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Libertad responsable y un modelo de desarrollo por Omar Paganini

Libertad responsable y un modelo de desarrollo por Omar Paganini
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La primera mitad de la administración de gobierno estuvo condicionada por uno de los eventos más desafiantes de las últimas décadas para el país y el mundo, pero eso no impidió que desde el gobierno pudiéramos sentar las bases de lo que consideramos son políticas de largo aliento, que redundarán en una mejora de las capacidades productivas, sociales y de desarrollo de Uruguay y su gente.
A dos semanas de asumir debimos afrontar el desafío de minimizar el impacto social y económico derivado del COVID-19. El rumbo estuvo claro desde el primer momento, y con el liderazgo del presidente de la República se acuñó el concepto de “libertad responsable” como definición de lo que entendíamos como el mejor camino en esa etapa turbulenta. El tiempo terminaría confirmando el acierto de mantener los motores de la economía encendidos, atendiendo al mismo tiempo los aspectos sanitarios y sociales con todos los recursos necesarios. Una política que permitió superar la emergencia sanitaria y retomar la marcha rápidamente, a diferencia de lo que vemos suceder en muchos otros países de la región e incluso del mundo desarrollado.
Pero las urgencias de la emergencia nunca nos desviaron del enfoque de largo plazo. Es que el concepto de Libertad Responsable va mucho más allá de la emergencia sanitaria. Creemos en la libertad de las personas como bien superior, y como motor del crecimiento y el desarrollo a partir de la creatividad y el emprendimiento. Y con la misma convicción creemos en una sociedad que cuida a los más débiles, que genera oportunidades, creando condiciones para que todos puedan ejercer la libertad.
Muchas veces a lo largo de la historia del país se ha querido enfrentar estos dos conceptos: parece que si se permite más libertad se genera desigualdad; si, por el contrario, apostamos a la igualdad, hay que restringir libertades. Se han contrapuesto dos modelos: el de un Estado paternalista que frena el emprendimiento, versus un Estado prescindente, que se desentiende de los vulnerables.
Es una visión equivocada. El estatismo dirigista ata a la iniciativa privada y desincentiva la innovación, generando “chacras” donde algunos están cómodos pero no crecen. Por el contrario, un Estado que brinda oportunidades es un habilitador de la libertad de los ciudadanos y del desarrollo de los proyectos personales, a la vez que ofrece contención a los vulnerables. Un estado de bienestar moderno es aquel que – mediante la educación, las políticas sociales, el estímulo a la inversión y la apertura al mundo – crea oportunidades, fomenta y atrae emprendimientos y permite desarrollar los talentos y las posibilidades de los ciudadanos, sin descuidar a los vulnerables.
El país debe aprovechar las ventajas competitivas con las que contamos, potenciando lo que nos hace diferentes, pero no por ello menos abiertos al mundo. Tenemos una forma de ser que nos distingue, mucho para ofrecer y para competir con éxito en los entornos más exigentes. Y ofrecemos un estilo de vida atractivo, en un entorno amigable, que nos permite estar orgullosos de lo que somos, confiados en nuestras posibilidades sin necesidad de cerrarnos y protegernos.
Hay ejemplos claros de nuestras capacidades en varios sectores de actividad que florecieron en el peor momento de la pandemia. Nuestra comunidad científica y académica, históricamente generadora de conocimiento valioso, que se volcó a crear soluciones prácticas, desde modelos que explicaban el avance de la pandemia, a kits para afrontar, por ejemplo, las necesidades de testeos PCR cuando escaseaban en el mundo. Tenemos un sector del software ya consolidado, exportando servicios hace 30 años, que estuvo a la altura, dando respuestas tecnológicas que fueron ejemplo. Es de destacar también la producción audiovisual uruguaya, que logró aprovechando la coyuntura sextuplicar en dos años sus horas de rodaje y triplicar sus exportaciones de servicios, y hoy se consolida como plataforma de producción para el mundo, a la vez que como origen de contenidos con personalidad propia, cosechando éxitos en todo el mundo que debemos apuntalar.
