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Lecturas del Progreso en Casa de Filosofía

Lecturas del Progreso en Casa de Filosofía
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 “hacer filosofía como algo que se vincula directamente a la vida” (Fernando García)

 En los primeros días de Abril de este año una noticia extraña llegó a los medios masivos, era allanado un lugar llamado: “Casa de Filosofía”. Ningún integrante de la Casa fue procesado, y ninguna actividad ilegal fue comprobada, pero sí hubo un secuestro de parte importante del trabajo que se realizaba en la Casa, un trabajo de producción de pensamiento crítico que ha impulsado: “coloquios internacionales, talleres de investigación, exposiciones de arte, seminarios de filosofía, ciclos de cine, cursos y conferencias” como comunicaban luego del allanamiento”. El secuestro de ese material, y el abuso de la policía, ha generado una denuncia judicial, pero mientras tanto la Casa sigue con sus actividades, entre las que se encuentra la presentación del libro “Lecturas del Progreso”. La presentación es mañana, viernes 9 de Junio, a partir de las 19:00 en La Paz 1623, y hasta allí fue Voces para conversar con Fernando García, Damián Baccino, Marcelo Píriz y Rodrigo Carballal sobre el libro, la Casa, y el proyecto colectivo que vienen desarrollando desde hace cuatro años.

 Frente a los mitos que originan el mundo en un Paraíso del que el hombre fue expulsado, en una Edad de oro ya irrecuperable, la modernidad opone una mitología con signo opuesto. La Edad de oro está al final del camino, un camino fatalmente determinado por el surco del progreso. Con esa mitología del progreso es que discuten los artículos recopilados en Lecturas del Progreso, el nuevo libro editado por Maderamen, la Editorial de Casa de Filosofía. Como afirma Fernando García en el prólogo: “La idea de Progreso debe admitir su dialéctica inherente, proponer su discusión y desmitificación en épocas de productibilidad y desarrollismo es la tarea incierta de este libro”. Pero la discusión con la idea de Progreso es anterior, y contiene, tanto al libro como al propio lugar en que se editó y será presentado. En noviembre de 2012, en el Arboreto Lussich de Maldonado, se desarrolló la Jornada de pensamiento y debate “Lecturas del progreso”. La jornada se desarrolló en el marco de las actividades de extensión de la Facultad de Humanidades de la UDELAR y propició un encuentro en el que participaron también futuros integrantes del proyecto colectivo Casa de Filosofía. Hay un proyecto que trasciende esos hechos puntuales, un libro, un espacio, una jornada, pero que cristaliza parcialmente en cada uno de ellos, un proyecto que se propone: “trabajar desde la filosofía pero con temas que tengan que ver con lo político en un sentido fundamental, para salir de un ambiente puramente teórico y sin arraigo dentro de los problemas de la cultura y de la sociedad contemporánea” según nos cuenta Fernando García.

 El primer libro editado por Maderamen fue Contragobernar, de Ricardo Viscardi, quien habla de una propuesta de investigación filosófica que intervenga, que salga de la dinámica endogámica de la práctica de la filosofía académica en Uruguay, pero sin la prepotencia de una Razón que sea una guía para la acción. Eso se vincula también con Lecturas del progreso.

F.G.: Yo creo que tiene que ver fundamentalmente con la filosofía en su sentido primario, en cómo fue utilizada por los griegos, en donde la filosofía tenía un aspecto teórico pero evidentemente también uno práctico. En ese sentido la reflexión teórica y la práctica cotidiana implicaban una relación dialéctica. Lo que ocurre en la modernidad, y ya lo plantea Kant cuando dice “ya no hay filósofos” (en el siglo XVIII), es que la filosofía, desde el nacimiento de las universidades, se torna una tarea puramente escolástica y deja de lado los aspectos vitales que tienen que ver con la relación racional, en el sentido griego, con el mundo. Creo que ese es el aspecto que la filosofía actual o académica deja de lado, y que es en parte lo que intentamos retomar, o recobrar, el hacer filosofía como algo que se vincula directamente a la vida y no solamente como un estudio de una disciplina. Que además provoca que el filósofo “profesional” se vea involucrado en un sistema de producción de conocimiento que en su práctica le borra todo horizonte crítico. Publicar muchas veces está más involucrado a una tarea de desarrollo curricular, a la construcción de una carrera institucional, que a una creación propiamente crítica.

¿Cómo se ha ido desarrollando el proyecto Casa de Filosofía?

