgentísimo.

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