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Los caminos conducen al des-occidentalismo por Ruben Montedonico

Los caminos conducen al des-occidentalismo  por Ruben Montedonico
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El mundo lleva algunos siglos siendo dominado por diversas formas de imperialismo -incluido el colonialismo tradicional y otro con y sin banderas- de acuerdo con las adaptaciones que del capitalismo se han formulado para dotarlo de supervivencia, envolviéndolo con diversos ropajes dictados por las democracias occidentales.
El imperialismo de hoy, con sus bases militares en terreno propio (a través de presupuestos) -en bases pseudocientíficas, directamente en estaciones castrenses o por medio de “controles” diplomáticos, de sus instituciones económicas y financieras- va siendo lenta, continuada y progresivamente declinante, arrastrando consigo a sus asociados atlánticos y a diversas naciones consocias del capitalismo: se trata de extractos sociales de cada país, obedientes gubernamental y militarmente (ver ejemplo de relación UE-OTAN). Un puñado de gobiernos de países periféricos -en general productores de materias primas- los apoyan.
Sin embargo, sólo los longevos de alguna de las presentes generaciones quizá llegue a ver la demolición de la actual y peculiar unipolaridad, de raíz imperial, por la creciente multipolaridad que practican pueblos y gobiernos.
Al recordar la letra de una antigua canción, hay un “arriba nervioso y un abajo que se mueve”, tal vez, por nuestras urgencias, no llegamos a valorarla cuando oímos sus sones hace más de medio siglo. Sin embargo, las prisas de aquellos años no nos divorciaron de los sindicatos, de los gremios estudiantiles, del pueblo; en fin, de aquello que hace carne entre compañeros, que alienta sus esperanzas y los reclamos a las autoridades progresistas de que archiven los cuidados a los dueños de las riquezas y que se apliquen más en la defensa de las grandes mayorías, sin temor a perder algún “mercado” o ser objeto de la “ojeriza” de un “blando genuflexo”.
Entre algunas cosas, en eso coincido con el argentino Julio Gambina cuando escribe “lo que pretendemos, si se quiere, es la utopía del socialismo, el horizonte que nos permite caminar, al decir de Eduardo Galeano”.
Cuando desde Occidente voltean a ver a Oriente, algunos observan sólo mercados comerciales impresionantes: 2.900 millones de habitantes en dos países (India y China). Los más avispados, reparan en lo mismo y lo consideran secundario; observan la evolución y las posibilidades -como productores- ante el mercado mundial y tratan de frenarlos de cualquier forma: atrayendo a India y atacando a China.
Cuando asocio el pensamiento con el de otro argentino, José Miguel Amiune, es porque estimo que hay una coincidencia evidente entre la forma impecable en que él lo expresa y mi modesta opinión: “En suma, el destino del siglo XXI se dirimirá según evolucione la correlación de fuerzas entre EEUU y China. Por primera vez, luego de cinco siglos, Europa no será ni el escenario, ni el actor principal de la historia. Hoy Europa se ha convertido en un actor secundario del atlantismo del norte”.
EEUU se expande instrumentando la “otanización” del mundo, mientras China lo hace a través de los países emergentes de Asia, África y América Latina, no mediante un órgano militar de seguridad colectiva como la OTAN, sino por medio de la cooperación en infraestructura, económica, comercial, crediticia y tecnológica, establecida con los BRICS y el resto de los países emergentes. La “otanización” intenta mantener la unipolaridad occidental, los BRICS tratan de construir un mundo multipolar.” Comenta Amiune que “según el concepto eurocéntrico, solo siguiendo el modelo europeo, el resto de las sociedades del mundo pueden adaptarse, avanzar y salir de la ‘barbarie’. De esta forma, se construye el mito de una Europa redentora, paternalista (referida a su colonialismo) cuya única intención es salvar al resto de culturas de su propia ‘barbarie’ e ingresar al mundo civilizado”.
Señalará sobre ambas márgenes del Atlántico: “El eurocentrismo afirma una supuesta superioridad con base en varios aspectos. El primero, la afirmación de que el capitalismo es la cúspide evolutiva de las sociedades y que supone, la mejor manera de construir una sociedad. Y el segundo, la presunción de una continuidad histórica que es inexistente, según Samir Amin”.
Hay grandes analistas estadunidenses, como el destacado economista Jeffrey Sachs, que asumen que EEUU y Occidente, “están lamentando su pérdida de ‘status relativo’ -su capacidad de dictar a los otros- aunque no tienen inseguridades militares reales” (traducción del autor). Se presume -de acuerdo con estas expresiones- en Sachs la idea de un “equilibrio atómico”, de “pasividad irremediable” ante el porvenir, de discutible originalidad y validez, sobre lo cual me explayaré en otra ocasión.
Eso me recuerda que nuestras miradas parten de un sitio de Nuestramérica, y me llevan a compartirles la forma de verlas desde ese ángulo. “América Latina, una y diversa”, de mi maestro (de quien tanto debo aprender), amigo, sociólogo emérito Gerónimo de Sierra, que en 2008 publicaba el trabajo citado e indicaba: “ (…) la complejidad de las sociedades latinoamericanas exige, justamente, para su estudio, un tipo de teoría y de método, que resista tanto la tentación simplificadora, que borra las fuertes especificidades nacionales o subregionales, como la tentación contraria, que disuelve el objeto de estudio en una casuística nacional absoluta y desagregada. Es decir, que creemos firmemente en la importancia científica, cultural y también política de los estudios latinoamericanos como tales; y de su enseñanza curricular. En ese aspecto, debemos recoger y potenciar la rica y
China, como eventual futuro imperio, avanza para trasladar el predominio del Atlántico al Pacífico. Por ahora -más allá de la guerra económica de EEUU- avanza en su sociedad con Rusia y otras naciones mientras con la Ruta de la Seda y los BRICS+ persiste en llegar por el Mar Rojo, Suez y el Mediterráneo hasta Europa -donde están sus mayores adquirentes y mejores transacciones-, sin descuidar la penetración en territorio africano y en nuestra Latinoamérica.

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