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Las redes sociales protagonizan un tenso thriller Por Martín Imer

Las redes sociales protagonizan un tenso thriller Por Martín Imer
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DESCONECTADA (Missing, 2023, EE.UU) Guion y dirección: Will Merrick, Nick Johnson. Historia de Sev Ohanian y Aneesh Chaganty. Fotografía: Steven Holleran. Montaje: Austin Keeling, Arielle Zakowski. Música: Julian Scherle. Con Storm Reid, Joaquim de Almeida, Ken Leung, Amy Landecker, Nia Long. CALIFICACIÓN: BUENA
En 2018 el productor Timur Bekmembetov, famoso por su trabajo como director de cintas como “Guardianes de la noche” y Se busca, presentó en cines de todo el mundo Buscando…, película que representaba el debut de su escritor y director, Aneesh Chaganty. La trama podía resultar bastante convencional (un padre buscando a su hija desaparecida, indagando en sus secretos y descubriendo que su hija no era quien él creía) pero lo que importaba aquí era la forma: la puesta en escena adquiría el punto de vista de los aparatos electrónicos del padre, mostrando en pantalla sus búsquedas online, los videos en donde veía las diversas revelaciones, las páginas web que mostraban los avances del caso y las llamadas que recibía en su celular. El truco visual era rendidor, aunque no del todo original, ya que el propio productor ya había estrenado una apuesta similar en el pasado, Eliminar amigo, que se desarrollaba en su totalidad en una llamada de Skype que era invadida por un fantasma vengativo.
Bekmembetov continúa con lo que podría llamarse su monopolio de películas virtuales con Desconectada, suerte de continuación de Buscando… que toma la misma idea y la misma forma: en esta oportunidad se nos presenta a June, una adolescente con un gran manejo de redes sociales que organiza su primera semana totalmente sola: luego de muchos años de viudez, su madre conoció a un nuevo amor y se va de viaje con él a Colombia. La semana avanza como la chica desea, junto a sus amistades y un montón de alcohol, y cuando va al aeropuerto a esperar a su madre… la mujer y su pareja nunca aparecen. Luego de presentar una denuncia a la policía, y a la espera de novedades, June empieza a desesperarse y emprende por su cuenta una investigación a través de las redes sociales, lo que termina revelando que existen más secretos en la desaparecida de los que su hija podría imaginar…
Pasando la antorcha a la dupla de debutantes Will Merrick y Nick Johnson, editores del primer film, Chaganty (quien solo se encargó de la historia original) diseña un laberinto que los nuevos realizadores manejan con buen pulso y habilidad. Desde los primeros compases Desconectada plantea un ritmo ágil y que se apoya en todas las herramientas que las redes sociales pueden ofrecer, desde Snapchat e Instagram, para mostrar las fiestas de la chica, hasta su planificador virtual para reflejar el paso del tiempo y la cámara de su computadora para captarla a ella. La pantalla grande vuelve a disfrazarse de monitor de PC y el juego se hace más veloz por el manejo natural de los elementos electrónicos por parte de la chica, lo que otorga a la cinta un mayor grado de realismo inicial (que no habían logrado los anteriores experimentos del productor, si pensamos en Eliminar amigo y las constantes explicaciones que tenía que dar – para el público adulto – sobre el funcionamiento de los códigos adolescentes, a pesar de que todos eran adolescentes y ninguno los necesitaba) y también una advertencia para el espectador mayor: si usted suele perderse entre las aplicaciones de su celular, mejor ni se acerque a la sala.
Los directores también construyen una sólida tensión que va en constante aumento, lo que resulta aún más valioso si consideramos que muchas de las estrategias visuales y sonoras del género quedan invalidadas por el punto de vista objetivo de las cámaras del celular. Hay ingenio en muchas soluciones visuales, aunque se recurra a diversas trampas a lo largo del camino (como cambiar de computadora para revelar un peligro inminente) y los actores logran ser muy convincentes a lo largo de la cinta, aunque el guion termina incurriendo en el mismo defecto de la anterior: siguiendo una obsesión con la idea de ofrecer giros más sorprendentes que los anteriores, el tercer acto se convierte en un festival de sorpresas que abandonan radicalmente la verosimilitud que podía sostener el relato hasta ese momento, apostando por una resolución que se disfruta más cuando no se piensa demasiado en los detalles. No quita, igual, el valor de entretenimiento que posee la película, pero sí puede alejar a los espectadores que esperen una conclusión más cercana al realismo que habían visto anteriormente.
De todas formas, la mejor lectura que se puede hacer tanto de Desconectada como de los anteriores productos del productor ruso es la que surge gracias a la película y no a partir de ella: el enorme grado de exposición que tenemos en las redes sociales, queramos o no, y lo profundamente arraigadas que están a nuestra vida cotidiana. Más allá de los giros y el suspenso que se pueda generar, el impacto está en advertir que todo lo que se ve en la cinta es parte de nuestra rutina, de nuestras formas de vivir, de viajar y de festejar, y así como podemos elegir qué compartir, no somos tan conscientes del rastro digital que dejamos y la vulnerabilidad de nuestros aparatos, los cuales nos pueden dejar expuestos a la vigilancia o a cosas peores.

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