F.G.: Evidentemente nos pone en una labor que implica un doble esfuerzo, porque trabajar de manera autónoma e independiente supone que justamente las formas de la supervivencia se ponen como un medio para el trabajo crítico, no se conjugan como puede ser en el trabajo puramente universitario. Algunos tenemos la posibilidad de vivir también del trabajo con la filosofía, otros de los compañeros que comenzaron el proyecto han seguido sus estudios en Francia y en este momento están allá. Y si bien comenzó siendo un trabajo puramente vinculado a egresados o estudiantes de filosofía Casa de Filosofía también es un lugar donde se producen otras actividades y otras obras que no necesariamente pueden ser definidas dentro del esquema de las formas de la filosofía tradicional. Hoy en día, por la propia diversidad de las formas de producción, podemos encontrar campos para la reflexión filosófica en muchas disciplinas y a veces mucho más potentes y más ricas que la propia producción académica, que es casi industrial.

R.C.: En cuanto a la producción acá manejamos otros tiempos, no estamos tan apurados, no somos tan productivistas, y las formas de producción no tienen que ver siempre con el libro como forma más conocida de exteriorización filosófica, muchas veces se puede plasmar en una obra plástica, o un poema.

Ruben Tani, junto a Octavio Nadal, plantea en La persistencia de la memoria que la película Artigas-La redota (de César Charlone) es un ensayo de interpretación histórica, y discute con la idea de que solo el libro sea soporte de la reflexión filosófica o histórica.

F.G.: Y también tiene que ver con una labor total del trabajo, esa autonomía pasa también por salir de los canales comunes de la división del trabajo, digámoslo así. En el caso de este libro nosotros nos encargamos prácticamente de la totalidad de la construcción. Trabajamos en la compaginación, en el diseño de tapa, en el arte, elegimos el papel, tratamos de inmiscuirnos en todos los pasos del trabajo de hacer un libro. Y eso también es un ejemplo de como trabajamos, de que esa autonomía corra en todas las áreas posibles para así tener total decisión sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos. No solo en el caso de libros, este lugar también es un lugar de producción cinematográfica, fotográfica, de investigación en el campo de la literatura. Pero lo que queremos señalar en el modo de como trabajamos es que esa autonomía nos brinda el poder de decisión sobre los procesos. Y no nos condicionamos a un tribunal que decida qué tipo de conocimientos circulan, qué tipo de obras circulan en la sociedad. No necesariamente todas las obras que hacemos son políticas, pero sí queremos, como decía Godard en los sesenta, que todas sean hechas políticamente. Es una lucha en el campo de la producción de conocimiento.

Además de ser generadora de producciones la Casa también es un espacio abierto a la generación de debate con otros colectivos. Ha sido sede de actividades como el Globale, y encuentros de otras disciplinas.

F.G.: Fue parte inicial del proyecto el brindar el espacio para que otros colectivos pudieran desarrollarse también. Se ha aportado a otras luchas en las que no participamos directamente, una de las mayores discusiones sobre el feminismo de la actualidad creo que pasa por este espacio también.

M.P.: El año pasado con gente de Bellas Artes organizamos lo que llamamos Recontra Bienal de Arte de Montevideo, que fue como un rechazo a la Bienal que se hizo en el Palacio Legislativo. Y fue un éxito total, después se hizo en otros lados pero las reuniones las hacíamos acá, surgió desde acá. Y teníamos debates muy interesantes sobre arte y sociedad y política.

D.B.: La casa en sí misma, más allá de que los miembros de la casa participemos en algunas actividades que se generan acá adentro o no, funciona como una semilla crítica de cualquier tipo de actividad que haga. Cualquier cosa que pasa por Casa de Filosofía se transforma, se difiere, en un punto de vista crítico, y eso creo que es un valor muy noble, el de la crítica, va por ahí.

De alguna manera esa semilla crítica ha sido detectada desde afuera, por otros agentes, y tiene que ver con el allanamiento.