Está, por supuesto, nuestro sector agroindustrial, que explica buena parte de la recuperación post pandemia, y hoy en día es un sector tecnificado, que agrega valor, con sensibilidad ambiental e inversión en tecnología. Son verdaderos “clusters” que nuclean grandes empresas, pymes de servicios y productores, aplicando tecnología, cuidando los recursos naturales y mejorando las condiciones de sus empleados. La profundización de la inserción internacional, la apertura de nuevos mercados y ampliación de los ya existentes, solo puede fortalecerlo y abrir nuevas oportunidades, a la vez que permitirá la inversión en nuevos emprendimientos que agreguen valor, como el de la industria de madera sólida, o la nueva lana súper fina que nos acompañará al Mundial 2022. El sector de productos de alta calidad para la gastronomía mundial solo puede crecer, a partir de los vinos, el aceite de oliva o la carne Premium, y apalancar también al turismo receptivo internacional.
Nuestra trayectoria en energías renovables es reconocida. A la primera transición energética, que implicó la transformación de la generación de electricidad, que hoy es más de un 90% renovable, la debemos continuar con una segunda transición, avanzando en la descarbonización del resto de la matriz energética, apoyados en la electro movilidad y el hidrógeno verde. Todo indica que este último y sus derivados tendrán un rol fundamental a jugar en la descarbonización de las economías mundiales. Tenemos allí la oportunidad de generar un nuevo rubro de inversión y exportación, por nuestra trayectoria y la disponibilidad de recursos de energía renovable. Asimismo, los conflictos mundiales, como la guerra en Europa, hoy nos muestran que el mundo de la energía va a dar lugar a realineamientos geopolíticos. Los países emergentes del sur, ricos en fuentes renovables, estamos llamados a dar respuestas a las nuevas demandas, en alianza con los países desarrollados que tienen que diversificar sus proveedores y poseen la tecnología.
La producción verde, con conciencia ambiental, la llamada economía circular donde se evitan desperdicios, se valorizan residuos y se recicla, persigue la eficiencia y mitigar el impacto en el ambiente, serán sectores de rápido crecimiento gracias a una nueva demanda que pone el foco en la sostenibilidad productiva, que Uruguay puede aprovechar para abrir mercados y recibir inversiones y apoyo financiero. La sigla “ESG” (del inglés, compromiso con el Ambiente, la Sociedad y la Gobernanza o Transparencia) jugará un papel cada vez más importante en nuestra inserción internacional.
Finalmente, un factor estratégico a potenciar es la innovación. La innovación entendida como la creación productos, servicios y formas de trabajo a partir de nuevos conocimientos y técnicas es, en última instancia, la que permite a una economía mantenerse competitiva. Uruguay ha demostrado que tiene el potencial innovador para estar en la conversación. Nuestro sector de tecnologías de la información ya está maduro. La presencia de todo un ecosistema, desde “start ups” hasta “unicornios”, el interés y radicación de firmas internacionales en nuestro país así como la importancia de las exportaciones de servicios tecnológicos lo demuestran.
Nuestro sector digital ya no incluye solamente el desarrollo de software, es la creación de productos y servicios digitales, video juegos, realidad aumentada, robótica e inteligencia artificial. La Internet de las Cosas y el mundo virtual que se vislumbra con el “metaverso” nos abre la puerta a potencial ilimitado de generación de contenidos y de valor. El posicionamiento como “hub” de innovación está al alcance, y debemos actuar para lograrlo. Somos ya un “hub” de servicios para la región, tenemos que ser un “hub” de innovación, como lo son Israel, Irlanda o Finlandia.
Hoy los principales impactos negativos de la pandemia están quedando atrás, con una economía que logra recuperarse rápidamente, un desempleo que se mantiene por debajo de los niveles con los que se tomó la gestión, y miles de uruguayos recuperando los niveles de vida que tuvieron previo a la pandemia. Quedan enormes desafíos por delante, pero los uruguayos tenemos la capacidad humana de poder afrontarlos y el gobierno está comprometido en la tarea. Queremos, como dijo el presidente, dejar a todos los uruguayos un país mejor al que recibimos, y lo vamos a conseguir.

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