Una de las cosas más llamativas de El alcalde de Zalamea, la obra de Pedro Calderón de la Barca, es cómo, mirada en perspectiva, deja entrever el origen político de algunas ideas morales y éticas. Como se recuerda, en la obra de Calderón un integrante de la nobleza secuestra y viola a la hija del justo pero sin alcurnia Pedro Crespo. Este último intenta “salvar su honor” casando a su hija con el violador, quien se resiste por ser esta una villana. Nobles y villanos representan aquí categorías sociales, políticas, (las mujeres ni eso) pero si analizáramos el comportamiento de estos personajes desde nuestra época no dudaríamos en decir que el villano en realidad es el “noble” y que quien se comporta de forma noble es quien en la obra es despreciado por ser un “villano”. Las mismas palabras han cambiado notablemente su significado inicial. Nietzsche fue particularmente radical al proponer que las palabras son interpretaciones de la realidad impuestas por una determinada clase social, y el método de comparar cómo las palabras cambian de significado cuando cambia el contexto social, el sistema de valores, fue retomado en algunas de sus investigaciones por Michel Foucault, quien “excava” en la historia para descubrir esos momentos en que algunas palabras y conceptos cambien de sentido. Todo lo anterior parece ser central en la obra Círculos/Ficciones, de Jöel Pommerat, que la Comedia Nacional estrenara el pasado fin de semana en Sala Verdi.
Círculos/Ficciones reúne un puñado de personajes enfrentados a algún dilema en el transcurso de varios siglos: edad media, principios del siglo XX, comienzos de la Gran Guerra, o ya entrados los siglos XX y XXI. En las diversas escenas que se van intercalando iremos descubriendo cómo conceptos como “libertad”, “trabajo”, “éxito” y hasta “tiempo” se modifican radicalmente. Atormentado por intuir una degradación moral impulsada por el dinero, el caballero medieval parece jugar un rol clave en el espectáculo sobre el que contrastar personajes contemporáneos que viven inmersos en una carrera en que el vender el propio tiempo de vida es una necesidad de la que no se puede escapar. En el polo opuesto al caballero aparece el presentador, encarnado por Roxana Blanco, quizá el personaje más exótico, el que se sale de la discreción con que son presentados el resto de los personajes. El presentador parece una suerte de demiurgo contemporáneo, impulsando y alentando un orden en el que el trabajar es ser un comerciante de uno mismo, es entregar el tiempo de vida a cambio de mantener un orden alienante.
Es sugestiva la historia en que hay una reformulación de Macbeth, reformulación en que la degradación moral es particularmente relevante. Pero más interesante para entender las claves de la obra que nos interesan señalar aquí parecen ser las escenas ubicadas entre principios del siglo XX y los comienzos de la primera guerra mundial. Es en esos momentos en donde queda clara la aparición de ideas como “libertad individual”, ideas que dirigidas desde sectores acomodados a personas sin trabajo suena más bien a un “arréglense como puedan”. La libertad del que solo tiene su tiempo, su fuerza de trabajo para vender se torna insoportable cuando no se encuentra a quien venderla. Y nos es que en este nuevo orden las cosas ya no tengan sentido, es que el único sentido es insertarse en ese orden social en que el éxito individual es el único norte, en donde se es un medio de cambio más equiparable a las cosas que intercambiamos por nuestro tiempo de vida, en donde no encontrar a quien vender el propio tiempo de vida tiene sentido para sostener al sistema. Finalmente la obra parece ser una elaboración de aquel desencantamiento del mundo que Max Weber visualizaba en las sociedades burguesas burocráticas de comienzos del siglo XX.
Lucía Sommer apostó a una versión abstracta, en donde el círculo del título aparece en el escenario y en donde el elenco pondrá a circular algunos conceptos que irán modificando su significado. Varios pasajes musicales de Juanita Fernández subrayan el carácter “abstracto” de la puesta, de la misma forma que vestuario y diseño de luces, en que se decidió a la obscuridad, parecieron apostar a que el espectador construyera sentido sin mayores referencias temporales. Solo el presentador de Blanco se excedió de una lógica medida y sombría de las actuaciones.
Círculos/ Ficciones es una obra que nos deja rumiando ideas, con ganas de volver a verla, de leer el texto, de interpretarla mucho más como una reflexión pesimista de nuestro tiempo que como entretenimiento. Y por eso mismo hay que verla.
Círculos Ficciones. Autor: Jöel Pommerat. Dirección: Lucía Sommer. Elenco: Isabel Legarra, Claudia Rossi, Natalia Chiarelli, Roxana Blanco, Lucio Hernández, Luis Martínez, Fernando Dianesi, Pablo Varrailhón.
Funciones: viernes y sábados 21:00, domingos 17:00. Sala Verdi
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