F.G.: Creo que en general las humanidades han sido vigiladas y atacadas desde el poder político y desde otros agentes a veces hasta más oscuros. No nos podemos olvidar de lo que ocurrió con el GIAF (Grupo de Investigación en Arqueología Forense, vinculado a la investigación de desaparecidos durante la dictadura, fue saqueado el año pasado, y direcciones de antropólogos que trabajan allí fueron señaladas en un mapa). Ocurre justamente que en la contradicción propia de las políticas de seguridad la inteligencia policial se ocupa menos de esas cosas, que son realmente graves, que de colectivos que hacen un trabajo desinteresado y crítico. Creo que forma parte de una serie de acciones que denotan una paranoia respecto a supuestos grupos con supuestos intereses subversivos que hacen generar cierta curiosidad en las autoridades. De repente por el simple hecho de que no entienden de qué se trata el trabajo de las humanidades o no entienden como se construyen otras colectividades, otros pensamientos, otras formas de concebir la vida y la sociedad. Y porque justamente el trabajo crítico de las humanidades a veces corre en contra de la funcionalidad del pensamiento que circula en la sociedad. Me parece que podemos ver algunos aspectos claros de lo que estoy diciendo en el discurso denigrante que tuvo el ex presidente Mujica para con las humanidades, que desde ese supuesto fundamento pragmático, mecánico y mercantilista de la sociedad las ve como algo inútil. En realidad esa visión de la utilidad o inutilidad de las humanidades no tiene nada de inocente. Evidentemente a un poder político que intenta someter a la sociedad a cierto tipo de productividad económica olvidar la historia, olvidar la concepción del ser humano, olvidar el discurso crítico, olvidar el lenguaje, es algo que le conviene, se transforma en algo funcional a la explotación actual del capitalismo.

¿Qué se llevaron en el allanamiento?

R.C.: Muchas cosas, máquinas donde hay información y está nuestro trabajo, en diferentes áreas, no solo filosofía. Secuestraron una película entre esos discos duros. Se llevaron cosas de los trabajos particulares nuestros, algunos vinculados a la práctica docente en secundaria. Algunas obras plásticas, que están secuestradas todavía (risas), porque las computadoras volvieron, los discos duros también, pero junto a esas obras plásticas algunas cámaras fotográficas viejas no aparecieron. Pero bueno, querían saber qué hacíamos y ahora están enterados.

¿Cuál fue la fundamentación por la que se ordenó el allanamiento? Porque se vinculó a la Casa con La solidaria, pero se llevaron cosas que no justificaban el allanamiento.

F.G.: Eso en el momento del allanamiento no lo sabíamos, en realidad lo que se llevaron fue consecuencia de un abuso total de poder de la policía, lo cual ya está en manos de la justicia porque nosotros hicimos una denuncia judicial en contra de la policía.

Aparecen en el libro Ricardo Viscardi y Alma Bolón, son figuras que han alentado bastante este proyecto y que siguen vinculados a la Academia.

 R.C.: Nuestra experiencia en la Facultad de Humanidades es que hay una minoría del Instituto de Filosofía o de otras áreas que pueden ser algo así como nuestros maestros, personas que nos influenciaron mucho, de distintas corrientes. Ricardo Viscardi participa en muchos proyectos con nosotros, pero vos recién nombrabas a Rubén Tani, que con otra forma de hacer filosofía también nos influenció, también Alción Cheroni, desde otra perspectiva. Con Ricardo tenemos lazos más fuertes, es el canal que más nos mantiene vinculados.

F.G.: Nosotros no trabajamos de un modo antiacadémico, lo que sí concebimos siempre, desde que éramos estudiantes, a la filosofía como una actividad política. En nuestra carrera nos topamos con una hegemonía de un tipo de hacer filosofía que se pretendía apolítica. Y una filosofía que se dice apolítica también es política. La hegemonía de la filosofía académica en Uruguay tiene que ver con el pensamiento norteamericano, analítico y pragmático, a lo que se le denomina a veces una neoescolástica. Evidentemente la filosofía racionalista analítica en sus orígenes tuvo un sentido, una lucha contra cierto tipo de discurso metafísico, luego en EE.UU. gira hacia una forma de filosofía que termina siendo absolutamente funcional al sistema. Y si uno estudia la historia sobre como llega la filosofía analítica al Uruguay se da cuenta de que hay un vínculo con las estrategias discursivas de las políticas internacionales de los EE.UU. sobre Latinoamérica. Por eso nunca conciliamos con ello y cuando veíamos que no era el camino que pretendíamos hacer en la filosofía surgió la necesidad de construir nuestro propio espacio, para desde ahí poder pensar y construir el discurso que nos parece más filosófico, y también para salir de las reglas del discurso. Porque las propias reglas del discurso que obligan a la publicación dentro de las revistas académicas implican una cierta sintaxis, un supuesto ascetismo gramatical, que en realidad también son formas de la retórica.

Que formatea tu propia práctica reflexiva

 F.G.: Le da una forma al pensamiento, y te obliga a ajustarte a esas formas, y justamente es algo que atenta contra la incondicionalidad que debe tener la crítica, en ese sentido hemos logrado constituir un espacio desde el cual podemos trabajar bajo nuestras propias reglas.

Hace tiempo que se vienen generando contradiscursos en nuestro país, desde quienes luchan por la tierra hasta los movimientos por la reivindicación de las minorías sexuales. Hay numerosos colectivos que están erosionando el discurso hegemónico y ya no es tan fácil cooptarlos.

F.G.: Yo creo que para una sociedad es muy saludable que exista el pensamiento del afuera, para hablar con Foucault, creo que es prioritario para la salud de una sociedad o para la cohesión propia de la sociedad que los discursos que circulan sean diversos y sean críticos. Creo que eso también hace a la construcción democrática de la sociedad. El problema es qué es la democracia, no entenderla desde una univocidad, sino que justamente la dinámica propia de la democracia en tanto ideal regulativo, no como algo concreto, depende de la posibilidad de que los discursos, y por lo tanto las formas del poder, los saberes que lo implican, se confronten de manera fluida. El problema es cuando no hay fluidez de esos discursos, cuando hay una univocidad. En ese sentido lo que decía Nietzsche va en consonancia, cuando hablaba de que en general buscamos la verdad pero buscamos las consecuencias agradables de la verdad, no las otras, no la cara oculta de los fenómenos. Justamente creo que es muy importante para luchar contra la idiotización del pensamiento, contra la debilidad política de la sociedad, que fluya más información sobre los aspectos oscuros de toda política. En ese sentido frente a la instalación de una nueva planta de celulosa vemos que hay una especie de celebración, en tanto lo que puede aportar al crecimiento del PBI, etcétera. Pero el otro lado de esa realidad productiva o económica también tiene que ponerse arriba de la mesa y tiene que poder discutirse socialmente. Las consecuencias que trae para la vida humana, para la salud de la tierra, para la naturaleza, para los ríos. Hay un discurso que intenta ocultar en el conjunto de la sociedad los aspectos negativos de este sistema productivo, no lo quiere hacer ver, y creo que ahí los colectivos que vos llamás contra hegemónicos juegan un rol importante.

M.P.: También hay que tener en cuenta la desaparición de los comités de base. Si eras joven antes agarrabas para ahí, más allá de la contracultura la gente encontraba su lugar ahí, ahora como que el Frente Amplio desmovilizó, toda esa cosa activa que tenía desde la base ya no la tiene, y por eso creo que también surgen estos espacios, más allá de la contracrítica.

D.B.: El fin de la utopía política de izquierda ha dejado un vacío crítico sobre los lineamientos políticos de Latinoamérica que necesariamente van a ser captados o por la crítica o por la idiotización del pensamiento.

F.G.: Y eso tiene que ver con el poder mediático que juega de manera funcional al poder político, tiene que ver con estrategias de criminalización y banalización, que a veces termina siendo tan poderosa como la criminalización, de estos discursos, de estas formas de encarar la política y la vida, que son totalmente válidos, y no solamente válidos sino que implican una gran entrega del sujeto en su lucha cotidiana.

D.B.: Nunca en la historia de la humanidad hubo tanta necesidad de la filosofía como hoy, por el tema de las guerras de quinta generación, que son neuro guerras, que son guerras basadas en la manipulación y en la falsa verdad y en la falsificación de la trama a partir de las imágenes, lo que estamos viviendo en Latinoamérica…

La primavera árabe es un ejemplo previo

D.B.: La primavera árabe que se vino para Latinoamérica. Entonces es necesario justamente estar muy alerta con esa verdad de los medios, porque en general la verdad de los medios es siempre mentira, y la verdad de los medios es apoyada por la política nacional de los estados.

¿Qué actividades tienen planificadas luego de la presentación del libro?

R.C.: Hay un ciclo de cine sobre Kurdistán que empieza al otro día. Estamos implementando para Julio o Agosto un ciclo de cine sobre Jorge Sanjinés, cine en aymara y quechua. La idea es pasar tres obras de él, y en este caso queremos contextualizar aportando sobre la historia boliviana y la cosmovisión de los pueblos originarios.

D.B.: Seminarios, charlas, talleres y actividad cultural y artística hay todo el año en Casa de Filosofía, muchas actividades que van surgiendo según se van presentando los proyectos.

F.G.: Se está preparando también un ciclo de cine vinculado al mayo francés, a la eclosión en el caso de Godard y Pasolini, de como se va construyendo cinematográficamente ese contexto, y sobre todo el lazo entre ellos dos que es bastante particular.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.